suenos insustanciales y breves, que lo dejaban deseando mas. Y en aquel momento, ella estaba alli, muy cerca de el… Le temblaron las alas oscuras, como un reflejo de su deseo creciente. Sintio calor y frio al mismo tiempo. Mirarla era una dulce agonia.
Cuando ella se volvio desde la poza para estudiar el bosque con atencion, el se quedo inmovil y se escondio entre las sombras de los arboles, pero noto como le latia la sangre en las sienes. Ella lo sentia. Su mente no lo conocia todavia, pero su alma ya reconocia que el estaba alli.
Entonces, ella entro en el agua, y su risa lleno el bosque. En los suenos de Lochlan, Elphame nunca se reia. El solo la habia visto sonreir de vez en cuando, normalmente a su hermano guerrero o a uno de sus padres. En aquel momento, el sonido inesperado de su risa fue un regalo que enfrio su lujuria, pero que no consiguio disminuir el deseo que sentia por ella. Noto que se le curvaban los labios en una sonrisa. Elphame deberia reirse mas a menudo. El queria verla feliz. Pensaba que podia hacerla feliz. Ojala hubiera algun modo…
La Profecia. Lo obsesionaba. Lo atormentaba. ?Como iba a cumplir aquella Profecia y poder vivir despues? Sin embargo, si no lo hacia, su gente estaria condenada a una existencia llena de dolor, de locura. ?No! No podia pensar en lo que iba a ocurrir si su busqueda no tenia exito. Su madre estaba tan segura… Su fe en su amada Epona era muy profunda. El todavia veia su rostro, iluminada con los recuerdos, mientras llevaba a cabo los rituales de la diosa y le ensenaba las costumbres de Epona. Estaba muy segura, tanto como para haber superado una violacion brutal y haber podido huir, debil y enferma despues del parto, junto a las demas, en busca de un hogar para sus hijos hibridos. Se suponia que aquellas madres no iban a sobrevivir al nacimiento de sus criaturas. Solo debian ser incubadoras para sus captores demoniacos, para los invasores Fomorians, cuyas hembras eran esteriles. Las mujeres humanas no eran esteriles. Podian ser fecundadas y usadas para crear una nueva generacion de Fomorians. Que las madres no sobrevivieran al nacimiento de su horrenda progenie no tenia importancia.
Pero su madre habia sobrevivido al parto, como un pequeno grupo de mujeres. Su diosa no la habia abandonado. ?Cuantas veces la habia oido decir aquello Lochlan? Casi tantas veces como la habia oido repetir la Profecia.
Se lleno de determinacion. Sus suenos de Elphame lo habian llevado hasta alli. Solo tenia que encontrar el camino en aquel laberinto de complicaciones para estar con ella. Cerro los ojos y se apoyo pesadamente en el grueso tronco del arbol tras el que se escondia. Eran parecidos, Elphame y el. La mezcla de dos razas.
La risa femenina y la brisa fresca y fragante se unieron para jugar con sus recuerdos. Casi podia ver a su madre, inclinada sobre el rio en el que lavaba la poca ropa que tenian. Su madre siempre habia trabajado mucho por muy poco, pero cuando el pensaba en ella, lo primero que recordaba era su sonrisa y su risa dulce.
«Tu eres mi felicidad», le decia ella una y otra vez. «Y algun dia, tu dirigiras a los otros de vuelta a Partholon para que ellos tambien encuentren la felicidad, y quedareis libres del dolor y de la locura».
Su madre era una idealista. Ella creia que la diosa iba a responder a sus peticiones y que cumpliria la Profecia. Y el habia dejado de intentar convencerla de lo contrario. Ella queria creer que la humanidad que habia en todos ellos era mas fuerte que los impulsos oscuros que les causaba su sangre Fomorian, que la bondad derrotaria a la locura.
– En mi ocurrira. Debe ser asi -susurro-. Soy mas humano que demonio. Mi padre violo a mi madre y la fecundo, pero su raza fue vencida por las fuerzas de Partholon, igual que el amor de mi madre vencio al dolor y al horror de mi nacimiento.
Lochlan sabia que era poco inteligente recrearse en el pasado, y mucho mas pensar en aquellos a quienes habia dejado atras en las Tierras Yermas. Necesitaba controlar su pensamiento, concentrarse en su objetivo. Sintio una punzada de dolor en la cabeza. Penso en aquel dolor como si fuera un amigo. Era de su ausencia de lo que debia temer, puesto que su ausencia significaria que la sangre oscura de su padre habia vencido por fin.
