La senorita Bingley no tenia intencion de contener sus comentarios, asi que continuo, a pesar del tono de advertencia que habria percibido en la voz de Darcy cualquier mujer mas inteligente.

– Por mi parte, debo confesar que nunca me ha parecido guapa. Tiene la cara demasiado delgada, su color es apagado y sus facciones no son nada bonitas. -Darcy hizo rechinar los dientes y apreto la mandibula, pero la senorita Bingley todavia no habia terminado su enumeracion-. Su nariz no tiene ningun caracter y no hay nada notable en sus lineas. Tiene unos dientes pasables, pero no son nada fuera de lo comun; y en cuanto a sus ojos, que han sido tan alabados a veces -anadio, lanzandole una mirada a Darcy, mientras continuaba, para asombro de este-, nunca he podido ver que tengan nada extraordinario. Miran de un modo penetrante y severo, que me resulta muy desagradable; y en todo su porte, en fin, hay tanta pretension y una falta de buen tono que resulta intolerable.

La senorita Bingley dijo esto ultimo cuando Darcy estaba de espaldas, pero luego dio media vuelta y se sento junto a Georgiana. Su hermana lo miro con asombro, al ver lo que estaba aguantando, y le acaricio las manos.

– Recuerdo que la primera vez que la vimos en Hertfordshire nos extrano que tuviese fama de guapa. -Darcy volvio a apretar la mandibula. La senorita Bingley habia llegado al limite de lo soportable. Solo la preocupacion por el nombre de Elizabeth lo hizo desistir de confirmar las sospechas de Caroline, pidiendole que se marchara de su casa enseguida-. Y recuerdo especialmente que una noche que habian cenado en Netherfield, usted dijo: ?Ella una belleza? Antes estaria dispuesto a afirmar que su madre es muy ingeniosa. Pero parece ser que despues su opinion sobre ella fue mejorando y creo que la llego a considerar bonita en una ocasion.

Al oir esta ultima afirmacion, Darcy ya no pudo contenerse mas, asi que se levanto como impulsado por un resorte y le echo una mirada que habria hecho retroceder a hombres hechos y derechos.

– Si -respondio Darcy de manera cortante-, pero eso fue cuando empece a conocerla, porque hace ya muchos meses que considero que es una de las mujeres mas hermosas que he visto nunca. -El asombro en el rostro de la senorita Bingley no le produjo ningun placer, como tampoco le gustaban su compania ni su vanidad. Ya no podia soportarlas, de modo que, con una rapida inclinacion, se marcho del salon y su furia lo llevo directamente a la puerta y hacia el rio. Con algo de suerte, el senor Gardiner y los aparejos que habia dejado antes todavia estarian alli… y seguramente Hurst y Bingley ya se habrian marchado. En este momento en particular, una silenciosa comunion con la naturaleza y el sereno ejemplo del tio de Elizabeth serian la mejor manera de apaciguar su agitado espiritu. Tampoco estaria mal complacer a algunas truchas, penso.

El senor Gardiner no solo se quedo el resto de la tarde, sino que las truchas tambien estuvieron muy colaboradoras y mostraron la suficiente astucia como para representar un desafio, sin dejar de ser lo bastante razonables como para rendirse a lo inevitable, en el momento oportuno. Solo una frenetica cabalgada sobre el lomo de Nelson por un terreno dificil podria haber hecho que Darcy se olvidara totalmente de pensar en el maravilloso hecho de haber tenido ese dia el privilegio de contar con la compania de Elizabeth. Verla en Pemberley, en su casa y en los mismos salones en los que tanto se la habia imaginado, era mucho mas de lo que el podia esperar despues de lo sucedido en Hunsford. Era algo sobre lo que debia reflexionar, y asi lo hizo, oscilando entre el placer y la duda, hasta que Georgiana se vio obligada a carraspear varias veces durante la cena, con el fin de rogarle que recordara donde estaba y tomara conciencia de la presencia de sus invitados.

– Como estaba diciendo -comenzo a decir Bingley otra vez, despues de una de tales ocasiones-, el placer de la pesca sigue siendome esquivo, Darcy.

– Al igual que las condenadas truchas -interrumpio Hurst.

– Bueno, tu has hecho tanto ruido que asustaste a las truchas y estas se fueron felices a morder el anzuelo de Darcy o Gardiner. -Bingley volvio a dirigirse a su amigo-. A pesar de lo mucho que me gustaria amoldarme a las preferencias del senor Gardiner, espero que nuestra proxima visita al rio no sea mas exigente que un picnic.

– ?Un picnic! -interrumpio la senora Hurst-. ?Ay, Caroline! -Se inclino hacia su hermana-. ?No te parece que seria estupendo organizar un picnic?

La senorita Bingley enarco una autoritaria ceja.

– Tal vez -dijo lentamente, buscando la atencion de Darcy-. Si usted esta de acuerdo, senor, ?me permitiria relevar a la senorita Darcy de la tarea de organizarlo?

El anfitrion inclino la cabeza para expresar su aprobacion, pero no le ofrecio ni siquiera una sonrisa. Habia soportado a Caroline Bingley por cortesia a Charles, pero los celos y el insultante desprecio que habia mostrado hacia Elizabeth hacian que su presencia le resultara ya totalmente desagradable. Que se mantuviera ocupada dandoles ordenes a sus criados, si eso le producia placer. La experiencia no seria demasiado larga y sus sirvientes podrian tolerarla con buen animo, una vez que el se lo pidiera a Reynolds.

– Entonces, manana -se apresuro a decir la senorita Bingley para aprovechar que Darcy habia dado su autorizacion-. ?Desayunaremos en el rio, al aire libre! ?Cuantos seremos? Espero que no venga nadie por la manana, ?o si?

– No, nadie, senorita Bingley -afirmo Darcy, sintiendose cada vez mas irritado tanto con la mujer como con su obvia implicacion.

– La senorita Elizabeth Bennet y sus tios vendran manana por la noche -le recordo Georgiana a la senorita Bingley con voz suave-. Espero que podamos convencerla de que toque y cante para nosotros. Usted la ha oido en otras ocasiones, ?no es asi, senorita Bingley?

– Si -respondio la senorita Bingley de manera cortante, pero cuando Georgiana la miro con el entrecejo ligeramente fruncido, logro anadir con torpeza-: Si, la he oido; todos la hemos oido… donde… Ah, en casa de ese hombre. ?Cual era su nombre?

– Sir William Lucas, un caballero muy agradable -apunto Bingley, mirando a su hermana con un gesto de mayor desaprobacion que el de Georgiana-. Segun recuerdo, ella toco y canto de una forma muy hermosa y fue aclamada por todos, que le rogaron que tocara otra vez. Si usted logra persuadirla de que toque, senorita Darcy, tendremos un placer poco habitual. Asi que por favor hagalo, se lo ruego.

Darcy sonrio al oir eso. La confianza de Bingley en si mismo y las ganas de afirmarse habian crecido enormemente desde aquel dia en su estudio de Londres. Su amigo se movia ciertamente con mas seguridad entre sus iguales, pero donde se podia apreciar mejor la nueva seguridad de Charles en si mismo era entre su propia familia. Si era capaz de lograr que su hermana fuera un poco mas discreta, era posible que pudiera volver a ser recibida en su casa despues de aquella visita. El asunto que le preocupaba ahora, sin embargo, no eran las futuras visitas a Pemberley de la senorita Bingley, sino si se podia esperar que Elizabeth Bennet volviera.

?Le habria gustado su casa? Tras su primer encuentro, Elizabeth habia afirmado que era «encantadora», pero ?acaso esa opinion no era la de todos los visitantes que se acercaban a conocer la propiedad? Ahora que habia venido como invitada, ?que pensaria? Darcy cerro los ojos y sacudio ligeramente la cabeza, molesto consigo mismo. Si, era cierto que deseaba que ella tuviera una buena opinion de Pemberley, pero el verdadero centro de sus especulaciones era si ya habia adquirido una buena opinion del dueno de Pemberley. La angustia por saber si habia habido algun progreso en la consideracion que ella tenia de el consumia todos sus pensamientos, excepto los que eran estrictamente necesarios para mantener una cierta atencion a sus invitados. Darcy pasaba de la esperanza a la duda y otra vez a la esperanza con alarmante rapidez. La agilidad con que habia respondido a los comentarios de la senorita Bingley, sumada a su silenciosa complicidad para proteger a Georgiana eran alentadoras, al igual que la facilidad con que habia aceptado que la ayudara a subir al coche y su delicada sonrisa de despedida. Pero ?podia darles algun credito a estos incidentes, o se trataba de simples actos de cortesia?

– ?Ejem! -Sobresaltado, Darcy miro a su hermana, al oirla carraspear de nuevo, con los labios apretados en un gesto de divertido reproche.

– Hermano. -Georgiana le senalo la puerta-. ?No quisierais tu y los otros caballeros tomaros el brandy ahora?

El misterio de la opinion que Elizabeth podria tener sobre el persiguio a Darcy durante el resto de la velada e incluso hasta su habitacion, despues de desearles bonne chance en la mesa de billar a Bingley y Hurst. Al dia siguiente por la noche ella volveria… posiblemente por ultima vez. Esa idea le hizo estremecerse. Busco el cordon de la campanilla. Tal vez sus tios ya consideraban que habian permanecido demasiado tiempo en Lambton y, deseosos de continuar su viaje, se la llevarian al dia siguiente a visitar otra

Вы читаете Solo quedan estas tres
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату