de Darcy, concentrandose en reorganizar los utiles de afeitar sobre la bandeja-. La palabra «entonces» le da un giro al soneto. Antes todo es desesperanza; luego, justamente en medio de las palabras de reproche que el poeta se dirige a si mismo, aparece de repente la palabra «entonces», que sugiere que todavia puede haber esperanza, que no todo esta perdido.

– Hummm -resoplo Darcy con disgusto-. Una ultima esperanza contra toda esperanza: la solucion romantica del poeta ante lo que todos los demas vemos como la inexorable nuda veritas de la vida.

– Tendria usted razon es eso, senor -replico Fletcher-, si no siguiera la expresion se me ocurre felizmente.

– ?Se me ocurre felizmente? ?Por casualidad? -pregunto Darcy, arrugando el entrecejo.

– Si, senor, «por un feliz golpe de suerte», si seguimos con la metafora del poeta -apostillo Fletcher-. La esperanza renace solo con un pensamiento; pero ese pensamiento es capaz de sacar al poeta de su desgracia y llevarlo a la dicha. Se me ocurre pensar felizmente en ti y luego los lamentos inutiles se convierten en himnos a las puertas del cielo. -Fletcher bajo la voz hasta terminar casi en un susurro.

– Todo eso con un pensamiento -interrumpio Darcy, con evidente descontento y escepticismo.

– No, senor, no con un pensamiento. Con un pensamiento sugerido por un feliz golpe de suerte. ?Ya quiere la toalla, senor? -Fletcher senalo con la cabeza la toalla humeante, cuya tonificante fragancia estaba comenzando a llegar a la nariz de Darcy. Despues de hacer un gesto de asentimiento, el caballero se volvio a recostar en la silla y cerro los ojos, esperando la agradable aplicacion de la toalla. Pero esta cayo de repente sobre su rostro, hirviendo y sin ninguna ceremonia, al tiempo que su ayuda de camara exclamaba aterrado:

– ?Senorita Darcy!

Con un unico y rapido movimiento, el caballero se quito la toalla de encima y se incorporo.

– ?Georgiana! -Su hermana nunca habia entrado en su habitacion sin ser invitada. Darcy ni siquiera podia recordar cuando habia sido su ultima visita; y ciertamente nunca habia visto los muros de la habitacion antes de que el estuviese vestido apropiadamente.

– T-te ruego que me disculpes, Fitzwilliam -tartamudeo, al ver la mirada de incredulidad de su hermano. Aunque era evidente que estaba nerviosa, le devolvio la mirada sin titubear, distrayendose solo un momento para observar a Fletcher, que se habia quedado junto a la silla de afeitado, con la boca abierta por la sorpresa.

– ?Sucede… sucede algo? -Darcy sentia que la cabeza no le funcionaba correctamente.

– El desayuno -fue la unica respuesta de Georgiana. La revelacion del proposito que la habia impulsado a aparecer en la habitacion de su hermano no era menos sorprendente que su misma presencia. Darcy sabia que a ella le causaria una gran desilusion la idea de no desayunar con el. Pero era evidente que habia recibido la noticia con algo mas que decepcion y habia decidido enfrentarse valientemente al leon en su cueva. Darcy se paso una mano por las mejillas recien afeitadas, mientras observaba la digna figura de su hermana y la ternura de sus ojos. De repente, ante el aparecio la imagen de su madre. Entonces que asi sea, penso para sus adentros y suspiro. ?Como podia negarse ante una imagen tan reveladora de la mujer en que se estaba convirtiendo su hermana?

– Estare encantado de acompanarte, tan pronto como me vista -accedio-. Diles a los criados que me pongan un cubierto.

– Preferiria desayunar contigo aqui, por favor… en tu habitacion. -Era evidente que Georgiana estaba aprovechando la ventaja que le habia dado la sorpresa. La voz le habia temblado un poco, pero al final habia sonado firme. Sin embargo, no habia terminado-. Ya he dado instrucciones para nos suban el desayuno a los dos.

– ?Ah, si? -Darcy miro a su hermana bajo una nueva luz. Se estaba convirtiendo en algo mas que lo que habia sido. ?Acaso era aquello una evidencia mas de la influencia de Dy, o una prueba de su afirmacion de que Georgiana ya no era una nina? Si queria descubrirlo, tendria que someterse a las disposiciones de su hermana. Asi que inclino la cabeza para indicar que acataba sus deseos-. Entonces tendre el placer de acompanarte antes, tan pronto como este vestido.

La sonrisa de Georgiana fue esplendida.

