Carver dejo de hablar y Mc Ginnis hizo lo mismo. El perro estaba durmiendo en el asiento trasero del coche.

La mente de Carver vago de nuevo hacia el recuerdo que la musica habia conjurado antes. Se pregunto que le habia hecho recorrer el pasillo para mirar. Sabia que la respuesta estaba enredada en el fondo de sus raices mas oscuras. En un lugar al que nadie podia ir.

Capitulo 10

En directo a las cinco

No sali de mi habitacion de hotel el sabado, ni siquiera cuando algunos de los periodistas del turno de fin de semana llamaron para invitarme al Red Wind a tomar unas copas despues del trabajo. Estaban celebrando un dia mas con la noticia en primera pagina. La ultima actualizacion era sobre la primera jornada en libertad de Alonzo Winslow y una puesta al dia de la busqueda cada vez mas amplia del sospechoso del asesinato de la chica del maletero. Yo no tenia muchas ganas de celebrar un articulo que ya no era mio. Y tampoco iba habitualmente al Red Wind. Antes ponian sobre los urinarios del cuarto de bano de caballeros las primeras paginas de la seccion A, la de Metropolitano y la de Deportes. Ahora tenian televisores de plasma de pantalla plana sintonizados con la Fox, la CNN y Bloomberg. Cada pantalla anadia sal a la herida: era un recordatorio de que la industria de la prensa escrita agonizaba.

Asi que decidi no salir la noche del sabado y comence a leer los archivos, usando las notas de Rachel como borrador. Con ella en Washington y apartada del caso, me sentia incomodo dejando el perfil a los agentes sin nombre ni rostro del operativo o de lugares tan distantes como Quantico. Era mi historia e iba a mantenerme por delante.

Trabaje hasta altas horas de la noche, reuniendo los detalles de las vidas de dos mujeres muertas, buscando ese punto en comun que, segun Rachel, tenia que existir. Eran mujeres nacidas en dos lugares diferentes que habian emigrado a dos ciudades tambien diferentes en dos estados distintos. Por lo que sabia, sus caminos nunca se habian cruzado, salvo por la remota posibilidad de que Denise Babbit hubiera ido a Las Vegas y hubiera visto el espectaculo Femmes Fatales en el Cleopatra.

?Podria ser esa la conexion entre los asesinatos? Parecia descabellado.

Finalmente agote esa busqueda y decidi enfocar las cosas desde un angulo completamente diferente. Desde la perspectiva del asesino. En una nueva hoja del cuaderno de Rachel, empece una lista de todas las cosas que el Sudes tenia que conocer para ejecutar cada asesinato en terminos de metodo, momento y lugar. Resulto una tarea de enormes proporciones y a medianoche estaba agotado. Me dormi vestido encima de la colcha, con los archivos y las notas a mi alrededor.

La llamada de las cuatro de la manana desde la centralita fue desagradable, pero me salvo de mi sueno recurrente de Angela.

– Hola -gruni al telefono.

– Senor Mc Evoy, su limusina esta aqui.

– ?Mi limusina?

– Ha dicho que era de la CNN.

Me habia olvidado por completo. Lo habia organizado el viernes la oficina de relaciones con los medios del Times. Se suponia que tenia que salir en directo para toda la nacion en un programa de fin de semana que pasaban los domingos por la manana de ocho a diez. El problema era que se trataba de ocho a diez hora de la Costa Este, de cinco a siete hora de la Costa Oeste. El viernes, el productor del programa no habia sido claro sobre el momento en que apareceria yo, asi que tenia que estar listo para aparecer en directo a las cinco.

– Digale que bajo en diez minutos.

De hecho, tarde un cuarto de hora en arrastrarme a la ducha, afeitarme y vestirme con la ultima camisa planchada que tenia en la habitacion. El chofer no parecia preocupado y se dirigio despacio hacia Hollywood. No habia trafico e ibamos a llegar a tiempo.

