silla, mientras se masajeaba las sienes con los dedos. Al contar por fin toda la cronica de ese desgraciado asunto se habia sentido aliviado; pero la discrepancia entre el recuerdo de las respuestas de su amigo y la percepcion que el tenia sobre los acontecimientos perturbaba su tranquilidad.
?Naturales y justos? ?Acaso habia pensado durante un instante en los sentimientos de Elizabeth? ?No! Se paso una mano por el pelo y luego hundio la cara entre las manos. A pesar de todos los indicios de buen caracter que Elizabeth le habia mostrado desde el comienzo, a pesar de todo el ingenio y la vivaz honestidad que la caracterizaban, y que eran lo que lo habian conquistado, a pesar incluso del profundo deseo de Darcy de tener un matrimonio fundado en el amor y la amistad, la habia tratado con una inexcusable insensibilidad y superioridad. ?Por que? ?Por que lo habia hecho?
Clavo la barbilla en el pecho, al sentir que la verdad caia como un martillo sobre su debil conciencia. ?Lo que habia dirigido todo este asunto, desde el principio hasta el final, habia sido el orgullo y no un refinado conjunto de escrupulos! Golpeo el escritorio con el puno, se levanto y comenzo a pasearse agitadamente por el estudio. ?Que habia dicho o hecho en la vida que no hubiese sido dictado por el orgullo, o cuyos motivos no se pudieran rastrear hasta ese sentimiento? Dio media vuelta y fijo la mirada en el retrato de Georgiana. Avanzo lentamente hacia la hermosa imagen de su hermana y se detuvo ante el cuadro, para examinarlo bajo una nueva perspectiva. Si, de manera involuntaria, su hermana le habia dado la clave aquella manana en que le habia preguntado por su propio retrato. Georgiana habia expresado la incomodidad que le causaba la mentira que, segun ella, mostraba su retrato.
Ese dia, Darcy habia admitido para sus adentros, con un poco de dolor, que todavia no era el hombre del cuadro; pero ahora, cuando volvia a pensar en ese retrato, la acusacion de Elizabeth lo golpeo con renovada intensidad.
Con apabullante certeza, Darcy se dio cuenta de que, desde el comienzo mismo, todo el esfuerzo por llegar a su objetivo habia estado plagado de errores que habian distorsionado y perturbado todo lo sucedido posteriormente. El orgullo no era un defecto, le habia dicho a Elizabeth con arrogancia, cuando estaba bajo el dominio de una inteligencia superior. ?Por Dios, que petulancia! Pero eso lo explicaba todo: su aislamiento de los demas, la reputacion que tenia entre la sociedad, su sofocante odio por Wickham, su atraccion por Sylvanie, su intromision en la felicidad de Bingley y, lo peor, la lucha que habia tenido que librar contra sus propios deseos y el amor que sentia por una extraordinaria mujer de un nivel social inferior. Era una verdad tan penetrante que amenazo con abrumarlo. ?Asi que aborrecia el engano? Pues, en realidad, era un maestro del engano, ?porque habia logrado enganarse a si mismo totalmente!
Tras diez minutos de reproches dificiles y humillantes dirigidos contra si mismo, Darcy se dirigio al saloncito de Erewile House y encontro a su hermana comodamente recostada en un divan, sumergida en un libro. Los restos del te reposaban sobre una mesita auxiliar que tenia ante ella. Al oir sus pasos, Georgiana levanto la vista y su rostro se le ilumino de alivio al ver que por fin habia aparecido.
– ?Fitzwilliam! -exclamo. Todavia un poco insegura, modero su expresion y se disculpo-: Lo siento, llegas tarde ya al te; seguramente ya esta frio. ?Quieres que pida mas?
– No, gracias, Witcher va a traer cafe. -Darcy le sonrio y, tras retirarle los pies del divan, se sento junto a ella-. Pero antes hay algo que quiero decir.
– ?Si, hermano? -Georgiana se sento muy recta, adoptando una expresion de solemnidad.
– Mi nina… -Darcy tomo sus manos y se las llevo al pecho con una mano, mientras que con la otra le acariciaba la barbilla-. No me he portado como deberia hacerlo un hermano mayor y, por ello, te he hecho sufrir y te he negado lo que te corresponde. -Respiro trabajosamente-. No puedo revelarte todo lo que ha ocasionado mi mal comportamiento, porque eso involucra a otras personas; pero te dire lo que debes saber. -Darcy inclino la cabeza y apreto las manos de su hermana-. He venido a suplicar tu perdon, Georgiana, y debo implorarte que me perdones porque no he hecho nada para merecer tanta clemencia.
En ese momento, una lagrima furtiva se deslizo por las mejillas de Georgiana, yendo a caer en la mano de Darcy.
– Querido hermano. -Georgiana solto un pequeno suspiro-. ?Te perdono voluntariamente y con todo mi corazon!
– ?Asi de rapido? -Darcy se mordio el labio y miro las brillantes trenzas de su hermana-. ?No me impondras ninguna penitencia?
– Ninguna proeza ni ninguna penitencia -respondio Georgiana, sacudiendo la cabeza-. La clemencia no necesita esas cosas. -Sonrio con jubilo-. Preferiria contarte una historia. ?Querrias oirla?
– La oire con atencion, preciosa. -Un golpe en la puerta indico que su cafe habia llegado. Despues de que Georgiana le sirviera una taza de cafe y el tomara el primer alimento solido del dia, se sento en el divan, tan comodamente como pudo-. Ahora, tu historia -dijo-, pero luego te ruego que me permitas explicarte algo acerca de mi reciente conducta y de lo que viste anoche. ?Te parece bien?
– Si, perfecto. -Georgiana asintio y metio la mano entre el brazo de Darcy. Luego acepto la invitacion de su hermano de apoyar la cabeza contra su hombro y tomo aire-. Habia una vez una jovencita tonta que, de no ser por la misericordia de Dios, casi arruina a su familia y a su amado hermano mayor, al haberse dejado convencer por un hombre malvado…
Habria sido imposible contar la cantidad de veces que Darcy se indigno y luego se quedo estupefacto durante el relato de Georgiana. La traicion de Wickham, la manera insidiosa y sin escrupulos en que habia seducido a la hija de su generoso benefactor, la inocente hermana de Darcy, avivaron las llamas de la furia que habia estado latente en su pecho durante casi un ano. Mientras Georgiana hablaba de sus encuentros bajo la mirada complaciente de su dama de compania, la senora Younge, el sentia que la rabia y la culpa amenazaban con asfixiarlo. Sabia que lo que dijera e hiciera una vez que ella terminara seria muy importante. Si algo habia aprendido en las ultimas semanas, era que ya no podia confiar ciegamente en su capacidad de manejar las relaciones personales de forma adecuada. Pero cuando su hermana le relato como habia sucumbido a la peticion de aquel sinverguenza de fugarse juntos, el sentimiento de culpa de Georgiana lo hicieron hablar.