– Gracias, Fitzwilliam. -Su hermana hizo una reverencia y, despues de lanzarle otra mirada de curiosidad a Fletcher, que habia seguido con perplejidad toda la conversacion, salio del vestidor y cerro la puerta tras ella. Durante un minuto, Darcy y Fletcher no se movieron ni hablaron, absortos en la contemplacion de la puerta cerrada.

Finalmente, Darcy carraspeo.

– Bueno, parece que ya tenemos nuestras ordenes, Fletcher.

Cuando estuvo apropiadamente vestido, Darcy salio por la puerta del vestidor, con paso vacilante. Durante el tiempo que habian durado los preparativos de su ayuda de camara, estuvo pensando exclusivamente en lo que lo esperaria al otro lado de la puerta. A pesar de lo interesante que resultaba la seguridad que mostraba ahora Georgiana, aquello no auguraba nada bueno en lo que concernia a su deseo de lamerse las heridas en privado. Su hermana le exigiria una explicacion para el extrano comportamiento de los ultimos dias. Darcy se preguntaba como abordaria ella el asunto y como podria el evitarlo.

Georgiana se encontraba detras de una de las dos sillas que habian acercado a la mesita auxiliar extensible, que ahora estaba totalmente abierta y repleta de bandejas cubiertas, de las que salian aromas deliciosos, que comenzaron a inundar todos los rincones de la habitacion. Involuntariamente, Darcy no pudo evitar que su estomago protestara.

– ?Ah, que bien, parece que tienes hambre! -le dijo su hermana a modo de saludo. Luego les hizo senas a los criados para que destaparan las bandejas y, mientras Darcy la ayudaba a sentarse, los criados abandonaron la estancia.

Cuando se quedaron solos, Darcy tomo asiento frente a Georgiana y se acerco a la mesa, dirigiendole una sonrisa llena de desconcierto. Todo aquello resultaba tan extrano que se sentia fuera de juego. Darcy miro la comida. Tenia ante el una tentadora seleccion de manjares de aromas absolutamente irresistibles. El nudo que tenia en el estomago parecio relajarse mientras cogia un plato. Georgiana sonrio abiertamente cuando vio que lo llenaba, pero no dijo nada sobre la repentina recuperacion del apetito que parecia demostrar su hermano y simplemente se ocupo de su propia comida con discreta elegancia. Los musculos de la espalda de Darcy, tensos por la desconfianza, se fueron relajando poco a poco. Tal vez su hermana se sintiera lo suficientemente satisfecha al ver que habia vuelto a comer y no quisiera mas de el por el momento.

– ?Fitzwilliam? -dijo Georgiana con tono interrogante, cuando el termino de servirse su primera taza de cafe-. ?Es necesario que hagamos una ceremonia formal para descubrir mi retrato?

Preparado para una pregunta sobre un tema muy distinto, el caballero miro a su hermana con sorpresa.

– ?No quieres hacerlo?

– No, no quiero una ceremonia formal -respondio Georgiana de manera timida-. No es que no me guste el retrato; es muy bonito. Es solo que… -Georgiana dejo la frase sin terminar. Al ver que su hermana parecia estar buscando las palabras precisas, Darcy espero y se llevo la taza a los labios. ?Seria aquello un regreso a la timidez de antes? Se esperaba que toda jovencita a punto de hacer su debut en sociedad mandara hacer su retrato. La ceremonia para descubrirlo era el primer paso en ese proceso tan importante. Georgiana volvio a comenzar-: ?Como te sentiste tu cuando hicieron tu retrato?

Su hermana se referia, claro, al cuadro que estaba colgado en la galeria de Pemberley y que habia sido pintado con motivo de su vigesimo primero cumpleanos. Darcy recordaba haberse sentido muy incomodo con el retrato e incluso ahora evitaba mirarlo cuando pasaba por alli. En cambio, preferia detenerse en los retratos de sus antepasados, en particular el de su padre, que habia sido realizado cuando tenia la misma edad que Darcy, y el de sus dos progenitores, que habia sido pintado cuando el contaba con diez anos.

– Recuerdo que no me gusto nada la atencion y toda la expectacion que levanto y tambien recuerdo haber pensado que el hombre que aparecia en la pintura no podia ser yo de ninguna manera -admitio Darcy.

– ?Si! -Georgiana se inclino hacia el-. ?Como que no podias ser tu?

– Ah, supongo que me parecia alguien mayor, mejor persona. Ciertamente mas sabia de lo que yo me sentia en ese momento. -O incluso ahora, penso Darcy con amargura.

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