Pero en lugar de salir, el mayordomo se quedo mirando la bandeja que Darcy tenia junto al brazo.

– ?No le ha gustado la comida, senor?

– No, esta muy bien. -Darcy miro con desaliento la comida primorosamente dispuesta-. En medio de todo este lio -dijo, senalando el escritorio lleno de papeles- se me olvido que estaba ahi.

– ?Quiere que me la lleve, senor? -A juzgar por el tono de Witcher y su larga experiencia, Darcy sabia que el hecho de mandar la comida de vuelta sin probarla, preocuparia a sus sirvientes.

– No, no, dejela ahi. Ahora que esto ha llegado -respondio, senalando el sobre-, me siento mas tranquilo. Dele las gracias a su mujer, Witcher.

– Si, senor. -El hombre suspiro con alivio-. Eso hare, senor.

Una vez roto el sello, Darcy esparcio las paginas sobre el escritorio y estiro la mano para tomar una de las galletas de limon de su ama de llaves. Despues de estudiar durante media hora la lista del coronel Fitzwilliam y seleccionar el regimiento que estaba mas lejos de Hertfordshire y de toda sociedad respetable, saco papel y pluma y comenzo la compra de un puesto para el oficial George Wickham.

A la manana siguiente, siguiendo las instrucciones de su primo, Darcy presento su solicitud ante las autoridades apropiadas y una hora despues le aseguraron que, cuando se hubiesen cumplido todos los tramites militares, su solicitud para un cargo en el regimiento…, destacado en Newcastle, seria aceptada.

Al regresar a Erewile House, se embarco en la extraordinariamente incomoda tarea de informarle a su secretario de que seria necesario hacer ciertos ajustes en sus finanzas. Por primera vez en su larga relacion, Darcy vio que Hinchcliffe se sobresaltaba realmente y se quedaba mirandole fijamente.

– Senor Darcy -dijo con voz ronca, incapaz de articular bien las palabras-, ?usted no sabe lo que esta diciendo! Conseguir una suma que supera de tal manera los requerimientos normales de sus intereses implicaria un movimiento de capital bastante considerable y, por tanto, una perdida inevitable. Senor, respetuosamente le ruego que lo reconsidere. Tal vez haya otras maneras de conseguir esa suma…

Darcy nego con la cabeza.

– Me temo que no con tanta rapidez y el tiempo corre en mi contra. -Al ver la preocupacion en los ojos del secretario, Darcy continuo-: No piense que he hecho algo imprudente o deshonesto, Hinchcliffe. No me he convertido en jugador ni soy victima de una extorsion. Al contrario, tengo la esperanza de que estos fondos sirvan para hacer un bien… para corregir un error, al menos. -Guardo silencio, dando un golpecito al escritorio-. Lo dejo en sus manos, Hinchcliffe -le dijo al hombre que le habia ensenado y lo habia guiado en todos los asuntos financieros desde la muerte de su padre-, y tengo plena confianza en sus decisiones. Proceda como mejor le parezca: yo firmare sin pedir ninguna explicacion o justificacion.

– Como desee, senor. -El secretario se levanto y lo miro. Ya habia recuperado su habitual reserva, pero todavia era evidente su preocupacion por alguien que habia crecido bajo su tutela-. Pero la esperanza, esa de la que usted habla, rara vez produce capital, senor, y mucho menos intereses.

– Sin embargo, si hay algo de humanidad en nosotros, debemos seguir invirtiendo, ?no le parece? -Lo dijo en voz baja, pero con una repentina y sentida conviccion.

Hinchcliffe inclino la cabeza y luego, por primera vez, le hizo una reverencia completa.

– Su padre estaria muy orgulloso, senor, muy orgulloso. -Y diciendo esto, el secretario dio media vuelta, sin alcanzar a ver la expresion de asombro y agradecimiento en el rostro de Darcy, y salio del estudio, con los hombros en actitud de emprender una batalla financiera contra el mundo, en nombre de su patron. Darcy sabia que las palabras de Hinchcliffe no eran producto de la ligereza. Acompanadas por aquella reverencia, eran la primera prueba del aprecio mas profundo y autentico que le habia ofrecido su secretario en todos estos anos. Ah, el hombre siempre habia sido extremadamente cortes y paciente, incluso cuando, durante su primer encuentro, Darcy, de doce anos, se habia estrellado contra el joven secretario en el vestibulo, justo frente a esa misma puerta. Su padre estaria muy orgulloso. Los ojos de Darcy buscaron el pequeno retrato de su padre que habia sobre la pared y asintio en senal de agradecimiento.

– Si, gracias, creo que lo estaria.

