corredera situada a un lado del edificio.

Habia una pesa redonda, como las que se utilizan en las halteras, colgando de una cadena. Cuando Mizzou la agarro y la hizo chocar contra la puerta, oi el ruido desde media manzana de distancia y con las ventanas subidas. Espero y nosotros tambien, pero nadie acudio a abrirle la puerta. Mizzou volvio a llamar y obtuvo el mismo resultado negativo. Camino hasta una ventana grande y tan sucia que no hacia falta cortina. La limpio un poco con la mano y miro al interior. Yo no sabia si habia visto a alguien o no. Volvio a la puerta y llamo otra vez. Y entonces, por hacer algo, cogio el pomo de la puerta y trato de abrir. Para su sorpresa y la nuestra, la puerta se desplazo sobre sus rodamientos. No estaba cerrada.

Mizzou dudo y por primera vez miro a su alrededor. Sus ojos no se detuvieron en mi coche, sino que volvieron rapidamente a la puerta abierta. Dio la impresion de que decia algo en voz alta y luego, tras unos segundos, entro en el edificio y volvio a cerrar la puerta.

– ?Que opinas? -pregunte.

– Creo que tenemos que entrar -dijo Rachel-. Es evidente que Freddy no esta, y no sabemos si Mizzou decidira cerrar o llevarse algo que pueda ser valioso para la investigacion. Es una situacion incontrolada y deberiamos estar ahi.

Meti la marcha y avance la media manzana que nos separaba del edificio. Rachel ya estaba en la calle y avanzaba hacia la puerta antes de que yo pusiera la transmision en la posicion de estacionamiento. Baje y la segui.

Rachel corrio la puerta lo justo para que ambos pudieramos pasar. El interior estaba oscuro y tarde unos momentos en acostumbrar la vista. Cuando por fin lo consegui, comprobe que Rachel ya avanzaba cinco metros por delante de mi hacia el centro del almacen. Era un espacio muy amplio, con columnas que se alzaban cada cinco metros. Habian levantado tabiques para dividir el espacio en vivienda, estudio y gimnasio. Vi el banco y los soportes para pesas de donde seguramente provenia el picaporte. Habia tambien un aro de baloncesto y un espacio de por lo menos media pista para jugar. Mas adentro, vi un armario y una cama por hacer. Contra uno de los tabiques habia una nevera y una mesa con un microondas, pero ni fregadero ni fogones ni nada que se pareciera a una cocina. Vi la caja que habia traido Mizzou en una mesa junto al microondas, pero ni rastro del joven.

Alcance a Rachel al pasar uno de los tabiques y vi una mesa de trabajo apoyada contra una pared. Habia tres pantallas en estantes sobre el escritorio y un ordenador situado debajo. Pero faltaba el teclado. Los estantes estaban repletos de libros de codigo, cajas de software y otros componentes electronicos. Pero ni rastro de Mizzou.

– ?Donde se ha metido? -susurre.

Rachel levanto la mano para pedirme silencio y camino hacia la mesa de trabajo. Parecia estudiar el lugar que deberia de haber ocupado el teclado.

– Se ha llevado el teclado -susurro-. Sabe lo que podemos…

Se callo al oir vaciarse la cisterna de un cuarto de bano. El ruido procedia del otro extremo del almacen y le sucedio el sonido de otra puerta que se abria. Rachel cogio de uno de los estantes bridas de las que se utilizan para atar los cables de los ordenadores y luego me agarro por el hombro y me empujo hasta una pared de la zona de dormitorio. Nos quedamos con la espalda pegada a la pared, esperando a que pasara Mizzou. Oi sus pasos al acercarse sobre el suelo de cemento. Rachel paso a mi lado y se situo al borde del tabique. En cuanto aparecio Mizzou, ella se lanzo hacia delante, lo agarro por la muneca y el cuello, y lo tumbo sobre la cama antes de que el pudiera saber lo que estaba ocurriendo. Lo inmovilizo alli, boca abajo sobre el colchon, y con un movimiento fluido salto sobre su espalda.

– ?No te muevas! -grito.

– ?Espere! ?Que…?

– ?No te resistas! -dije yo-. No te muevas.

Lo obligo a poner los brazos a la espalda y utilizo una brida para atarle las munecas.

– ?Que es esto? ?Que he hecho yo?

– ?Que estas haciendo aqui?

El chico intento mirar hacia arriba, pero Rachel lo obligo a pegar la cabeza al colchon.

– ?Te he hecho una pregunta!

– He venido a dejarle un paquete a Freddy y he aprovechado para ir al lavabo.

– Forzar una puerta para entrar en una casa es un delito grave.

– No he forzado nada. Y tampoco he robado. A Freddy no le importa. Pueden preguntarselo.

– ?Donde esta Freddy?

– No lo se. Oiga, pero ?quienes son?

– No importa quien soy yo. ?Quien es Freddy?

– ?Que? El vive aqui.

– ?Quien es el?

– No lo se. Freddy Stone. Trabajo con el. Trabajaba con el, quiero decir… Usted es la senora que estaba en la visita de hoy… ?Que esta haciendo?

Rachel se bajo de encima de el, puesto que ya no importaba ocultar su identidad. Mizzou se revolvio en la cama y se incorporo. Con los ojos como platos, miro a Rachel, despues a mi y luego otra vez a ella.

– ?Donde esta Freddy? -pregunto Rachel.

– No lo se -respondio Mizzou-. Nadie le ha visto.

– ?Desde cuando?

– ?Desde cuando cree? ?Desde que se fue! Pero ?que pasa aqui? Primero el FBI y ahora ustedes dos. ?Quienes son, eh?

– Olvidalo. ?Donde puede haber ido Freddy?

– No lo se. ?Como iba a saberlo?

Mizzou se levanto de repente como si fuera a salir de alli, como si fuera a largarse con las manos atadas a la espalda. Rachel volvio a tumbarlo en la cama sin contemplaciones.

– ?No pueden hacer esto! Ni siquiera creo que sean policias. ?Quiero un abogado!

Rachel dio un paso amenazador hacia la cama. Hablo en voz baja y tranquila.

– Si no somos policias, ?que te hace creer que vamos a conseguirte un abogado?

Los ojos de Mizzou adquirieron una expresion de temor a medida que se daba cuenta de que se habia metido en algo de lo que quiza no podria salir.

– Miren -dijo-. Les dire todo lo que se, pero dejenme marchar.

Yo seguia apoyado contra el tabique, intentando actuar como si fuera un dia cualquiera y en ocasiones la gente se convirtiera en una baja colateral.

– ?Donde podemos encontrar a Freddy? -pregunto Rachel.

– ?Ya se lo he dicho! -grito Mizzou-. No lo se. ?Si lo supiera se lo diria!

– ?Freddy es un hacker?

Rachel senalo hacia la pared. La mesa de trabajo estaba al otro lado.

– Es mas bien un troller. Le gusta joder a la gente, gastarles bromas y eso.

– ?Y tu? ?Lo has hecho con el alguna vez? No mientas.

– Una vez. Pero no me gusto eso de enganar a la gente porque si.

– ?Como te llamas?

– Matthew Mardsen.

– Muy bien, Matthew Mardsen, ?que me dices de Declan Mc Ginnis?

– ?Que pasa con el?

– ?Donde esta?

– No lo se. He oido que habia mandado un e-mail diciendo que estaba en casa enfermo.

– ?Te lo crees?

Se encogio de hombros.

– No lo se. Supongo.

– ?Alguien ha hablado con el?

– No lo se. Esa clase de cosas estan por encima de mi responsabilidad.

– ?Y nada mas?

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