– Es mejor estar seguro de la verdad de un asunto, ?no? -le pregunto a Darcy-. Uno no debe seguir adelante sin haber resuelto el pasado.

Darcy asintio con la cabeza, mirando fijamente a Bingley.

– Por lo general, esa es la mejor politica, si.

Bingley asintio a modo de respuesta.

– Muy bien -dijo, luego se enderezo, echo los hombros hacia atras y espoleo a su caballo. Un momento despues, Darcy observo con desaliento, y no poca sensacion de culpa, la actitud de su amigo. Si, tal como sospechaba, Bingley habia sucumbido a la duda y la inseguridad con respecto a su acogida en Longbourn, el unico culpable de eso era Darcy. Habia expuesto a su amigo a ser censurado ante el mundo por mostrar una apariencia caprichosa y voluble, eso era lo que habia dicho Elizabeth. Gracias al cielo, el «mundo» alrededor de Meryton parecia haber perdonado a Charles los sucesos del ano anterior. ?Serian los habitantes de Longbourn igual de amables?

Las dudas de Bingley con respecto a su aceptacion debieron de evaporarse tan pronto como se desmonto del caballo. El mozo del establo que corrio a recoger el caballo, la criada que les abrio la puerta y el ama de llaves que los anuncio, hicieron su trabajo con un entusiasmo contagioso que presagiaba la bienvenida que recibiria en el interior. Darcy esperaba que el placer que despertaba la visita de Bingley pudiera ampliarse hasta incluirlo a el de manera general y disminuir la incomodidad que provocaria su presencia. El ama de llaves abrio la puerta del salon y dejo entrar un rayo de sol que penetro enseguida en el vestibulo de Longbourn. Darcy trato de contener la sensacion de que el tiempo y el espacio corrian desbocados, mas alla de su control.

– ?Senor Bingley! ?Que estupendo que haya venido! -La voluminosa figura de la senora Bennet bloqueo el umbral-. Precisamente estabamos comentando, ?no es asi, ninas? que seria estupendo que usted nos visitara hoy. ?Y aqui esta! ?No es maravilloso?

– ?Senoras! -Bingley hizo una inclinacion al entrar en el salon y Darcy lo siguio. Cuando se levantaron, Kitty le estaba sonriendo a Bingley. Le hizo una rapida reverencia y luego volvio a concentrarse en un monton de cintas que tenia sobre la mesa. Mary hizo una reverencia rutinaria y se alejo, para retomar su lectura en el otro extremo del salon. Darcy y Bingley se dirigieron entonces a las otras dos. La senorita Bennet y Elizabeth estaban juntas y se sonrojaron un poco cuando hicieron sus respectivas reverencias. La imagen de Elizabeth poseia tal gracia y modestia que el corazon de Darcy comenzo a palpitar con tanta fuerza dentro del pecho que le dolieron las costillas. Se permitio el lujo de contemplarla unos instantes, buscando una mirada, una sonrisa que pudiera indicar el estado de animo de la joven, pero Elizabeth parecia algo distraida. Entonces se obligo a desviar la mirada y ordeno a su corazon que se apaciguara.

– Por favor, tomen asiento -volvio a decir la senora Bennet-. Senor Bingley, debe usted sentarse aqui, lejos del sol. -Lo llevo hasta el sillon mas comodo del salon-. Ahi, ?no es agradable? Y tan conveniente para conversar. ?Les gustaria tomar algo? -Una vez que Bingley hubo murmurado que no, la senora Bennet se dirigio a Darcy-. Senor Darcy. -Movio la mano de manera desinteresada senalando el salon y fue a sentarse cerca de su invitado favorito.

Con libertad para sentarse donde quisiera, Darcy encontro una silla que estaba admirablemente bien ubicada para sus propositos y tambien suficientemente cerca de Elizabeth para poder entablar una conversacion sin tener que buscarla. Se hundio con gratitud entre los contornos del sillon y espero unos pocos minutos protocolarios antes de inclinarse hacia la muchacha, para hablar de lo que consideraba un tema seguro.

– ?Puedo preguntar por sus tios, el senor y la senora Gardiner? ?Se encuentran bien?

Elizabeth se sobresalto y se sonrojo, antes de informarle, casi sin respirar, de que sus parientes se encontraban bien y deseaban que ella le agradeciera nuevamente las atenciones que el habia tenido con ellos en Pemberley.

– Fue un placer -le aseguro el y luego desvio la mirada, intrigado por el hecho de que ella se hubiese desconcertado tanto por una pregunta que podia ser calificada de trivial. Miro entonces hacia el suelo, a pesar de que se moria por descubrir lo que ella estaba pensando. Intentando no sucumbir a esa tentacion, Darcy volvio a mirar a Bingley, pero se vio sorprendido, a su vez, por una pregunta de Elizabeth.

– ?Y la senorita Darcy? ?Como se encuentra?