El coche no era en realidad una limusina, sino un Lincoln Town Car. Un ano antes habia escrito una serie de articulos acerca de un abogado que trabajaba en la parte de atras de un Lincoln Town Car mientras un cliente que trabajaba para pagarle sus honorarios lo llevaba de un sitio a otro. Sentado en el asiento trasero de camino a la CNN, la sensacion me gusto. Era una buena manera de ver Los Angeles.

El edificio de la CNN se hallaba en Sunset Boulevard, no muy lejos de la comisaria de Hollywood. Despues de pasar por un control de seguridad en el vestibulo, me acerque al estudio donde estaba previsto que me entrevistaran desde Atlanta para la edicion de fin de semana de un programa llamado CNN Newsroom. Una persona joven me dirigio a la sala de espera, y me encontre con que Wanda Sessums y Alonzo Winslow ya estaban ahi. Por alguna razon me sorprendio la idea de que pudieran haberse levantado temprano para llegar al estudio antes que yo, el periodista profesional.

Wanda me miro como si yo fuera un extrano. Alonzo apenas tenia los ojos abiertos.

– Wanda, ?se acuerda de mi? Soy Jack Mc Evoy, el periodista. Fui a verla el lunes pasado.

Ella asintio con la cabeza y se ajusto un par de dientes postizos en la boca. No los llevaba cuando la habia visitado en su casa.

– Es verdad. Usted fue el que puso todas las mentiras en el periodico sobre mi Zo.

Esta declaracion animo a Alonzo.

– Bueno, ahora ha salido, ?verdad? -dije con rapidez.

Di un paso mas y le tendi la mano a su nieto. El la tomo vacilante y me la estrecho, pero parecia confundido respecto a quien era yo.

– Encantado de conocerte por fin, Alonzo, y contento de que estes fuera. Soy Jack. Soy el periodista que hablo con tu abuela y comenzo la investigacion que ha conducido a tu puesta en libertad.

– ?Mi abuela? Hijoputa, ?de que estas hablando?

– No sabe lo que dice -dijo Wanda rapidamente.

De pronto comprendi mi error. Wanda era su abuela, pero habia estado cumpliendo el papel de madre porque la verdadera madre de Alonzo estaba en la calle. Probablemente el chico pensaba que su verdadera madre era su hermana, si es que la conocia.

– Lo siento, me he confundido -le dije-. De todos modos, creo que nos van a entrevistar juntos.

– ?Por que cono te van a entrevistar? -pregunto Alonzo-. Yo soy el que se jodio en la carcel.

– Creo que es porque soy el que te saco.

– Si, es gracioso. El senor Meyer dice que me saco el.

– Nuestro abogado lo saco -intervino Wanda.

– Entonces, ?como es que el abogado no esta aqui y no sale en la CNN?

– Va a venir.

Asenti con la cabeza. Eso era nuevo para mi. Cuando sali de trabajar el viernes, solo ibamos a estar Alonzo y yo en el programa. Ahora teniamos a bordo a Mami y a Meyer. Conclui que no iba a ir bien en una emision en directo. Demasiadas personas y al menos una de ellas causaria problemas con la censura. Me acerque a una mesa donde habia una cafetera y me servi una taza de cafe solo. Luego meti la mano en una caja de donuts Krispy Kreme y elegi uno de azucar. Trate de quedarme solo y ver la television cenital que estaba sintonizada a la CNN y que pronto emitiria el programa de noticias en el que teniamos que aparecer. Despues de un rato llego un tecnico y nos preparo para el sonido, colocandonos un microfono en el cuello de la camisa y un auricular en el oido y ocultando todos los cables debajo de la camisa.

– ?Puedo hablar con un productor? -dije en voz baja-. Solo.

– Claro, se lo dire.

Me sente de nuevo y espere, y al cabo de cuatro minutos escuche una voz masculina que pronunciaba mi nombre.

– ?Senor Mc Evoy?

Mire a mi alrededor y entonces me di cuenta de que la voz habia salido del auricular.

– Si, estoy aqui.

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