Sonrio con desden y sacudio la cabeza.
– No podemos hacer eso. Si quiere estar incrustado vayase a Irak. No permitimos a civiles, y menos a periodistas, inmiscuirse en nuestras investigaciones. Podria ser peligroso y complicar las cosas. Ademas, legalmente eso podria comprometer el procesamiento.
– En ese caso, no hay acuerdo y necesito hablar con mi redactor ahora mismo.
Saque el movil del bolsillo. Se trataba de un recurso teatral y tenia la esperanza de que pudiera forzar la negociacion.
– De acuerdo, espere -dijo Bantam-. No puedo decidir eso. Sientese, que ahora vuelvo.
Se levanto y salio de la habitacion cerrando la puerta tras de si. Yo me levante y comprobe el pomo. Tal como me temia, la cerradura estaba bloqueada. Cogi mi movil y mire la pantalla. Sin cobertura. El aislamiento del cubo probablemente la anulaba, y Bantam debia de saberlo muy bien.
Me pase la siguiente hora sentado en la dura silla plegable, levantandome de vez en cuando para golpear la puerta o para pasear por la pequena estancia tal como habia hecho Bantam. La sensacion de abandono empezo a hacer mella en mi. No paraba de mirar la hora y abrir el movil, a pesar de que sabia que no habia cobertura y que eso no iba a cambiar. En un momento determinado decidi poner a prueba mi teoria paranoica segun la cual me vigilaban y me escuchaban durante todo el tiempo que estaba en esa habitacion. Abri el telefono e hice un recorrido por las cuatro esquinas como un hombre que leyera un contador Geiger. En la tercera esquina actue como si hubiera encontrado cobertura y actue como si marcara un numero real y luego fingi hablar animadamente con mi redactor, explicandole que estaba dispuesto a dictarle un articulo excepcional sobre la identidad del asesino.
Pero Bantam no acudio corriendo, lo cual solamente probaba que o bien la habitacion no estaba vigilada con camaras y microfonos o bien los agentes que me observaban desde fuera sabian que no habia cobertura y que solo estaba fingiendo la llamada.
La puerta se abrio por fin a las cinco y cuarto. Pero no fue Bantam quien entro, sino Rachel. Me levante. Mis ojos quizas expresaran la sorpresa, pero mantuve la boca cerrada.
– Sientate, Jack -dijo Rachel.
Dude, pero finalmente me sente.
Rachel tomo asiento en la otra silla, enfrente de mi. La mire y senale hacia el techo con las cejas levantadas a modo de pregunta.
– Si, nos estan grabando -dijo Rachel-. Por audio y video. Pero puedes hablar con entera libertad, Jack.
Me encogi de hombros.
– ?Sabes? Algo me dice que has ganado peso desde la ultima vez que nos vimos. ?No sera por una placa y un arma?
Ella asintio.
– En realidad todavia no llevo la placa ni el arma, pero estan en camino.
– No iras a decirme que encontraste a Osama Bin Laden en Griffith Park, ?verdad?
– No exactamente.
– Pero te han restituido en tu puesto.
– Tecnicamente, todavia no se habia aprobado mi dimision. El ritmo lento de la burocracia, ya sabes. He tenido suerte, me han permitido retirarla.
Me incline hacia delante y susurre:
– ?Y que hay del
– No tienes por que hablar tan bajo. Ya no hay problema por el
– Espero que lo tengas por escrito.
– Tengo lo que necesito.
Asenti. Yo ya sabia de que iba el asunto. Rachel habia utilizado lo que sabia del caso para llegar a un acuerdo.
– A ver, dejame adivinar… Quieren que se sepa que un agente identifico a Freddy Stone como el Sudes, no alguien que acababa de dejar el FBI.
Rachel asintio.
– Si, algo asi. Ahora tengo la mision de negociar contigo. No te van a permitir estar dentro, Jack. Eso es ir directos al desastre. Seguro que recuerdas lo que ocurrio con el Poeta.
– Eso fue entonces y esto es ahora.
– Aun asi, no puede ser.
– Oye, ?no podemos salir de este cubo? ?Que te parece si vamos a dar una vuelta por algun sitio donde no haya camaras ni microfonos?
– Claro, vamos a dar un paseo.
Rachel se levanto y fue hacia la puerta. Llamo dando dos golpes seguidos y luego otro y la puerta se abrio inmediatamente. Al salir al estrecho pasillo que llevaba a la parte delantera del autobus vi que Bantam estaba junto a la puerta. Di dos golpes y luego otro.
– Si hubiese sabido la contrasena haria ya mas de una hora que habria salido de aqui.
Al parecer mi comentario no le hizo ninguna gracia a Bantam. Me volvi y segui a Rachel para salir del autobus. Una vez fuera comprobe que el almacen y el callejon seguian siendo hervideros de actividad federal. Varios agentes y tecnicos se movian sin parar para recoger pruebas, tomar medidas y fotografias, escribir notas…
– Toda esta gente, ?ha encontrado algo que no hubieramos visto?
Rachel sonrio con picardia.
– De momento no.
– Bantam me ha hablado de que el FBI estaba investigando en otros lugares, asi en plural. ?Donde?
– Jack, antes de que sigamos hablando tenemos que dejar clara una cosa: esto no lo vamos a hacer juntos, y tu no estas incrustado. Yo soy tu contacto, tu fuente, siempre y cuando retengas el articulo durante un dia, tal como te ofreciste a hacer.
– La oferta se basaba en un acceso completo.
– Venga ya, Jack, eso no puede ser. Pero me tienes a mi, y puedes confiar en mi. Vuelves a Los Angeles y escribes tu articulo manana. Te dire todo lo que pueda decirte.
Me aparte de ella mientras seguiamos caminando por la acera en direccion al callejon.
– Eso es precisamente lo que me preocupa. Vas a decirme todo lo que puedas. ?Y quien decide lo que puedes decirme?
– Te dire todo lo que sepa.
– Pero ?lo sabras todo?
– Jack, dejate de juegos de palabras. ?Confias en mi? Eso es lo que dijiste cuando me llamaste de repente la semana pasada cuando estabas en medio del desierto.
La mire a los ojos durante un momento y luego volvi a mirar hacia el callejon.
– Claro que confio en ti.
– Entonces no necesitas nada mas. Vuelve a Los Angeles. Manana puedes llamar cada hora si quieres, y yo te informare de lo que hayamos conseguido. Estaras al corriente de todo cuando publiques tu articulo en el periodico. Sera tu articulo y el de nadie mas. Te lo prometo.
No dije nada. Mire hacia el callejon, donde diversos agentes y tecnicos diseccionaban las bolsas negras de basura que habiamos encontrado. Documentaban cada una de las piezas de basura y residuos como si fueran arqueologos en una excavacion en Egipto.
A Rachel se le acababa la paciencia.
– ?Estamos de acuerdo, Jack?
La mire.
– Si, estamos de acuerdo.
– Lo unico que te pido es que cuando lo escribas me identifiques como agente. No menciones que dimiti ni que retire la dimision.
– ?Es una peticion tuya o del departamento?
– ?Y eso que mas da? ?Lo haras o no lo haras?
Asenti.
– Si, Rachel, lo hare. Tu secreto esta a salvo conmigo.