– ?Que bien, ya estas aqui y preparado! Les adverti a mis hermanas que se pueden retrasar todo lo que quieran, pero que nosotros salimos en diez minutos. -Estiro el brazo con gesto desdenoso hacia la escalera-. Se pueden ir todos en el coche de los Hurst, ?si quieren llegar tarde! -Comenzo a ponerse los guantes, esperando a que llegara un criado con sus abrigos. Darcy avanzo hacia la puerta cuando oyo ruido de cascos sobre la gravilla y el fuerte golpeteo de los arneses.
– El carruaje, Bingley. ?Acaso quieres irte…?
– Inmediatamente, Darcy. ?Que suerte, no hay ninguna hermana a la vista! ?Date prisa, hombre! -Con una risita de complicidad, Darcy se puso rapidamente el abrigo y agarro el sombrero y los guantes.
Bingley bajo corriendo las escaleras y salto al coche con Darcy pisandole los talones.
– ?Adelante! -grito Bingley. Le arranco la puerta de las manos al lacayo, cerrandola de un golpe y luego se desplomo sobre el asiento, frente a su amigo.
– A la senorita Bingley no le va a gustar que la hayas dejado para que se vaya con los Hurst -observo Darcy, mientras el carruaje se alejaba con rapidez.
– Cierto -respondio Bingley, acomodandose sobre los cojines-. Lo mismo que a mi no me gusto que haya invitado a la senorita Bennet a cenar en Netherfield, ?una noche en que estaba segura de que yo estaria ausente! ?Recuerdas por que me retrase en llegar al establo esta manana? Pues bien, la invitada a la cual mi hermana quiere evitarme el «inconveniente» de atender es la senorita Bennet. ?Si yo no hubiese descubierto la verdad por pura casualidad, la senorita Bennet habria venido y se habria ido sin que yo me enterara siquiera!
– Tal vez tu hermana solo quiere entablar una amistad con la senorita Bennet independientemente de ti - sugirio Darcy, mientras se obligaba a mantener un gesto indiferente que no dejara traslucir las dudas que tenia sobre las intenciones de la senorita Bingley. Su amigo se limito a mirarle con escepticismo.
El resto del viaje transcurrio placenteramente, entre recuerdos de su paseo por Netherfield durante la manana. Hablaron de diversos planes que incluian tierras cultivadas, zanjas limpias, estanques abastecidos, cercas arregladas y mucho ganado nuevo. Al llegar a la entrada de la propiedad de los Lucas, Netherfield ya era un verdadero paraiso. Cuando el coche dejo atras las columnas de piedra, la conversacion fue decayendo y los dos hombres sintieron descender sobre ellos un silencio incomodo, que se fue haciendo mas profundo a medida que se acercaban a su destino.
La efusiva bienvenida de sir William fue aceptada por los dos caballeros con aplomo. Darcy dejo que Bingley dijera, en nombre de los dos, todo lo apropiado, mientras echaba una discreta ojeada al salon. Despues de presentar sus respetos formales, acompano a Bingley al salon, pero, de repente, cambio de rumbo cuando vio que el lugar al que su amigo se dirigia era una mesa que habia en una salita contigua. Alli, las dos hermanas Bennet mayores y otras cuantas jovencitas estaban reunidas alrededor de la senorita Lucas mientras esta hacia una demostracion de tecnicas de pintura en porcelana, una moda que habia causado furor entre la alta sociedad hacia un ano, recordo Darcy, pero que ahora era considerada obsoleta en Londres. Antes de que Bingley pudiera hacer su reverencia, fue rodeado por un arco iris de muselinas. Darcy miro hacia otro lado, frunciendo el ceno al pensar en lo cerca que habia estado de no poder escapar a la multitud de damas que ahora le pedian a su amigo que opinara sobre el arte de la senorita Lucas. Durante unos minutos aparento mirar por una ventana cercana que ofrecia una excelente perspectiva del parque, antes de que la conciencia lo obligara a mirar hacia atras, hacia su asediado amigo, y entonces vio a Bingley con una sonrisa beatifica en el rostro y la situacion totalmente bajo control.
