– ?No creo que sea un desafio muy grande para alguien que carga con «la maldicion de una memoria prodigiosa»! -le repitio Darcy. A pesar de lo razonable que parecia confiar en Dy, Darcy estaba comenzando a dudar.

– Si -dijo Brougham, arrastrando la voz-, claro. Hare mi mejor esfuerzo, amigo. Ahora bien, ?vamos juntos o debemos fingir que nos encontramos alli por casualidad?

– Nos reuniremos contigo alli, pero no voy a fingir que no fue planeado. Le contare a Charles que convinimos encontrarnos, digamos, a las nueve y media cerca del salon de juego.

– ?Hecho! No hay nada como un poco de intriga para animar la velada. ?Puedo dejarte en Erewile House?

Los dos se levantaron de la mesa y cruzaron a grandes zancadas los distintos salones del club, deteniendose aqui y alla para intercambiar saludos con los conocidos de uno y otro, pero dirigiendose hacia la puerta principal. Trajeron el cabriole de Brougham y los caballos enfilaron hacia Grosvenor Square.

– No me has hablado de Georgiana -le dijo Brougham a Darcy con tono acusador-. Dios, debe de haberse convertido en una joven damita.

– Si… si, asi es. Pretendo traerla conmigo a la ciudad en enero.

– ?Pero no para la temporada! ?No puede estar tan crecida!

– En eso estamos de acuerdo. No, solo quiero que conozca algunos de los entretenimientos de la ciudad. Disfruta mucho con la musica y ha cultivado un gusto muy refinado.

– Y tu te vuelves muy elocuente cada vez que hablas de ella. -La cara de Brougham adopto una expresion distante-. Te envidio, Fitz. Te envidio incluso desde que Georgiana era una chiquilla traviesa, que entorpecia inocentemente nuestros planes. ?Recuerdas ese verano que pase en Pemberley despues de nuestro primer ano en Cambridge?

– ?Como podria olvidarlo? ?Fuiste tu quien la encontro! Nunca olvidare la imagen de ella en tu regazo, al entrar en el jardin.

Brougham suspiro con tal sigilo que Darcy casi no lo nota.

– Fitz, tengo que confesarte algo. Fui yo quien escondio la maldita muneca que ella estaba buscando. Si no la hubiese encontrado… -Se detuvo bruscamente-. Bueno, lo hice y eso, como suele decirse, es todo. ?Y aqui estamos! -Brougham detuvo a los dos caballos bayos y se inclino para abrirle la puerta a Darcy-. En el salon de juego de lady M a las nueve y media. Yo sere el que lleva una flor en el ojal. -Saludo a Darcy con el latigo-. ?Au revoir!

Darcy se quedo parado en la penumbra, observando el cabriole con el ceno fruncido, hasta que dio la vuelta a la esquina y desaparecio de su vista. Luego, sacudiendo lentamente la cabeza, subio los escalones hasta Erewile House.

– ?Senor Darcy! -La puerta de la habitacion se estaba cerrando tras el, cuando Fletcher, muy agitado, casi le salto encima desde atras.

– ?Por Dios, Fletcher! -protesto Darcy, sorprendido-. Todavia no le he llamado.

– No hay tiempo para eso, senor Darcy. ?Tenemos que empezar ya! Su bano estara listo en un minuto. ? Elegimos la ropa que llevara a la velada de esta noche? ?Tenia usted algo en mente? -Darcy echo un vistazo a la habitacion y noto, entre divertido y alarmado, que practicamente todas las prendas de gala que poseia estaban colgadas o desplegadas por todos lados. Un monton de corbatas de lazo recien almidonadas reposaba docilmente junto al joyero. Sus distintos pares de zapatos de gala habian sido lustrados hasta la perfeccion. Todo tenia la apariencia de una campana militar, penso Darcy mientras volvia a fijar su mirada en el ayuda de camara.

– Creo que le han informado mal, Fletcher. Solo es una velada, no una invitacion a Carlton House.

– Precisamente, senor -resoplo Fletcher-, ?si se tratara de Carlton House! Pero en lugar de eso es Melbourne House, un lugar mucho mas refinado, senor.

– Aja -fue toda la contestacion de Darcy cuando comenzo a avanzar hacia el vestidor, con Fletcher pisandole los talones. Durante el proceso de desnudarse y banarse, su ayuda de camara se movio con total profesionalidad y precision. Una orden susurrada a un muchacho de la cocina por aqui o una pregunta en voz baja para si mismo por alla, y casi sin darse cuenta, Darcy se encontro banado, envuelto en su bata y sentado en la silla de afeitar, todo en un tiempo asombrosamente corto.