– Ella esta muy bien, gracias -respondio el caballero-, y le envia sus saludos, con el deseo de que pueda usted volver a visitarnos algun dia.

– Ah, es muy amable por su parte. -Es posible que Elizabeth tuviera intencion de decir algo mas, pero guardo silencio.

– Ha pasado mucho tiempo, senor Bingley, desde que se fue usted -declaro la senora Bennet, dominando toda la conversacion-. Empezaba a temer que no fuera a volver. La gente dice que piensa usted abandonar esta comarca por la fiesta de San Miguel; pero espero que no sea cierto. -Lo miro con picardia-. Han ocurrido muchas cosas en la vecindad desde que usted se fue. La senorita Lucas se caso y esta establecida. Y tambien se caso una de mis hijas. Supongo que se habra enterado usted, seguramente lo habra leido en los periodicos. -Bingley no pudo comentar nada, porque ella no le dio tiempo-. Salio en el Times y en el Courier, solo que no estaba bien redactado. Decia solamente: El caballero George Wickham contrajo matrimonio con la senorita Lydia Bennet, sin mencionar a su padre ni decir donde vivia la novia ni nada. -La senora Bennet se inclino hacia Bingley, sacudiendo la cabeza con irritacion-. La nota debio de ser obra de mi hermano, el senor Gardiner, y no comprendo como pudo hacer una cosa tan insulsa. ?La ha visto usted?

Mientras Bingley contestaba afirmativamente y expresaba sus felicitaciones, Darcy se limito a quedarse quieto, tratando de que no se le notara la perplejidad. Habia pensado que seguramente se haria una discreta mencion al matrimonio de Lydia, para explicar su ausencia, pero que dicha mencion estaria marcada por una cierta prudencia, dolorosamente adquirida. Pero no, ?no hubo nada de eso! Al lanzarle una mirada a Elizabeth, Darcy vio como luchaba contra la incomodidad que le causaban las palabras de su madre. Ella lo miro por un instante y luego volvio a concentrarse en su bordado.

– Es delicioso tener una hija bien casada -siguio diciendo la senora Bennet, sin mostrar la minima moderacion-, pero al mismo tiempo, senor Bingley, es muy duro que se haya ido tan lejos. -Se habian marchado a Newcastle, informo la senora Bennet, donde estaria durante algun tiempo el regimiento de su yerno-. Supongo que usted habra oido decir que el ha dejado el regimiento del condado… y se ha pasado al ejercito regular. Gracias a Dios tiene todavia algunos amigos, aunque quiza no tantos como merece. -Al decir esto, la senora Bennet dejo de mirar a Bingley y paso a examinar el rostro impasible de Darcy.

Mientras se debatia entre la incredulidad y la indignacion, Darcy se puso en pie y se dirigio hacia una ventana, tratando de mantener la compostura bajo la mirada acusadora de la senora Bennet. Al observar las ultimas flores de la estacion en el jardin de Longbourn, penso en lo increible que resultaba el hecho de que aquella mujer pudiera ser la madre de Elizabeth. La senora Bennet vivia totalmente enganada por sus propias fantasias y la experiencia de las ultimas semanas no habia podido hacerle cambiar de opinion ni ensenarle prudencia. Una vez disipada la rabia, Darcy experimento un sentimiento de compasion por lo que debian de sufrir Elizabeth y sus hermanas a causa de su madre.

– Senor Bingley. -La voz temblorosa de Elizabeth volvio a traer a Darcy al presente y levanto la mirada para observar su perfil-. ?Tiene usted intenciones de permanecer mucho tiempo en el campo?

– Creo que nos quedaremos unas cuantas semanas. Es la temporada de caza, ya sabe. -Bingley miro a la senorita Bennet mientras contestaba y podria haber hablado mas, pero su madre se apresuro a intervenir.

– Cuando haya matado usted a todos sus pajaros, senor Bingley, por favor venga aqui y mate todos los que quiera en la propiedad de mi esposo. Estoy segura de que estara encantado y le reservara sus mejores nidadas.

– Es usted muy amable, senora -respondio Bingley con elegancia, ante las absurdas palabras de la senora Bennet. Luego se volvio hacia las hermanas-. Pero espero no pasar todo el tiempo cazando. ?Hay algo, senorita Bennet, que reuna a todos los habitantes del condado?

?Ah, alli estaba por fin lo que Darcy habia venido a comprobar! Mientras Bingley entablaba una conversacion con Jane Bennet, Darcy los examino a ambos. Charles habia enrojecido un poco y sus ojos mostraban una cautelosa esperanza, mientras trataba de rescatar a la senorita Bennet de la sombra de su madre. Sus sentimientos eran inconfundibles. En contraste, las respuestas de la senorita Bennet eran mesuradas pero afables. Bingley persistio. La muchacha sonrio con un poco mas de calidez, mientras el bromeaba acerca de algo, y luego se rio. Bingley sonrio enseguida y echo hacia atras los hombros, ante lo cual la senorita Bennet se sonrojo y clavo

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