tus esperanzas.

– ?La muerte de mis esperanzas? ?En absoluto! -habia gritado Darcy-. Ella me expuso la opinion que tenia de mi desde nuestro primer encuentro, que le habia hecho llegar a la conclusion de que, de todos los hombres del mundo, yo era la suma de la arrogancia y la vanidad. Ese encantador bosquejo de mi personalidad fue su primera objecion y sirvio de base para su resumen posterior: soy un monstruo insensible, que goza destruyendo a los hombres por capricho y acabando con las ilusiones de doncellas virtuosas.

– ?Cuanta animadversion! ?Y tu nunca sospechaste nada? -Dy habia fruncido el entrecejo.

– ?No, porque soy un idiota! -habia exclamado Darcy, desplomandose sobre el respaldo-. Tal como estaba diciendo cuando entraste, «el Idiota mas grande del mundo».

– Bueno… bueno -habia repetido Brougham con un suspiro-. Creo que es suficiente por esta noche. Necesitas ir a casa. ?Yo necesito ir a casa! Han sido un dia y una noche muy largos, amigo mio, y estan entre las mas interesantes de mi vida. Pero necesitas ir a casa -enfatizo otra vez. Darcy se mostro de acuerdo. Cuando trato de levantarse de la silla, se tambaleo y parpadeo hasta que Brougham estiro los brazos para sostenerlo. Logro caminar hasta la puerta, pero mientras esperaba a que su amigo cerrara la taberna como habia prometido al dueno, el aire de la noche lo golpeo como un punetazo en la cabeza y vomito.

– Esto si que me recuerda los dias de la universidad -habia senalado Dy con sarcasmo, antes de salir de entre las sombras para parar un carruaje que pasaba.

– ?Adonde, patron? -habia preguntado el cochero, anadiendo al ver a Darcy-: ?Su amigo esta bien? ?Les cobrare mas si tengo que limpiar despues el coche!

– El estara bien -habia respondido Dy, mientras ayudaba a Darcy a subirse-. A Grosvenor. Pero tome las curvas con cuidado y ?le pagare el doble!

Con movimientos lentos y precisos, Darcy se guardo el reloj en el bolsillo del chaleco y ajusto la leontina. Fletcher paso el cepillo por los hombros de su levita. Los dos guardaron silencio ante el espejo del vestidor, como habian hecho en innumerables ocasiones, mientras Fletcher lo preparaba para enfrentarse al mundo como un caballero. Todo estaba en su sitio: el reloj, el sello personal, un panuelo -esta vez el suyo propio- guardado en el bolsillo de la chaqueta. La ropa se ajustaba perfectamente a su cuerpo, llevaba en el cuello un nudo de corbata modesto pero artistico, sus zapatos relucian, la barbilla estaba suave. Tenia el aspecto adecuado hasta que se atrevio a mirar la imagen que le devolvia el espejo. Demacrado y con los ojos enrojecidos, su rostro reflejaba a los cuatro vientos la falsedad de su pose. Desvio rapidamente la mirada, pero no antes de alcanzar a ver el reflejo de la cuidadosa imperturbabilidad de Fletcher por detras de su hombro. Hoy no habia habido ninguna impertinencia, ninguna cita de Shakespeare relacionada con su estado de la noche anterior, solo un servicio perfecto, ejecutado con el minimo de actividad y casi en absoluto silencio. Aunque Darcy agradecio la consideracion, eso le mostraba la sensacion de inquietud que habia despertado entre la servidumbre al abandonar sus habitos de manera tan inesperada.

Ya eran las cuatro y media, o eso decia el reloj de bolsillo. Darcy apenas podia creerlo; nunca se habia levantado tan tarde. Realizar a media tarde toda la rutina de la manana era una experiencia absolutamente desconcertante. A eso habia que anadir la extrana sensacion que tenia en el estomago y el lento proceso de poner en orden su mente, que conferian al momento un aire extrano y fantastico, que a Darcy no le gusto en absoluto.

– ?Senor Darcy? -El caballero miro a su ayuda de camara con una expresion que lo invitaba a continuar-. ?Desea alguna cosa mas, senor?

– ?Ah, multitud de cosas! -Darcy esbozo una sonrisa cuando vio que la ironia de su tono hacia volver una chispa de humor en los ojos de Fletcher, pero siguio diciendo de manera sombria-: Pero sobre todo poder recuperar las ultimas veinticuatro horas, para emplearlas de un modo mas provechoso. Debi haber seguido su consejo.

Fletcher se puso colorado al oir ese elogio y desvio la mirada. Darcy se tiro de los punos y de los extremos del chaleco.

