– Aun mas, es una circunstancia muy prometedora para las ninas mas jovenes y un gran alivio para mi. ?Le sorprende que diga eso? ?Por que? Con seguridad… el hecho de que Jane se case tan bien contribuira a poner a sus hermanas en el camino de otros hombres ricos.
– ?Mama, por favor! -La suplica de Elizabeth llego hasta los oidos de Darcy, pero era tal la indignacion por su amigo, y no por el, que le resto importancia.
– … y asi las cosas, sera tan placentero poder dejarlas al cuidado de su hermana. Asi ya no estare obligada a acompanarlas a todas partes y podre asistir solo a los eventos sociales que me apetezca.
– ?Por el amor de Dios, mama, habla mas bajo! -Habia verdadera desesperacion en la voz de Elizabeth, y cuando Darcy la oyo, su desprecio dejo paso a una dosis de rabia hacia aquella mujer por cuenta de las suplicas de su hija.
– Lizzy, no me interrumpas. Disculpeme, lady Lucas, ?por donde iba? Ah, si. Estaba a punto de asegurarle que, en medio de mi buena suerte, no me he olvidado de sus obedientes hijas. Estoy segura de que, en muy poco tiempo, usted estara en la misma situacion en que yo me encuentro.
Darcy observo que Elizabeth volvia a inclinarse sobre su madre, con el rostro transfigurado por el disgusto y la verguenza, que se veia acentuada por el excesivo brillo de sus ojos. Susurro algo en voz inaudible. Darcy supuso que era algo que tenia que ver con el. Su deduccion no tardo en ser confirmada.
– ?Y que me importa a mi el senor Darcy? Dime, ?por que habria de tenerle miedo? -La respuesta de la senora Bennet lo golpeo como una bofetada en el rostro-. No le debemos ninguna consideracion especial como para sentirnos obligadas a no decir nada que pueda
Darcy le dio un pequeno sorbo a su vino y dejo el vaso sobre la mesa de manera deliberada. Nunca habia sido testigo de un despliegue de groseria tan monumental. Aun mas, el hecho de ser objeto de semejante despliegue era tan asombroso, tan desagradable, que no tenia palabras. La senora Bennet siguio parloteando, ignorando las miradas de incomodidad que le dirigian tanto su hija como lady Lucas. Para su consuelo, Darcy comprobo que nadie lo estaba mirando, excepto Elizabeth, cuyo malestar por la conducta de su madre la cubria de verguenza. Un inesperado deseo de aliviarla de alguna manera atenuo su disgusto, pero no logro cambiar la resolucion implacable que acababa de tomar: no habia nada bajo el cielo que lo detuviera de evitar una equivocada union entre Bingley y aquella familia. Darcy tomo el tenedor y, sin saborear ni un solo bocado, concentro su atencion en terminar la comida de su plato, mientras reflexionaba sobre la estrategia que adoptaria para dirigir su proxima campana.
Darcy paso el resto de la velada haciendo un cuidadoso escrutinio de la familia Bennet. Su primer objetivo fue determinar la magnitud del encaprichamiento de su amigo y el afecto de la senorita Bennet. Conociendo perfectamente la tendencia de Charles a entusiasmarse, Darcy no podia concluir con seguridad si Bingley estaba realmente «enamorado» o solo habia sucumbido al atractivo de una cara bonita y unos modales distinguidos. La senorita Bennet era otro asunto. Bajo la cuidadosa observacion de Darcy, Jane parecia recibir las atenciones de Bingley con gracia y modestia, pero la dichosa intensidad que irradiaba la actitud de Bingley no tenia un reflejo correspondiente ni en el rostro ni en la actitud de la muchacha. Ella parecia complacida con las atenciones de Bingley, claro, pero indiferente; y Darcy no podia detectar en su actitud otra cosa que gratitud por el honor que le hacia su amigo al ser tan deferente con ella. No, decidio Darcy, ella no tenia la mirada del verdadero amor. Si Charles asi lo creia, se estaba enganando.
Terminada la cena, se oyo una demanda general por parte de los caballeros para que las damas interpretaran alguna cancion. Darcy se recosto en su silla, mientras experimentaba al mismo tiempo la esperanza y el temor de que Elizabeth respondiera a aquella solicitud. Tras echarle un vistazo, Darcy supo que ella no estaba en condiciones de presentarse ante el publico. Tenia los ojos fijos en sus guantes, y los labios casi transparentes por tenerlos tanto tiempo apretados. Solo levanto la vista cuando una oleada de agitacion entre las jovenes asistentes se produjo ante la figura de otra de las hermanas Bennet.
