importante propiedad o cualquier hermoso paraje natural. Sintio un enorme y doloroso ?No! brotar de su pecho. ?Ella no podia irse! ?No podia desaparecer, quiza para siempre esta vez, antes de que el pudiera saber con mas claridad que grado de estima habia conseguido obtener en el corazon de Elizabeth! Pero ?como? ?Como podia hacer eso? Darcy se dirigio lentamente hacia el vestidor.

– Senor Darcy. -Se sobresalto al oir la voz de Fletcher.

– ?Por Dios, hombre! ?Acabo de llamarle! -dijo su patron rapidamente. Luego, al darse cuenta de que seguramente su ayuda de camara se encontraba alli desde hacia rato, anadio-: Haga un poco de ruido cuando este por aqui, ?quiere?

– Si, senor. -El hombre se inclino y se acerco a el-. ?Puedo ayudarle, senor? -Darcy asintio y comenzo a desabrocharse la chaqueta, dandose media vuelta. Las expertas manos de Fletcher lo liberaron cuidadosamente de la prenda-. La leontina y el reloj, senor.

– ?Que? -pregunto Darcy, mirandose el chaleco-. Ah, si, claro. -Saco los dos objetos del bolsillo y los dejo sobre la mesa. Lo que necesitaba era tiempo, mas tiempo, y, sobre todo, tiempo que no fuera interrumpido o restringido por los demas. Tiempo, penso Darcy, mirando su reloj, mientras Fletcher le quitaba el chaleco; una cosa que, desgraciadamente, no podia dominar ni crear.

– ?Pasa algo con su reloj, senor? -Fletcher lo agarro y lo miro atentamente, antes de sacar su propio reloj para comparar la hora.

– No, Fletcher. Estaba distraido, meditando sobre la inexorabilidad del tiempo. -Darcy dejo escapar un corto suspiro y comenzo a desabrocharse la camisa, dejando que el ayuda de camara se ocupara del nudo de la corbata.

– ?«Inexorabilidad», senor? -Fletcher le dio un tiron a la corbata de lazo y luego la arrojo sobre una silla.

– Si. -Darcy se agacho y se quito los zapatos-. Los hombres necesitamos indudablemente mas o menos tiempo, pero no podemos ordenarle que se detenga o que corra mas rapido. El tiempo funciona de forma independiente y no se deja dirigir.

– ?En serio? -respondio Fletcher-. ?Entonces el hombre solo es el «bufon del tiempo»?

– Esta usted citando mal a Shakespeare, Fletcher -lo corrigio Darcy-. Creo que la frase es: «El amor no es el bufon del tiempo».

Fletcher sonrio.

– Perdoneme, senor, como seguramente lo haria Shakespeare. Pero como el unico amor que esta sujeto al tiempo es el del hombre, es la misma cosa. En cuanto a su «inexorabilidad», es un asunto de perspectiva, ?no le parece, senor?

– ?A que se refiere? ?Sesenta minutos siempre equivalen a una hora!

– Si, senor. Pero una hora con un dolor de muelas parece una eternidad, mientras que una hora con el ser amado es un instante. -Fletcher bajo la voz. Luego se recupero y continuo con firmeza-: No, yo creo que el tiempo es perfectamente flexible, si tenemos la inteligencia o el valor de moldearlo o usarlo.

La inteligencia o el valor. Los requisitos de Fletcher para dominar el tiempo quedaron resonando en la cabeza de Darcy, mientras yacia despierto en su cama. El reloj de la chimenea dio la hora. Era la una de la manana. Tiempo, lo que Darcy necesitaba para descubrir la opinion de Elizabeth era mas tiempo, pero no podia contar con mas tiempo que el dia siguiente. Todo un dia, desde la madrugada hasta la noche, era todo lo que podia utilizar; en consecuencia, no le quedaba mas remedio que moldear las horas comprendidas en el dia siguiente. Si tienes la inteligencia o el valor para hacerlo, se recordo Darcy con solemnidad. Entonces comenzo a revisar freneticamente las actividades del dia siguiente. Descarto de plano la idea de avanzar en su proposito a la hora de la cena. ?En ese momento habria demasiada gente alrededor para tener la privacidad que deseaba! Ademas, esperar hasta entonces le dejaba todavia menos tiempo. Lo unico que le quedaba, entonces, eran la manana y la tarde.

