Rusia. Pero cuando los japoneses invadieron de modo oficial China en 1937, la esposa y la hija del general fueron enviadas de vuelta a Nagasaki, y al general le obligaron a convertirse en espia. El ano antes de que se llevaran a mi madre, logro su captura mas importante, la del lider mas conocido de la resistencia china: Tang.

– Trabe amistad con el -nos conto el general con los ojos fijos en nuestras manos entrelazadas-. El confiaba en mi. Me conto lo que sonaba que China llegara a ser algun dia. Era apasionado, brillante y desinteresado. Siempre venia a verme con cualquier cosa que encontraba de comer. «Para ti, amigo mio -me decia-, he robado esto a los japoneses para ti.» Y cuando no podia traerme comida, me traia un abanico, una poesia o un libro. Pasaron dos anos antes de que lo entregara a los japoneses. Hasta entonces, lo utilice para desenmascarar a otros.

El general tomo un sorbo de agua. En su mirada pude ver la pesadumbre y el dolor.

– Soy el responsable de haberle convertido en un monstruo -confeso-. Mi traicion lo deformo.

Cerre los ojos. Nunca podria perdonar a Tang por lo que habia hecho, pero, por lo menos, ahora podia entender por que su odio era tan implacable.

Despues de un momento, el general retomo la historia.

– El dia que deje vuestra casa, no nos habian informado de nada, salvo de que Japon se habia rendido y de que Hiroshima y Nagasaki habian sido destruidas. Solo anos despues llegue a hacerme una idea de la magnitud de lo que habia sucedido en mi ciudad natal: cientos de miles de personas muertas y heridas, y miles que enfermaron posteriormente y murieron lentamente, falleciendo entre grandes dolores. Cuando me estaba alejando de Harbin, me encontre con mi ayudante. Me conto que habian interrogado a tu madre y que la iban a deportar a la Union Sovietica. Lo senti, pero decidi que lo unico que podia hacer era salvarme a mi mismo, y que debia regresar a Japon para enterarme de que les habia sucedido a mi esposa y a mi hija. Sin embargo, de camino, tuve una fatidica vision. Vi a mi mujer, Yasuko, de pie sobre una colina en el horizonte, esperandome. Me aproxime a ella y me percate de que tenia la piel agrietada y seca como una jarra de arcilla. Habia una pequena sombra de pie, sujeta a su codo, que estaba llorando. Era Hanako, mi hija. La sombra se me acerco corriendo, pero desaparecio tan pronto como me toco, ardiendo junto a mi. Me levante la camisa y note que la piel se me estaba despegando del cuerpo, como una cascara de platano. Entonces comprendi que estaban muertas y que la causa de que las hubieran matado era que yo os habia descuidado a ti y a tu madre. Quizas el espiritu de tu padre se habia vengado de mi.

»A partir de entonces, tuve que moverme deprisa. Sabia que el tren se aproximaria a la frontera cuando cayera la noche. Estaba asustado y no sabia bien que hacer. Todas las ideas que se me ocurrian me parecian condenadas al fracaso. Entonces, recorde que Tang habia trabajado para los sovieticos. Robe unos trapos de una granja y los utilice para vendarme las manos. Llene los vendajes de ratones muertos para imitar el olor a carne putrefacta que Tang siempre desprendia despues de haber escapado del campo de internamiento. Haciendome pasar por el, fui capaz de conseguir un avion que me llevo a la frontera, donde convenci a tres guardias comunistas para que me acompanaran a interceptar el tren y a ejecutar a tu madre.

El general detuvo su narracion durante un momento, frunciendo los labios. Habia dejado de ser el impresionante personaje de mi ninez. Era un hombre fragil y tembloroso, sobrecargado por el peso de sus recuerdos. Levanto la mirada hacia mi como si me hubiera leido el pensamiento.

– Probablemente, aquel fue el plan mas estrafalario que puse en practica en toda mi vida -continuo-. Y no tenia ni la menor idea de si iba a funcionar o de si lo unico que conseguiria seria hacer que nos mataran a tu madre y a mi. Cuando tome al asalto el tren-prision, tu madre abrio los ojos como platos, y supe que me habia reconocido. Hice que uno de los guardias la arrastrara por el pelo hasta la puerta, y ella se revolvio y grito como una verdadera actriz. Hasta el ultimo momento, los guardias pensaron que la ibamos a fusilar. En vez de eso, la tire cuerpo a tierra, forcejee con los guardias por hacerme con su pistola, dispare a los faros del coche y les dispare a ellos.

– ?Adonde fueron ustedes despues? -le pregunto Ivan. Aprete su brazo firmemente con los dedos para sostenerme en el. El era la unica cosa solida a mi alrededor. Las paredes del comedor parecian estar moviendose, cerrandose sobre mi. Sentia la cabeza liviana. Todo era irreal. Mi madre. Mi madre. Mi madre. Estaba volviendo a mi vida ante mis propios ojos despues de tantos anos en los que habia tratado de aceptar que estaba muerta.

