dimensiones del salon o el numero de parejas.
Darcy la miro a la cara con alivio. Alli estaba la Elizabeth que conocia.
– Senorita Bennet, ?por favor instruyame! Por mi honor que dire cualquier cosa que usted desee escuchar.
Elizabeth agradecio la galanteria de su comentario con un gesto de los labios que se convirtio en una reticente sonrisita.
– Muy bien; esa respuesta servira por el momento. -Darcy desafio a los devastadores ojos de la muchacha hasta el ultimo segundo, mientras que ella hacia un circulo a su alrededor. Cuando volvio a aparecer del otro lado, fue ella quien lo miro de manera desafiante-. Quiza poco a poco me convenza de que los bailes privados son mas agradables que los publicos. -Darcy tomo la mano de Elizabeth al mismo tiempo que los dos volvieron a quedar mirando el extremo del salon-. Pero
Darcy se dio perfecta cuenta de que el gesto de la muchacha de aceptar guardar silencio era, en realidad, una orden para que el retomara el hilo de la conversacion.
– ?Acostumbra usted hablar mientras baila? -replico Darcy, seguro de que la respuesta mas certera era acceder al pequeno capricho de la muchacha.
Elizabeth enarco las cejas al oir eso, y Darcy penso que habia detectado una chispa en sus ojos que contradecia la actitud de severidad que habia vuelto a apoderarse de sus labios.
– Algunas veces. -Su instructora hizo una pausa mientras Darcy hacia un circulo a su alrededor-. Es preciso hablar un poco, ?no cree? -Esta vez fue ella la que busco agarrarse a la mano de el para dar el siguiente paso-. Seria extrano estar juntos durante media hora sin decir ni una palabra. -Elizabeth lo miro como si estuviera considerando una deduccion logica-. Pero en atencion a
?Esa ultima afirmacion tenia la apariencia de ser una verdad a medias!
– ?Se refiere a usted misma? -se defendio Darcy con delicadeza, si no con elegancia-. ?O lo dice por mi? -La manera en que su pareja tomo aire al oir sus palabras le demostro que el dardo habia dado en el blanco, pero la respuesta se volvio imposible, pues una vez mas la danza volvio a separarlos.
– Por los dos -contesto ella, ante el asombro de Darcy, cuando volvieron a reunirse. Y la sensacion de sorpresa aun se acrecentaria mas-. Pues he encontrado un gran parecido en nuestra forma de ser. Los dos somos poco sociables, taciturnos y enemigos de hablar, a menos que esperemos decir algo que deslumbre a todos los presentes y pase a la posteridad con todo el brillo de un proverbio.
Darcy no sabia si ella estaba tratando de causarle risa o rabia. Nuevamente, hizo un amago de ataque y se puso a la defensiva.
– Estoy seguro de que usted no es asi. -Darcy hizo la media inclinacion que correspondia a la danza y luego espero, inmovil, a que ella diera una vuelta a su alrededor-. En cuanto a
Elizabeth volvio a su puesto y tomo la mano extendida del caballero.
– No puedo juzgar mi propia obra.
Con cierta aspereza, Darcy avanzo hacia su pareja para tomar su mano del caballero que estaba a su derecha, lo cual hizo que el papel que tenia guardado en el bolsillo del pecho crujiera suavemente. ?La carta de Georgiana! Totalmente olvidado, el contenido de la carta volvio a penetrar en su conciencia y, por el bien del carino de su hermana, resolvio intentar una vez mas atravesar aquella especie de torrente agresivo con que lo trataba Elizabeth.
– Senorita Bennet -comenzo cuando volvio a apoderarse de su mano para el siguiente paso-, Bingley y yo ibamos camino de Longbourn cuando tuvimos la alegria de encontrarnos con ustedes en el pueblo la semana pasada. ?Usted y sus hermanas suelen ir a Meryton con frecuencia?
– Asi es, senor, vamos con frecuencia. -Elizabeth lo miro de cerca-. Cuando nos encontro usted el otro dia, acababamos precisamente de conocer a un nuevo amigo.
– El senor Wickham esta dotado de modales tan gratos que ciertamente puede hacer amigos con facilidad. Lo que es menos cierto es que sea igualmente capaz de
– El ha tenido la desgracia de perder
Al oir la acusacion de la muchacha, a Darcy le empezo a dar vueltas la cabeza.
– Es evidente que pertenece usted a los ambientes mas distinguidos, senor Darcy -lo elogio-. Permitame decirle, sin embargo, que su hermosa pareja en nada desmerece de usted, y que espero volver a gozar del placer de verlos bailar, especialmente cuando tenga lugar cierto acontecimiento muy deseado, querida senorita Eliza. - Darcy siguio con la mirada el gesto de sir William y descubrio que estaba observando a Bingley y a la senorita Bennet, que bailaban juntos de nuevo. Darcy cerro los ojos con fuerza, molesto al ver que Bingley habia ignorado por completo su advertencia-. Apelo al senor Darcy… Pero no quiero interrumpirle, senor. Me agradecera que no lo prive mas de la cautivadora conversacion de esta senorita, cuyos hermosos ojos me estan tambien recriminando.
Al oir la mencion a los ojos de su pareja, Darcy volvio en si y se giro hacia ella, decidido a recuperar el terreno perdido por culpa de Wickham, fuesen cuales fuesen las mentiras que aquel canalla estuviese sugiriendo. Tal vez, si insistia un poco, Elizabeth se las revelaria. Darcy se preparo para atacar.
– La interrupcion de sir William me ha hecho olvidar de que estabamos hablando -confeso con una sonrisa forzada.
– No creo que estuviesemos hablando en absoluto. Sir William no habria podido interrumpir a otra pareja en todo el salon que tuviese menos que decirse -contesto ella con desprecio-. Ya hemos probado con dos o tres temas sin exito, y no puedo imaginar sobre que mas podemos hablar.
– ?Que piensa de los libros? -pregunto Darcy rapidamente, sonriendo al recordar ese dia que habian compartido en la biblioteca.
– ?Los libros! ?Oh, no! Estoy segura de que nuestras preferencias no son las mismas o, por lo menos, no sacamos las mismas impresiones.
Darcy casi se rie al oir la apresurada negativa de la muchacha.
– Lamento que piense eso; pero si asi fuera, de cualquier modo, no nos faltaria tema de conversacion. Podriamos comparar nuestras diversas opiniones -insistio el.
– No… No puedo hablar de libros en un salon de baile -contesto ella con voz temblorosa-. Tengo la cabeza ocupada con otras cosas.
– En estos lugares no piensa nada mas que en
– Si, siempre -afirmo ella, pensando, al parecer, en algo mas. Y luego, subitamente dijo-: Recuerdo haberle