de una herradura por parte del caballo principal del carruaje, lo que los obligo a atravesar el campo a una velocidad menor de la habitual. El aroma almizclado del perfume de la senora Hurst, que parecia invadir el coche, estuvo a punto de levantarle dolor de cabeza, asi que cuando finalmente llegaron al salon de su anfitrion, Darcy apenas podia contener su irritacion.
Tras insistir en ser el ultimo del grupo en presentar sus respetos al anfitrion, Darcy se detuvo un momento en la puerta para aclarar sus ideas y recuperar el equilibrio. La senorita Bingley fue cordialmente recibida por el
– Tendra que contarme que le parece su nueva escopeta, senor Bingley. He estado considerando comprar una de ese mismo modelo.
– Tendre mucho gusto en contarselo todo, senor, pero ?no cree que una demostracion vale mas que mil palabras? Debe venir a Netherfield tan pronto le sea posible y probarla usted mismo -propuso generosamente Bingley, ofreciendo una invitacion que consolidaba aun mas su aprobacion entre los residentes de Hertfordshire. Luego avanzo para presentarle sus respetos a la esposa del
Por ultimo, Darcy se presento ante el anfitrion.
– Senor Darcy -comenzo a decir el
– Mis disculpas,
– ?Bien hecho, senor Darcy! Veo que en ese cerebro hay mas cosas de las que revela su rostro. ?Me permite presentarle a mi esposa? -El
– ?Me permite saludarla esta noche, senorita Bennet, y desearle una buena velada? -comenzo a decir rapidamente, al tiempo que le hacia una reverencia tan correcta y elegante como si estuviera bajo la inspeccion de las reinas de la sociedad londinense. La inclinacion de la muchacha fue igualmente correcta.
– Claro, senor -dijo, haciendo una pausa, y luego anadio con cierta indiferencia, mientras levantaba la vista hacia el-: Aunque el hecho de que sea buena dependera de nosotros, ?no es asi? -Los labios de la senorita Elizabeth Bennet se curvaron para formar una sonrisa de cortesia que aparecio fugazmente, pero no antes de que Darcy quedara cautivado por la chispa que incluso una sonrisa tan anodina produjo en sus ojos. La confusion del caballero aumento cuando ella se hizo a un lado y miro a su alrededor con el ceno ligeramente fruncido, gesto que el tuvo que admitir que resultaba adorable-. Si tiene usted la bondad de excusarme, senor Darcy, hay algo que requiere mi inmediata atencion.
– Por supuesto, senorita Bennet -logro decir, aunque sus palabras solo alcanzaron a llegar a la espalda de la muchacha, que se retiraba apresuradamente. Sorprendido en cierta forma por ese tratamiento, Darcy penso primero que ella continuaba dandole su merecido por sus desconsideradas palabras de los dos ultimos encuentros y que ese aparente deseo de evitarlo formaba parte de su juego. Pero cuando la vio consolando a su agitada madre y «teniendo una charla» con una de sus hermanas menores, vio que la brusca manera en que la muchacha se habia retirado habia sido legitima y que sus sospechas eran infundadas.
Durante la cena, Darcy se sintio un poco decepcionado al no haber quedado estrictamente dentro del circulo de Elizabeth Bennet, pues estaba sentado al otro lado de la mesa y dos sillas mas alla; pero estaba lo suficientemente cerca para ser testigo de la manera sencilla y afable en que trataba a los que habian tenido la fortuna de compartir la mesa con ella. Con reticente admiracion, no pudo dejar de notar la deliciosa manera en que la muchacha le subio los animos al hosco y anciano mayor… y, mas tarde, la forma en que le aseguro a un joven y timido galan local que el nudo de su corbata estaba «esplendido». Ya estuviera intercambiando frases ingeniosas o escuchando con atencion, Darcy se dio cuenta de la inusual inteligencia que desplegaban los hermosos ojos oscuros de Elizabeth y se pregunto como habia podido descartarla de manera tan irreflexiva durante el baile.
Un invitado que estaba al otro lado le pidio su opinion sobre cierto tema, y Darcy tardo algunos minutos en poder volver a fijar su atencion en el extremo de la mesa. Sucedio entonces que la conversacion alrededor de Elizabeth Bennet habia cesado, lo que le permitio la oportunidad de tomar algo fresco. Extendio su esbelto brazo y agarro la copa entre sus dedos delicadamente formados. Darcy observo, inexplicablemente fascinado, como se la llevaba lentamente a los labios con una elegancia inconsciente. Le dio un sorbo al vino, con increible delicadeza, y volvio a dejar la copa en su lugar. Cuando ella hizo aquel sencillo gesto y volvio a poner la mano en el regazo, Darcy solto el aire, a pesar de que no se habia dado cuenta de que habia estado conteniendo la respiracion. Rapidamente desvio los ojos antes de que ella pudiera notar su inapropiado comportamiento y los dirigio a su propio vaso. Sintio que el pulso se le aceleraba, que su manera de agarrar la copa no demostraba la misma seguridad con que ella lo habia hecho y que el vino se balanceaba peligrosamente.
El
Despues de aceptar un vaso de un brandy frances no muy legal, se dio la vuelta y descubrio que era observado por un hombre mayor, cuya actitud revelaba un interes particular. Al notar la involuntaria tension de Darcy, en la mirada del hombre aparecio un brillo burlon mientras, para su sorpresa, le dirigia un saludo. Intrigado, el caballero contesto el saludo levantando su vaso de manera similar y bebio un ligero sorbo. El brandy era excelente y Darcy cerro los ojos durante un instante, deleitandose con su calidez. Cuando los abrio, vio el rostro resplandeciente de su anfitrion.
– Senor Darcy, ?me atrevo a decir que ni siquiera usted ha tenido la oportunidad de probar con frecuencia un ejemplo tan esplendido del arte de la destileria! -El
– Podriamos, si fuera de nuevo tabaco ingles -trono el mayor, que llegaba desde el otro extremo del salon para reunirse con ellos-. ?Ya basta de palabreria! ?Apuntemos nuestros canones a las calles de su capital y pongamos punto final a este absurdo! ?Los Estados Unidos! ?Bah! Recuerde mis palabras, senor. Pronto estaran marchando sobre la colonia de Canada si alguien en St. James no se preocupa por otra cosa que no sea el corte