– Oh, Dios… Mary Bennet. -Darcy oyo un murmullo que provenia de atras y que fue respondido por un suave grunido-. ?Preparaos ahora, mis valientes! -Fue la advertencia que les hizo un teniente a los companeros que estaban cerca-. Sobrevivid a esto y los gritos de batalla de los franchutes no os asustaran ni lo mas minimo.
Darcy le lanzo una mirada de alarma a Elizabeth, temeroso de que hubiese escuchado los comentarios de mal gusto que flotaban entre la multitud. Tenia los ojos cerrados, como en una actitud de sufrimiento. Sus labios se estaban moviendo, pero no se oia ningun sonido. Los aplausos de rigor reclamaron la atencion de Darcy a la actuacion que estaba a punto de comenzar, y el se dio la vuelta, preparado para lo que podia suceder.
Cuanto mas cantaba la senorita Mary Bennet, mas sombria se volvia la actitud de Darcy. En contraste con su hermana mayor, aquella muchacha tenia una voz cuya principal caracteristica era la debilidad, que trataba de ocultar con movimientos afectados, mas apropiados para el escenario que para una cena privada. Pero ni su incapacidad para mantener la melodia ni el ridiculo que estaba protagonizando la detuvieron, porque, a pesar de obtener unos debiles aplausos, se animo a interpretar otra cancion.
Para Darcy, tanto interes por convertir en espectaculo la falta de talento y modestia no solo resultaba de pesimo gusto sino que era incomprensible. ?Acaso nadie habia pensado en refrenar en la muchacha esa tendencia al descaro? Darcy descarto de inmediato a la madre, pero ?que sucedia con el padre? El senor Bennet era conocido por ser un hombre peculiar que, excepto por el silencioso saludo en casa del
– Nina, ya basta. Has estado muy bien. -Oyo Darcy que le decia el senor Bennet a su hija-. Ya nos has deleitado bastante. Ahora deja que se luzcan otras jovencitas. -Asombrado por la franqueza de las palabras del senor Bennet, Darcy no podia creer lo que habia oido. Pero la verdad de la situacion fue atestiguada por la ola de rubor que cubrio el rostro de Elizabeth. Darcy fijo los ojos en el suelo.
– Si yo tuviera la suerte de tener aptitudes para el canto, me gustaria mucho entretener a la concurrencia con una romanza. -La voz, vagamente familiar, saco a Darcy de su ensonacion. Levanto la vista y vio al adulador vicario de su tia-. Sin embargo, no quiero decir, por esto, que este bien consagrar demasiado tiempo a la musica, pues hay, desde luego, otras cosas que atender…
– … lo mas llevaderas posible. Y estimo como cosa de mucha importancia que un clerigo sea atento y conciliador con todo el mundo, y en especial con aquellos a quienes debe su cargo.
– Considero que esto es indispensable -seguia diciendo el senor Collins, y entonces, con una sonrisa lisonjera, se volvio hacia Darcy-. Y no puedo tener en buen concepto al hombre que desperdicia la ocasion de presentar sus respetos a cualquiera que este emparentado con la familia de sus bienhechores. -Para horror de Darcy, el salon se quedo en silencio mientras el vicario le hacia una pronunciada reverencia. Por fortuna, el hombre no esperaba una respuesta y se sento. Transcurridos unos instantes, el salon concluyo que el extrano discurso del clerigo no tendria ninguna respuesta y dirigio su atencion a otra cosa.
Darcy se permitio respirar nuevamente y le hizo senas a un criado para que volviera a llenar su vaso. Agarrandolo con dedos frios a causa de la indignacion, se levanto y se dirigio rapidamente hacia la exigua sombra de la chimenea. Le dio un generoso sorbo a su vaso y luego se giro para observar a los invitados de Bingley. ?Su valoracion inicial habia sido totalmente acertada! Iracundo, bebio otro trago. La sociedad campesina y su idea de modales y distincion estaban lejos de lo que se consideraba correcto. Desde el momento en que llego al campo, habia sido insultado, humillado o halagado de manera servil por sus habitantes principales. Se desconocian totalmente las reglas sociales, se permitia que las jovencitas crecieran sin control y en cualquier momento uno podia ser victima de la mayor falta de decoro, ?incluso en un baile!
Recorrio con su mirada la multitud hasta encontrar a Bingley en un rincon, con la cabeza inclinada, en medio de una conversacion privada con la senorita Bennet, mientras el baile se desarrollaba sin orden ni concierto.