hacia atras. Su madre siempre protestaba porque el no quisiera dejarselo largo, como un guerrero en condiciones.

Sin embargo, Cuchulainn, hijo de Midhir, el Sumo Chaman y Senor Guerrero de los Centauros, no tenia que ser un «guerrero en condiciones». Tenia el nombre de uno de los antiguos heroes de Partholon, y realmente parecia un heroe, aunque no siempre se comportara bien. Era alto y tenia una figura excelente, y siempre destacaba en los torneos. Era el mejor espadachin de Partholon, y tambien el mejor arquero. Elphame habia oido a mas de una joven doncella suspirar y decir que debia de ser la encarnacion del verdadero Cuchulainn.

No, a Cu nunca le habia faltado la compania femenina, pero todavia no habia encontrado a su companera. Elphame sonrio. «Aunque no sera por falta de intentos», se dijo con ironia.

Aquel era un aspecto en el que se diferenciaba por completo de su hermano. El tenia mucha experiencia y mucho exito con el sexo opuesto. A ella nunca la habian besado.

Ni siquiera sus hermanos pequenos, a quienes Cu y ella habian apodado «Los Pequenos Eruditos», tenian problema para encontrar companeros para los rituales de la luna. Aunque Arianrhod y Finegas no eran tan atleticos como sus hermanos mayores, se estaban convirtiendo en adultos inteligentes y bien educados. Eran casi como una imagen el uno del otro: altos, elegantes, completamente humanos, normales. Y, ademas, muy bellos.

El camino atravesaba un antiguo bosque a la derecha, y se ensanchaba. Cuchulainn hizo que el caballo se acercara a su hermana.

– Me recuerda a mama -dijo Elphame de repente.

– ?Quien?

– Arianrhod, ?quien iba a ser? Por eso todos los chicos suspiran por ella. Claro que ella ni siquiera se da cuenta. No le importa nada. A menos que haya cambiado mucho durante su primer trimestre estudiando en el Templo de la Musa.

– Arianrhod siempre estara en las nubes.

– La astronomia y la astrologia estan vinculadas a las Parcas, y por eso es inteligente estudiarlas con suma atencion -dijo Elphame, imitando a su hermana pequena.

Cu se rio.

– Exacto, eso dice la Pequena Erudita. La ironia es que esos jovenes que estan enamorados de ella la perseguiran mas y mas a causa de su indiferencia. Y tambien las muchachas estan empezando a perseguir a Fin, y eso que todavia no se afeita.

– Bueno, sea cual sea el motivo, a ellos les gusta mucho Arianrhod.

Cuchulainn miro a su hermana.

– ?Estas bien?

– Claro -respondio ella rapidamente, sin mirarlo a los ojos.

– Sera distinto aqui, ya lo veras -le dijo Cuchulainn.

– Lo se.

Lo miro y aparto la vista rapidamente, para que el no se diera cuenta de que se le habian llenado los ojos de lagrimas.

– Lo digo en serio. En el Castillo de MacCallan encontraras lo que siempre has buscado. He tenido un presentimiento.

Elphame sabia lo que significaba aquello. Era parte de un codigo entre ellos. Igual que ella era la primera hija de su madre, la Encarnacion de la Diosa, y por lo tanto estaba marcada por Epona, Cuchulainn era el primer hijo de su padre Chaman. Desde pequeno, sabia las cosas, simplemente. De nino le habia explicado a su hermana que era como si pudiera oir las palabras que estaban en el viento. Algunas veces, aquel viento le decia donde podia encontrar cosas que se habian perdido. Otras veces le decia cuando iba a ir alguien de visita al templo. Y algunas veces predecia noticias portentosas, como la muerte prematura de un nino, o la ruptura de un juramento de sangre.

Aquel conocimiento sobrenatural asustaba a Cuchulainn cuando era pequeno. No era un enemigo al que pudiera vencer con sus musculos o con su inteligencia. Hacia que se sintiera como una aberracion. Era un poder que el no habia pedido, y que no queria ejercer.

Era algo que su hermana mayor comprendia muy bien.