Despues de poner en marcha las promesas economicas que le habia hecho a Wickham, Darcy tenia que hablar otra vez con el, antes de poder presentarles todo a los parientes de Elizabeth en Londres como un hecho consumado. Asi que volvio a subirse a un desvencijado coche de alquiler, preparado para cualquier contratiempo que pudiera surgir. Wickham siempre solia sorprender a la gente con alguna insolita accion, pues dependia de la audacia de semejantes acciones para confundir a sus adversarios. Pero esas estratagemas eran ya bien conocidas por Darcy, debido a la larga relacion que existia entre ellos. Esta vez Wickham tenia mucho que perder, mientras que Darcy tenia un grupo de aliados que podrian atraparlo en cualquier lugar adonde decidiera huir.

Llego a la posada justo antes de las tres. Cuando bajo la cabeza para entrar en la taberna, alcanzo a ver a su «sombra» vigilandolo desde el umbral que conducia a las escaleras. Con un gesto de la cabeza y un guino, el muchacho le informo de que el par de tortolos todavia estaban arriba. Poniendo de manera despreocupada una guinea sobre una mesa cercana, Darcy agradecio la informacion y fue recompensado con una mirada de sorpresa que Darcy creia que rara vez habia aparecido en el curtido rostro del chico.

Esta vez, todo estaba ordenado. Wickham abrio la puerta y pudo ver que la ropa habia sido recogida, habian retirado las botellas y los platos y una mesa y un par de sillas mas solidas habian reemplazado a las anteriores.

– Darcy -lo saludo con incomodidad y le hizo senas de que pasara.

– Senorita Lydia Bennet. -Darcy le hizo una inclinacion a la jovencita, que estaba sentada en el marco de la ventana. Cuando vio que Wickham le hacia un gesto, la muchacha se bajo e hizo una reverencia.

– Senor Darcy -respondio con tono timido.

– Lydia, querida, baja a la cocina y pide algo de comer. -Wickham la tomo de la mano y la condujo a la puerta-. Espera abajo y subelo tu misma, si tienes la bondad. Darcy y yo tenemos cosas que discutir. -Con una expresion que dejaba traslucir claramente su incomodidad por tener que realizar aquella tarea, Lydia retiro la mano y salio de la habitacion dando un portazo, por si habia alguna duda acerca de sus sentimientos-. ?Chiquilla odiosa! -Wickham hizo una mueca-. ?Mira a lo que quieres atarme!

Darcy no iba a tolerar aquello.

– Eso quedo decidido cuando, por tu propia voluntad, la subiste a un carruaje en Brighton. -Se sento en una de las sillas-. Es poco mas que una nina, George, y tu alentaste una fantasia infantil que todavia tienes que cumplir. No es ninguna sorpresa que se sienta decepcionada y se comporte como la chiquilla que es.

Wickham mostro su acuerdo con un grunido y se sento en la otra silla. No tenia buen aspecto, a pesar de que iba bien vestido y se habia afeitado. Se paso la mano por el pelo varias veces antes de recostarse en la silla, pero ni siquiera en ese momento se relajo. Al notar la manera en que Darcy lo observaba, se rio de si mismo.

– ?Estoy muy nervioso! No pude dormir anoche y no se por que, pero siento como si me estuvieran vigilando. Tengo la piel de gallina.

– Sientes «algo en el viento» -dijo Darcy, utilizando la vieja expresion que aludia a la existencia de algun plan secreto.

– ?Si, exactamente! Y estoy harto de eso. -Se mordio el labio-. Ayer accediste a pagar mis deudas sin importar de donde vinieran, ?verdad?

– Si, desde que llegaste a Meryton hasta el dia de tu boda, me hare cargo de todas.

– Puede llevar algun tiempo saber exactamente cuanto debo. Exceptuando las deudas de los oficiales, realmente no tengo ni idea de la cantidad.

– Esa sera tu tarea durante la proxima semana. -Darcy levanto el maletin de cuero que traia y saco papel, tinta y plumas-. Haz la lista de las que puedes recordar y pide que te envien las que no recuerdas. -Al ver la mirada de alarma de Wickham, Darcy rectifico-: Pide que las manden a Erewile House.

– Ah, bueno. -Wickham volvio a respirar-. Asi si. -Miro por un momento los objetos que estaban desplegados frente a el y luego dirigio de nuevo la mirada a Darcy-. Y cuando haya hecho todo esto y me haya casado con la muchacha, ?que vendra despues? Si no me asignas una de tus rectorias… -Se quedo callado, pero cuando vio que Darcy no lo contradecia, continuo-: Entonces, ?como voy a mantener este nuevo estilo de vida en el que tu insistes?

Aquel era el segundo obstaculo y, para que todo funcionara, habia que hacer que Wickham lo superara con cierta dosis de buena voluntad.

Вы читаете Solo quedan estas tres
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату