Un golpecito en el brazo le hizo dar media vuelta para descubrir a su anfitrion, que le ofrecia un vaso de jerez y lo miraba con simpatia.

– No es usted muy aficionado al te, ?o si, senor Darcy? -Darcy tomo el jerez e hizo una pequena inclinacion para expresar su gratitud y su acuerdo-. Yo no lo toco a menos que tenga mucho azucar y leche. Si no es asi… ? me parece una cosa espantosa! Cuando oi que los americanos arrojaron al puerto hace muchos anos un cargamento entero de te, supe que las colonias estaban perdidas. ?Un grupo de personas con tanto sentido comun seria muy dificil de controlar en lo que fuera que decidieran hacer!

Darcy no pudo evitar sonreir al ver el buen humor del squire. Penso entonces que tal vez seria conveniente revisar la opinion tan despectiva que tenia de esos hombres y su funcion en el Imperio.

– Y hablando de gente con sentido comun, aqui viene un buen ejemplo. -El squire hizo un gesto con el vaso-. ?Le han presentado ya a la senorita Bennet? ?La senorita Elizabeth Bennet?

Darcy siguio el gesto del squire y vio a la dama en cuestion, que estaba pasando frente a ellos en ese momento, del brazo de la hija mas joven del squire. La acompanante de la senorita Elizabeth abrazaba lo que parecia un pequeno trozo de bordado, una muestra, tal vez. Agacho la cabeza con timidez, mientras Elizabeth la hacia sentar con suavidad y le aseguro que era «absolutamente encantadora» antes de llamar a algunos de los que estaban cerca diciendo:

– Vengan a ver la muestra de Fanny para la exhibicion de bordados de Meryton. -Varias exclamaciones de admiracion y reconocimiento se oyeron en el grupo, mientras la muestra de bordado era examinada y elogiada. Darcy observo mientras Elizabeth llamaba la atencion de los demas hacia la sutileza del diseno y luego se retiraba discretamente, dejando a la joven en el centro del grupo, sonrojada y feliz. La senorita Elizabeth se detuvo a cierta distancia y Darcy pudo verla contemplando el resultado de su obra. Con una sonrisa de satisfaccion, dio media vuelta y se reunio con la senorita Lucas, justo al otro lado de donde estaban Darcy y el squire.

La imagen de Elizabeth Bennet mientras se inclinaba sobre la hija del squire ofreciendole su aprobacion y apoyo habia sido la representacion misma de la bondad y Darcy contuvo la respiracion por la dicha de poder contemplarla. La gracia natural de su figura, inclinada en una actitud de dulce preocupacion por una chiquilla timida, toco dentro de el una fibra que desafio con facilidad la servil atencion y los estudiados halagos de aquellos que eran cuatro veces mas importantes que la senorita Bennet. Su actitud no habia sido una pose, como solia suceder con tanta frecuencia entre las mujeres de Londres. La encantadora actitud de la muchacha dejo ver que su unico proposito habia sido complacer a la chiquilla y, tal vez, a sus padres.

– ?Senor Darcy? Perdoneme, ?senor Darcy? -La voz del squire, que expresaba una mezcla de preocupacion y complacencia, penetro a traves de la conciencia de Darcy. Parpadeo unas cuantas veces y solto el aire de una manera que se podria tomar como un suspiro-. ?Tal vez le gustaria tomar un poco de jerez, senor Darcy? Ah, si. -El squire espero mientras el caballero se bebia casi de un solo trago todo el contenido del vaso-. Lizzy Bennet es tan autentica como parece. No emplea ningun artificio y, como siempre digo, goza de un buen sentido poco comun, todo envuelto en un paquete tan hermoso como podria desearse, ?no le parece?

Mientras que el squire divagaba, Darcy podia sentir en su cuerpo la mortificacion por lo que habia ocurrido. Ya era suficiente con la confusion que le causaba la creciente fascinacion que sentia por ella, pero el hecho de que fuera tan evidente para los demas era intolerable. Al poco tiempo de entrar en la vida social, su naturaleza reservada le granjeo la reputacion de ser orgulloso, y en esos primeros dias el habia permitido que eso le sirviera de escudo. Ultimamente, de acuerdo con Bingley, aquello se habia transformado en una armadura. Escudo o armadura, la verdad es que ahora no le estaba funcionando. Haciendo un esfuerzo, Darcy apelo a sus antiguas costumbres y le respondio al squire con una voz friamente contenida:

– No puedo tener ninguna opinion sobre eso, senor. Y ahora, si usted tiene la bondad de disculparme… - Haciendo una rapida inclinacion, se alejo, mientras el squire lo observaba, con las cejas levantadas por la sorpresa.