– ?Estoy listo para la senorita Darcy?

– Sin duda, senor. -Fletcher hizo una inclinacion y, al ver el gesto de asentimiento de Darcy, se marcho.

Darcy regreso a la alcoba y se encontro con Trafalgar, que parecia aburrido y no dejaba de bostezar. Aunque la puerta del vestidor no era ningun obstaculo para el, el perro habia adquirido un cierto respeto por el ayuda de camara de su amo y la opinion que el hombre tenia acerca de la presencia de animales dentro de la esfera de su actividad artistica. En consecuencia, a pesar de todo lo fascinantes que pudieran resultar las actividades de su amo en ese lugar sacrosanto, Trafalgar mantenia una cierta distancia y esperaba pacientemente al otro lado de la puerta a que Darcy saliera. Al verlo aparecer por fin, el perro se levanto con los ojos anhelantes y miro a su amo a la cara.

– No, hoy no, monstruo. -Darcy tuvo que acabar con las sencillas esperanzas caninas de Trafalgar-. Tengo que ver a la senorita Darcy… -El animal dejo caer las orejas, mientras su amo se agachaba a acariciarselas y, con un resoplido, se dirigio hasta la puerta, la abrio con el hocico y dejo al caballero mirando como se marchaba. ?Le dio la sensacion de que, incluso para su perro, habia resultado ser una triste decepcion!

Siguiendo los pasos ofendidos de Trafalgar, Darcy atraveso el corredor y luego bajo las escaleras de la mansion, que parecian congeladas en medio del silencio. El sonido de sus pasos en los escalones perturbo de tal manera el silencio sobrenatural de la casa que hizo que Witcher se asomara al vestibulo, dispuesto a soltar una reprimenda al que habia ignorado sus ordenes, antes de antes de darse cuenta de que era su senor.

– ?Ah! ?Es usted, senor! ?Le ruego que me perdone, senor! -El viejo mayordomo abrio los ojos avergonzado, al darse cuenta de que habia estado a punto de renirle a su patron.

Cuando ambos eran mas jovenes, el mayordomo habia reprendido ocasionalmente a Darcy, pero de eso hacia ya muchos anos. La rigida imperturbabilidad de Witcher aparecio de nuevo al hacerle una reverencia mientras le decia que estaba a sus ordenes durante lo que quedaba de aquel dia tan extrano.

Darcy le resto importancia a la ofensa haciendo un gesto con la mano.

– Hagame el favor de levantar la prohibicion de hacer ruido, Witcher, y supongo que eso tambien sera un alivio para la servidumbre. -Darcy busco entonces algo, cualquier cosa, que tuviera el sabor de su vida normal. Cuanto mas pronto volviera la normalidad a la casa, antes se olvidaria su aberracion-. Y traigame cafe al saloncito, por favor -ordeno.

– Si, senor, enseguida -respondio el mayordomo, pero luego continuo-: Senor Darcy, lord Brougham vino temprano y dejo una tarjeta para usted pidiendole que leyera una nota que le ha escrito. La he dejado sobre su escritorio, senor.

– ?A que hora ha sido eso? -pregunto Darcy con sorpresa. ?Ya habia venido y se habia ido?

– A las dos de la tarde, senor. La senorita Darcy paso por el vestibulo y hablo con el un momento, pero su senoria no se quedo mas de diez minutos, senor, tal como corresponde.

– Gracias, Witcher. -Darcy giro en direccion a su estudio, con curiosidad-. Y envieme ese cafe, si es tan amable.

– Muy bien, senor.

Libre ahora para satisfacer la curiosidad por la misteriosa visita de Dy, Darcy entro en su estudio y, pasando delante del retrato de Georgiana que reposaba alli en un caballete hasta el dia en que seria descubierto, se dirigio hasta el escritorio, donde encontro una elegante tarjeta de visita con bordes dorados, sobre una bandeja de plata. La tomo, se sento en su silla y la abrio rapidamente.

Fitz,

Volvere mas tarde y vendre a cenar.; pues la senorita Darcy me ha invitado esta noche. Te aconsejo que hoy te quedes en casa. Confia en que tu hermana conocera la verdad de una forma correcta. ?Ella tambien es una joven excepcional!

Dy

Darcy se estremecio al leer el mensaje, sintiendo una oleada de calor que le subia por el cuello. ?Una joven excepcional! Si, no habia duda de que anoche en la taberna habia hablado sin restricciones. Con sagacidad y simpatia, Dy habia logrado sacarle todos los detalles importantes, excepto la peligrosa informacion sobre la identidad de Elizabeth. Suspiro, dejo la nota sobre el escritorio y se recosto en la

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