fuente de toda aquella confusion. Entretanto, varias mujeres eran sacadas a rastras del salon por esposos o padres insistentes, en medio de gritos que pedian coches y abrigos.

– ?Que demonios esta pasando? -se pregunto Darcy al ver el caos que lo rodeaba. Dy le tiro de la manga y senalo solemnemente el extremo del salon, donde lady Caroline y su galan habian salido por fin de la cortina creada por los invitados de su suegra. Darcy abrio la boca con incredulidad y sintio que se ponia colorado.

– Por Dios, ella esta… esta… ?Su ropa!

– Si… parece que lleva muy poca -intervino Dy en voz baja-. Creo que se logra ese efecto rociando con agua un vestido muy transparente.

La musica estaba comenzando a sonar nuevamente y varias parejas que no dejaban de reirse se habian reunido con lady Caroline y su acompanante en la pista, cuando se escucho un aullido muy agudo que provenia de atras y que hizo que Darcy y Dy se giraran justo a tiempo para ver a una mujer de apariencia majestuosa que avanzaba hacia el frente, mientras soltaba una perorata en italiano.

– La Catalani -susurro Dy- y esta muy disgustada. -El italiano de Darcy estaba un poco oxidado, pero entendio lo suficiente como para reconocer el objeto de la queja de la dama. Antes de que aparecieran los lacayos de los Melbourne, que escoltaron a la diva hasta su carruaje, se pudieron oir bastantes comparaciones entre lady Caroline y ciertas meretrices de Covent Garden y el profundo insulto que habia representado para ella la aparicion de aquella mujer con semejante facha. De camino a la salida, la diva paso junto a la rigida figura del marido de la dama, a quien le lanzo una mirada llena de compasion, antes de exclamar:

– ?Los ingleses! ?Bah! -Y se apresuro a alcanzar la puerta.

Darcy solo fue capaz de mirar a Lamb durante un segundo, y mientras el hombre caminaba decididamente hacia su esposa, agarro a Dy del brazo y le dijo:

– Debemos encontrar a Bingley inmediatamente, y luego tu puedes hacer lo que quieras, porque nosotros nos vamos.

– Una idea muy sensata. -Dy tuvo que gritar para que Darcy lo oyera por encima del bullicio-. ?Como puedo ayudarte?

– Mi cochero esta esperando en el Bull 'n' Boar. Buscalo y dile que prepare el coche enseguida. Bingley y yo nos reuniremos contigo en la esquina.

Dy asintio de inmediato y se sumergio en la multitud de invitados que luchaban por salir. Darcy volvio a su busqueda, y aprovechando su estatura, se convencio rapidamente de que Bingley no estaba en el salon de baile. Se dirigio, entonces, al comedor, abriendose paso con miles de excusas hasta que finalmente estuvo frente a las puertas del salon y se asomo.

– ?Bingley! -Charles levanto la vista al oir que alguien gritaba su nombre desde el otro extremo de la estancia, y con una expresion de sincero alivio, se disculpo con la senorita Cecil y se apresuro a reunirse con su amigo.

– ?Donde has estado, Darcy? Llevo casi una hora tratando de entretener a la senorita Cecil, desde que empezaron a tocar ese nuevo baile que, espero que no lo tomes a mal, no me parece del todo apropiado, si entiendes lo que quiero decir.

– ?Charles, tenemos que irnos, ahora! -interrumpio Darcy-. Algo extremadamente inapropiado ha… esta… ? Nos vamos! -ordeno con exasperacion. Charles lo miro con asombro, pero no opuso resistencia. Tras hacerle una apresurada reverencia a la senorita Cecil, Bingley siguio a Darcy hasta el vestibulo y luego hasta las escaleras, donde, despues de dar una orden perentoria, Darcy logro recuperar sus sombreros y abrigos. Casi sin esperar a que el portero cumpliera con su obligacion, Darcy salio junto con Bingley hacia el gelido aire nocturno.

– ?Por Dios! ?Que ha sucedido? -pregunto Bingley, poniendo las manos a los lados mientras caminaban por la acera-. ?Por que se esta marchando tanta gente, Darcy?

– ?Porque no todo el mundo ha perdido la razon! -fue la unica respuesta que Darcy estuvo dispuesto a ofrecer. En realidad, la velada habia sido un absoluto desastre. ?Como es que un plan tan sencillo habia salido tan mal? Un grito hizo que los dos hombres miraran hacia la calle, donde vieron el coche de Darcy acercandose a la acera. Harry se bajo de un salto y abrio la puerta. El noble ocupante del vehiculo se inclino hacia fuera, tapando la entrada.

