guardaban ahora silencio. Se detuvo un instante en lo alto de las escaleras, y casi pudo sentir a la totalidad de Netherfield conteniendo el aliento, esperando la senal que les permitiria comenzar. El sonido de un carruaje que se acercaba rompio el silencio y, mientras los criados se apresuraban a recibir a los primeros invitados, los musicos tocaron los primeros compases. Darcy respiro profundamente para calmarse, se puso los guantes y comenzo a descender lentamente las escaleras para deslizarse entre el remolino de la sociedad de Hertfordshire. El baile, segun parecia, acababa de comenzar.

* * *

Los musicos ya llevaban tres cuartos de hora tocando y ellas todavia no habian llegado. Darcy se volvio a poner los guantes, alisandolos sobre sus manos, mientras asentia en respuesta a varios saludos que le habian lanzado al pasar. La tardanza de la familia Bennet lo sorprendia, porque si el hubiese sido jugador, habria apostado a que la senora Bennet seria de las primeras en llegar a un baile que se ofrecia practicamente a instancias de sus hijas. No obstante, Darcy habia ocupado el tiempo cumpliendo con su deber al lado de Bingley, pero se preocupo de hacerlo de manera muy circunspecta, bordeando siempre la periferia del creciente grupo de invitados, mientras esperaba tensamente la llegada de Elizabeth Bennet.

No todos los invitados eran indeseables, claro. El saludo que Darcy le ofrecio al coronel Forster y a varios de sus oficiales mas antiguos fue respondido con cortesia y verdadero carino. Y si falto algo de eso, tal ausencia fue bien subsanada por el squire Justin, cuya respuesta al saludo de Darcy estuvo marcada por una familiar letania de agudas pero afectuosas observaciones acerca de sus vecinos y salpicada de contagiosas risas. Darcy no logro evitar a la senora Long y a su esperanzada sobrina, y se salvo de hacerles un desplante solo por la oportuna intervencion del vicario y su esposa.

Tras disculparse lleno de gratitud por la manera en que lo habian rescatado, Darcy se retiro a la ventana que daba sobre el camino y miro hacia la noche. ?Sera posible que haya pasado algo? Levanto la barbilla y se acomodo discretamente el nudo de la corbata. Si no llega pronto… Un coche aparecio a lo lejos, con sus farolillos balanceandose furiosamente mientras los caballos comenzaban a frenar ante las antorchas que iluminaban el comienzo de las escaleras. Los muchachos de las caballerizas se acercaron corriendo y agarraron el arnes del caballo principal, mientras que un lacayo abria la puerta del carruaje y desplegaba la escalerilla. Darcy se acerco mas a la ventana, entrecerrando los ojos por el resplandor de las antorchas. ?Habia llegado!

Se retiro de la ventana y se sumergio en el salon lleno de gente, abriendose camino hacia el vestibulo y la fila de recepcion conformada por los Bingley y los Hurst. Pero no tuvo suerte en su avance. Cuando llego a la puerta, Elizabeth y su familia ya habian recorrido toda la fila y se habian dispersado entre la multitud que seguia creciendo. Dio media vuelta con la esperanza de encontrarla en la galeria que llevaba al salon de baile. Pero su avance nuevamente fue lento, y estaba maldiciendo en silencio el exito del pequeno baile de pueblo de Bingley, cuando la vio.

Estaba conversando con uno de los oficiales mientras se dirigian al salon de baile. No pudo verle la cara, pero su figura era inconfundible. Tenia el pelo recogido con delicadas cintas entrelazadas con exquisitas flores y tres magnificos rizos colgaban de manera encantadora alrededor de su cuello. Darcy apresuro el paso, pero fue frenado por unos cadetes que, evidentemente incomodos en sus uniformes, se detuvieron a mirar a su alrededor como si nunca antes hubiesen asistido a un evento social. Darcy logro esquivarlos, decidido a alcanzar a Elizabeth antes de que fuese absorbida otra vez por la multitud. No se habia alejado mucho. De hecho, estaba a solo unos pasos de el, aparentemente escuchando las palabras del oficial, el senor Denny, con la mayor atencion.

Los jovenes oficiales que habia dejado atras volvieron a adelantarle, llevando de la mano a unas jovenes a quienes Darcy pudo identificar como las hermanas menores de Elizabeth. Los jovenes rodearon a Elizabeth y a Denny, y despues de que una de las muchachas le diera un tiron al oficial, los arrastraron al salon de baile. Elizabeth se dio la vuelta y les dijo adios con una sonrisa melancolica. Cuando lo hizo, Darcy por fin pudo verla completamente. Y aquella vision lo conmovio en lo mas profundo de su ser. De repente, se volvio doloroso respirar. El rugido de la sangre al circular por sus venas hizo que el mundo que lo rodeaba quedara en silencio.

?Parte de mi alma, yo te busco!

