Kramer continuo como si yo no hubiera planteado una pregunta, como si no me hubiera escuchado emitir sonido alguno.

– Lo que estamos ofreciendo aqui es una prorroga de contrato de seis meses que comenzaria a la firma - dijo.

– O sea, que todavia estoy despedido, pero dentro de seis meses.

Kramer giro el documento y lo deslizo sobre la mesa para que yo pudiera leerlo.

– Es una prorroga estandar que se utilizara mucho por aqui, Jack.

– Yo no tengo ningun contrato. ?Como puede prorrogarse?

– Lo llaman asi, porque actualmente eres un empleado y hay un contrato implicito. Asi que cualquier cambio en la situacion que se acuerda contracturalmente se denomina prorroga. Es solo jerga legal, Jack.

Yo no le dije que la palabra contracturalmente no existia. Estaba leyendo a toda velocidad la primera pagina del documento hasta que choque con un gran obstaculo.

– Segun esto me pagaran treinta mil dolares por seis meses -dije.

– Si, ese es el salario de prorroga estandar.

Hice rapidamente un calculo a ojo.

– Vamos a ver, eso seria cerca de dieciocho mil menos de lo que gano ahora por seis meses. Asi que me propones que gane menos para ayudaros a manteneros al frente con este articulo. Y dejame adivinar…

Cogi el documento y comence a pasar paginas.

– … apuesto a que ya no tendre seguros medicos, dentales ni de pension en virtud de este contrato. ?Es correcto?

No pude encontrarlo y supuse que no habia una clausula sobre los seguros, ya que simplemente no existian.

– Jack -dijo Kramer en tono tranquilizador-, de algunas negociaciones salariales quiza pueda ocuparme, pero tendras que encargarte de pagar los seguros. Es la forma en que lo hacemos ahora. Se trata simplemente de la ola del futuro.

Deje caer el contrato de nuevo en el escritorio y mire a Kramer.

– Espera a que te llegue el turno -le dije.

– ?Perdona?

– ?Crees que esto termina con nosotros? ?Los periodistas y los correctores? ?Crees que si eres un buen soldado y cumples con tu deber al final estaras a salvo?

– Jack, no creo que sea mi situacion lo que estamos discuti…

– No me importa si estamos discutiendo eso o no. No voy a firmar esto. Prefiero correr el riesgo del desempleo. Y lo hare. Pero algun dia vendran a pedirte que firmes una de estas cosas y tendras que preguntarte como vas a pagar por los dientes de tus hijos y sus medicos y su escuela y todo lo demas. Y espero que te parezca bien simplemente porque es la ola del futuro.

– Jack, tu ni siquiera tienes hijos. Y amenazarme por lo que hago es…

– No te estoy amenazando y no se trata de eso, Kramer. Lo que estoy tratando de… -Lo mire fijamente durante un rato largo-. No importa.

Me levante, sali de la oficina y me dirigi a mi cubiculo. Por el camino mire el reloj y luego saque mi telefono movil para ver si me habia perdido alguna llamada. No. Era casi la una del mediodia en Washington, y aun no habia tenido noticias de Rachel.

De vuelta a mi cubiculo, mire el telefono y el correo electronico y tampoco tenia mensajes alli.

Habia guardado silencio y habia evitado entrometerme hasta entonces. Pero necesitaba saber lo que estaba sucediendo. Llame al movil de Rachel y la llamada fue directa al buzon de voz sin llegar a sonar. Le dije que me llamara en cuanto pudiera y colgue. Ante la pequena posibilidad de que su telefono estuviera sin bateria o se hubiera olvidado de volver a encenderlo despues de la vista, llame al hotel Monaco y pregunte por su habitacion. Pero me dijeron que se habia marchado esa manana.

El telefono de mi escritorio sono en cuanto colgue. Era Larry Bernard, a dos cubiculos de distancia.

– ?Que quiere Kramer, volver a contratar al pobre Jack?

– Si.

– ?Que? ?En serio?

– Con un sueldo mas bajo, claro. Le he dicho que se lo meta donde le quepa.

– ?Estas de broma, tio? Te tienen por las pelotas. ?Adonde vas a ir?

– Bueno, para empezar no voy a trabajar aqui con un contrato que me paga menos y me quita las prestaciones. Y eso es lo que le he dicho. Da igual, he de irme. ?Vas a hacer las comprobaciones del articulo de hoy?

– Si, estoy en ello.

– ?Alguna novedad?

– No que me esten contando. De todas formas, es demasiado temprano. Eh, te vi ayer en la CNN. Estuviste bien. Pero pense que tendrian tambien a Winslow, por eso la puse. Primero lo anunciaron pero luego no salio.

– Fue alli, pero decidieron que no podian sacarlo en directo.

– ?Y eso?

– Por su tendencia a decir «hijoputa» en todas las frases que pronuncia.

– Ah, si. Cuando hablamos con el el viernes, me di cuenta.

– Es dificil no hacerlo. Hablamos despues.

– Espera, ?adonde vas?

– De caza.

– ?Que?

Le colgue el telefono. Meti mi portatil y mis carpetas en la mochila y sali de la redaccion en direccion a la escalera. La sala de redaccion podia haberme parecido el mejor sitio del mundo para trabajar, pero ya no era asi. Gente como el verdugo y las fuerzas invisibles que estaban tras el lo habian convertido en un lugar inhospito y claustrofobico. Tenia que irme. Sentia que era un hombre sin casa ni oficina adonde ir. Pero todavia tenia un coche y en Los Angeles el coche era el rey.

Me dirigi al oeste tomando la autovia 10 en direccion a la playa. Iba en sentido contrario a la marea de trafico y circulaba sin problemas hacia el aire limpio del oceano. No sabia exactamente adonde iba, pero conducia con inconsciente determinacion, como si las manos en el volante y los pies en los pedales supieran lo que mi cerebro desconocia.

En Santa Monica, sali en la calle Cuarta y luego tome por Pico hacia la playa. Entre en el aparcamiento donde Alonzo Winslow habia abandonado el coche de Denise Babbit. Estaba casi vacio y estacione en la misma fila y tal vez incluso en el mismo espacio donde habian abandonado a la victima.

El sol todavia no habia disipado del todo la bruma marina y el cielo estaba nublado. La noria del muelle permanecia envuelta en la niebla.

«?Y ahora que?», me dije a mi mismo. Mire el telefono de nuevo. No habia mensajes. Vi un grupo de surfistas que volvian de sus turnos de la manana. Se fueron a sus coches y camiones, se despojaron de sus trajes de neopreno y se ducharon con jarras de agua. Luego se envolvieron en toallas, se quitaron los banadores y se pusieron ropa seca tapados por la toalla. Era lo tipico del surfista antes de ir a trabajar. Uno de ellos tenia una pegatina en su Subaru que me hizo sonreir. Se veia una tabla de tamano grande y un texto que decia:

QUEREMOS UNA MAS LARGA

Abri la mochila y saque el bloc de notas de Rachel. Habia llenado varias paginas con mis propias notas durante la revision de los archivos. Pase a la ultima pagina y examine lo que habia anotado.

LO QUE NECESITABA SABER

DENISE BABBIT

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