dia en que yo habia estado en Las Vegas.

Lo desdoble y vi la fotografia de un hombre en primera pagina. Le habian pintado la cara con un rotulador negro para ponerle gafas de sol, un par de cuernos de diablo y la preceptiva perilla. Tambien se distinguia el circulo de una taza de cafe. El circulo oscurecia parcialmente un nombre escrito con el mismo rotulador.

– Aqui tengo un periodico de Las Vegas con un nombre escrito.

Rachel aparto de inmediato la mirada de la bolsa que revisaba para comprobarlo.

– ?Que nombre?

– Esta emborronado por la marca de un cafe. Georgette algo. Empieza por B y acaba en M-A-N.

Sostuve el periodico en alto y lo incline para que Rachel pudiera ver la portada. Ella lo estudio durante unos segundos y vi que en sus ojos se encendia el brillo del reconocimiento. Se puso en pie.

– Ahi lo tienes. Lo has encontrado.

– ?Encontrado el que?

– Es nuestro hombre. ?Recuerdas que te hable de un mensaje de correo electronico a la carcel de Ely que hizo que incomunicaran a Oglevy? Era de la secretaria del director al director.

– Si.

– La secretaria se llama Georgette Brockman.

Todavia agachado junto a la bolsa abierta, mire a Rachel al comprenderlo. No podia haber mas que una razon para que Freddy Stone hubiera escrito ese nombre en un diario de Las Vegas en su almacen. Me habia seguido los pasos hasta Las Vegas y sabia que yo iba a ir a Ely para hablar con Oglevy. Era el quien queria aislarme en medio de ninguna parte. Freddy Stone era el Patillas, el Sudes.

Rachel cogio el periodico para estudiarlo. Sus conclusiones fueron identicas a las mias.

– Estaba en Nevada persiguiendote. Consiguio el nombre de Brockman y lo escribio mientras entraba en la base de datos del sistema de la prision. Este es el vinculo, Jack. ?Lo has encontrado!

Me incorpore para acercarme a ella.

– Lo hemos encontrado, Rachel. Pero ?que hacemos ahora?

Rachel bajo el periodico y vi que en su rostro se dibujaba un plan de accion.

– No creo que tengamos que seguir tocando nada mas. Hemos de dejarlo y llamar al FBI. Ellos se ocuparan a partir de aqui.

En cuanto a medios materiales, el FBI siempre parecia preparado para cualquier circunstancia. No habia pasado una hora desde la llamada de Rachel a la policia local y ya nos tenian sentados en cuartos de interrogatorio separados situados en el interior de un vehiculo sin distintivos del tamano de un autobus. Este se hallaba aparcado junto al almacen en el que habia vivido Freddy Stone. Varios agentes nos interrogaban en el interior, mientras fuera otros se hallaban en el almacen y en el callejon contiguo en busca de mas senales que probaran la implicacion de Stone en los asesinatos de las dos victimas halladas en maleteros o que proporcionaran pistas sobre su paradero.

Naturalmente, el FBI no los consideraba salas de interrogatorio y habrian puesto objeciones a que yo llamara Guantanamo Expres a aquella caravana reconvertida. Para ellos se trataba de una unidad movil para entrevistas con testigos.

Mi sala era un cubo sin ventanas de tres por tres metros y mi interrogador era un agente llamado John Bantam. El apellido llamaba a engano porque ese Bantam era tan enorme que parecia llenar el cuarto entero. Caminaba de un lado a otro delante de mi y se daba golpecitos ritmicamente en la pierna con el bloc de notas, de una manera que segun creo se proponia hacerme pensar que mi cabeza podia ser su proximo objetivo.

Durante una hora, Bantam me estuvo friendo a preguntas sobre como habia establecido la conexion con Western Data y todos los pasos que Rachel y yo habiamos seguido a continuacion. Yo habia hecho caso del consejo que Rachel me habia dado antes de que aparecieran las tropas federales: «No mientas. Mentirle a un agente federal es un delito. Una vez que lo cometes, ya te han pillado. No mientas sobre nada».

Asi que dije la verdad, pero no toda la verdad. Respondi solamente a las preguntas que se me hacian y no ofreci ningun detalle que no me pidieran especificamente. Bantam parecia frustrado todo el rato, molesto por no ser capaz de plantearme la pregunta correcta. El brillo del sudor se extendia sobre su piel negra. Pense que tal vez fuera la personificacion de la frustracion de todo el departamento por el hecho de que un periodista hubiera establecido una conexion que ellos habian pasado por alto. Fuera como fuese, Bantam no estaba contento conmigo. La sesion, que se habia iniciado como una entrevista cordial, se habia convertido en un interrogatorio tenso y parecia prolongarse sin fin.

Al final me harte y me levante de la silla plegable en la que estaba sentado. Incluso de pie, Bantam seguia sacandome mas de quince centimetros.

– Mire, ya se lo he explicado todo. Ahora he de ir a escribir un articulo.

– Sientese. Todavia no hemos terminado.

– Esto era una entrevista voluntaria. Usted no es quien para decirme cuando se acaba. He respondido a todas y cada una de sus preguntas y ahora lo unico que hace es repetirse, para ver si me cabreo. Eso no ocurrira, porque solamente le he dicho la verdad. Y ahora, ?puedo irme o no?

– Podria detenerle ahora mismo por allanamiento de morada y por hacerse pasar por agente federal.

– Bueno, si se trata de ponerse a inventar supongo que podria detenerme por un monton de cosas. Pero yo no he cometido ningun allanamiento. Segui a alguien al interior del almacen cuando le vimos entrar y pensamos que podia estar cometiendo un delito. Y no me hice pasar por ningun agente federal. Ese muchacho tal vez creyera que lo eramos, pero ninguno de los dos dijo o hizo nada que remotamente lo indicara.

– Sientese. No hemos acabado.

– Yo creo que si.

Bantam se golpeo con el bloc en la pierna y me dio la espalda. Camino hasta la puerta y luego se volvio.

– Necesitamos que retenga la publicacion del articulo -dijo.

Asenti. Por fin habiamos llegado al meollo del asunto.

– ?Asi que de eso se trataba? Por eso el interrogatorio, la intimidacion.

– No ha sido ningun interrogatorio. Le aseguro que de haberlo sido se habria enterado.

– Lo mismo da. No puedo retener ese articulo. Es un cambio importante en una noticia importante. Por otra parte, la publicacion de la cara de Stone en todos los periodicos les puede ayudar a detenerlo.

Bantam nego con la cabeza.

– Todavia no. Necesitamos veinticuatro horas para valorar lo que hemos conseguido aqui y en los demas lugares. Queremos hacerlo antes de que sepa que vamos tras el. Podra publicar su foto en todos los periodicos despues de eso.

Volvi a sentarme en la silla plegable para considerar las posibilidades. Se suponia que tenia que hablar con mis redactores sobre cualquier acuerdo para no publicar, pero en esos momentos estaba mas alla de cuestiones como esa. Era mi ultimo articulo y seria yo quien tomara las decisiones.

Bantam cogio una silla que estaba apoyada en la pared, la desplego y se sento por primera vez en toda nuestra sesion. Se coloco justo delante de mi.

Mire mi reloj. Eran casi las cuatro. Los redactores estaban a punto de celebrar su reunion diaria en Los Angeles para decidir cual seria la portada del dia siguiente.

– Le dire lo que estoy dispuesto a hacer -dije-. Hoy es martes. Retengo el articulo y lo escribo manana para el periodico del jueves. Lo mantenemos fuera de la pagina web, de manera que las agencias no puedan recogerlo hasta el jueves a primera hora y no salga nada en la tele hasta despues de eso. -Volvi a mirar mi reloj-. Eso les daria treinta y seis horas, por lo menos.

Bantam asintio.

– De acuerdo. Creo que eso funcionara.

Hizo el gesto de levantarse.

– Espere, espere, que eso no es todo. Lo que quiero a cambio es lo siguiente: como es natural, quiero la exclusividad. Yo he descubierto esto, de modo que la historia es mia. Nada de filtraciones ni de conferencias de prensa hasta que mi articulo este en la primera pagina del Times.

– Eso no es un problema. Nosotros…

– No he acabado, hay mas: quiero acceso. Quiero estar en el circuito. Quiero saber lo que ocurre. Quiero estar incrustado.

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