– Creo que en todo individuo hay cierta tendencia a un determinado defecto, una debilidad natural, que ni siquiera la mejor educacion puede domar.
– Y
– Y el suyo, senora, es la vocacion a malinterpretar a todo el mundo -dijo, le hizo una respetuosa inclinacion, tomo su libro y dio las buenas noches a todos los presentes.
Despues de entrar en su alcoba, se quito la chaqueta y la tiro sobre uno de los sillones. Pronto siguieron el chaleco y la corbata, que formaron una pequena montana. El discreto golpe de Fletcher en la puerta le hizo dar media vuelta, pero Darcy declino la ayuda del criado y lo dejo libre durante el resto de la noche, aunque le ordeno que tuviera su ropa de montar lista a las siete de la manana al dia siguiente. Se paso una mano por el pelo de manera distraida, se sento en la cama y se dedico a quitarse las botas. Despues se recosto y estiro el cuerpo, relajando los musculos desde la punta de los dedos hasta los pies, hasta que la tension de la noche se desvanecio por completo. Luego se levanto y fue hasta la ventana para mirar hacia la noche.
A pesar de haber dormido poco, Darcy se desperto a las seis en punto, como era su costumbre. No hizo ningun intento de levantarse al oir el reloj, sino que se quedo enredado en las ensonaciones de una noche de insomnio y observo como penetraban los primeros rayos de sol a traves de las ramas desnudas de los arboles. Su primer deseo fue volver a abandonarse al sueno, pero sintio que, al intentarlo, una extrana tension se apoderaba de su corazon. Las decisiones de la noche anterior salieron entonces a la luz, disipando la sensacion de dulzura que todavia lo invadia, y lo convencieron de no retrasarse mas en levantarse. Resultaria conveniente distraerse galopando, antes de que se evaporaran las brumas de la manana.
Una jarra de cobre llena de agua hirviendo, que llevaba uno de los ayudantes de la cocina, precedio la llegada de su ayuda de camara. Darcy se sento y cerro los ojos, mientras Fletcher organizaba sus instrumentos y comenzaba a afilar la cuchilla de la navaja de afeitar con gestos precisos. El ritmico ir y venir de la navaja casi consiguio adormilar de nuevo a Darcy, pero se desperto de repente cuando la cuchilla caliente avanzo sobre su barbilla. Fue tal el sobresalto que Fletcher le hizo un pequeno corte.
– ?Senor Darcy, por favor! Le ruego que tenga la bondad de no moverse. Tendre que ponerle un esparadrapo y los dos sabemos lo mucho que a usted le desagrada eso. -Darcy solto un grunido e hizo una mueca cuando le puso el adhesivo-. Ya esta, senor. No se le notara cuando deba presentarse ante las senoras.
– El unico que me vera esta manana sera
– Me tome la libertad de ordenar su desayuno, senor Darcy. Solo algo ligero antes de su cabalgada, senor. - Darcy asintio con la cabeza en senal de aprobacion y colocaron la bandeja sobre una mesa a la cual acercaron una silla. Fletcher despidio al muchacho con toda la autoridad que le daba su posicion y termino rapidamente de afeitar a su patron, tras lo cual le dejo algunas toallas tibias para que completara su aseo matutino.
Darcy termino rapidamente y luego se presento en el vestidor, donde Fletcher lo ayudo a prepararse para su paseo a caballo. Se puso la ropa de manera mecanica, con la cabeza curiosamente adormilada. Murmurando unas palabras de agradecimiento, regreso a su alcoba y levanto la tapa de la bandeja del desayuno. El fuerte aroma del cafe y de un trozo de carne perfectamente bien aderezada lo saco con suavidad de su adormecimiento y despues de unos cuantos bocados comenzo a sentirse mucho mejor. El reloj de la habitacion dio las siete; Darcy se levanto, agarro sus guantes, el sombrero y la fusta, y salio en silencio a encontrarse con la manana.
Parado al pie de las escaleras que descendian hasta el sendero de los carruajes,
– Buenos dias, senor -dijo el mozo jadeando y sin tratar de ocultar la sensacion de alivio que cruzo por su cara-. Esta un poco agitado esta manana, senor.
– ?Eso parece! ?Te ha estado causando problemas otra vez? -Darcy miro a
El entusiasmo del caballo cuando Darcy le permitio comenzar un trotecito suave fue palpable, lo cual confirmo su sospecha de que la salida de esa manana seria un duelo de temperamentos. Extranamente, no era una perspectiva que le desagradara. Los rigores de un ejercicio como ese seguramente aliviarian, o tal vez disiparian por completo, la opresion que todavia sentia en el corazon.
– ?Es evidente que los dos necesitamos exorcizar unos cuantos demonios! -susurro Darcy. Las orejas de
A medida que se aproximaban a una cerca que circundaba el inmenso campo que habia al este de la mansion, Darcy ordeno a su caballo pasar a medio galope y apreto la mandibula al sentir que
Caballo y jinete regresaron varias horas despues, completamente exhaustos, pero en total armonia el uno con