La expresion impenetrable de Darcy disuadio a todos los que se cruzaban en su camino de tratar de entablar conversacion con el. Encontro un sillon solitario que tenia una buena perspectiva sobre la mayor parte del salon y, sentandose, trato de recuperar la tranquilidad. Se sentia atraido por ella, eso era indiscutible. Sin embargo, tambien era cierto que Elizabeth Bennet no habia aprovechado ninguna oportunidad de acercarsele despues de la cena. Durante unos angustiosos momentos, Darcy contemplo la desconcertante posibilidad de que simplemente ella no estuviera interesada en el. Si fuera asi, seria una experiencia singular. Desde el dia en que su tio lo presento en los sagrados salones de Almack, vivia asediado por arrogantes matronas celestinas que lo cortejaban, y por los esposos de estas, que lo atendian con la esperanza de que el tirara el panuelo en el camino de sus hijas. De hecho, hasta aquel viaje a Hertfordshire, no podia recordar a una sola mujer en edad casadera que no hubiese modulado sus palabras tratando de buscar su aprobacion o de atraparlo en matrimonio. La ilusoria idea de que la senorita Elizabeth Bennet no sintiera ningun interes por el fue rapidamente desechada. El breve y poco satisfactorio intercambio que habian tenido antes de la cena lo animaba a creer que habia escapado de la categoria en la cual habia sido colocada la senorita Bingley. Sin embargo, a pesar de que la idea de no ser objeto de burla por parte de la senorita Bennet fue recibida con ecuanimidad por Darcy, tenia que reconocer que el hecho de que ahora lo ignorara, equiparandolo con un mueble, heria su orgullo.

Reunidos alrededor de un sofa cerca de donde estaba Darcy, unos cuantos oficiales, que estaban enzarzados en una ruidosa discusion, lanzaron de repente una llamada para que viniera una dama que sirviera de arbitro en un asunto muy enojoso. Darcy observo con disimulo como la opinion del salon sobre quien seria el arbitro mas adecuado entre las damas primero oscilo y luego se convirtio en un coro que reclamaba la presencia de la senorita Elizabeth Bennet. Con una graciosa mezcla de tolerancia y modestia, la muchacha paso frente a Darcy rumbo al puesto de juez que los oficiales habian despejado para ella. Una pequena oleada de su perfume llego hasta el mientras pasaba, y se sintio atrapado por el suave susurro de su vestido. En ese momento, sin tener totalmente claro por que deberia importar lo que ella pensara de el, o cual era su objetivo final, Darcy se propuso disenar un plan para conseguir la atencion de la muchacha. La razon protesto brevemente, pero la puerta estaba abierta, el camino parecia irresistible y la imaginacion de Darcy fue mas alla, deslizandose hacia los misterios de una mujer cuyos encantos le resultaban cada vez mas perturbadores.

Capitulo 5

Saber mas de ella

Algunos dias despues de la cena en casa del squire, Darcy atraveso rapidamente el corredor hasta la alcoba de su amigo y golpeo en la puerta. Enseguida se oyo, detras de la gran puerta de cedro, el ruido de un tropezon, seguido de una leontina o un reloj que se caia al suelo.

– Es inutil -oyo que le grunia Bingley a su ayuda de camara-. Abre la puerta, hazlo entrar y ?terminemos con esto!

La puerta se abrio girando sobre los goznes, ayudada por la punta de la fusta de Darcy.

– ?Has comido ya algo al menos, Bingley? -Darcy suspiro al ver la confusion que reinaba tanto en la habitacion como en el semblante de su amigo-. Dijiste «en la montura a las nueve en punto», ?o acaso me equivoco?

Bingley olfateo con ilusion el delicioso desayuno de jamon, lonchas de tocino, huevos y un surtido de bizcochos que reposaba sobre una bandeja en el vestidor, esperando a ser probado. Sintio que el olor que flotaba hacia el a traves de la puerta abierta lo enloquecia.

– No puedo entender que locura se apodero de mi para concertar una cita a una hora tan temprana -se

Вы читаете Una fiesta como esta
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату