Debo pensar racionalmente acerca de la senorita Bennet, tal como me has aconsejado.

Darcy trato de ocultar la euforia que le produjeron las palabras de Bingley.

– Eso es todo lo que te pido, Charles -respondio en voz baja-. Estoy seguro de que despues de hacer una reflexion juiciosa sobre el asunto, encontraras una respuesta satisfactoria. -A pesar de la debil sonrisa con la que Bingley le respondio y la tristeza que volvio a cubrir sus ojos, Darcy se permitio pensar que su campana se acercaba a un final victorioso. Si la senorita Bingley podia anadir a su consejo un testimonio lo suficientemente desinteresado que corroborara la indiferencia de la senorita Bennet, el asunto estaria resuelto, estaba seguro. Debia enviar una nota de inmediato.

– Buenas noches, Darcy. ?Cenamos en Grenier's el domingo?

– Que sea el lunes, despues de que me enfrente a Lawrence en su caverna, y alli estare.

– ?Lawrence!

– Si, estoy tratando de que haga un retrato de Georgiana cuando la traiga conmigo despues de Navidad. A la manana siguiente, espero partir para Pemberley.

– Entonces, sera el lunes. Buenas noches otra vez, Darcy. Senor Witcher.

Darcy espero hasta que Bingley se subiera al coche que le habian pedido y el cochero arreara al caballo, antes de cerrar la puerta.

– ?Eso sera todo por hoy, senor Darcy? -pregunto Witcher, sacandolo de sus reflexiones.

– Si, Witcher. Mande a los criados a descansar y tenga el desayuno listo a las diez, supongo.

– Muy bien, senor. ?Llamo a Fletcher?

– Si, por favor. Y Witcher -detuvo al mayordomo cuando estaba tomando la cuerda de la campana-, tengo que enviar una nota manana temprano. No se necesita contestacion.

– Si, senor. -Witcher tiro de la cuerda y Darcy volvio a subir las escaleras para ultimar dos cosas. La primera era una nota para la senorita Bingley; la segunda seria una confrontacion con su ahora famoso ayuda de camara. Cuando Darcy llego finalmente a su habitacion, encontro su ropa de dormir cuidadosamente puesta sobre la cama, una jarra con agua caliente y otra con agua fria listas y sus articulos de tocador organizados sobre el lavabo. Ya habian desaparecido todas las prendas de ropa que habia visto desplegadas para su inspeccion aquella noche. Incomodo por la meticulosa estrategia de Fletcher, Darcy cerro la puerta de la habitacion con fuerza y se dirigio rapidamente hasta el centro de la estancia, con las manos en la espalda y tratando de adoptar una mirada severa. La puerta del vestidor se abrio casi antes de que el estuviera listo.

– Senor D…

– ?Fletcher, quiero hablar un momento con usted!

Al oir el tono de Darcy, Fletcher primero abrio los ojos y luego bajo la mirada.

– Si, senor Darcy.

– Recuerdo con claridad haberle advertido que no queria competir con el senor Brummell ni llamar excesivamente la atencion de nadie. -La indignacion de Darcy volvio a encenderse y se entusiasmo con el tema-. Creo que esas fueron mis instrucciones precisas, ?no es asi?

– Si, senor.

– Pues, senor Fletcher, usted me ha fallado en los dos aspectos.

Fletcher levanto la cabeza, y por su rostro cruzaron sucesivamente expresiones de culpa, incertidumbre y prudencia.

– ?De verdad, senor?

– ?Dolorosamente cierto, Fletcher! Usted me ha convertido en «el espejo de la moda y el ejemplo de la elegancia», y ?ciertamente no se lo agradezco! Sucede que me habria gustado pasar inadvertido en Melbourne House esta noche; pero gracias a esta maldita corbata, no tuve oportunidad de hacerlo. Y ahora me encuentro en la posicion mas desagradable. -Comenzo a pasearse por la habitacion-. «Medida por medida» dijo usted. ?Pero yo no me imagine que se refiriera a Brummell! ?Sabia usted que el conoce su nombre con exactitud?

– Habia oido rumores… -Fletcher se puso palido como el papel, pero Darcy no supo si debido a la culpa o a la sorpresa.

