la vista en el suelo, pero no antes de que Darcy alcanzara a ver el brillo de sus ojos y una dulce sonrisa. Decidio que era un comienzo prometedor y se pregunto como podia haber pensado que Jane Bennet estaba tratando de atrapar a su amigo para hacer un matrimonio socialmente ventajoso.

?Y que pasaba con Elizabeth? La miro rapidamente y luego volvio a mirar a Bingley, sintiendo que el corazon se le partia en dos. ?Estaba tan callada! Darcy sentia la tension que emanaba de ella. ?Acaso queria que el se fuera, o que hablara?

?Deberia hacer referencia a su encuentro en Pemberley? ?Se atreveria a continuar lo que habian empezado durante la visita de Elizabeth a Pemberley, antes de la llegada de la carta que traia la noticia de la traicion de Wickham? Volvio a mirar por la ventana, debatiendose entre las distintas explicaciones acerca de la actitud de Elizabeth.

El ruido de las sillas le advirtio de que su visita estaba llegando a su fin y se levanto para despedirse, ansioso por terminar con aquel sufrimiento para ambos. Pero el y Bingley no pudieron escapar tan rapidamente.

– Me debia usted una visita, senor Bingley -dijo la senora Bennet con un tono de falsa acusacion, cuando se dirigian hacia la puerta-, pues cuando volvio a la capital el pasado invierno me prometio venir a comer con nosotros en cuanto regresara. Ya ve que no lo he olvidado. Y le aseguro que me disguste mucho porque no volvio usted para cumplir su compromiso. ?Debe usted cenar con nosotros esta misma semana, senor! ?Le parece bien el martes?

Bingley miro enseguida a Darcy, al tiempo que un rubor comenzaba a subir por su cuello, antes de dirigirse a su anfitriona y ofrecerle sus disculpas. Tras lanzarle una mirada a la senorita Bennet, que tambien se habia puesto colorada, acepto la burda invitacion en nombre de los dos.

– Senora Bennet. -Bingley y Darcy se despidieron-. Senorita Bennet, senorita Elizabeth… -Charles siguio despidiendose de todas. Darcy hizo lo propio. La respuesta de la senorita Bennet a la despedida de Darcy fue totalmente apropiada, y el pudo mirarla a los ojos, pero temio hacer lo mismo con Elizabeth, para no ver la sensacion de alivio que tal vez encontraria alli.

Se iban a encontrar nuevamente, cenarian juntos en Longbourn dentro dos dias. Darcy se alegro por Bingley.

– ?Que opinas, Charles? -pregunto cuando llegaron al final del sendero y tomaron el camino-. ?Dirias que todo ha ido bien?

– Tan bien como se podia esperar despues de una ausencia tan larga -contesto Bingley de manera pensativa, y luego se lanzo a hacer un verdadero himno de elogios-. ?No te parece hermosa? Tan hermosa como… ?No, mas hermosa de lo que recuerdo! ?Ay, Darcy, que forma de sonreirme!

Mientras se dirigian hacia la siguiente visita de la manana, Darcy escucho con alegria todas las expresiones de renovada esperanza de su amigo, al tiempo que pensaba que las suyas propias estaban bastante dudosas. Si, tal como parecia, su presencia solo le causaba dolor a Elizabeth, o la confundia tanto que la sumia en el silencio, no le causaria mas molestias al imponerle su presencia mas alla de lo necesario. Se pondria a las ordenes de Bingley todavia con mas firmeza y seguiria observando a la senorita Bennet, y sus ojos se fijarian esta vez en las senales mas sutiles del afecto que residia en el pecho de Jane Bennet. En cuanto a Elizabeth, Darcy decidio que necesitaria recibir de ella una senal o volveria a Londres lo mas pronto posible.

Su visita al squire Justin estuvo marcada por tal familiaridad que parecio como si no llevaran ausentes de Hertfordshire mas que un par de semanas. Mientras recibian las afectuosas atenciones del squire, Darcy penso nuevamente que, si su amigo decidia establecerse en el vecindario, le iria muy bien entre aquellas personas. El squire podia ser el tipo de consejero sabio y experimentado al cual podria recurrir Bingley, relevandole a el de un papel que se sentia cada vez menos cualificado para representar. Se lo mencionaria a Bingley, en caso de que su amigo encontrara que, en efecto, todo lo que deseaba estaba en Hertfordshire.

