Por el camino recien despejado que atravesaba el bosque, perfumado con la dulce fragancia de los arboles en flor, Elphame comenzo a relajarse. Alli, con Brenna y Brighid charlando amigablemente sobre los sucesos del dia, era dificil creer que un momento antes hubiera estado hablando con el espiritu de El MacCallan, el Jefe del Clan que habia muerto hacia mas de un siglo. Elphame no dudaba de lo que habia presenciado, pero estaba anonadada, porque durante anos nunca le habia ocurrido nada remotamente magico. Hasta aquella manana, el reino de los espiritus habia estado vetado para ella. Y ahora, los espiritus de las piedras le hablaban, y tambien los muertos, en menos de un dia.

Penso que tal vez se encontrara en estado de shock, y por eso era capaz de caminar y de hablar y sonreir a sus acompanantes como si no hubiera pasado nada, en vez de quedarse helada y sin habla. Tuvo que contener una risita de histeria. Oyo su nombre y asintio distraidamente al comentario que acababa de hacer Brenna.

– ?Maravilloso! Te dije que era buena idea, Brighid.

– ?Estas segura, Elphame?

El tono de la pregunta de la Cazadora saco a Elphame de su ensimismamiento. Se dio cuenta de que Brenna la estaba mirando con una gran sonrisa.

– Por supuesto que si lo esta. Tu ya has dicho que no iba a haber una banera lo suficientemente grande para ti y, mirad, el riachuelo forma una poza alli. Es grande.

Elphame siguio el dedo con el que estaba senalando Brenna. El terreno descendia de manera brusca y creaba una zona rocosa entre los pinos. Y alli, el riachuelo caia de un nivel a otro en forma de pequenas cascadas, que formaban una poza antes de que la corriente dibujara un meandro y siguiera su camino hacia el bosque. Elphame miro a la Sanadora, intentando no dejar entrever su horror. ?Acaso Brenna queria que se banaran alli mismo? Ella nunca se habia banado frente a nadie, ni siquiera permitia que las sirvientas permanecieran en los banos del templo con ella. ?Iba a ser capaz de desnudarse frente a sus dos companeras?

– Me parece buena idea -dijo Elphame con determinacion.

Antes de poder cambiar de idea, se dirigio hacia el riachuelo y comenzo a descender hacia la poza, entre las rocas. Oyo que Brenna y Brighid la seguian. Podia hacerlo. Si queria que la trataran con normalidad, tendria que empezar a comportarse con normalidad. Se detuvo a la orilla de la poza y espero a que Brenna y Brighid se reunieran con ella. Era mas grande de lo que parecia desde la carretera. Las tres cascadas hacian un sonido agradable, como si fueran cristales liquidos cayendo sobre las rocas alisadas por la accion del agua.

– Parece profunda -dijo Brenna.

– Parece fria -anadio Brighid.

– Bien -dijo la Sanadora, y comenzo a desabrocharse el broche que mantenia la tela de su tunica sujeta a la altura del hombro derecho-. Sera muy refrescante despues de un largo y sudoroso dia de trabajo.

Se abrio la tunica y se quito la parte superior, y despues comenzo a desatar los nudos que mantenian la falda atada a su cintura esbelta.

Elphame no pudo apartar la vista del cuerpo de Brenna. En el lado izquierdo tenia la piel suave y sin una sola marca, pero, como en su rostro, el lado derecho estaba cubierto de profundas cicatrices, que iban desde el hombro hasta la parte superior de su pecho.

Brenna alzo los ojos y miro a la Diosa y a la Cazadora, que estaban observandola en silencio. Entonces, se dio cuenta de repente de que habia olvidado sus horribles cicatrices. Aparto la mirada rapidamente y fingio que le estaba costando deshacer uno de los nudos, para que ellas no vieran que se le habian llenado los ojos de lagrimas.

– Lo siento -dijo Elphame en voz baja-. No queria mirarte fijamente.

Sin mirarla, Brenna respondio. Su voz sono ahogada.

– No tienes que sentirlo. Todo el mundo me mira.

Elphame respiro profundamente y se desabrocho la tunica. Despues fue desenvolviendose la tela de la cintura, y dejo que cayera al suelo del bosque. Se inclino y se quito el pequeno triangulo que cubria sus partes mas intimas. Totalmente desnuda, se quedo inmovil para permitir a Brighid y a Brenna que la observaran.

– Entiendo perfectamente lo que quieres decir. Por eso me he disculpado.