– ?Rumores! ?Me sorprende que no tengan comunicacion directa! ?Habia apuestas, Fletcher, apuestas! -Darcy se detuvo solo a un paso de su ayuda de camara, cuyos ojos estaban nuevamente fijos en el suelo-. ?No lo voy a tolerar, Fletcher, en absoluto! Si usted desea ser el ayuda de camara de un dandi, tiene mi permiso para buscar a alguien que disfrute arreglandose para la sociedad. Pero si va a continuar a mi servicio, se contentara con mis sencillos requerimientos. -Dio media vuelta, se sento frente al tocador y gruno-: Ahora, deshaga este infernal nudo.

– Si, senor Darcy. -Fletcher se acerco con cuidado y comenzo a deshacer el intricado nudo con dedos expertos-. ?Senor Darcy? -pregunto despues de aflojar la corbata.

– ?Si, Fletcher?

– Si me permite, senor… ?Exactamente hasta que punto fue grave mi falta esta noche, senor?

Darcy le lanzo una mirada cautelosa. La angustia y el orgullo libraban una batalla abierta en una actitud que solia ser impenetrable para el. El excelente control de Fletcher estaba a punto de desaparecer, y dada la relacion tan intima que tenia con aquel hombre, Darcy tuvo que pensar cual seria la razon. Daba por descontado el hecho de que habia tenido exito al intimidar a Fletcher. Asi que no, la respuesta no estaba en la angustia por la amonestacion; entonces habia que considerar el orgullo. Darcy se aclaro la garganta.

– La esfinge se ha retirado.

Las manos de Fletcher temblaron.

– ?Asi de grave, senor! -Fletcher tambien carraspeo-. Por favor permitame ofrecerle mis mas sinceras excusas y rogarle que «no reflexione con excesivo detalle» sobre el asunto. -La afrentosa corbata yacia ahora amontonada sobre el tocador.

– Mmm -resoplo Darcy y miro al ayuda de camara con el rabillo del ojo. Tenia razon, Fletcher habia sucumbido al canto de sirena de su arte, y al humillar al celebrado arbitro de la moda habia alcanzado de manera incuestionable la cima de su profesion. Darcy sintio una oleada de comprension y simpatia por el orgullo que sentia Fletcher por el exito de su arte, pero esta fue rapidamente temperada al recordar que ese exito se habia obtenido a su costa, sin contar con su aprobacion y sin que el ni siquiera lo supiera. Fletcher parecia estar realmente arrepentido y la inconveniencia de conseguir un nuevo ayuda de camara… Darcy nego con la cabeza. El hombre estaba con el desde que habia vuelto de la universidad y no se podia imaginar ensenandole a un nuevo ayuda de camara todas esas preferencias que Fletcher comprendia tan bien. Lo apropiado en ese momento parecia ser mantener la mano firme y, tal vez, ofrecerle una zanahoria.

– Supongo que «debe entregarse al olvido lo que no tiene remedio. Lo hecho, hecho esta». Pero, Fletcher, no me vuelva a hacer esta clase de truco nunca mas. «Mas sustancia y menos retorica». ?Entiende usted?

– Si, senor. -El alivio en la voz y la actitud de Fletcher fue palpable.

– No crea que el asunto esta totalmente terminado -continuo diciendo Darcy, levantandose para que Fletcher lo ayudara a quitarse la levita-. Hasta que algun personaje supere su roquet, estare obligado a aguantar a innumerables idiotas que querran saber como se hace. ?Gracias a Dios me marchare pronto a Pemberley!

– «La naturaleza de la clemencia es que no sea for…». -El ayuda de camara comenzo a citar otra vez a Shakespeare con sinceridad.

– Si, bueno, le ruego que no permita que este triunfo suyo y la notoriedad que conlleva interfieran en sus deberes o los del resto de la servidumbre.

– No, senor -contesto el ayuda de camara. El chaleco con hilos color zafiro se deslizo por los hombros de Darcy, y cuando este se volvio a mirar a Fletcher mientras doblaba cuidadosamente su ropa, preparandose para abandonar la habitacion, vio con claridad que la ecuanimidad del hombre habia sufrido un desequilibrio esta noche. Todo el mes habia sido demasiado perturbador para los dos.

– Fletcher -dijo Darcy, cuando su ayuda de camara avanzaba hacia la puerta-, lord Brougham me pidio que le transmitiera sus felicitaciones.

– ?En serio, senor? Lord Brougham es muy amable.

– Queria que usted supiera que recordara durante varios dias la expresion de la cara de Brummell mientras

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