hermana mayor.

El silencio invadio el salon, mientras los tres acompanantes de Darcy esperaban su respuesta. Al mismo tiempo que se limpiaba las manos con la servilleta que tenia en el regazo, se le paso por la cabeza la idea de que, de una forma misteriosa, la senorita Elizabeth Bennet seguia exigiendo un castigo por su estupida torpeza. Asi que, mientras criticaba su rostro, su figura y sus modales con toda la despreocupacion que pudo reunir, dejo bien claro que la senorita Elizabeth Bennet no era su ideal de perfeccion en una mujer.

Capitulo 4

Intermezzo

La manana de la caceria amanecio fresca y despejada, ofreciendoles a los caballeros un excelente dia. Arropado por los consejos de Darcy, fruto de su experiencia en la organizacion de esta clase de asuntos, su naturaleza afable y su nueva escopeta ligera, Bingley se integro con facilidad entre los cazadores mas importantes del condado. Su arma fue objeto de numerosas aclamaciones, sus presas, alabadas, y su compania tan solicitada en las futuras cacerias que no se le hubiera podido culpar por considerarse el hombre mas afortunado del mundo.

A pesar de los repetidos intentos por parte de los otros caballeros de entablar conversacion, Darcy permanecio tercamente en la retaguardia, concentrado en el entrenamiento del joven lebrel que habia traido con el, en lugar de prestar atencion a la charla del grupo. Penso que lo mas probable es que fuera tal como Caroline Bingley habia dicho: «solo hablan de caballos y cacerias» y, en consecuencia, se trataba de una conversacion a la que unicamente necesitaba prestar atencion de vez en cuando. E incluso eso solo lo hizo por Charles, para ayudarlo a distinguir a todo el mundo mas tarde, cuando comentaran los acontecimientos del dia alrededor de un vaso de oporto en la biblioteca. Ese era el momento en que Bingley debia dejar su huella, y Darcy no tenia intencion de desviar la atencion de los habitantes de la zona hacia nada distinto de su amigo.

Respiro una gran bocanada de aire fresco y tonificante, lo retuvo un momento y lo saboreo tal y como habia hecho con el vino de la cena la noche anterior; luego exhalo lentamente, lo que hizo que el campo y el bosque frente a el comenzaran a vibrar a traves del vapor de su respiracion. El grupo habia atravesado el campo sin el y sus voces se iban desvaneciendo en un silencio que alimentaba la paz del alma. Sin embargo, una llamada de atencion a la altura de sus rodillas rompio, de repente, aquella sensacion de paz. Darcy se puso en cuclillas, balanceandose sobre la planta de los pies, mientras acariciaba al perro detras de las orejas.

El animal, que habia dejado de ser un cachorro, tenia unas patas enormes, y lo alentaba una pasion por complacer a su amo que rayaba en lo comico. La mirada de infinita adoracion que levantaba hacia Darcy luchaba abiertamente con la pura dicha que experimentaba por estar, al fin, al aire libre. Darcy no pudo evitar una sonrisa al ver como la batalla entre obediencia e impulso hacia que el perro temblara debido a la tension y el entusiasmo. El lebrel le lanzo finalmente una mirada de suplica tan conmovedora que Darcy habria tenido que ser de piedra para resistirla, a pesar de que el mismo no sintiera un eco de la misma lucha en su interior. Le dio al animal una caricia rapida y vigorosa y, recogiendo del suelo un palo de buen tamano, se incorporo totalmente y miro al perro con firme autoridad. Sabueso y amo se miraron mutuamente, atentos a captar en el otro cualquier asomo de debilidad. Darcy dejo que la tension entre ellos creciera hasta que, levantando el brazo todo lo que pudo, lanzo el palo y grito la palabra mas hermosa que puede esperar oir un perro:

– ?Traelo!

Como un resorte muy apretado que se suelta de repente, el sabueso salto hacia delante en silencio, totalmente concentrado en su presa. En cuestion de segundos, un ruido entre la alta hierba indico que el sabueso estaba buscando el palo. Darcy comenzo a caminar en la direccion que habia tomado el grupo, seguro de que el entusiasmo del perro por el juego lo traeria otra vez rapidamente a su lado. El animal no lo decepciono. Despues de quitarle el palo con dificultad, Darcy lo volvio a lanzar, pero esta vez no dio ninguna orden. El sabueso se sento directamente frente a el, interponiendose en el camino, y en sus grandes ojos aparecio reflejada una pregunta. Darcy espero. Un breve aullido de impaciencia se escapo de su hocico y termino con un ladrido agudo.