Un subito murmullo entre las damas puso punto final a su reflexion sobre las sorprendentes habilidades de Bingley y llamo su atencion hacia una muchacha en particular. Con los ojos entrecerrados por la risa, la senorita Elizabeth habia tomado asiento al lado de su amiga. Darcy la observo cautivado, mientras la joven elegia una pequena pieza de porcelana, la levantaba para examinarla y luego, con un gesto de picardia, mojaba el pincel en la pintura y aplicaba varias pinceladas gruesas. Rapidamente abandono el primer pincel por uno nuevo, que introdujo en otro color, y aplico otras cuantas pinceladas con el mismo desparpajo del principio. El grupo que la rodeaba estallo en exclamaciones y risas cuando la senorita Elizabeth puso la pieza en la mesa para la inspeccion de todo el mundo.
– Mira, Charlotte, esta es la mejor muestra de mi talento para la pintura en porcelana. Te autorizo a quemarla o disponer de la pieza como desees. ?Quien sigue? -Elizabeth le entrego el pincel a un ansioso joven, dejo libre la silla que ocupaba y le hizo una rapida inclinacion al grupo-. Y ahora, si tienen la bondad de excusarme… -Esbozo una sonrisa y salio hacia donde se encontraba Darcy. El giro la cabeza enseguida, fingiendo indiferencia al ver que ella se acercaba.
Darcy percibio, mas que vio, como paso junto a el. Un curioso pero delicioso cosquilleo lo recorrio de arriba abajo al sentir la fugaz cercania de la muchacha, como si el calor de ella flotara a su alrededor, acariciandolo. El caballero se quedo mirandola hipnotizado, y se le formo un nudo en el estomago al ver que ella se detenia a solo unos metros de el para contemplar el panorama.
Darcy se movio, aunque de manera involuntaria, porque Elizabeth se volvio de repente hacia el, con una actitud de sorpresa, demostrando que antes no lo habia visto.
Antes de que el pudiera apreciar bien el rubor que coloreo las mejillas de la muchacha, ella le hizo una reverencia.
– ?Senor Darcy! Por favor, perdoneme.
– Senorita Bennet. -Darcy la saludo con una inclinacion rapida y enseguida se alejo. Casi tropieza con la senorita Bingley, que entraba en ese momento en el salon.
– ?Senor Darcy! -murmuro-. Por favor, ?digame que no esta usted a punto de marcharse! Dependo de usted, senor, para que me rescate del terrible aburrimiento que, con seguridad, me atormentara en cualquier momento, si es que no lo ha hecho ya. -La senorita Bingley se apodero del brazo de Darcy, aunque este no se lo habia ofrecido, y exigio que dieran una vuelta alrededor del salon-. ?Ha sido muy malvado por su parte y por la de mi hermano haber venido solos! Me senti totalmente desolada -agrego, y luego hizo un puchero mientras paseaban por el salon.
Aunque la senorita Bingley caminaba muy despacio, rapidamente llegaron hasta el grupo que estaba en el saloncito.
– Ah, mire, Darcy, ?estan pintando en porcelana! ?Que anticuado! -se rio de manera despectiva, sin molestarse en bajar la voz-. Ya nadie pinta en porcelana. ?Nadie en
Agradecido por haber completado por fin el recorrido del salon, Darcy dejo a la senorita Bingley entregada a las gentilezas de su anfitrion. Al ver sobre las mesas una jarra de cafe fuerte y caliente, acepto una taza y fue a colocarse junto a la enorme chimenea, cuya magnifica talla en piedra dominaba el salon. Se recosto contra la piedra y trato de aliviar la tension poniendoles nombres a las caras que lo rodeaban, pero se dio cuenta de que no podia evitar que sus ojos buscaran a Elizabeth Bennet.
Las damas estaban inmersas en una animada conversacion con el coronel Forster, que parecia encontrarse muy a gusto con ambas. Darcy dejo la taza sobre una mesa y se coloco discretamente en un lugar donde pudiera oir lo que decian. Esta vez, sin embargo, el contenido de la charla fue un poco decepcionante: una campana para organizar un baile militar que cualquier dama del salon podria llevar a cabo. El coronel capitulo con elegancia, las damas le dieron las gracias, le hicieron una reverencia y siguieron su camino, con las cabezas muy juntas, intercambiando confidencias.
De repente, Elizabeth puso una mano sobre el brazo de su amiga y dirigio delicadamente su atencion hacia el otro lado del salon. Darcy siguio la direccion de su mirada y, con un poco de disgusto, vio a Bingley y a la hermana mayor de la senorita Bennet, conversando en voz baja en un saloncito retirado. Esto no habia pasado inadvertido a otras personas. Darcy pudo ver que la senorita Bingley estaba observando a su hermano con una molesta