De repente, tuvo una idea: ?el picnic que Caroline Bingley se habia ofrecido a organizar con tanta diligencia! Todos sus invitados estarian reunidos en el rio para el desayuno al aire libre. En ese momento, el podria enviar sus disculpas con un criado, que les explicaria que habia recibido un mensaje urgente y les pediria que por favor continuaran sin el. Ah, si, ahi estaba la inteligencia, pero ?que habia del valor? Darcy les haria una visita a Elizabeth y los Gardiner. ?No habia nada raro en eso! Pediria permiso para acompanarla, o a todos ellos, si era necesario, a un paseo por el camino que bordeaba el Ere. Luego, cuando se presentara la oportunidad, le daria las gracias a Elizabeth en privado, por lo amable que habia sido con Georgiana. Darcy esperaba que la respuesta de la muchacha, y la conversacion que siguiera a partir de ahi, le revelaran algo acerca de la opinion que tenia de el y que podria seguir desarrollando durante la cena por la noche.

Dejo escapar un suspiro cuando el reloj de la chimenea dio la campanada de la una y cuarto. No era un plan muy elaborado. Podria salir mal, pero era lo unico que tenia y estaba decidido a ponerlo en practica.

– No, Fletcher. -Darcy miro la ropa que su ayuda de camara le mostraba-. Ropa de montar, si es usted tan amable, algo apropiado para hacer una visita. -Termino de secarse la barbilla y las mejillas recien afeitadas y se paso una mano por el cabello humedo.

– ?Ropa de montar, senor? ?No he sido informado, senor! -Fletcher fruncio el ceno con molestia por ese descuido-. ?Debo avisar a los demas?

– No, solo yo voy a salir. Los demas van a asistir al desayuno al aire libre de la senorita Bingley. -Hizo una pausa para ver el efecto que causaba en su ayuda de camara ese anuncio. Fletcher, sin embargo, parecia mas preocupado por la nueva tarea que tenia que desempenar que por lo que la habia causado. Aliviado por la falta de interes del sirviente, Darcy cambio de tema, con una pregunta adecuada a su talento-. ?Como va eso… el picnic?

Fletcher entorno los ojos.

– La servidumbre ha tenido que sufrir cuatro cambios en el menu y tres cambios de sitio desde anoche, senor; pero siguen adelante con buen animo -informo, dirigiendose al armario en busca de la ropa requerida.

– ?Buen animo? -pregunto Darcy, alzando un poco la voz.

Fletcher volvio con varias prendas en la mano.

– La gente tiene ojos, senor, y oidos, y sabe que usted se preocupa por ellos. -Darcy enarco una ceja y miro a Fletcher. El ayuda de camara se aclaro la garganta y continuo-: Disculpeme, senor, pero nosotros… bueno, la servidumbre, senor, podremos tolerar cualquier exigencia que se le ocurra a la dama durante el corto espacio de tiempo que permanezca aqui.

– Ya veo. -Darcy se dirigio a la ventana y se apoyo en el marco. ?Cuanta fe tenian todos en el! ?Cuantas esperanzas habia puestas en cada una de sus decisiones! Suspiro e inclino la cabeza. El futuro feliz que su gente deseaba para el y para todos ellos no se podria lograr tan facilmente, porque ellos no conocian la ironia que regia sus esperanzas. Si, el lugar de Elizabeth en su corazon era un hecho seguro, pero ese lugar significaba poco para la mujer que, durante la pasada primavera, habia rechazado la oferta de matrimonio y el prestigio de Pemberley sin vacilar ni un instante. Darcy podria hacerle la misma propuesta a Caroline Bingley o casi a cualquier otra mujer en Inglaterra y estar seguro de tener exito. Sin embargo, alli estaba, decidido a perseguir la unica excepcion… tal vez por esa misma razon. Sabia lo que Elizabeth valia. Si su opinion sobre el se habia suavizado, si ella se inclinaba hacia el de alguna manera, no permitiria que desapareciera de su vida. La seguiria, la cortejaria de la manera apropiada y, si Dios queria, ganaria su respeto y su corazon.

Se dio media vuelta para mirar a su ayuda de camara y examinar el atuendo que este le estaba ensenando. Un par de pantalones de ante hasta la rodilla, claro, y unas botas perfectamente bien lustradas ya estaban listos.

– El chaleco gris plata, creo, y esa chaqueta. -Fletcher fruncio el entrecejo con aire interrogante-. La verde, si. -El caballero asintio cuando el ayuda de camara la levanto-. ?Ahora, paseme los pantalones… rapido, hombre!

El interior de la posada Green Man estaba oscuro y todavia fresco cuando Darcy se quito el sombrero de copa y se inclino a cruzar el umbral de la posada. Por primera vez en su vida adulta, habia escapado a las empalagosas atenciones de su propietario y habia sido recibido solo por un criado joven, a quien le transmitio su deseo de ser llevado a las habitaciones que ocupaban los Gardiner.

– ?Los Gardiner, senor? -pregunto el muchacho con cara de panico, aterrado por no poder complacer los

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