– ?Traelo! -La orden casi pilla al sabueso por sorpresa, pero salio corriendo y Darcy continuo su camino, apurando el paso. Alcanzo a los demas justo cuando el animal regreso, llevando su tesoro con orgullo, fuertemente apretado entre los dientes.

– Vaya, Darcy, su perro debe de ser de una utilidad increible para usted. El mio solo trae la presa, ?mientras que el suyo tambien se preocupa por conseguir la lena para cocinarla! -senalo jocosamente uno de los caballeros que estaba con Bingley. El grupo se rio de buen grado y Darcy los acompano.

– Caballeros, esta ha sido una manana muy agradable -dijo Bingley y espero un momento con satisfaccion, pues fue interrumpido por varios gestos de aprobacion-. Gracias… ha sido un placer. -Inclino la cabeza para agradecer los comentarios-. Yo, por mi parte, encuentro que me ha despertado un considerable apetito. ?Que tal si regresamos y vemos que ha elegido mi cocinero para alimentar a unos caballeros que vuelven de una exitosa manana de caceria?

Levantando el arma por encima del hombro, Darcy llamo a su perro para que abandonara la busqueda del preciado palo y dio media vuelta para dirigirse a Netherfield. Un golpe en su otro hombro le hizo girar la cabeza rapidamente, pero se relajo de inmediato cuando se dio cuenta de que era Bingley, que venia detras.

– ?Que opinas? -le pregunto su amigo en voz baja, mientras se quedaban un poco rezagados-. ?Puedo informar a mis hermanas de que he cumplido con mi mision?

– Sin duda alguna -le aseguro Darcy y anadio con una sonrisa ironica-: Procura no presentarte a un escano en el Parlamento en la proxima eleccion, ?porque seguro que ganarias si continuas en esta direccion!

Bingley solto una carcajada de felicidad y luego se inclino hacia Darcy con gesto conspirador.

– Segun una fuente fidedigna, la familia de cierta jovencita tambien ha aceptado una invitacion a cenar en la casa del squire manana por la noche. Y -continuo, sin ver el brillo peligroso que aparecio en los ojos de Darcy al enterarse de aquella noticia- aunque es probable que las encontremos en casa de los King, tambien es seguro que estaran en la cena del coronel, porque la hija mas joven, segun he sabido, es muy amiga de la esposa del coronel.

– Te has olvidado de mencionar la reunion en casa de sir William. Me pregunto por que. -Darcy decidio que la creciente excitacion de Bingley podia soportar un poco de ironia.

– Ah, sabia que ellas estarian invitadas a esa reunion -contesto Bingley, sin percatarse de las segundas intenciones de la pregunta-. ?Yo me pregunto como es posible que no notaras que la senorita Elizabeth Bennet y la senorita Lucas son buenas amigas! Con frecuencia estan juntas. -Bingley sacudio la cabeza en senal de incredulidad y miro a Darcy-. De verdad, Darcy, normalmente eres mas observador.

Darcy solto un resoplido al percibir la ingenuidad de Bingley, pero se abstuvo de corregirlo. Entonces, senorita Elizabeth, ?parece que estamos destinados a encontrarnos continuamente?, penso. Me pregunto cual sera su proxima tactica. Bingley se alejo para reunirse con los otros caballeros y dejo a su amigo pensando en las fuerzas que necesitaria desplegar para el compromiso del dia siguiente.

Hacia el final de la velada en casa del squire Justin, Darcy supo que estaba totalmente derrotado. Nada habia salido como esperaba. Despues de evitar cualquier tipo de bebida fuerte ese dia para asegurarse de tener suficiente claridad mental, habia venido preparado para esquivar las frases ingeniosas y los dardos de su inquietante adversaria. Si la oportunidad se presentaba y todo salia bien, tambien tenia intencion de ofrecerle una disculpa. Pero no ocurrio ninguna de las dos cosas.

Al intentar rememorar los acontecimientos, Darcy ya fue consciente de que una velada que habia comenzado de una forma tan poco propicia nunca podria mejorar. Llegaron a la casa del squire con un retraso mucho mayor del que se consideraba elegante, debido a cierto detalle del vestido de la senorita Bingley que le disgusto en el ultimo minuto. Y la tardanza resulto ser mayor todavia a causa de la desafortunada perdida

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