– ?Servicio de coches Brougham! ?Adonde puedo llevarlos, caballeros?

– Brougham… Bingley. Bingley… Lord Dyfed Brougham. ?Ahora muevete, Dy! -Darcy siguio a Bingley al interior del coche y se volvio hacia el cochero-: Harry, volvamos a casa.

Capitulo 13

Las heridas de un amigo

– ?Senor Darcy! -exclamo Witcher bastante sorprendido cuando abrio la enorme puerta principal de Erewile House para dejar entrar a su patron y sus dos acompanantes, varias horas antes de lo esperado.

– Brandy en la biblioteca, si es usted tan amable, Witcher. -Darcy deposito rapidamente el abrigo y las otras cosas en las manos del criado del primer piso y les hizo senas a sus amigos para que hicieran lo mismo-. Y pidale al personal de la cocina que este levantado que nos prepare algo de cenar.

– Yo no quiero nada, Darcy -interrumpio Bingley-. He comido tantos condenados bizcochos como para tumbar un caballo mientras estaba entreteniendo a la senorita Cecil. O tratando de hacerlo -anadio en voz baja.

– ?Muy bien! ?Adelante, caballeros! -Darcy senalo las escaleras hacia la biblioteca y luego tomo la delantera. Una vez alli, sus amigos se sentaron en los comodos sillones en espera de las bandejas que habian ordenado. Un denso silencio invadio el aire, mientras Darcy se agachaba para atizar el fuego de la chimenea.

– Bueno -dijo Bingley rompiendo el silencio, impulsado por una creciente curiosidad-, ?alguien me va a contar que ha ocurrido para que muchos de los invitados a la velada salieran precipitadamente a la calle? -Se dirigio a Brougham-. Apelo a usted, senor, pues Darcy no va a soltar palabra.

Brougham miro a su anfitrion, con las cejas enarcadas con aire interrogante.

– De todas formas lo va a leer manana en las paginas dedicadas a la cronica escandalosa, Fitz.

– Cierto, pero esperemos que hayamos salido a tiempo.

– ?A tiempo para que? ?De que escandalo estan hablando? -pregunto Bingley mirandolos a ambos-. ?Exijo saber!

– A tiempo, mi querido senor Bingley, para evitar que sus iniciales aparezcan impresas en el periodico, como participante en la bacanal de la que acabamos de salir -le informo secamente Brougham-. Sobre usted, senor, no tengo duda, pero sobre Fitz… Bueno -suspiro dramaticamente-, es poco probable que el se escape de que lo mencionen. ?No despues de haber humillado a Brummell! ?Oh, no, creo que no!

Darcy respondio a la risita de Dy con una mirada fulminante, pero al final su actitud cambio.

– ?Brummell! ?Se me habia olvidado! ?La maldita corbata! -Se desplomo en una silla y se masajeo las sienes.

– ?Darcy derroto a Beau Brummell? -Bingley se incorporo en su silla y miro a los dos hombres, tratando de detectar si le estaban tomando el pelo.

– ?Llego, vio y vencio! ?Acobardo de tal manera a ese petimetre que tuvo que retirar la esfinge! A proposito, Fitz, ?cuando le vas a dar la noticia a Fletcher? -La mirada asesina de Darcy y la reservada incredulidad de Bingley animaron a Brougham a seguir con sus burlas, que solo cesaron cuando se oyo un golpecito en la puerta.

– ?Adelante! -gruno Darcy, y enseguida varias bandejas de comida pasaron humeando desde la puerta hasta las mesas. Mientras los criados salian en silencio, Darcy se levanto para servir otra ronda y les paso los vasos a sus amigos-. Propondria un brindis, si se me ocurriera alguno -murmuro-, pero en este momento…

– Por la amistad -interrumpio Brougham con voz baja pero firme. Darcy lo examino durante varios segundos; Brougham le respondio con una mirada intensa y calida. Ante semejante envite, no paso mucho tiempo antes de que una reticente sonrisa comenzara a esbozarse en las comisuras de su boca.

– ?Por la amistad, entonces! -respondio Darcy, levantando su vaso. Brougham hizo lo mismo con el suyo y

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