– Yo… eh… yo…
Brenna tuvo que luchar contra el impulso de ocultar la parte derecha de su rostro. Trago saliva. Habia trabajado junto a Cuchulainn la mayor parte del dia. El sabia como era. No tenia por que ocultarse.
– Si. Si puedes -consiguio decir finalmente.
Cu levanto a la Sanadora del lomo de Brighid. Era tan ligera, que parecia que tenia los huesos llenos de aire. Y su pelo humedo olia a lluvia y a hierba fresca. La deposito suavemente en el suelo, y despues le hizo una reverencia galante, pero ella ni siquiera lo estaba mirando. La Cazadora y Brenna ya estaban caminando hacia la posada. La brisa le llevo la voz dulce de Brenna.
– Gracias, Brighid. Siento haber sido tan mala amazona. Nunca se me ha dado bien montar…
– ?Que estas mirando con tanto interes? -le pregunto Elphame a Cu, dandole un golpecito en el hombro.
– ?Una mujer centauro del clan de los Dhianna ha traido a una humana a sus espaldas?
Su hermana arqueo una ceja.
– Si.
– ?Y no os perseguia ningun Fomorian?
– No me he dado cuenta, pero tal vez debieras volver a echar un vistazo. Yo te guardare un sitio en la mesa - respondio Elphame inocentemente, y se echo a reir al ver la expresion de su hermano-. Era mas facil, Cuchulainn. Brenna no podia seguir nuestro ritmo, y teniamos mucha prisa porque tengo un hermano excesivamente protector y molesto que me vigila constantemente. Asi que Brighid se ofrecio a traerla. Yo no podia traerla a hombros. Era lo mas logico.
– Si no eres un centauro del clan de los Dhianna. Entonces, lo logico hubiera sido dejar que la mujer tuviera que correr.
Elphame se enfado.
– Si Brighid fuera asi, no estaria aqui. Quiero que le des una oportunidad. Es mi amiga.
«Es mi amiga». Cuchulainn nunca habia oido a su hermana pronunciar aquellas palabras, y oirlas era un milagro que hizo que su desconfianza en la Cazadora le pareciera algo mezquino, egoista.
– Lo siento, El -le dijo a su hermana-. Tienes razon. Lo unico que encuentro realmente ofensivo de la Cazadora es su apellido -explico. Aunque tampoco le gustaba el tono sarcastico que reservaba para hablar con el, pero al mirar a su hermana a los ojos supo que no debia mencionar eso.
– Entonces, ?vas a darle una oportunidad? -le pregunto ella esperanzadamente.
– Por supuesto, El. Y tengo que admitir que tal vez haya estado un poco intranquilo porque he tenido un presentimiento vago, inquietante, que no he podido definir. Tal vez solo sea el anuncio de los cambios que tu estas a punto de experimentar lo que me tiene incomodo.
– ?Cambios? ?A que te refieres?
– Es evidente que has elegido el camino correcto en tu vida. Perteneces al Castillo de MacCallan, El, incluso las piedras te han dado la bienvenida. Y, mirate. Estas riendote en publico, y haciendo amigas.
A Elphame le brillaron los ojos de alegria.
– Estoy haciendo amigas -repitio.
– Puede que haya tenido una reaccion un poco exagerada antes -dijo el-. Supongo que he oido demasiados cuentos de ninos sobre los espiritus de los muertos y las maldiciones que pesan sobre ese castillo. Intentare relajarme.
?Cuentos de ninos? Elphame observo a su hermano. El le estaba sonriendo con una expresion abierta, de agrado, que daba a entender, mucho mas que sus palabras, que Cuchulainn confiaba por fin en que ella debia estar en el Castillo de MacCallan. Asi pues, ?que ocurriria si le contaba que habia tenido un encuentro con el espiritu del mismo MacCallan? Elphame sabia lo que iba a ocurrir. Cuchulainn rechazaba y desconfiaba del reino de los espiritus. Siempre lo habia hecho, aunque tuviera poderes. Si ella le hablaba de la visita del espectro, sin duda el volveria a ser obsesivamente protector con ella.
Ademas, Elphame no entendia por que se le habia aparecido El MacCallan. Su visita le habia parecido algo benevolente, y verdaderamente, el parecia tan galante en espiritu como le describia la historia. Le habia dicho que ella era la nueva MacCallan. Sin embargo, ?que significaba de verdad su visita? ?Estaba dandole la bienvenida, o vigilandola?
