– Al patio principal. Algo me dice que es muy importante restaurarlo cuanto antes.

Cuando iban a salir de las cocinas, Brenna se acerco a ellos.

– ?Puedo acompanaros, mi senora?

La Sanadora habia salido de una zona en sombras que habia al otro extremo de la cocina, y Elphame vio que varios de los hombres apartaban la vista de su cara.

– Por supuesto, Brenna -dijo Elphame.

– Yo tambien preferiria que vinieras -dijo Cu-. Como ha dicho mi hermana, a menudo necesito los servicios de una buena Sanadora.

Elphame sintio un arrebato de carino por su hermano. Sus palabras hicieron que los hombres miraran de otro modo a la mujer, mostrandoles que el, como su hermana, la valoraba y la respetaba.

Brenna no respondio. Bajo la cabeza para que su pelo escondiera la mayor parte de su cara, y los siguio apresuradamente mientras salian de las cocinas.

Los tres llegaron al patio principal. A traves del agujero del techo quemado pudieron ver que estaba anocheciendo rapidamente, y que el azul del cielo se estaba convirtiendo en naranjas y violetas. La belleza del aquel anochecer contrastaba con la destruccion y las ruinas que habia en aquel patio. El suelo de marmol estaba cubierto de ramas de arboles y de suciedad. Habia montones de vigas de madera del techo, carbonizadas, por todas partes, y sobre todo en el centro del espacio. Elphame recordo algo. Algo sobre el patio central del castillo…

– Brenna, Cu, vamos a ver si podemos apartar estas vigas del centro.

Sin esperar su respuesta, se acerco al monton de madera quemada y comenzo a trabajar. Pronto, Elphame tiro de una viga larga y dejo a la vista el borde de un pilon.

– ?Si! ?Sabia que habia algo aqui debajo! -exclamo con satisfaccion.

Entonces redoblaron sus esfuerzos hasta que de entre los escombros salio una delicada estatua. Era la figura de una muchacha adolescente. Estaba en pie en mitad de la pila, sujetando un recipiente grande del que parecia que estaba derramando libaciones.

– ?Es una fuente! -exclamo Brenna.

– Mirala, El. Tiene algo que…

Cu se acerco a la fuente para mirar de cerca la estatua. Con un pliegue de su kilt froto la cara de la figura, y limpio una parte de marmol blanco que aparecio luminoso y fantasmal. Cuchulainn tomo aire bruscamente, con asombro.

– Se parece a ti.

Capitulo 8

Elphame miro fijamente la estatua. Realmente, se parecia a ella. Tenia sus mismos pomulos, sus labios carnosos y sus cejas arqueadas y finas.

– Lady Rhiannon -dijo Brenna-. Esta fuente debe de ser una estatua de Lady Rhiannon cuando era nina. Ahora lo recuerdo. Antes de que se convirtiera en la Encarnacion de Epona, vivia aqui. Era la unica hija de El MacCallan, y era…

– Mi antepasada -dijo Elphame.

– Tambien era una gran guerrera -intervino Cuchulainn mientras observaba atentamente la estatua-. Con su liderazgo, los Fomorians fueron derrotados y expulsados de Partholon.

– No debemos olvidar que Lady Rhiannon tuvo ayuda de su companero, el Sumo Chaman ClanFintan.

Elphame miro a su alrededor sorprendida, intentando localizar a la mujer que habia hablado desde el otro extremo del patio. Era una mujer centauro, y debia de ser una Cazadora para haber podido acercarse a ellos tan sigilosamente. Cuchulainn ni siquiera se habia dado cuenta de que se aproximaba. Al pensarlo, Elphame sintio una gran alegria. ?Se habia unido a ellos una Cazadora!

– Tienes razon al corregirme, Cazadora -dijo Elphame formalmente-. Mi padre hubiera hecho lo mismo.

– No queria corregiros, Diosa, solo recordaroslo.