Estaba decidido. Partiria al dia siguiente. Darcy observo el techo desde su cama y se puso un brazo sobre los ojos. La cena de la noche anterior en Longbourn le habia dado muchas razones para creer que Bingley estaba en el camino de la felicidad. Habia observado a la pareja con creciente certeza, y el placer que ambos sentian por su mutua compania era cada vez mas evidente. Con la confesion que tenia que hacerle aquel dia a Bingley, su amigo pronto estaria rumbo al matrimonio. Era hora de cortar el cordon y dejarlo construir su futuro. En cuanto al suyo propio…

La cena en Longbourn habia resultado muy concurrida. La senora Bennet no habia dudado en senalarle esta circunstancia en repetidas ocasiones, y Darcy suponia que su intencion era recriminarle el comentario que el habia hecho durante el otono anterior acerca de la naturaleza limitada de la vida provinciana. Aparte de las formalidades que le exigia su papel de anfitriona, la senora Bennet lo habia ignorado durante la mayor parte de la velada y el habia guardado las distancias. Aunque durante la cena se habia visto obligado a sentarse cerca de ella y participar en una conversacion llena de repeticiones sobre las vulgares impresiones que habia tenido del baile en Netherfield, ahora generosamente complementadas por expresiones de arrobamiento sobre su hija recien casada y su yerno.

Despues de saludar a sus anfitriones en el vestibulo, Darcy se habia acercado a la senorita Bennet, que lo habia recibido con la sonrisa amable que solia dedicarle a todo el mundo. Tras hacerle una reverencia, Darcy se habia dirigido a Elizabeth. Al ver sus rizos brillantes y su frente tan blanca, habia sentido que el corazon le daba un vuelco. ?Como era posible que ella siempre pudiera sorprenderlo con mas encantos de los que podia evocar, cuando el recordaba y atesoraba cada momento que habian pasado juntos?

– Senor Darcy. -Elizabeth habia levantado la mirada hacia el, y sus extraordinarios ojos habian mostrado una cierta incertidumbre, mientras examinaba el rostro de Darcy. Luego habia clavado la mirada en el suelo y habia hecho una reverencia-. Es usted muy amable por haber venido.

– En absoluto -habia contestado Darcy al levantarse de su inclinacion-. Han sido ustedes muy amables invitandonos. -Y eso habia sido todo lo que habian conversado casi hasta el final de la velada. Cuando tuvo la oportunidad de acercarse, ella le habia preguntado por Georgiana. El le habia respondido y luego se habia quedado esperando, en medio de un silencio incomodo, pero sin saber que decir por la cantidad de preguntas que anhelaba hacer. Ella no habia dicho nada mas y el se habia retirado cuando otra jovencita habia comenzado a hablar con ella. ?La muchacha no se le habia acercado mas durante la velada! Y tampoco habia visto aparecer a la Elizabeth vivaz, desafiante y llena de ingenio.

Poco despues, Darcy habia quedado atrapado en una mesa de jugadores de whist, y afortunadamente habia tenido que concentrar toda su atencion en el juego. Entre partida y partida habia mirado furtivamente hacia la mesa de Elizabeth. La expresion de su rostro indicaba que no parecia divertirse mucho con las cartas. Quiza no estuviese muy complacida con la velada en general. El caballero no pudo saberlo con seguridad. Pero si se sintio satisfecho al ver que Bingley habia retomado las atenciones hacia su hermana. Mientras Charles y Jane caminaban juntos por el salon, o se sentaban y conversaban con otros invitados, ella les habia dedicado una de esas miradas tiernas que Darcy tanto ansiaba recibir.

Bueno, que asi sea, penso para si mismo con una sensacion parecida al desaliento, apartando las mantas. Estaba esperando recibir una senal y, aunque no habia tenido una recepcion negativa, no habia sido lo suficientemente positiva como para animarlo a quedarse. Asi que se marcharia a Londres. Darcy se levanto y corrio las cortinas. Un ultimo dia… un ultimo dia que deberia terminar con el fortalecimiento o la destruccion de una amistad. Darcy recorrio con la mirada los campos que separaban Netherfield de Longbourn. Elizabeth… Elizabeth.

– ?Son unas personas muy amables! -le dijo Bingley a Darcy con cara de satisfaccion, cuando el ultimo de sus invitados pidio el carruaje y se marcho en medio de la fria noche de otono-. Me caen tan bien o mejor incluso que el otono pasado. -La noche anterior, en Longbourn, Bingley habia anunciado una reunion improvisada para jugar a las cartas y muchos caballeros habian asistido, felices de pasar una velada lejos de los ojos de sus madres, esposas o hermanas.

– Gente muy buena, sin duda -habia dicho Darcy, mientras regresaban al salon para tomarse un ultimo vaso de oporto-. Es estupendo saber que te dejo en tan buena compania. No te aburriras durante mi ausencia. -Darcy observo cuidadosamente a Bingley mientras servia el oporto. Su amigo estaba de un humor excelente. Las visitas a Longbourn y la calurosa acogida que le habia dispensado parte de la burguesia de la comarca le estaban sentando de maravilla a su amigo y Darcy se sentia extraordinariamente agradecido por ello. Ahora, la noche

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