Mientras Fletcher probaba con pericia el filo de la navaja, Darcy se acomodo en la silla. El caracter rutinario del proceso -Fletcher siempre ejecutaba los movimientos en el mismo orden y de la misma manera- solia brindarle preciosos momentos de reflexion. Esa noche habia muchas cosas sobre las cuales reflexionar… demasiadas, si Darcy permitia que su mente vagara hacia donde quisiera. La repentina aparicion de Dy habia sido verdaderamente providencial. Brougham era mucho mas capaz de lo que el podria llegar a ser alguna vez, de orientar a Charles a traves del laberinto de complejidades que suponia una reunion de la flor y nata de la sociedad. Aparte de un genuino aprecio por la aclamada diva, su unico interes en la velada era la oportunidad de distraer a Charles de su enamoramiento en Hertfordshire. La atencion que prestarian las damas jovenes ante la aparicion de una cara nueva y rica ciertamente seria para Charles como un vino embriagador. Darcy esperaba que eso, sumado a las dudas que el habia sembrado respecto al otro asunto, canalizara las vacilantes convicciones de Bingley en una direccion apropiada. Manana le enviaria una nota a la senorita Bingley, y si ella podia contener su desprecio por Hertfordshire y actuaba como el le habia dicho, Charles estaria a salvo y fuera de peligro, y el podria volver a Pemberley.

– Aqui tiene, senor. Su toalla, senor. -Fletcher dejo caer una suave toalla turca en su mano y, volviendose hacia la bandeja que contenia los articulos de tocador, selecciono una botella-. Sandalo, creo, senor. -Darcy asintio con la cabeza y recibio en la palma de la mano un chorrito de la fragancia mezclada con alcohol.

– ?Ya ha decidido el traje que llevara, senor Darcy?

El caballero se levanto de la comodidad de la silla y miro a Fletcher, al que veia animado por primera vez desde que habia regresado a Londres.

– No, no he pensado en eso todavia, aunque usted parece haber reflexionado mucho sobre el asunto, a juzgar por el estado de mi alcoba. ?Que sugiere, Fletcher, teniendo en cuenta que el mismisimo Beau Brummell asistira, y probablemente tambien el regente? -Darcy volvio a su habitacion, supervisando de nuevo aquel despliegue.

– Elegancia contenida, senor Darcy. Y como usted, senor, tiene mas derecho que ciertos personajes famosos a reclamar como suya esa cualidad…

– No tengo ningun deseo de competir con el senor Brummell, Fletcher -aclaro Darcy mientras se quitaba la bata-. Solo lo he mencionado a modo de advertencia y no quiero llamar excesivamente la atencion de nadie en particular.

– Comprendo perfectamente, senor. Nada de llamar excesivamente la atencion. - Fletcher hizo una pausa y acaricio el fino algodon blanco de la camisa que habia elegido para su amo-. Diria que el traje azul oscuro con el chaleco de seda negra. El que tiene bordados con hilo color zafiro, como el verde que se puso en Netherfield.

Darcy dio media vuelta.

– ?No! Otra cosa. -Fletcher levanto el chaleco y lo puso al lado del finisimo traje azul, casi negro-. Ah -suspiro Darcy-. Azul. -Su voz se convirtio en un murmullo-. Si, eso funcionara.

– Si, senor. -El ayuda de camara sostuvo la camisa y la deslizo por los brazos de Darcy. El entusiasmo de Fletcher crecia con cada nueva prenda que Darcy se ponia, en marcado contraste con su actitud desde que habian vuelto a Londres. Era evidente que su ayuda de camara tambien tenia intereses en Hertfordshire y Darcy sintio un poco de pena por eso. ?Aquel viaje se habia convertido en un completo desastre! Darcy bajo la vista mientras Fletcher terminaba de abrochar el chaleco y pasaba a elegir una corbata. Si, se parecia mucho al que se habia puesto en Netherfield. ?Hacia solo dos semanas? Los hilos metalicos brillaban y se ensombrecian cada vez que el se movia frente al espejo. ?Cuantas esperanzas habia puesto en los buenos resultados de esa velada!

Fletcher regreso y Darcy se sento y levanto la barbilla para que el ayuda de camara tuviera suficiente espacio para desplegar su habilidad. Mientras Fletcher hacia dobleces y nudos, la mente de su patron se deslizo involuntariamente a aquella noche, a esos escasos momentos en que habia tenido la mano de ella entre las suyas y se habian movido juntos en armonia y no en oposicion. La manera en que el vestido flotaba alrededor de la muchacha, las flores que tenia entrelazadas en el pelo.

… tan agradablemente bella,

que lo que antes me habia parecido

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