noche de la tormenta. Tan pronto como entre en la ducha y encendi los grifos, el agotamiento volvio a vencerme. Me deje caer en el borde de la banera, enterre la cara entre las manos y me eche a llorar.

«Todo es por mi culpa -pense-, Tang fue tras ella porque yo me escape.»

Irina me aparto el pelo de la cara, pero no presto atencion a las lagrimas. Me empujo bajo el agua y comenzo a enjabonarme firmemente el cabello. El champu olia a caramelo y era del color de la yema de huevo.

El festival supuso para mi un brusco regreso al mundo de los vivos. La playa estaba llena de personas tomando el sol con la piel totalmente untada de aceites, mujeres con sombreros de paja, ninos con flotadores a la cintura, hombres con crema de cinc en la nariz, ancianos sentados en mantas y los socorristas de todos los clubes de Sidney. Me habia sucedido algo en los oidos durante la ultima semana. Mis conductos auditivos estaban bloqueados. Los sonidos me parecian insoportablemente altos y, un segundo despues, se desvanecian en el silencio. El malestar que me causo el llanto de un bebe hizo que tuviera que taparme los oidos, pero cuando deje caer las manos, no podia oir nada en absoluto.

Irina me cogio de la mano para que no nos perdieramos mientras nos abriamos paso para llegar al frente de la muchedumbre. El sol que se reflejaba aquella manana en el agua era enganoso, porque el oceano estaba plagado de turbulencias y las olas eran altas y peligrosas. Ya habian rescatado del agua a tres personas, incluso aunque estaban nadando en la zona delimitada por las boyas. Se habia hablado de cerrar la playa y cancelar el festival, pero el barco guardacostas habia considerado que las condiciones eran lo bastante seguras.

Los socorristas marcharon con sus banderas detras, tan orgullosos como militares. Manly, Mona Vale, Bronte, Queensliff. Los socorristas del Club de Salvamento y Surf de Bondi Norte llevaban mono de bano con los colores del club: marron, rojo y blanco. Ivan era el encargado de la correa. Llevaba la cabeza bien alta y su cicatriz era invisible a la brillante luz del sol. Me senti como si fuera la primera vez que estuviera viendo su rostro de verdad, con la mandibula fija en una expresion decidida como la de un heroe clasico. Dispersos entre la multitud, grupos de mujeres gritaban palabras de animo a los hombres. Al principio, Ivan se encogio avergonzado por sus atenciones, suponiendo que no iban dirigidas a el, pero, animado por los otros vigilantes, acepto un abrazo de una mujer rubia y los besos que sus amigas le lanzaban en el aire. Verle disfrutar tan timidamente fue lo unico que me produjo felicidad en toda la semana.

Si hubiera sido mas inteligente, mas sana de corazon, podria haberme casado con Ivan cuando me lo pidio, pense. Quizas podriamos habernos dado algo de felicidad y consuelo mutuos. Pero era demasiado tarde para eso. Era demasiado tarde para todo, salvo para el arrepentimiento.

Ivan y su equipo aproximaron su barco al borde del agua. La multitud de la playa los vitoreo, silbando y gritando: «?Bondi, Bondi!». Irina llamo a Ivan, el se volvio hacia nosotras y nuestras miradas se encontraron. Me sonrio, y senti la calidez de su sonrisa recorriendome hasta alcanzarme el corazon. Sin embargo, un instante despues, el se volvio, y yo senti frio de nuevo.

Sono el silbato y los equipos se lanzaron al agua. Chocaron contra las altas olas que rompian contra las proas de los barcos. Un barco viro de lado contra la ola y volco. La mayoria de los socorristas saltaron a tiempo, pero uno de ellos se quedo atrapado debajo, y tuvieron que rescatarle. El juez de la carrera se aproximo a la orilla corriendo, pero era demasiado tarde para ordenar a los demas que regresaran, porque ya habian sobrepasado el rompeolas. La multitud enmudecio, porque todo el mundo comprendio que la emocion habia terminado, que la carrera podia tener un final fatidico en aquellas condiciones. Durante diez minutos, no pudimos ver a los cuatro barcos restantes porque estaban mas alla de las olas. Se me hizo un nudo en el pecho. ?Que ocurriria si perdia tambien a Ivan? Entonces, otee los remos de los barcos que volvian, elevados sobre la espuma. El barco de Ivan iba a la cabeza, pero a todo el mundo habia dejado de importarle la carrera. Luche por deshacerme del sentimiento de panico que me atenazaba. Escuche el gemido de la madera y me di cuenta de que el barco estaba empezando a resquebrajarse, como las briznas de paja que se sueltan de un sombrero. Los socorristas tenian los rostros petrificados por el miedo, pero la expresion de Ivan era tranquila. Les gritaba ordenes a los miembros de su equipo y, gracias a algun tipo de milagro, consiguieron mantener el barco unido con sus propias manos mientras Ivan sostenia firmemente el timon, hasta que, al final, logro dirigirlos de vuelta a la playa. Los simpatizantes del equipo de Bondi Norte enloquecieron. Pero Ivan y sus companeros no se preocuparon por haber ganado. Saltaron fuera del barco y de nuevo al mar, para ayudar a los otros participantes a regresar sin incidentes a la playa. Cuando todo el mundo estaba de nuevo sobre la arena, la multitud comenzo a aclamarles. «?Queremos ver al hombre! -coreaban-. ?Queremos ver al hombre!» Los vigilantes que estaban alrededor de Ivan lo auparon en el aire, como si fuera tan ligero como una bailarina. Lo llevaron a hombros entre la muchedumbre y lo lanzaron sobre un grupo de chicas que saltaron sobre el, regocijandose y retorciendose.