No podia contarle a Cu que habia estado con el espectro de El MacCallan. Por lo menos, no podia decirselo aquella noche. Esperaria a que estuvieran mas asentados en el castillo, y a que supiera mas de los motivos de El MacCallan. Tal vez su espiritu volviera a aparecersele. Si no lo hacia, ?para que iba a preocupar a su hermano innecesariamente?
– El -dijo Cuchulainn-. ?Me has oido? He dicho que iba a intentar relajarme un poco.
– Te he oido, si -respondio ella rapidamente-. Es que estoy asombrada al ver que has admitido que te equivocabas. Ahora, si puedes dejar de perseguir a las mujeres y sentar la cabeza, y tener varios hijos, mi vida seria completa.
– Me das miedo cuando hablas asi, porque te pareces demasiado a mama. Ten cuidado, o se te quedara la voz asi.
– Ahora soy yo la que esta asustada -dijo ella con una sonrisa-. Vamos a cenar.
– Con tus amigas.
– Si. Con mis amigas.
– Las estrellas brillan mucho mas aqui que en el Templo de Epona -dijo Elphame.
– Eso es porque Loth Tor irradia menos luz que el templo -dijo Cu.
– Deberiais ver las estrellas en las Llanuras de los Centauros. Algunas veces brillan mas que las llamas -dijo Brighid.
– Nunca he estado en las Llanuras de los Centauros, pero suena muy bonito -respondio Brenna, en tono de somnolencia.
– Debes ir un dia. Hay espacios abiertos en los que una puede correr durante dias, sin parar.
Elphame vio la mirada de su hermano y cabeceo para que Cuchulainn se tragara el comentario antipatico que iba a hacer. Suspiro. ?Por que le resultaba tan irritante la Cazadora? Parecia que Brenna le caia bien. De hecho era muy amable con ella. Sin embargo, desde que se habian acomodado en su pequeno campamento, parecia que Brighid y el no dejaban de molestarse.
Elphame se relajo en la colchoneta, que habia dispuesto entre las raices retorcidas de un enorme y anciano roble. Mientras escuchaba a Brighid, que le estaba describiendo con una voz suave las Llanuras de los Centauros a Brenna, miro con satisfaccion las estrellas. Cu y ella habian elegido un claro en el bosque, donde los robles superaban a los pinos. Ella queria alejarse un poco del resto del grupo, pero no habia sentido la necesidad de retirarse por completo, como la noche anterior. La cena habia sido una experiencia muy agradable. Los centauros, los hombres y las mujeres habian charlado y se habian reido mientras se conocian los unos a los otros.
Brighid habia recibido mucha atencion por parte de los centauros. Bastantes de ellos se habian acercado a conocerla, y aunque ella habia sido amable, se habia mantenido distante, cordial pero desinteresada. Despues de que se hubieran presentado, Cu le habia expresado, en un susurro, su irritacion a El, y habia dicho que Brighid era la Princesa de Hielo. Elphame supuso que una Princesa de Hielo era un ser muy deseado.
– Eh -le susurro Cu-. Tienes una sonrisa tonta.
– No es una sonrisa tonta, es una sonrisa de felicidad.
– Duermete, Elphame. Incluso tus amigas han dejado de hablar.
Ella miro las otras dos figuras, que se habian quedado en silencio, y se dio cuenta de que tenia mucho sueno.
– ?Y tu cuando te vas a dormir, Cuchulainn?
– Pronto, hermana mia.
Cuchulainn echo otro tronco al fuego y se apoyo en el arbol, mientras veia que su hermana cerraba los ojos y se quedaba dormida. Miro a las otras dos mujeres. Parecia que ambas estaban profundamente dormidas. La Sanadora estaba acurrucada de costado, de espaldas a el. La gente no la habia molestado aquella noche. El se habia sentado a su lado para asegurarse de ello. Se dijo que aquel sentimiento de proteccion que estaba desarrollando hacia Brenna se debia a que era importante para su hermana, y parte de los juramentos que habia hecho al convertirse en guerrero decian que protegeria a aquellos que necesitaran proteccion. Entonces recordo su olor, y como la habia sentido entre los brazos al ayudarla a bajar de la mujer centauro.