Brenna miro hacia arriba con los ojos muy abiertos de la sorpresa. Por primera vez en su vida, la Sanadora no pudo evitar mirar a otro ser humano con fijeza. Salvo que el cuerpo de Elphame no era humano. La parte superior era de una belleza que cualquier mujer envidiaria. Las caderas eran unas curvas poderosas que se unian a las patas musculosas de un caballo bien formado. A partir de la cintura, su piel se transformaba en el pelaje caoba de un caballo, que brillaba de salud y juventud. Sus partes mas privadas eran como las de Brenna, cubiertas con un vello caoba oscuro y rizado que formaba un triangulo.

Ambas mujeres oyeron un sonido fuerte de cascos y se volvieron hacia atras. Brighid estaba pisoteando unas piedras de la orilla, que comenzaron a formar burbujas.

– Jabon de roca -dijo la Cazadora-. Me he puesto a hacer algo util mientras vosotras terminabais de inspeccionaros la una a la otra -se inclino y tomo unos cuantos guijarros-. Creo que ya esta bastante desmenuzado -dijo. Entonces, se quito el chaleco y lo dejo cuidadosamente sobre una roca seca.

– ?Por que tu no nos miras? -le pregunto Brenna.

– Me educaron diciendome que los humanos son unas criaturas raras y malformadas, asi que vosotras dos me pareceis muy normales -dijo con una sonrisa sarcastica, y se metio al agua.

– Se que no lo ha dicho como un cumplido, pero su actitud es un cambio refrescante -dijo Brenna.

– Si, es verdad -convino Elphame. Despues sonrio a su nueva amiga-. ?Hemos terminado de inspeccionarnos?

– Eso creo, aunque me gustaria tocar tu pelaje, si no te importa.

– Claro que no.

Brenna paso un dedo por la rodilla de Elphame hasta su casco brillante y negro.

– Oh, vaya… -susurro-. Es tan suave como parecia -dijo, y su parte de Sanadora tomo el control de la situacion-. ?Te haces heridas facilmente en el pelaje, o es mas duro que la piel humana? ?Y como reaccionas a las plantas que hacen inflamarse la piel, como las ortigas, por ejemplo?

– Si tu hermano viene a buscarte y nos encuentra desnudas a las tres, se que dos de nosotras vamos a estar muy incomodas con eso -dijo Brighid desde el centro de la poza.

Brenna palidecio y miro hacia la carretera.

– Tiene razon. Eso seria horrible.

– Vamos al agua -dijo Elphame-. Ya me preguntaras luego.

– De acuerdo -respondio Brenna con una sonrisa.

– Tomad un poco de jabon de roca -les dijo Brighid.

Brenna respiro profundamente y se metio en la poza, y al sentir el frio del agua, se le escapo un jadeo.

Elphame sonrio y le salpico un poco con el casco.

– ?Sigues pensando que es buena idea?

Brenna, temblando de frio, asintio con entusiasmo.

– No esta tan mal cuando te acostumbras.

– No te preocupes -le dijo Brighid-. El pelaje te protegera. Al menos, en parte.

– Eso no es muy reconfortante, pero no os preocupeis. Voy…

Sin embargo, antes de entrar en el agua, Elphame se detuvo. Tenia una sensacion desagradable en la nuca. Era una sensacion con la que estaba familiarizada, algo como un escalofrio que le ascendia por la espalda y que le decia que la estaban vigilando. Con el pretexto de retirar su ropa, observo atentamente el bosque que las rodeaba. No percibio nada extrano. Los arboles eran solo arboles, y no parecia que albergaran nada mas malevolo que unos pajaros.

Sin embargo, tenia aquel cosquilleo incomodo en la espalda…

– Cuanto mas tardes en entrar, mas fria va a estar el agua -le dijo Brenna.

Elphame se volvio hacia la poza. La Sanadora tenia los labios casi azules, pero se estaba lavando el pelo con el jabon de roca de Brighid.

Elphame hizo caso omiso de sus percepciones, tomo un punado de jabon y se metio en la poza helada.

Lochlan sabia que deberia haber apartado la vista cuando ella se habia quitado la ropa. Habria sido lo mas honorable. Sin embargo, no pudo hacerlo, porque ella lo hipnotizaba. Se bebio su desnudez. Algunas veces, en suenos, se habia visto a si mismo acariciandole la piel durante un instante, o besandola, pero aquellos eran

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