– ?Absolutamente nada mas! ?Excepto, tal vez, molestarte a ti! -Lord Brougham estiro la mano y estrecho la de Darcy con fuerza-. ?Donde has estado este ultimo mes? Llegue a la ciudad y encontre cerrada tu puerta, y lo unico que pude sacarle a Witcher fue que «El senor Darcy estaba de visita en el campo». Le ofreci veinticinco libras para que me dijera donde, pero el senor Witcher aqui presente -dijo lord Brougham, senalando con la cabeza al mayordomo- no solto palabra.

– Que eso te sirva de leccion para que no intentes sobornar a los criados leales -le contesto Darcy con una carcajada.

– Bueno, todos esos anos en la universidad no me han ensenado nada, asi que dudo que esto lo haga. ?Soy un caso perdido, ya lo sabes! -Brougham se dejo caer pesadamente en uno de los sillones al lado de la chimenea y miro a su alrededor-. Te pille haciendo cuentas, ?no es asi, Fitz?

– No, de hecho acabamos de terminar; y estaba esperando el te…

– ?Te! ?Buena idea! -Se incorporo en su asiento de un salto-. ?Por que no vamos hasta el club tu y yo? Apuesto a que no has visitado Boodle's desde que regresaste de… ?en donde has estado escondido?

– Hertfordshire.

– ?Dios, no me digas! ?Hertfordshire! -exclamo Brougham con aire pensativo-. ?Haciendo que, Fitz?

– Te lo contare cuando lleguemos al club. -Darcy se volvio hacia su mayordomo que, conociendo la naturaleza alegre de lord Brougham, estaba sonriendo discretamente tapandose la boca-. Mis cosas, Witcher, si es usted tan amable. Parece que tomare el te en Boodle's.

Los dos hombres bajaron los escalones de la entrada de Erewile House y se subieron en el cabriole de lord Brougham, que en minutos los llevo, bajo su experto latigo, hasta el silencioso santuario de Boodle's. El arrogante portero del club los acompano al interior, donde varios lacayos se apresuraron en silencio a ocuparse de sus abrigos, sombreros y guantes.

Acompanando a su amigo mientras atravesaban el pavimento ajedrezado de marmol italiano, Darcy enarco una ceja.

– ?Adonde vamos, Dy?

– A algun lugar donde podamos hablar en privado sin escandalizar a los socios mas antiguos. El extremo del comedor, tal vez. -Brougham hizo un guino al ver una sombra de reserva que cruzo enseguida el rostro de Darcy-. ?Ah, nada tan malo como eso, Fitz! A menos que te hayas estado divirtiendo en… ?donde era? ?Herefordshire?

– Hertfordshire, ya lo sabes -respondio Darcy de manera tajante.

– ?Ah! Ya veo que tenemos mucho terreno por cubrir. -Brougham comenzo a caminar hacia uno de los corredores revestidos de madera que formaban un arco sobre las escaleras que llevaban del vestibulo a los pisos superiores del club.

Tal vez esto no ha sido una buena idea. Darcy entrecerro los ojos al observar la espalda de su amigo, mientras lo seguia hacia el comedor. Sabia muy bien que bajo la apariencia de diletante de Dy se escondia una mente aguda que, a pesar de sus declaraciones, era capaz tanto de disenar un puente como de componer un soneto. Los dos habian competido intensamente en la universidad y Darcy recordaba muy bien, por si su amigo no tenia tan buena memoria, la cantidad de premios que Dy habia ganado en Cambridge. Mientras, penso Darcy con incomodidad, traia de cabeza a sus tutores.

En los siete anos que habian transcurrido desde entonces, y a traves de su estudiada elegancia y sus veleidosos modales, Dy habia logrado hacer que la sociedad olvidara esos triunfos y le atribuyera solamente una encantadora frivolidad. Darcy se habia preguntado muchas veces por que queria dar aquella imagen, pero Dy habia esquivado habilmente todos sus intentos de obtener una respuesta. Como o por que su amigo habia decidido dirigir su vida en esa direccion seguia siendo un tema tabu entre ellos, pero como no afectaba a la firmeza de su larga amistad, Darcy habia preferido, desde hacia tiempo, dejar la pregunta sin respuesta. Sin embargo, habia descubierto que su tolerancia hacia la infructuosa existencia de Dy no siempre encontraba una respuesta reciproca. Si no soy extremadamente cuidadoso, se advirtio, Dy descubrira a traves de mis propios labios lo que mas quiero ocultar.

Cuando entraron en el espacioso comedor, Brougham pidio inmediatamente la mesa mas comoda.

