que este Sudes nunca se acercara ahora que es conocido por las autoridades. ?Eso no cuenta para nada?
– Jack, ?no lo entiendes? No les gusto en el FBI. Desde hace mucho tiempo. Pensaban que me habian perdido de vista, pero luego los obligue a sacarme de Dakota del Sur. Tenia una palanca y la use, pero no les gusto y no lo olvidaron. Es como cualquier otra cosa en la vida: un paso en falso y eres vulnerable. Esperaron hasta que cometi el error que me hizo vulnerable y actuaron. No importa a cuanta gente pueda haber salvado, no hay pruebas de nada. En cambio, la factura de combustible en ese avion si es una prueba.
Me di por vencido. No habia forma de consolarla. Vi que se tomaba la copa entera de ron y luego volvia a escupir el cubito de hielo al fondo del vaso. A continuacion se sirvio otro trago.
– Sera mejor que bebas un poco antes de que me lo tome todo -dijo.
Extendi el brazo con la copa por encima de la mesa y ella me sirvio un buen trago. Brindamos y tome un largo trago. Senti que pasaba por mi garganta con la suavidad de la miel.
– Mejor que tengas cuidado -le dije-. Esto te puede estallar dentro.
– Quiero estallar.
– Si, bueno, tendremos que salir de aqui manana por la manana a las nueve y media si quieres que lleguemos a tiempo.
Dejo el vaso con fuerza en la mesa.
– Si, ?que pasa con eso? ?Que haremos exactamente manana, Jack? Sabes que ya no tengo placa. Ni siquiera tengo arma y quieres que entremos como si nada en ese lugar.
– Quiero verlo. Quiero averiguar si esta ahi. Despues podemos llamar al FBI o a la policia o a quien quieras. Pero es mi primicia y quiero llegar alli primero.
– Y luego escribir sobre ello en el periodico.
– Tal vez, si me dejan. Pero de una manera o de otra escribire todo esto. Asi que quiero ser el primero.
– Asegurate de que cambias mi nombre en el libro, para proteger a los culpables.
– Claro. ?Como quieres que te llame?
Ella inclino la cabeza y apreto los labios como si estuviera pensando. Levanto su copa de nuevo y tomo un pequeno sorbo, luego respondio.
– ?Que tal agente Misty Monroe?
– Suena a estrella del porno.
– Genial.
Volvio a dejar la copa y se puso seria.
– Bueno… basta de juegos. Vamos alli ?y que?, ?preguntamos si uno de ellos es el asesino en serie?
– No, vamos y actuamos como clientes potenciales. Damos una vuelta y conocemos a tantas personas como podamos. Hacemos preguntas sobre la seguridad y sobre quien tiene acceso a los archivos legales de naturaleza sensible de nuestra firma cuya copia de seguridad se almacenara alli. Esa clase de cosas.
– ?Y?
– Y esperamos que alguien se delate, o tal vez vea al tipo de Ely con las patillas.
– ?Lo reconoceras sin su disfraz?
– Probablemente no, pero el no lo sabe. Podria verme y salir corriendo y entonces, ?tachin!, ya tendremos a nuestro hombre.
Levante las manos con las palmas hacia fuera como si fuese un mago que ha completado un truco dificil.
– No me parece un gran plan, Jack. Suena como si te lo estuvieras inventando sobre la marcha.
– Tal vez lo estoy haciendo y por eso necesito que estes conmigo.
– No tengo ni idea de que quieres decir con eso.
Me levante, me acerque a su lado y apoye una rodilla en el suelo. Ella estaba a punto de levantar la copa para tomar otro trago cuando le puse la mano en el antebrazo.
– Mira, no necesito tu arma ni tu placa, Rachel. Quiero que estes ahi porque si alguien en ese lugar hace un movimiento en falso, por pequeno que sea, tu sabras interpretarlo y lo tendremos.
Me aparto la mano de su brazo.
– Mira, estas exagerando. Si crees que puedo leer la mente…
– No lees la mente, Rachel, pero tienes instinto. Haces este trabajo de la misma manera que Magic Johnson jugaba al baloncesto: percibes lo que pasa en toda la pista. Despues de solo una conversacion telefonica de cinco minutos conmigo cogiste un avion del FBI y volaste a Nevada porque lo sabias. Lo sabias, Rachel. Y me salvaste la vida. Eso es instinto, y por eso te quiero alli manana.
Ella me miro durante un buen rato y luego asintio con la cabeza casi imperceptiblemente.
– Vale, Jack -dijo-. Entonces estare alli.
La verja exterior del complejo estaba abierta y deje el coche en la plaza de aparcamiento mas cercana a la puerta principal. Antes de apagar el motor, eche un ultimo sorbo a mi cafe y le hice una pregunta a Rachel.
– Cuando los agentes de la oficina de Phoenix vinieron aqui la semana pasada, ?les dijeron de que se trataba?
– No, dijeron lo minimo posible de la investigacion.
– Procedimiento estandar. ?Y la orden de registro? ?No lo explicaba todo?
Ella nego con la cabeza.
– La orden fue emitida por un jurado de acusacion que tiene un mandato general para investigar el fraude en Internet. El uso de la pagina asesinodelmaletero encajaba en eso. Nos daba camuflaje.
– Bien.
– Nosotros cumplimos con nuestra parte, Jack. Vosotros no.
– ?De que estas hablando?
Me fije en el uso de la palabra «nosotros».
– Estas preguntando si el Sudes, que puede estar en este lugar o no, es consciente de que Western Data podria recibir una mayor atencion. La respuesta es si, pero no por nada que hizo el FBI. Tu periodico, Jack, en su relato de la muerte de Angela Cook, menciono que los investigadores estaban revisando la posible conexion a una pagina web que habia visitado. No dio el nombre de la pagina, pero eso solo deja a vuestros competidores y lectores fuera del circuito. El Sudes sin duda conoce el sitio y sabe que lo hemos descubierto, y por tanto solo es cuestion de tiempo que lo averiguemos y aparezcamos de nuevo.
– ?Aparezcamos?
– Ellos. El FBI.
Asenti con la cabeza. Rachel estaba en lo cierto. El articulo del
– Entonces sera mejor que entremos antes de que lo hagan «ellos».
Salimos; yo cogi la americana del asiento de atras y me la puse de camino a la puerta. Llevaba la camisa nueva que habia comprado el dia anterior en una tienda del aeropuerto mientras esperaba que Rachel aterrizara. Y la misma corbata que el dia anterior. Rachel iba vestida con su indumentaria habitual de agente, traje de chaqueta azul marino y blusa oscura, y tenia un aspecto imponente, aunque ya no estuviera en el FBI.
Tuvimos que pulsar un boton en la puerta e identificarnos a traves de un altavoz antes de que sonara el zumbido y pudieramos pasar a un pequeno recibidor donde vimos a una mujer sentada detras de un mostrador de recepcion. Supuse que era la persona que acababa de hablar con nosotros a traves del altavoz.
– Llegamos un poco antes -dije-. Tenemos una cita a las diez en punto con el senor Mc Ginnis.
– Si, la senora Chavez les ensenara la planta -dijo la recepcionista con alegria-. Veremos si puede empezar unos minutos antes.
Negue con la cabeza.
– No, nuestra cita era con el senor Mc Ginnis, el director ejecutivo de la compania. Hemos venido desde Las Vegas para verlo.
– Lo lamento, pero eso no va a ser posible. El senor Mc Ginnis se ha retrasado inesperadamente. No esta en las instalaciones en este momento.