– He adquirido para ti un cargo de teniente en el ejercito regular -le respondio Darcy.
– ?Que?
– En un regimiento que lo mas probable es que nunca tenga que realizar acciones en el exterior -le aseguro Darcy.
Wickham se desplomo contra el respaldo de la silla e hizo una mueca, tratando de asimilar aquella revelacion acerca de su futuro. Lentamente parecio hacerse a la idea. Miro a Darcy.
– Pero necesitare…
– Se lo que necesitaras y te prestare el dinero para comprarlo; lo indispensable y nada mas. Con prudencia, podras vivir comodamente; si obtienes un ascenso, podras vivir bastante bien.
– ?Comodamente! -Wickham se rio con desden, poniendose en pie-. ?Y cual es
– Tambien esta la dote de tu esposa…
– ?Una insignificancia! -replico Wickham.
– … y tambien lo que yo le dare a ella -anadio Darcy enseguida. Ante el ofrecimiento, Wickham dio media vuelta, otra vez interesado.
– ?Dos mil libras! -exigio, como si la suma fuese negociable. Darcy enarco una ceja-. Mil quinientas, entonces, y me volvere metodista, si quieres.
– Dudo que te quieran «aceptar», George, o que tu puedas seguir su credo durante mucho tiempo. -Sacudio la cabeza. Era hora de cerrar aquel enojoso asunto-. No, no voy a negociar contigo. Mil libras adicionales a la dote de la muchacha, tus deudas cubiertas, tu profesion garantizada, tu caracter reformado, por decirlo de alguna manera, y una esposa, eso es lo que te ofrezco para que puedas hacer lo correcto con esta muchacha y su familia.
–
– Has pensado en todo, Darcy. Te felicito. -La voz de Wickham lo volvio a traer al presente-. Aunque lo he intentado, no he podido encontrar ningun resquicio ni circunstancia alguna que pueda aprovechar. ?Impresionante! -Cruzo la alcoba y se sento en la mesa-. Me has atado bastante bien, tu y Lydia; pero en realidad, la perspectiva no es tan mala. Ciertamente es mucho mejor que enfrentarse a la carcel o al tribunal militar. -Se limpio las manos en los pantalones y puso una sobre la mesa, con la palma hacia arriba-. Creo que debo aceptar tu oferta, Darcy. Aqui tienes mi mano como prueba, de un «caballero» a otro.
– En nombre de la familia de la muchacha -lo corrigio Darcy, extendiendo la mano.
– Como quieras. -Wickham se encogio de hombros y todo concluyo.
Darcy no se permitio soltar el suspiro de alivio que le oprimia el pecho hasta que estuvo solo y el caballo del carruaje de alquiler comenzo a moverse. Su mente regreso al principio, a la posada de Lambton y al momento en que descubrio a Elizabeth en medio de la terrible angustia que le destrozo el corazon, cuando habia tenido que hacer un esfuerzo enorme para no correr a abrazarla y secar sus lagrimas. No tenia derecho, aunque todos sus sentimientos lo impulsaban hacia ella en nombre de la compasion y el amor. Las lagrimas de Elizabeth le habian roto el corazon, porque al instante se habia dado cuenta de quien tenia la culpa de lo que habia sucedido; pero lo que realmente lo habia dejado desolado habia sido la horrible resignacion de su voz ante la verguenza y la desgracia que la esperaban. En ese momento, habia jurado que eso no sucederia, y aunque habia tenido que comprar con gran esfuerzo la reconstruccion de lo que quedaba del maltrecho apellido Bennet, habia tenido exito y se habia asegurado de que el honor de la familia de Elizabeth volviera a estar en perfecto estado.
Cerro los ojos, echo la cabeza hacia atras y se lleno los pulmones de aire. Luego lo dejo escapar lentamente. ?Elizabeth! Elizabeth estaba libre. Y no viviendo a la sombra de la desgracia; podria ser otra vez la persona tan maravillosa que era, sin tener que disculparse ni sonrojarse. Sonrio abiertamente. Habia corregido un grave error causado por su propio orgullo y eso era bueno. Pero el hecho de haber restaurado la imagen de Elizabeth… ?era un tesoro que guardaria en su corazon hasta el final de sus dias!