Abrio los ojos y se agacho para poder mirar a Elphame de nuevo. Las mujeres estaban saliendo de la poza, sacudiendose el agua y riendose mientras temblaban y se vestian rapidamente.
Ante la cercania de Elphame, Lochlan noto que se le aceleraba la sangre. «Por favor, Epona, ayudame a hallar el modo de llevar a cabo la Profecia sin hacerle dano. Concedeme la oportunidad de ganarla».
Si pudiera encontrar el modo de hablar con ella a solas… No era algo imposible. En sus suenos, la habia visto correr a menudo, y ella corria sola. Tendria paciencia. Habia esperado un siglo. Podia esperar unos dias mas.
Capitulo 10
Cuchulainn estaba ensillando el caballo para ir a buscar a su hermana cuando las tres mujeres llegaron a la entrada de la Posada de la Yegua. El iba a echarle un sermon a Elphame sobre el peligro de no hacer caso de su instinto de guerrero, pero al verlas lo olvido.
Se estaban riendo y bromeando, las tres, lo que incluia a su solitaria hermana. ?Estaba muy feliz! Y ademas, Cuchulainn vio algo que le sorprendio. La pequena Sanadora iba a lomos de la Cazadora. Los centauros transportaban a humanos, si, pero, normalmente, en situaciones de emergencia. La noble raza de los centauros no era de bestias de carga. Sin embargo, alli estaba la Cazadora, trotando despreocupadamente con una humana en la espalda. Cuchulainn estaba seguro de que los demas centauros del militante clan de los Dhianna habrian tenido un ataque de nervios si la hubieran visto.
Tuvo ganas de echarse a reir. Tambien se pregunto si no habria juzgado con demasiada dureza a la Cazadora.
– ?El! -dijo Cuchulainn, saludandola con la mano.
Ella le devolvio el saludo y les hizo un gesto a sus amigas para que la siguieran.
– Lo siento, Cu -le dijo con la voz entrecortada-. No queriamos tardar tanto, pero hemos encontrado una poza estupenda por el camino, y bueno… -Elphame se encogio de hombros y se retorcio la melena para quitarse algunas gotas de agua.
?Su hermana se habia banado con otras personas? Cuchulainn miro a la mujer centauro y a la Sanadora, y despues a Elphame. Estaban humedas. Las tres. Y estaban ruborizadas, y muy contentas consigo mismas.
– En realidad ha sido culpa mia -intervino la Cazadora, lanzandole a Cuchulainn una mirada de desafio-. Pense que los humanos de Loth Tor no tendrian una banera lo suficientemente grande para mi, y…
– Asi que yo les sugeri que nos banaramos antes de venir aqui -dijo Brenna con su voz suave y timida-. Elphame nos recordo que debiamos apresurarnos.
– Ya veo -dijo Cuchulainn, rascandose la barbilla. Aquellas mujeres eran protectoras con su hermana, y el sonrio-. Ya veo que tendre que pasar mas tiempo acechando en las pozas de la zona.
– Oh, Cu -dijo Elphame, arrugando la nariz-. No seas repulsivo.
– Bueno, no te estaria mirando a ti, muchacha -respondio Cuchulainn, imitando el acento de la zona.
Aquel acento le recordo a Elphame a El MacCallan, y le recordo tambien que debia contarle a su hermano lo que le habia ocurrido con el espiritu de su ancestro.
– ?Donde vamos a comer, Cu? -le pregunto rapidamente.
El senalo con la cabeza hacia la parte trasera de la Posada de la Yegua.
– Han colocado mesas fuera y van a sacar la comida -dijo, y miro significativamente a la Cazadora-. Parece que no hay sitio suficiente para darnos de cenar dentro.
Brighid emitio un sonido rudo, y Brenna tuvo que taparse la boca con la mano para disimular una risita.
– ?Por que no os adelantais? -les pregunto Elphame-. Tengo que hablar del trabajo de hoy con Cuchulainn.
– Te guardaremos un sitio -dijo Brighid. La mujer centauro se detuvo e hizo una pausa, antes de anadir-: Y para tu hermano.
– Ya puedo bajar, Brighid -dijo Brenna.
Como no estaba segura de cual era el protocolo adecuado para bajar del lomo de un centauro, comenzo a deslizar suavemente la pierna izquierda por la espalda de la Cazadora, pero antes de que bajara al suelo, sintio que una mano fuerte la agarraba. Brenna se volvio, esperando encontrarse a Elphame, que la estaba ayudando. Sin embargo, se encontro mirando directamente a los ojos azules de Cuchulainn.
– ?Puedo ayudarte a desmontar?