– Creo que en todo individuo hay cierta tendencia a un determinado defecto, una debilidad natural, que ni siquiera la mejor educacion puede domar.

– Y su defecto es la propension a odiar a todo el mundo -refuto Elizabeth con aire de satisfaccion. La acusacion era tan absurda que Darcy no pudo evitar sonreir, al pensar en la frustracion que debia haberla generado. Sin embargo, juro que aunque no saliera triunfante del campo de batalla, al menos se iria con dignidad. ?Que la muchacha tomara un poco de su misma medicina! Darcy se levanto de la silla y, sonriendo al ver la actitud desafiante de la senorita Elizabeth, respondio con calma:

– Y el suyo, senora, es la vocacion a malinterpretar a todo el mundo -dijo, le hizo una respetuosa inclinacion, tomo su libro y dio las buenas noches a todos los presentes.

Despues de entrar en su alcoba, se quito la chaqueta y la tiro sobre uno de los sillones. Pronto siguieron el chaleco y la corbata, que formaron una pequena montana. El discreto golpe de Fletcher en la puerta le hizo dar media vuelta, pero Darcy declino la ayuda del criado y lo dejo libre durante el resto de la noche, aunque le ordeno que tuviera su ropa de montar lista a las siete de la manana al dia siguiente. Se paso una mano por el pelo de manera distraida, se sento en la cama y se dedico a quitarse las botas. Despues se recosto y estiro el cuerpo, relajando los musculos desde la punta de los dedos hasta los pies, hasta que la tension de la noche se desvanecio por completo. Luego se levanto y fue hasta la ventana para mirar hacia la noche.

Desafio a cualquiera a encontrar una chiquilla mas impertinente y testaruda. ?Que insolencia y que atrevimiento! Siempre dispuesta a batirse por cualquier pretexto. Se detuvo un momento, mientras su conciencia le exigia examinar ese arranque cargado de prejuicios. Darcy solto un suspiro. Listo para enfrentarse a si mismo, sin duda. El era el unico que parecia provocar esa impulsiva descarga de comentarios sarcasticos. Tal vez incluso los alentaba, en cierta forma, porque estaba claro que la muchacha era muy gentil y autentica con aquellos a quienes amaba. Su rostro… cuando mira a esas personas… un afecto tan carinoso…

?Por que, entonces, sigues prestandole atencion?, pregunto su voz interna. Darcy se retiro de la ventana y volvio a acostarse en la cama. De repente, antes de que la razon pudiera mitigar su poder, la respuesta parecio resonar, inequivoca, en su interior. Porque ella es mente y corazon, y lo que tu siempre has deseado. Durante un buen rato, quedo atrapado entre la excitacion y el terror producidos por su confesion, pero el habia sido preparado desde la cuna para la posicion que ocupaba en la vida y el deber que tenia con su familia. Cuando se giro hacia un lado y apreto la almohada contra la mejilla, ya habia decidido que, por el bien de ambos, nunca volveria a permitir que se escapara por su parte ninguna senal de admiracion. Su corazon por fin dejo de palpitar de manera acelerada, pero a pesar de lo mucho que intento conciliar el sueno, este se nego a hacer su aparicion hasta las primeras horas de la madrugada.

A pesar de haber dormido poco, Darcy se desperto a las seis en punto, como era su costumbre. No hizo ningun intento de levantarse al oir el reloj, sino que se quedo enredado en las ensonaciones de una noche de insomnio y observo como penetraban los primeros rayos de sol a traves de las ramas desnudas de los arboles. Su primer deseo fue volver a abandonarse al sueno, pero sintio que, al intentarlo, una extrana tension se apoderaba de su corazon. Las decisiones de la noche anterior salieron entonces a la luz, disipando la sensacion de dulzura que todavia lo invadia, y lo convencieron de no retrasarse mas en levantarse. Resultaria conveniente distraerse galopando, antes de que se evaporaran las brumas de la manana. Seria mejor evitarla hoy totalmente, se dijo a si mismo, retirando las mantas y levantandose para quitarse el camison y llamar a Fletcher.

Una jarra de cobre llena de agua hirviendo, que llevaba uno de los ayudantes de la cocina, precedio la llegada de su ayuda de camara. Darcy se sento y cerro los ojos, mientras Fletcher organizaba sus instrumentos y comenzaba a afilar la cuchilla de la navaja de afeitar con gestos precisos. El ritmico ir y venir de la navaja casi consiguio adormilar de nuevo a Darcy, pero se desperto de repente cuando la cuchilla caliente avanzo sobre su barbilla. Fue tal el sobresalto que Fletcher le hizo un pequeno corte.

– ?Senor Darcy, por favor! Le ruego que tenga la bondad de no moverse. Tendre que ponerle un esparadrapo y los dos sabemos lo mucho que a usted le desagrada eso. -Darcy solto un grunido e hizo una mueca cuando le puso el adhesivo-. Ya esta, senor. No se le notara cuando deba presentarse ante las senoras.

– El unico que me vera esta manana sera Nelson, y dudo que le moleste en absoluto -contesto Darcy, haciendo que Fletcher soltara una risita. Un golpecito en la puerta interrumpio la tarea del ayuda de camara. Fletcher fue a abrir y dejo entrar a otro ayudante de la cocina, que traia una bandeja.

– Me tome la libertad de ordenar su desayuno, senor Darcy. Solo algo ligero antes de su cabalgada, senor. - Darcy asintio con la cabeza en senal de aprobacion y colocaron la bandeja sobre una mesa a la cual acercaron una silla. Fletcher despidio al muchacho con toda la autoridad que le daba su posicion y termino rapidamente de afeitar a su patron, tras lo cual le dejo algunas toallas tibias para que completara su aseo matutino.

Darcy termino rapidamente y luego se presento en el vestidor, donde Fletcher lo ayudo a prepararse para su paseo a caballo. Se puso la ropa de manera mecanica, con la cabeza curiosamente adormilada. Murmurando unas palabras de agradecimiento, regreso a su alcoba y levanto la tapa de la bandeja del desayuno. El fuerte aroma del cafe y de un trozo de carne perfectamente bien aderezada lo saco con suavidad de su adormecimiento y despues de unos cuantos bocados comenzo a sentirse mucho mejor. El reloj de la habitacion dio las siete; Darcy se levanto, agarro sus guantes, el sombrero y la fusta, y salio en silencio a encontrarse con la manana.

Parado al pie de las escaleras que descendian hasta el sendero de los carruajes, Nelson sacudia la cabeza, avanzando un poco y retrocediendo luego, e intimidando en general a todos los mozos de cuadra de Netherfield. Enderezo las orejas al oir que la puerta se abria y giro su enorme cabeza hacia el lugar de donde procedia el ruido. Despues de ver a su amo, estampo el casco con fuerza en el suelo, peligrosamente cerca del pie del mozo, y lanzo un grosero resoplido, que dejo escapar columnas de vapor que se mezclaron con el frio aire de la manana.

– Buenos dias, senor -dijo el mozo jadeando y sin tratar de ocultar la sensacion de alivio que cruzo por su cara-. Esta un poco agitado esta manana, senor.

– ?Eso parece! ?Te ha estado causando problemas otra vez? -Darcy miro a Nelson con el ceno fruncido, pero el animal solo se agito al oir la reprimenda, movio la cabeza y solto otra bocanada de vapor-. Pareces un verdadero dragon esta manana, viejo amigo. -Darcy tomo las riendas y, declinando el ofrecimiento de ayuda por parte del caballerizo, salto sobre la silla. Nelson aprovecho el momento de calma que reino mientras Darcy revisaba los estribos, para ejecutar una danza de saltos y sacudidas que le recordaron a su jinete que, en el mundo de los caballos, el estaba tan bien relacionado como Darcy-. ?Ah, de modo que asi es! Estas tan lleno de tu propio orgullo que desprecias practicar los modales de un caballero. - Darcy tomo las riendas y tiro de ellas hasta que tocaron la boca de Nelson y luego le hizo un gesto de asentimiento al mozo para que le soltara la cabeza.

El entusiasmo del caballo cuando Darcy le permitio comenzar un trotecito suave fue palpable, lo cual confirmo su sospecha de que la salida de esa manana seria un duelo de temperamentos. Extranamente, no era una perspectiva que le desagradara. Los rigores de un ejercicio como ese seguramente aliviarian, o tal vez disiparian por completo, la opresion que todavia sentia en el corazon.

– ?Es evidente que los dos necesitamos exorcizar unos cuantos demonios! -susurro Darcy. Las orejas de Nelson se movieron hacia atras al oir la voz de su amo y el resoplido que siguio le aseguro al jinete que el caballo estaba totalmente de acuerdo.

A medida que se aproximaban a una cerca que circundaba el inmenso campo que habia al este de la mansion, Darcy ordeno a su caballo pasar a medio galope y apreto la mandibula al sentir que Nelson tomaba impulso para saltarla. En cuestion de segundos, la cerca aparecio frente a ellos, brillando en medio de la bruma matutina. Caballo y jinete se lanzaron con determinacion; el mundo entero se redujo al golpeteo de esos cascos, los crujidos del cuero y la cerca que tenian enfrente, que desaparecio de repente cuando Nelson levanto las patas delanteras. Arqueo el lomo y, en medio de un silencio intemporal, llevo a su jinete por encima de la cerca. Aterrizo con un golpe que le arranco un rugido a sus enormes pulmones, pero su grupa ya estaba lista para el largo galope campo a traves. Darcy agacho la cabeza de manera impulsiva, hombre y bestia protegiendose del viento, y volaron como si los persiguieran los mismos perros del infierno.

Caballo y jinete regresaron varias horas despues, completamente exhaustos, pero en total armonia el uno con

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