muchacha, la hizo girar con tanto entusiasmo que Darcy casi llego a temer por la seguridad de la senorita Elizabeth y de todos los que estaban alrededor de ellos.
Se dirigio hasta el otro extremo del salon y dio media vuelta, justo a tiempo para presenciar otro paso en falso del absurdo pariente de Elizabeth. El baile termino y el hombre abandono a su pareja y procedio a ofrecerles disculpas a los otros bailarines, dejandola sola y sin compania para abandonar la pista. De ser posible, la mirada que la muchacha dirigio a la espalda del pastor habria reducido su cuello de clerigo a un anillo de cenizas. ?
Darcy reflexiono sobre su plan de sorprenderla para que aceptara concederle un baile. A pesar de la falta de garantias, le parecio la estrategia mas viable para su objetivo, pero no todavia. Ahora solo atizaria el fuego. La dejaria recuperarse del baile con el pastor. Luego… Uno de los tenientes de Forster paso rapidamente frente a el y avanzo hacia Elizabeth con paso decidido. Darcy espero hasta que la vio aceptar bailar con el la siguiente pieza, antes de comenzar a buscar a Bingley entre el torbellino de trajes de baile, brunidos bronces y chalecos llamativos.
– Creo que, con toda seguridad, puedes catalogar tu baile como un exito, Bingley -le dijo al encontrar a su amigo entre dos bailes-. ?Tal vez demasiado exitoso!
– ?Demasiado exitoso? Una
– ?Mujeres? Bingley. -Darcy paseo la mirada a su alrededor-. Por lo que parece, estas bien rodeado de muchas mujeres que estarian encantadas…
– ?Mujer, Darcy! No confundas, ni pretendas malinterpretarme.
– Bingley, te entiendo demasiado bien -dijo Darcy bajando la voz-. Has abierto el baile con ella y habeis bailado juntos varias veces. Si haces otra cosa similar, toda la comarca esperara oir el anuncio de boda el domingo.
– Bueno, al menos yo he bailado, y espero seguir haciendolo, mientras que tu no has hecho mas que pasearte por ahi con cortesia y observar a Elizabeth Bennet. -Bingley hizo una pausa para asentir y sonreir, en respuesta al saludo de alguien que acababa de llegar-. Y no pongas esa cara de poquer, porque no funcionara. Te conozco demasiado bien, amigo mio.
– Tiras flechas, Bingley, tiras flechas sin punteria. De hecho, si tengo intencion de bailar esta noche, cuando llegue el momento apropiado.
– Cuando llegue el momento… ?Darcy!
– No me hagas preguntas…
– Asi no me diras mentiras. -Bingley sacudio la cabeza con desaliento-. ?Cuando
– Un ataque sorpresa, Bingley, y ya no te dire mas. -Se alejo antes de que su anfitrion pudiera vislumbrar algo de sus planes. La musica de la danza folclorica que separaba las tandas estaba a punto de terminar y el necesitaba buscar a Elizabeth antes de que otra casaca roja se la arrebatara. Un estremecimiento de inquietud le recorrio la espalda al recordar los temores y las predicciones de su ayuda de camara sobre la velada, pero luego miro brevemente el chaleco que Fletcher le habia insistido en que usara.
Cuando la encontro, Elizabeth estaba otra vez con la senorita Lucas y no se dio cuenta de que el se acercaba. Al oir el discreto «Ejem» de la senorita Lucas, Elizabeth dio media vuelta y casi se estrella contra su pecho.
– Senorita Bennet. -Darcy se inclino rapidamente, y casi sin esperar a que ella contestara a su reverencia, aprovecho la magnifica ventaja que le daba la sorpresa-. ?Me haria usted el honor de bailar conmigo la siguiente pieza?
Elizabeth abrio la boca y luego la volvio a cerrar; su desconcierto era bastante evidente en todos los aspectos. Se quedo mirandolo y luego dirigio su mirada a su amiga. Darcy espero pacientemente.
– Yo no… es decir, yo iba a… sentarme… -Elizabeth levanto la vista y la fijo en los ojos de Darcy. El enarco una ceja con gesto inquisitivo-. Si -acepto ella con voz ahogada. Darcy se inclino en senal de agradecimiento y se alejo, saboreando la maravillosa confusion que le habia causado a la muchacha y la inminente realizacion de todos sus planes. Justo antes de llegar a su puesto en el borde de la pista de baile, se arriesgo a mirar hacia atras y con eso toda su satisfaccion se evaporo. Elizabeth parecia claramente agitada. Con creciente inquietud, la observo con disimulo, mientras hablaba furiosamente con la senorita Lucas, con la cara encendida y paseando la mirada por todo el salon. Esa vision siguio afectandolo cuando se acerco a tomar su mano para la nueva tanda de baile, ensombreciendo las expectativas que habia alimentado durante toda la semana sobre lo placentero que seria ese momento. Darcy se inclino con rigidez; ella hizo una reverencia. El extendio la mano; ella puso la suya encima, pero no lo miro a la cara. Cualquier sensacion de comodidad que el hubiese sentido alguna vez en compania de ella lo abandono por completo, mientras la conducia a la pista y tomaban su puesto.
Aunque era de esperar, teniendo en cuenta las circunstancias, el murmullo de sorpresa que recorrio el salon cuando quedaron frente a frente solo sirvio para enfatizar en el la idea del ridiculo que estaba haciendo, sacando a bailar a una mujer que, incluso en ese momento, lo miraba con indiferencia. El se la habia imaginado agitada, intrigada. Pero en todas sus visiones ella se habia convertido rapidamente en una magnifica pareja. Sin embargo, la criatura que tenia ante el no mostraba ninguna de esas agradables inclinaciones. ?Que habia ocurrido con la adorable y encantadora Eva?
El caballero obsequio a Elizabeth con la mas formal de las reverencias, inclinandose totalmente. Cuando se incorporo, fijo los ojos en lo que estaba detras de la mejilla izquierda de la muchacha, pero no sin lanzarle antes una mirada disimulada.
La mano de Elizabeth temblo ligeramente entre su mano.
– Este tipo de danza le debe de parecer mas bien anticuado a alguien acostumbrado a St. James, senor Darcy. -Animado y alertado a partes iguales por la subita decision de la muchacha de entablar conversacion, Darcy bajo los ojos para mirar a su pareja. Parecia dispuesta a pasar por alto cualquiera que hubiese sido la causa de sus reparos frente a el, pero conociendola tan bien como la conocia, Darcy no estaba seguro del verdadero objetivo de Elizabeth.
– Tal como le dije a sir William, no suelo bailar en St. James y, en consecuencia, no tengo idea de que se considera el ultimo grito de la moda -respondio Darcy con cautela-. La danza esta bien, en mi opinion. -Los pasos de la danza los separaron por unos momentos, pero esa pausa no sirvio para inspirar a Darcy. Volvieron a reunirse en silencio.
– Ahora le toca a usted decir algo, senor Darcy -le advirtio ella con impertinencia-.