– Aqui, esto esta perfecto, Fitz. -Le ofrecio una silla a Darcy y luego se sento en la que disponia de la mejor vista de todo el salon-. Pidamos nuestro te y luego podras contarme todo acerca de tu expedicion al campo. - Mientras los camareros traian un plato tras otro de lo que Boodle's consideraba un te apropiado para sus miembros, Darcy y Dy se entretuvieron intercambiando trivialidades y bromas acordes a su larga amistad. Cuando por fin quedaron solos, Dy se puso un poco mas serio y hablo con mas franqueza mientras informaba a su amigo de los rumores economicos y las especulaciones politicas que realmente importaban a los hombres en la posicion de Darcy.

– Eres una increible fuente de informacion -comento Darcy secamente, cuando Brougham hizo por fin una pausa para darle un largo sorbo a su te-. Uno casi podria suponer que es una pasion.

– ?Oh, nada tan fatigoso! Uno oye cosas, ya sabes. Reuniones, fiestas, partidas de caza, lugares de juego… lo que sea, charla y mas charla. Lo que sucede es que tengo una memoria endemoniadamente prodigiosa. -Le lanzo a Darcy una expresiva mirada y suspiro-. Es una mas de las maldiciones que debo soportar.

– Y dime, ?cuales son las otras? -Darcy se rio abiertamente ante la actitud de autocompasion de Dy-. Una fortuna muy considerable, una delicada personalidad y…

– ?Por favor, no mas! ?Me estas haciendo avergonzar! Lo cual es particularmente molesto pues era yo quien trataba de avergonzarte. Ahora, cuentame sobre Hertfordshire -exigio Brougham.

– ?Estas seguro de que no es Herefordshire? -le dijo Darcy, mientras trataba de ganar tiempo para ponerse en guardia.

– No, estoy seguro de que dijiste Hertfordshire. Vamos, vamos; cuentale a papa que hiciste. La confesion, ya sabes… es buena para el alma y todo eso. -Brougham lo miro deliberadamente.

Darcy se sorprendio retorciendo la servilleta que tenia sobre las piernas. La cara de Dy era toda sinceridad, con un toque de humor sarcastico que invitaba a las confidencias. Al principio, la idea de reclutar a su viejo amigo para ayudarlo le habia parecido totalmente imposible. Pero cuando se sentaron en silencio a tomarse su te, lentamente fue adquiriendo un matiz razonable. Darcy no iba a contarle todo, claro. Nada sobre… bueno, solo lo que Dy necesitaba saber para ayudarlo con Bingley.

– ?Conoces a mi amigo Charles Bingley?

Brougham asintio con la cabeza.

– Un joven del norte, con mas disposicion que buen juicio. Tu le has hecho unos cuantos favores ultimamente.

– Bingley alquilo por un ano una pequena propiedad en Hertfordshire y se enredo con una jovencita de una familia poco conveniente. -Darcy fue tejiendo su historia, teniendo cuidado de no mencionar que el tambien habia caido en una tierna fascinacion-. Asi que -concluyo-, como al hombre no se le puede mencionar el tema y no atiende a razones, estoy intentando un juego encubierto. Sembrando dudas, ese tipo de cosas. Lo encuentro terriblemente incomodo.

– ?Me lo imagino! No va con tu caracter, Fitz. ?Crees que el sospecha algo?

– No, no lo creo. Al menos, lo dudo. Confia en mi ciegamente, ?sabes? -Darcy se sonrojo y fijo la vista en su anillo de rubi.

– Es probable que tengas razon en que no sospecha. «El corazon que es consciente de su propia integridad tarda en dar credito a la traicion de otro». ?Ah, lo lamento, Fitz! -Brougham se disculpo al ver la expresion de dolor de Darcy-. No queria que sonara asi. Bueno, ya tienes el toro por los cuernos. ?Cual es tu siguiente movimiento?

– Vamos a asistir a la velada de lady Melbourne esta noche.

– ?La divina Catalani! Fitz, tienes suerte. Yo tambien he enviado confirmacion de mi asistencia a esa velada. ?Como puedo ayudarte con el encantado senor Bingley?

– Ayudame a presentarle nuevos encantos. Tu sabes lo torpe que soy para esas cosas, Dy. Pero espera - Darcy respondio con rapidez a la mirada de suspicacia de Brougham-, con eso quiero decir jovencitas decentes. Si le presentas alguna de las amigas intimas de lady Caroline, te saco del asunto, ni se te ocurra intentarlo.

Brougham levanto las manos con fingido horror.

– ?Dios no lo permita, Fitz! Pero ?donde diablos sugieres que encuentre esas «jovencitas decentes» en una velada ofrecida por lady M?

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