pero en medio de un magnifico paisaje. -La expresion de Lamb parecio relajarse un poco ante aquella evocacion, pero volvio a endurecerse al dirigirse de manera cortante a su madre y decir-: Madame, no debe usted descuidar al resto de sus invitados. Yo me hare cargo de estos dos caballeros.

La chispa de fuego en los ojos de la dama fue inconfundible.

– Entonces te dejare a cargo. -Lady Melbourne hizo una reverencia y se marcho con un remolino de faldas.

– Una dama formidable -murmuro Dy mientras la veian alejarse.

– ?En efecto! -comento Lamb con cierto enfasis-. Pero ahora, caballeros, debo hacerles una pregunta: ? Estaban buscando ustedes realmente nuestra compania -dijo, senalando al salon con un movimiento de la mano-, o fueron reclutados por lady Melbourne? -Dy chasqueo la lengua al oir esa alusion, pero no respondio, dejando que Darcy buscara la forma de salir de aquella situacion.

– Lady Melbourne no es una mujer a la que se pueda contradecir -dijo Darcy y vacilo un poco, antes de anadir con ironia-: Ni aunque tuviera la oportunidad.

Una franca sonrisa se vio reflejada en el rostro de Lamb, que le ofrecio la mano a Darcy.

– Bien dicho, senor, ?y con que diplomacia! ?Despues de todo, tal vez haya venido al lugar correcto! Pero, en realidad, ustedes han venido esta noche a escuchar a la diva que mi madre prometio y no a discutir sobre politica, ?no es verdad?

Darcy le estrecho la mano con firmeza.

– Es cierto, senor, aunque no me falta interes por los «asuntos mas generales», como los describio lady Melbourne. No obstante, creo que nos encontramos en orillas opuestas en muchos temas.

– Los Darcy siempre han sido torys -se quejo Lamb en broma-. Supongo que no hay esperanzas de que usted vote por Canning contra Castlereagh, ?o si? ?No creo! -concluyo al ver la sonrisa cortes de Darcy-. Y soy lo suficientemente inteligente como para no preguntarle a nuestro amigo Brougham aqui presente, a quien le interesa tanto la politica como a un poste. -La inclinacion de cabeza de Dy respondio con elegancia a la perspicacia de Lamb-. Ah, bueno, es lo mismo que los acontecimientos del dia. ?Ya se han enterado de que nuestro ilustre regente no vendra esta noche?

– Lady Melbourne lo menciono -respondio Darcy-. Sin duda, los deberes del estado han debido requerir su atencion.

– ?No, lo que, en realidad, ha requerido su atencion fueron las exigencias de los sastres de su majestad! Despues de convocar a sus ministros para tratar un asunto de «vital importancia» y tenerlos esperando todo el dia, llego una nota diciendo que sus sastres lo habian retrasado y que ya no podia asistir porque su madre lo necesitaba; ?que se podian ir a casa! Asi que esta noche llevara sus achaques y enfermedades imaginarias a que se las alivien en Windsor. -Lamb miro a Darcy con perspicacia-. Supongo que usted se imagina que, en estos dias, la popularidad de su alteza entre los presentes en este salon no anda muy alta. -Lamb hizo una pausa mientras Darcy les lanzaba una mirada a los otros ocupantes de la estancia. El ambiente era decididamente hostil. Palabras airadas sobresalian con frecuencia entre el rumor de voces estridentes, mientras la aristocracia y los politicos whig de Inglaterra rechinaban los dientes por la forma en que el regente habia maltratado recientemente a sus reconocidos amigos y seguidores.

– Ciertamente no ha sido muy correcto por parte de su alteza -confirmo Darcy-. Aunque no puedo decir que este descontento con el resultado de su negligencia. ?Que van a hacer ustedes ahora?

– ?Todavia no nos hemos resignado totalmente a regresar a la sombra! Ya tuvimos nuestros cuarenta anos o mas de deambular por ahi bajo el gobierno del padre de su alteza y pensamos que, con el hijo, finalmente habiamos llegado a la Tierra Prometida. ?Pero las malditas murallas de Jerico se resisten a caer! Sin embargo, Canning esta decidido a seguir atacandolas, rechazando a Castlereagh y Perceval. Desde luego, yo lo apoyare.

Una discreta tos les recordo a los dos hombres que lord Brougham tambien formaba parte de la conversacion.

– ?Oh, perdoneme, Lamb! ?No era mi intencion interrumpir! Solo una cosa, sin embargo. ?Trompetas!

– ?Trompetas? -Lamb lo miro con desconcierto y luego dirigio su mirada a Darcy.

– Trompetas -repitio Brougham con determinacion.

– Brougham -gruno Lamb con impaciencia-, ?a que esta jugando?