A medida que la Cazadora se acercaba a la luz que iluminaba la zona de alrededor de la fuente, Elphame se iba asombrando mas y mas por su belleza. La parte equina de su cuerpo era de color claro, con matices crema y rubio tan claro que parecia plateado. Elphame recordo el pelaje brillante de la Yegua Elegida de Epona. Nunca habia visto un centauro con aquel color tan espectacular. Incluso sus cascos eran blancos como la nieve. Tenia la piel de alabastro, y llevaba el chaleco tradicional de los centauros. Su rostro era un estudio de perfeccion clasica. Elphame miro sus ojos, que eran de un asombroso color violeta.

La mujer centauro se detuvo ante ella e hizo una reverencia elegante.

– He venido a ofreceros mis servicios de Cazadora, Diosa Elphame, y tambien al Castillo de MacCallan. Soy Brighid Dhianna.

– Eres del clan de los Dhianna -dijo Cu, con una expresion grave y en un tono aspero.

– Soy de ese clan. Pero no tengo las mismas ideas.

Elphame entendio aquellas palabras. Entre los centauros habia una corriente, cada vez mas numerosa, de los que rechazaban el contacto con los humanos. Rara vez salian de las Llanuras de los Centauros, y rechazaban a los centauros que vivian en las comunidades humanas, porque los consideraban poco mas que animales domesticos. Recordo a sus padres hablando de las implicaciones de aquella ideologia segregacionista, y el disgusto de su padre centauro al referirse a ella. Y tambien recordo que el habia mencionado al clan de los Dhianna, cuya poderosa lider Chaman apoyaba incondicionalmente aquella ideologia. Eso explicaba el semblante serio de Cu.

– Brighid Dhianna, si estas buscando un nuevo comienzo, te doy la bienvenida al Castillo de MacCallan -dijo Elphame con solemnidad.

La Cazadora la miro directamente, sin vacilar.

– Si, Diosa, busco un nuevo comienzo.

– Bien, entonces puedes empezar por llamarme Elphame y tutearme -dijo Elphame con energia-. Este guerrero de aspecto fiero es mi hermano, Cuchulainn -anadio, y Cu asintio con frialdad para saludar a la Cazadora-. Y esta es nuestra Sanadora, Brenna.

Elphame se sintio agradada al ver que Brighid no se inmutaba al mirar a Brenna.

– Empieza a apartar vigas, Brighid. Esta anocheciendo y me gustaria despejar esta fuente antes de que se vaya toda la luz.

Elphame se volvio hacia el monton de escombros, haciendo caso omiso de las miradas de desconfianza que se dedicaban su hermano y la Cazadora.

– ?Ya esta bien, El! Puedes seguir manana. Todo el mundo se ha marchado ya, incluso tu cocinera tiranica y sus arpias estan de camino hacia Loth Tor para tomar una comida caliente y echarse a dormir -dijo Cuchulainn con exasperacion, ante la ilimitada energia de su hermana.

La Cazadora y el acababan de sacar otra parihuela llena de escombros del patio a la pila, cada vez mayor, que estaban creando en el exterior del recinto amurallado. Y Cuchulainn habia vuelto al patio, no se habia encontrado a Brenna y a su hermana recogiendo los cubos y preparandose para marchar. Su testaruda hermana estaba llenando otro cubo.

– Cu -le dijo ella, sin mirarlo-. ?Por que no te adelantas? Yo voy a sacar esto, y me pondre en camino -dijo, mirando el cielo a traves del agujero del techo. Estaba a punto de anochecer.

– No. Todos los demas se han marchado. No quiero que vayas sola por el bosque.

– Oh, por favor. Ha habido gente yendo y viniendo de Loth Tor todo el dia. No creo que ni siquiera se hayan quedado las ardillas, con tanto ajetreo y tanto ruido.

– Ademas, no va a estar sola. Yo ire con ella -dijo la Cazadora.

– Y yo -anadio Brenna.

Elphame arqueo una ceja y miro a su hermano.

– ?Contento? No voy a estar sola.

El refunfuno, y despues anadio con firmeza:

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