El carruaje se detuvo delante de la residencia de los Gardiner en la calle Gracechurch. Mientras Darcy esperaba que el cochero se bajara y le abriera la portezuela, miro la calle con curiosidad. Las casas no eran suntuosas, pero tampoco eran vulgares ni pretenciosas, como habia querido describirlas malintencionadamente Caroline Bingley. Eran, mas bien, residencias sobrias y bien cuidadas, que bordeaban la calle formando una fila de solida respetabilidad, con un cierto toque de elegancia. Una de ellas era la que tenia enfrente y, al verla, Darcy comprendio mejor la conversacion y el gusto que habian mostrado los tios de Elizabeth en Pemberley.
Descendio del coche, subio los escalones que conducian a la entrada principal y llamo a la puerta. Se pregunto por donde deberia empezar a explicar aquella visita. El hecho de que el acudiera a visitarle seria considerado algo poco extrano, incluso excentrico, sobre todo sin haber mandado su tarjeta advirtiendo de su llegada. Pero cuando los Gardiner oyeran las razones que le habian impulsado a ir, ?como se sentirian con respecto a el?
Una criada abrio la puerta.
– ?Si, senor? -Parecia demasiado joven para aquel trabajo y aun no habia sido debidamente entrenada en las normas de protocolo que requeria aquel puesto. Lo mas probable es que fuera nueva.
– He venido a ver al senor Gardiner -dijo Darcy, entregandole su tarjeta a la muchacha-. ?Esta en casa y disponible para recibir visitas? Es muy importante que hable con el.
– N-no lo se, senor.
– ?Si esta en casa o si esta disponible para recibir visitas? -insistio Darcy. ?Definitivamente debia de ser nueva!
– Oh, si esta en casa, pero ya hay alguien con el. Y la senora todavia no ha regresado del campo -dijo la muchacha con ingenuidad-. Asi que no se si puede recibir
– Ya veo. -Darcy no pudo evitar sonreir, pero tenia que ver al tio de Elizabeth lo mas pronto posible-. Tal vez yo podria ayudarla. Si usted me dice quien es la otra visita, podremos determinar si sera prudente que me anuncie. ?Sabe usted de quien se trata?
– El hermano del patron -dijo la criada con conviccion, pero luego la asalto una duda-. Bueno, le llama «hermano», pero ?como pueden ser hermanos si su apellido es Bennet? El cunado, tal vez. -La muchacha parecio satisfecha con su razonamiento-. Lleva aqui varios dias y ha estado muy agitado. -Sacudio la cabeza, con expresion de reproche-. Entonces, ?lo hago pasar?
– No, creo que no. -Darcy tomo con suavidad su tarjeta de los dedos de la criada y le dio gracias al cielo por haber podido escapar al desastre de encontrarse inesperadamente con los dos hombres al mismo tiempo.
– Ah. -La muchacha parecio decepcionada, pero luego se le ilumino el rostro-. Se va manana por la manana, senor. Acabo de oirlo. Regresa a su casa.
– Entonces volvere manana, gracias.
– Ha sido un placer, senor -contesto la criada y, sin preguntarle el nombre, cerro la puerta.
– ?Bien! -resoplo Darcy, sorprendido por esa subita despedida-. ?Sera entonces hasta manana! -Despues de subirse otra vez al coche, le pidio al conductor que lo dejara en una esquina cerca de Grosvenor Square. Desde alli, se dirigio caminando a casa por entre los callejones de los establos, de forma que sus vecinos no lo vieran. Vivir clandestinamente en su propia casa habia sido necesario para cumplir su objetivo, pero le estaba resultando agradable. Al liberarse de los compromisos sociales que habrian interferido en lo que tenia entre manos, tambien habia evitado reunirse con quien estuviera obligado a hacerlo-. ?Casi como Dy! -Al comienzo la idea le parecio divertida, pero rapidamente la diferencia de objetivos de ambos lo hizo ponerse serio. ?Donde estaria Dy? No habia tenido noticias suyas desde que habia salido volando en su caballo en persecucion de los supuestos sospechosos del asesinato del primer ministro. ?Estaria bien o habria terminado mal, al otro lado del mar, en America? Darcy deseo saber como se encontraba su amigo.