Inconscientemente se levanto de la silla en busca de un angulo desde el que pudiera observar mejor a la dama, hasta que se encontro, para su disgusto, junto a Charles tras el divan, justo en el momento en que la senorita Elizabeth se inclinaba para saludar a la senorita Bingley. Mirandola fijamente, Darcy tuvo la esperanza de captar algun rastro de esa expresion de ironia que ya comenzaba a atribuirle a su propia imaginacion.
La senorita Elizabeth Bennet todavia tenia inclinada la cabeza cuando se levanto, pero Darcy pudo ver que tenia apretado el labio inferior y se lo mordia en un vano intento por evitar que apareciera un hoyuelo. Ella miro fugazmente hacia arriba, antes de bajar nuevamente la mirada como era apropiado.
– Senorita Elizabeth -saludo la senorita Bingley arrastrando las palabras-. ?Ya conoce a mi hermano, el senor Bingley? -Sin esperar a recibir una respuesta a su pregunta, la senorita Bingley senalo a su hermano, que estaba detras de ella-. Charles -comenzo a decir, mientras giraba la cabeza para mirar a su hermano por encima del hombro-, la senorita Elizabeth Ben… -Fuese lo que fuese a decir, quedo, de repente, atascado en su garganta, al ver no solo a su hermano, sino tambien a Darcy, esperando con ansiedad la presentacion-. Senorita Elizabeth Bennet -repitio, forzando un poco la sonrisa.
La invitada se inclino para hacer otra reverencia, al mismo tiempo que Charles hacia una ligera inclinacion. Esta vez, cuando se levanto, Darcy noto que lo hizo con una actitud decididamente mas suave.
– Senorita Elizabeth, creo que nos conocimos brevemente durante el baile del viernes pasado, asi que ya han transcurrido tres dias desde que le debo una disculpa. -La sonrisa de Bingley traicionaba la seriedad de sus palabras.
– ?Una disculpa, senor Bingley? -respondio ella con el mismo animo-. Aceptare encantada cualquier disculpa que tenga que ofrecerme, pero insisto en que primero me informe usted de las circunstancias que la ocasionaron. Por favor, senor, ilustreme, si es usted tan amable.
– ?Insiste usted en recibir una confesion ademas de una disculpa? -La fingida actitud horrorizada de Bingley le arranco una encantadora y discreta sonrisa a su interlocutora.
– ?Desde luego! Y hagalo enseguida, o su sentencia sera mucho mas severa.
– ?Dios me libre, lo confesare todo! Se trata de lo siguiente: olvide reclamar el baile que usted tan amablemente me prometio concederme. ?Una verguenza, no es asi, senorita Elizabeth?
– Si, asi es, senor. Deberia estar mortalmente ofendida por semejante descuido.
– Una serie de circunstancias lo justifican, se lo aseguro -se apresuro a explicar Bingley-. Inmediatamente antes de que la musica empezara, descubri que la senorita Bennet necesitaba un refresco, que me ofreci a ir a buscar, creyendo que tendria suficiente tiempo antes de que la orquesta se organizara. De camino a la mesa fui abordado por dos, no, por tres caballeros…
– ?Salteadores de caminos, sin duda? -lo interrumpio Elizabeth-. Le advierto, senor Bingley, que lo unico que calmaria mi indignacion seria el ataque de tres asaltantes, como minimo.
– Si, fueron tres salteadores, estoy seguro -confirmo Bingley, adoptando tal actitud de desesperacion que Elizabeth no pudo reprimir la risa a la que se sumo inmediatamente el.
– Esta usted perdonado, senor Bingley, pero solo porque su abandono se debio al deseo de ayudar a mi hermana. Dicha gentileza siempre debe ser alentada.
– Gracias. Es usted muy amable, senorita Bennet. -Bingley miro a su lado y se encontro con la expresion cautelosa de Darcy-. Pero soy negligente y pronto me vere obligado a ofrecerle otra disculpa, por la cual no sere perdonado con tanta facilidad. -Bingley se enderezo-. Senorita Elizabeth Bennet, ?me permite presentarle a mi amigo, el senor Darcy?