Irina se volvio hacia mi, riendose. Pero no podia oirla. Habia perdido totalmente el sentido del oido. Su piel bronceada brillaba bajo la luz del sol y en su cabello salado por la brisa marina se habian formado unos atractivos rizos de sirena. Corrio hacia Ivan y comenzo a jugar a arrebatarle el gorro. La multitud avanzo y me fue empujando hasta que me encontre de pie fuera del gentio, totalmente sola.

El miedo volvio a mi como un puno contra el estomago, incluso con mas fuerza e intensidad que antes. Me agarre el vientre y cai de rodillas. Senti nauseas, pero no consegui expulsar nada. Era culpa mia que mi madre estuviera muerta. Tang la habia fusilado por mi causa. Me habia escapado y, como no podia danarme a mi, partio en su busca. Y a Olga tambien. Los habia matado a todos ellos. Incluso a Dimitri. Habria venido a buscarme si no me hubiera cambiado el nombre.

– ?Anya!

Me puse en pie y corri al borde del agua, sintiendo alivio por notar la arena mojada bajo mis abrasados pies.

– ?Anya!

Ella estaba gritando mi nombre.

– ?Mama? -grite, andando silenciosamente sobre la arena humeda. Cuando llegue al arrecife de coral, me sente. El sol del mediodia estaba alto en el cielo. Hacia que el agua estuviera tan clara como un espejo, y podia ver bancos de peces bajo las olas y la sombra oscura de las rocas y las algas pegadas a ellas. Mire atras, a la playa. La muchedumbre del festival se habia dispersado, y la mayoria de los socorristas estaban tomandose un descanso, bebiendo refrescos y charlando con las chicas. Todos excepto Ivan, que se habia quitado el gorro y corria por la playa. No podia ver a Irina.

Oi la voz, llamandome otra vez, y me volvi hacia el oceano. Mi madre estaba de pie sobre las rocas y me miraba. Sus ojos eran tan transparentes como el agua. Llevaba la melena suelta a la altura de los hombros, y su cabello ondeaba con la brisa como un velo negro. Me puse en pie y cogi aire profundamente, comprendiendo al fin lo que tenia que hacer. Una vez que permiti que el primer pensamiento tomara forma en mi cabeza, todos los demas me vinieron rapidamente. Me senti euforica porque me di cuenta de lo facil que seria, y comprendi cual era la solucion a todos mis problemas. El dolor se detendria, y yo venceria a Tang. Y mi madre y yo volveriamos a estar juntas de nuevo.

Senti ligera y suave la arena humeda bajo mis pies, como si fuera nieve. El torrente de agua gelida que me recorrio la piel me resulto estimulante. Al principio, tuve que luchar contra el oceano, lo cual me fatigo mucho. Pero entonces pense en los barcos oponiendose a las olas y use todas mis fuerzas para abrirme camino hacia aguas mas profundas. Una ola se cernio sobre mi como una sombra y rompio, enviandome en un remolino hacia las profundidades arenosas. Me golpee la espalda contra el fondo del oceano. El golpe me dejo sin aliento, y senti como el agua se me filtraba desde la garganta hasta los pulmones. Al principio, me dolio, pero luego mire hacia arriba, vi a mi madre sobre las rocas y note que me estaba trasladando a otro mundo. Cerre los ojos, escuchando el murmullo y el burbujeo marinos a mi alrededor. Me sentia como si estuviera en el vientre de mi madre otra vez. Durante un momento, me entristeci, pensando en como me extranaria Irina. Pense en todos ellos, en Betty, en Ruselina, en Ivan, en Diana. Todos dirian que tenia muchas cosas por las que seguir viviendo, que era joven, guapa e inteligente. Me senti culpable al pensar que todas aquellas cosas no habian significado tanto para mi como deberian. Nunca acabaron con mi soledad. Y, a partir de entonces, dejaria de estar sola para siempre.

De repente, algo tiro de mi y me propulso hacia la superficie, elevandome por encima de la cresta de la ola, como un nino mecido entre los brazos de su madre. Por unos instantes, volvi a recuperar el oido y pude escuchar los gritos y la risa de la gente, y las olas rompiendose en la playa. Pero, al momento siguiente, me hundi de nuevo. Esta vez, el agua se me introdujo por las aletas de la nariz y por la garganta mas deprisa, como si yo fuera un barco naufragando.

– Mama, ya voy -grite-. ?Ayudame!, ?ayudame!

El agua me pesaba en los pulmones, y dejaron de salirme burbujas por la boca y la nariz. Podia sentirlo, el

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