Reclama mi otra mitad…

?Donde habia leido eso? Reflexiono mientras se quedaba inmovil, hipnotizado por la vision que tenia frente a el. «Parte de mi alma…». Trato de mover sus piernas. Dio un paso hacia aquellos maravillosos ojos iluminados con tanta vida. «Yo te busco…». Otro paso y Darcy penso que sus ojos se encontrarian, pero no pudo ser porque ella se estaba alejando. «Mi alma…».

– ?Senorita Elizabeth! -exclamo Darcy con un tono de voz a la vez discreto y eficaz. La muchacha lo oyo porque se detuvo y despues de una brevisima vacilacion, dio media vuelta.

– Senor Darcy. -Elizabeth le hizo una reverencia, al tiempo que el se inclinaba, pero la actitud con la que se encaro a el no se parecia en nada a la que habia obnubilado sus sentidos hacia solo un momento. La frialdad que Darcy percibio en la inclinacion de la barbilla de Elizabeth contrastaba de manera desconcertante con el vigor que reflejaban sus ojos. La senorita Bennet no estaba contenta, saltaba a la vista; pero la causa de esa incomodidad le resultaba esquiva, al igual que los pequenos discursos que habia compuesto con la esperanza de obtener el favor de la muchacha. Confundido, prefirio refugiarse en una segura pregunta sobre su estado de su salud.

– Me encuentro bastante bien, senor.

– ?Y su hermana, la senorita Bennet, no ha sufrido ninguna recaida?

– Me complace decir que Jane disfruta de la misma buena salud que yo, senor Darcy.

– Ah, me alegro. -El caballero guardo silencio, pues la contemplacion de los encantadores rasgos de la muchacha a punto estuvo de ofuscar sus facultades mentales. Ante la falta de palabras, Elizabeth enarco una de sus delicadas cejas.

– Asi que mi hermana disfrutara de esta velada plenamente. -Elizabeth volvio a hacer una reverencia-. Senor Darcy -se despidio, dejandolo en medio de la galeria. La manera fria y brusca que la muchacha acababa de utilizar con el lo sorprendio, pero el placer de ver como se alejaba su figura fue suficiente compensacion por el momento. Darcy se sacudio ligeramente la parte delantera de su chaqueta y escucho el ruido de un papel.

?Milton! Enseguida le vino a la mente el origen de las frases. ?El libro que ella habia estado leyendo en la biblioteca! Darcy sonrio para sus adentros, mientras avanzaba hacia el salon de baile a grandes zancadas. El canto de Adan despues de ver por primera vez a Eva. ?Que apropiado! Entro en el salon y se coloco en un lugar donde tuviera la mejor vista del baile. Elizabeth estaba a un lado, absorta en una conversacion con su amiga la senorita Lucas. «A fin de que permanezcas para siempre a mi lado…». Dejo escapar un suspiro, cambiando de posicion y entrelazo las manos enguantadas sobre la espalda. ?Que apropiado! ?Que cierto!

Los musicos tocaron una cuerda para anunciar que el baile estaba a punto de comenzar. Bingley, observo Darcy, ya habia pedido la mano de la senorita Bennet y la estaba escoltando ahora a la cabeza de la fila, un honor que no pasaria inadvertido para nadie. Caroline Bingley siguio, del brazo de sir William, con su hermana y su cunado detras. Darcy le lanzo una mirada de reojo a Elizabeth, que todavia estaba ocupada con la senorita Lucas, pero su vista se vio obstaculizada por un caballero que le resultaba vagamente conocido y decididamente peculiar. Fruncio el ceno al ver que el hombre se inclinaba para besar la mano de Elizabeth y la dama le lanzaba a su amiga una mirada de impotencia. Tomaron su lugar en la fila y Darcy dio una vuelta alrededor, para satisfacer su curiosidad acerca de la identidad del hombre.

Ah, si. Era su primo de Kent… el pastor. Se rio para sus adentros al ver la manera en que su dulce tormento fruncia los labios y levantaba la barbilla, tratando de aceptar con elegancia el hecho de tener que bailar con su primo. La musica comenzo y solo unos segundos despues Darcy tuvo que mirar hacia otro lado para evitar estallar en un inapropiado ataque de risa. ?El hombre realmente no tenia ni idea de bailar! La parte menos admirable de Darcy volvio a regodearse en la desdicha de Elizabeth. Al siguiente giro de la danza, el hombre tomo la direccion equivocada y luego agravo la confusion creada, ofreciendo profusas disculpas cuando lo unico que debia hacer era prestar atencion a los pasos. Inmediatamente despues estuvo a punto de arrollar a una dama grande y pomposa cuando, con la cabeza inclinada, se lanzo prematuramente a hacer el cruce de parejas, lo que provoco que Elizabeth le murmurara instrucciones mientras se ruborizaba de mortificacion. Luego, agarrando las manos de la

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