– No «atacaron» las murallas de Jerico para derribarlas, ?o si? Tocaron las trompetas y gritaron, segun recuerdo. -Brougham bajo la mirada con modestia, mientras se examinaba las unas perfectamente arregladas-. Tal vez ustedes deberian pensar un poco en eso, amigos.

– ?Un teologo entre nosotros! -exclamo Lamb, sacudiendo la cabeza con gesto desdenoso-. Nunca habria creido que era usted un clerigo, Brougham, como tampoco un politico. -Miro luego a un grupo cuya decepcion con los acontecimientos del dia amenazaba con superar los limites de lo aceptable-. Aunque he tomado nota de su punto de vista, y tratare en el futuro de ser mas preciso en mis metaforas, caballeros -afirmo y senalo a sus acalorados invitados-, ahora debo dejarlos solos para encargarme del salon antes de que se declare una maldita revolucion. ?Asi los torys se encargarian de nuestros cadaveres! Darcy… Brougham.

Mientras Lamb se alejaba en direccion a las exaltadas voces, Darcy se volvio hacia su amigo:

– ?Muchas gracias por la ayuda! -susurro con sarcasmo.

– No seas tonto, Fitz. Acabo de deshacerme de el, ?o no? -El hombre frivolo y de mirada vacia de hacia un momento habia desaparecido. En su lugar, Darcy vio a otra persona diferente con un tono de determinacion en la voz-. Lo unico que tenemos que hacer ahora es salir por esa puerta.

– Dy, ?que es esto? -pregunto Darcy con suspicacia.

– Una velada muy interesante, diria yo, ?que aun no ha terminado! -Dy miro a su amigo con una sonrisa amplia y transparente, que lo hizo dudar de su impresion previa-. Pero pienso que ya hemos dejado mucho tiempo sin vigilancia a tu amigo, el senor Bingley. -?Dy avanzo hacia la salida y se volvio hacia Darcy cuando el criado abrio la puerta-. ?No deberiamos ir a buscarlo?

– ?Bingley! -Acosado por un ataque de culpa, Darcy cruzo el umbral y los dos se apresuraron a atravesar el corredor y el vestibulo, y luego se abrieron paso entre la gente que llenaba el arco que conducia al salon de baile. Lo unico que se alcanzaba a ver del gran salon que se extendia hasta el fondo eran las resplandecientes velas de los candelabros de cristal tallado, adornados con ramas de acebo, hiedra y cinta dorada en honor de la proxima estacion. La musica de la orquesta que habia en el interior le dio a Darcy un respiro; no era la musica solemne y pomposa que caracterizaba normalmente los bailes de la aristocracia, y tampoco la melodia de las danzas populares del campo. En lugar de eso, la musica seguia un ritmo distinto basado en compases de tres tiempos que a Darcy le parecio placentero oir.

Con Dy siguiendolo de cerca, se abrio paso entre los curiosos que estaban apostados en la puerta. Al alcanzar el ultimo circulo de espectadores sobre la pista de baile, Darcy pidio permiso para que lo dejaran pasar, y levantando la cabeza para comenzar a buscar a Bingley, de repente, se quedo paralizado. Con los ojos abiertos por el asombro, se volvio hacia su amigo.

– ?Que pasa, Fitz? -pregunto Dy y luego siguio la mirada de Darcy que volvio a posarse en la pista de baile-. ?Ja! -dijo riendose-. Habia oido rumores, pero no les di credito. Bueno, uno nunca debe dudar de una historia escandalosa si lady Caroline esta involucrada. Se llama vals, Fitz.

– ?Es indecente! -objeto Darcy con disgusto, sin poder apartar la mirada.

– Puede ser, pero, sin duda, se convertira en moda.

– Moda o no… -Una oleada de exclamaciones de protesta se mezclo con otras de admiracion y entusiasmo, cuando una carcajada obscena interrumpio la declaracion de Darcy. La musica se detuvo, dejando desconcertadas a las parejas que estaban en la pista, mientras que todos los ojos buscaban la fuente de tanta agitacion. A la izquierda de Darcy se habia abierto una entrada privada al salon, de la cual salio una mujer de cabello rubio, lady Caroline Lamb, del brazo de un caballero que el no conocia. Desde donde estaba, Darcy solo podia ver la cara de la dama, su delicada barbilla muy levantada y sus ojos brillantes por la risa y el desafio. A medida que ella y su acompanante se fueron abriendo paso entre la multitud, la gente se apartaba delante de ellos y Darcy noto que mas de unas cuantas caras, tanto de damas como de caballeros, se ruborizaron y desviaron la mirada.

De repente, una mujer mayor se desmayo y el caballero que estaba mas cerca comenzo a gritar alarmado. Varias damas jovenes siguieron el ejemplo y pronto la pista de baile se lleno de mujeres inconscientes y jovenes alarmados que trataban de despertarlas, mientras seguian estirando el cuello para intentar echar otro vistazo a la

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