– Tu madre y yo nos apresuramos a volver a Harbin lo mas rapido que pudimos -nos conto el general-. El viaje fue azaroso, y tardamos tres dias en llegar alli. Tu madre destacaba mas por su aspecto que yo, lo cual nos puso en peligro. Para cuando llegamos a la ciudad, los Pomerantsev se habian ido y tu tambien. Tu madre se derrumbo cuando descubrimos las cenizas de los cimientos de vuestra casa. Pero un vecino nos dijo que a ti te habian rescatado los Pomerantsev y que te habian enviado a Shanghai.

»Tu madre y yo decidimos que iriamos a Shanghai en tu busca. Pero no podiamos ir por Dairen, porque los sovieticos estaban deteniendo a los rusos que trataban de escapar por mar. En cambio, viajamos hacia el sur por rios y canales, o por tierra. En Pekin, nos detuvimos en una casa cercana a la estacion de ferrocarril, con la intencion de viajar a Shanghai en tren a la manana siguiente. Pero fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nos estaban siguiendo. Al principio, pense que me lo estaba imaginando, hasta que vi una sombra deslizandose tras tu madre cuando fue a comprar los billetes. La sombra de un hombre sin manos. 'Si vamos a Shanghai, le conduciremos directamente hasta ella', le dije a tu madre, porque sabia que Tang ya no solo estaba interesado en mi.

Le estruje el brazo a Ivan aun mas fuerte cuando comprendi lo cerca que habia estado mi madre de llegar hasta mi. Pekin solo estaba a un dia de Shanghai en tren.

– Los japoneses siempre habian estado interesados en Mongolia -prosiguio el general, con un tono de voz apremiante, como si estuviera recordando el terror que habia experimentado aquellos dias-. Parte de mi formacion como espia habia consistido en memorizar las rutas que los arqueologos europeos habian utilizado para abrirse camino por el desierto de Gobi. Y, por supuesto, conocia la ruta de la seda.

»Le dije a tu madre que debiamos encaminarnos hacia el norte, hasta la frontera, donde lograriamos que Tang nos perdiera la pista en aquel terreno accidentado. Porque, alla donde nos dirigiamos, un hombre sin manos pereceria, aunque fuera un hombre tan decidido como el. Mi objetivo era llevar a tu madre a Kazakstan y, despues, hacer yo solo el viaje de vuelta a Shanghai. Al principio, tu madre se resistio, pero le dije: 'Tu hija esta segura en Shanghai. ?De que le serviras si te matan?'.

»Podria parecer que llevar a tu madre a Kazajistan significaba ponerla en manos de los sovieticos. Pero el arte del espionaje consiste en fundirse en el ambiente, y Kazajistan era un caos despues de la guerra. Cientos de rusos habian huido hasta alli para escapar de los alemanes, y habia muchisima gente sin documentos identificativos.

»Unos jinetes con experiencia podrian haber hecho el viaje en tres meses, pero nosotros tardamos en llegar a Kazajistan dos anos. Compramos caballos a una tribu de pastores, pero tuvimos que tener mucho cuidado en no extenuarlos por encima del limite de sus fuerzas, por lo que solo pudimos viajar durante los siete meses de los veranos. Ademas de la presencia sovietica en la frontera y de las guerrillas comunistas, tuvimos que enfrentarnos a tormentas de arena y a cientos de kilometros de desierto pedregoso, e, incluso, uno de nuestros guias murio por la mordedura de una vibora. Si no llega a ser por las pocas palabras que yo sabia en mongol y por la hospitalidad de las tribus locales, tu madre y yo habriamos muerto. No se que fue de Tang. No volvi a verle desde entonces y, obviamente, nunca te encontro. Me gustaria pensar que murio persiguiendonos a traves de las montanas. Hubiera sido la unica muerte apropiada para su torturada alma. Aunque nos hubiera matado, no habria conseguido el alivio que necesitaba.

»Tu madre y yo llegamos a Kazajistan agotados por el viaje. Conseguimos unas habitaciones en casa de una mujer kazaja. Cuando recupere fuerzas, le dije a tu madre que regresaria a China en tu busca. 'Te separaron de tu hija por mi culpa -le dije-. Hice cosas durante la guerra para proteger a mi familia, pero, al final, no pude hacer nada por salvar a mi mujer y a mi hija. Tengo que enmendar vuestra situacion, o ellas nunca podran descansar en paz.'

»'No es culpa tuya que haya perdido a mi hija -me respondio tu madre-. Los sovieticos nos habrian deportado a las dos a un campo de trabajo tras la guerra. Al menos, se que esta a salvo. Quizas ahora yo tenga tambien una nueva oportunidad gracias a ti.'

»Las palabras de tu madre me conmovieron profundamente. Me arrodille y me incline frente a ella. Me di cuenta de que existia un vinculo entre nosotros. Quizas se formo durante nuestro viaje, cuando dependiamos el uno del otro para sobrevivir. O puede que fuera algo que viniera de otra vida. Estaba unido del mismo modo con

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