Darcy no se sintio capaz de interferir en la charada representada por Bingley y la senorita Bennet y justifico su reticencia en el hecho de que no habian sido adecuadamente presentados. La habilidad de la muchacha para responder con ingenio lo sorprendio. Se dejo absorber por completo por la pequena farsa, pero cuando Bingley retomo el tono formal y los presento, Darcy volvio de nuevo al presente. La actitud con la que la senorita Bennet acepto la presentacion fue, penso Darcy, inusualmente contenida, teniendo en cuenta el buen humor que habia mostrado con Bingley. Darcy sintio que asumia otra vez su tensa actitud de indiferencia.
– Darcy, tengo el gran placer de presentarte a la senorita Elizabeth Bennet y, si me disculpais, veo que su hermana parece estar necesitando algo y yo soy el unico que sabe donde esta. -Respondiendo con un guino a la cara de alarma de su amigo, Bingley hizo una inclinacion y se marcho apresuradamente hacia donde estaba la senorita Bennet.
– Senor Darcy -murmuro Elizabeth. Una vez que ella hizo la oportuna reverencia y el le correspondio, Darcy trato de buscar algo que decir, mientras se reprendia mentalmente por quedar atrapado precisamente en medio de una situacion que habia decidido evitar. Sin tener todavia una estrategia para romper el hielo, cayo en las trivialidades sociales que tanto detestaba, mientras fijaba la mirada en algo que estaba aparentemente mas alla de la muchacha.
– Encantado, senorita Bennet. ?Lleva mucho tiempo viviendo en Meryton?
– Toda mi vida, senor Darcy.
– Entonces, ?nunca ha estado en Londres? -pregunto Darcy con sorpresa.
– He tenido oportunidad de visitar Londres, senor, pero no durante la temporada de eventos sociales, si es a eso a lo que se refiere con «estar en Londres». -La aspereza del tono de la muchacha hizo que Darcy frunciera un poco el ceno, mientras se preguntaba que habria querido decir y, sin darse cuenta, la miro directamente a la cara. La senorita Elizabeth parecia toda inocencia, pero algo le dijo que aquello no era cierto. Tal vez era la manera casi imperceptible en que habia enarcado una de sus bien formadas cejas, o la tendencia de su hoyuelo a asomarse. No obstante, Darcy sabia que estaba siendo objeto de una burla. Y no le gusto sentirse asi.
– Yo no diria que el hecho de haber viajado a Londres solo para visitar tiendas de modistas es haber estado realmente en la ciudad -replico con frialdad.
– ?Senor Darcy, es usted demasiado amable! -La sonrisa de la muchacha era tan afectada que Darcy supo enseguida que no debia tomarla por otra cosa que una falsedad y que su intento de disminuir la impertinencia de la muchacha habia fracasado estrepitosamente. Entrecerro los ojos. ?Por que razon debia ella fingir un sentimiento de gratitud? ?Estaba claro que el no habia tenido intencion de elogiarla! Sus sospechas sobre el proposito de la muchacha se confirmaron rapidamente-. ?Como puede un caballero tan distinguido como usted pensar que mi vestido es un diseno londinense! Me temo que debo desenganarlo, senor. Solo se trata de una confeccion local, pero tenga la seguridad de que le repetire a mi modista su amable cumplido. -Elizabeth hizo otra fugaz inclinacion antes de que Darcy, que aun no salia de su asombro, pudiera pensar en una respuesta coherente y dijo-: Por favor, disculpeme, senor Darcy. Mi madre me necesita.
No, la senorita Elizabeth Bennet no estaba impresionada con la sofisticacion londinense de la senorita Bingley o de la senora Hurst, y tampoco parecia sentir la necesidad de modificar su manera de ser para imitar la gracia de Caroline, como estaban haciendo la mayor parte de sus vecinas en ese preciso momento. En lugar de eso, penso Darcy, comprendiendolo por fin, ?a la senorita Bennet le parecia que la conducta de la senorita Bingley era reprobable! A juzgar por la expresion de burla de sus ojos, lejos de cultivar una amistad con la senorita Bingley, la