Asi que habia acudido a Elphame siempre que tenia un presentimiento sobre algo o alguien. Su hermana entendia sus miedos, se identificaba con ellos. No le habia dado la espalda, sino que se habia convertido en su confidente, aunque la actitud de Elphame hacia las cosas del reino de los espiritus fuera muy diferente a la de el. Despues de todo, ella era una manifestacion fisica del poder de la diosa. Elphame no entendia por que motivo rechazaba su hermano los dones de aquel reino de los espiritus, sobre todo cuando ella anhelaba sentir aunque solo fuera un susurro del poder que su madre ejercia con tanta facilidad. Sin embargo, lo apoyo siempre con una actitud de calma. A medida que crecia, Cuchulainn aprendio a controlar su capacidad para la videncia y a no permitir que lo abrumara.

En aquel momento, Elphame miro a su hermano. El nunca le habia mentido. Y sus presentimientos nunca habian sido erroneos.

– ?Me lo prometes?

– Si -dijo el, al tiempo que asentia con tirantez.

Elphame sintio una gran alegria.

– ?Sabia que reconstruir el Castillo de MacCallan era lo acertado! Pero ?por que has tardado tanto en decirmelo?

Cuchulainn fruncio el ceno y respondio lentamente.

– El presentimiento no fue claro -dijo, y al ver que su hermana se desanimaba, se apresuro a explicarse-: No, eso no significa que fuera menos cierto. Se que encontraras tu destino en el Castillo de MacCallan. Se que tu destino esta entrelazado con tu companero, pero cuando intento concentrarme en los detalles de ese hombre, solo veo niebla y confusion -agito la cabeza y sonrio con timidez a Elphame-. Tal vez sea porque eres mi hermana, y saber detalles de tu vida amorosa me resulta inquietante.

– Entiendo perfectamente lo que quieres decir. Cuando las doncellas hablan extasiadas sobre tu cuerpo -dijo ella, con un estremecimiento-, yo tengo que taparme los oidos y salir corriendo en direccion contraria.

El refunfuno brevemente, y se rio sin poder evitarlo. Se alegraba de que su hermana dejara de hacerle preguntas sobre aquel presentimiento.

Habia meditado mucho sobre lo que debia contarle a Elphame acerca de su vision. Sabia que a su amada hermana le causaba dolor el hecho de pensar que nunca iba a encontrar un companero, y sabia que tenia que contarle aquel presentimiento. Para el estaba claro que ella iba a encontrar su futuro y a su companero en el Castillo de MacCallan, pero tambien sabia que habia algo mas, que no iba a ser tan sencillo como enamorarse. Una parte de su premonicion habia sido oscura y vaga. No tenia nada que ver con las visiones tipicas de amor que habia tenido anteriormente, en las cuales vislumbraba a un amigo en brazos de una joven, y tenia la certeza de que se pertenecian el uno al otro.

Cuchulainn habia tenido una vision de su hermana en brazos de un hombre, pero no habia sido capaz de ver a aquel hombre. Tal vez porque lo primero que habia podido ver con claridad era la expresion de ternura y de felicidad que habia en el rostro de su hermana, que normalmente era de seriedad, y aquella vision en especial habia sido tan sorprendente que su concentracion se habia fracturado irreparablemente. Tal vez no. Y, si, Cuchulainn habia tenido el presentimiento de que los dos estaban destinados a pertenecerse. Sin embargo, cuando habia intentado concentrarse nuevamente en el hombre, una luz cegadora de color escarlata habia inundado la vision, y despues, rapidamente, todo habia quedado sumido en la oscuridad, como si los amantes estuvieran envueltos en un terciopelo, y el hombre se habia desvanecido y habia dejado sola a su hermana.

Era tipico del reino de los espiritus dejarlo con tantas preguntas sin responder y con aquella sensacion de inquietud. El siempre habia detestado la naturaleza esquiva y resbaladiza de su poder. No era algo seguro, como el peso de una espada, o como el blanco de una flecha.

Cuchulainn se alegro de que Elphame se hubiera adelantado por el camino, una vez mas. Ella leia con demasiada claridad las expresiones de su rostro, y Cuchulainn no queria que viera su ansiedad y su temor. Flexiono la mano derecha. Sentia el peso fantasma de su espada, y mentalmente la agarro por la empunadura y la blandio en el aire.

Si. Cuchulainn estaba listo para proteger a su hermana de cualquier cosa que pudiera causarle un dano, fuera

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