mundo. De cosas grandes como el dinero no sueles hablar casi nunca. Y cuando lo haces, hablas de ello como si no tuviera importancia en absoluto.

Dimitri comenzo a pasearse de un lado a otro de la habitacion, mientras se le sonrojaban las mejillas al pensar en todos los momentos en los que lo habia impresionado. Todavia no tenia ni la menor idea de cual seria la conclusion de su historia. ?Queria que le ayudara a decorar su casa? Se lo pregunte y se dio una palmada, echandose a reir, hasta que las lagrimas le cayeron por el rostro. Se froto los ojos, se tranquilizo y me dijo:

– Un dia, te perdiste en el mundo de escoria del que yo provengo y cuando Serguei acudio medio loco para decirmelo, yo tambien enloqueci. Entonces te encontramos. Esos mierdas te habian desgarrado la ropa y te habian aranado la piel con sus sucias zarpas. Pero ni siquiera asi lograron rebajarte a su nivel. Incluso cuando estabas alli, sentada en la celda de la carcel, vestida con harapos, conseguias parecer majestuosa.

«Aquella noche, Serguei vino a verme, llorando tan violentamente que pense que te habias muerto. Te quiere. ?Lo sabias, Anya? Has logrado abrir una parte de su corazon que ha estado cerrada durante mucho tiempo. Si te hubiera tenido antes, nunca se habria abandonado al opio. Pero ya es demasiado tarde. Ya sabe que no va a vivir eternamente. ?Y quien cuidara de ti entonces?

»Yo deseaba que me pidiera que fuera yo el que te cuidara. Pero es tan protector contigo que temi que pensara que no soy lo suficientemente bueno para ti. Que independientemente de lo rico que yo sea, de lo mucho que dijera que me queria como a un hijo, no me dejaria tenerte. Que no importaba lo que me pusiera, lo que comiera o con quien me relacionara, siempre seguiria siendo escoria.

»Busque en los callejones traseros de la Concesion en busca de las piezas del collar de tu madre. Estaba tratando de ser digno de ti. Pero al dia siguiente, como por arte de magia, dijiste que querias recibir clases de baile conmigo. ?Conmigo! Dios mio, ?me pillaste desprevenido con aquella peticion! Y entonces fue cuando percibi algo que no habia notado hasta entonces. Alli mismo, en tus claros ojos azules. ??Estabas enamorada de mi!!

»El propio Serguei se dio cuenta cuando nos vio bailando. Se reconocio a si mismo bailando con Marina, hace treinta anos. Lo comprendi cuando nos enseno a bailar el bolero, te estaba entregando a mi. Incluso el mismo no podia detener lo que estaba ocurriendo de forma natural. La historia se repetia.

Dimitri vacilo en ese momento, porque yo me habia levantado y estaba inclinada contra la ventana.

– Anya, por favor, no llores -me rogo, acudiendo rapidamente a mi lado-. No era mi intencion entristecerte.

Trate de hablar, pero no pude. Lo unico que podia emitir eran balbuceos inconexos, como un bebe. La cabeza me daba vueltas. Me habia levantado aquella manana ante un dia normal de escuela y, repentinamente, Dimitri me estaba confesando todas aquellas cosas que yo no era capaz de asimilar.

– ?No es eso lo que quieres tu tambien? -me pregunto, tocandome el hombro y girandome hacia el-. Serguei ha dicho que podemos casarnos tan pronto como cumplas dieciseis anos.

La habitacion se convirtio en una nebulosa. Estaba enamorada de Dimitri, pero su repentina propuesta de matrimonio y el modo en que lo habia planteado me desconcertaban y me hacian vacilar. El se habia preparado para ello, pero yo no, y ahora sus palabras me sacudian como una explosion. El sonido del reloj de la repisa de la chimenea marcando las doce me sobresalto. De repente, tome conciencia de otros sonidos: las doncellas barriendo en los pasillos, el cocinero afilando su cuchillo, alguien que cantaba La vie en rose… Contemple a Dimitri. Me sonrio con sus labios amoratados, y mi confusion paso a convertirse en una oleada de amor. ?Podia ser verdad que Dimitri y yo ibamos a casarnos? El debio de percibir un cambio en mi semblante, porque se arrodillo ante mi.

– Anna Victorovna Kozlova, ?quieres casarte conmigo? -me pregunto mientras me besaba las manos.

– Si -le respondi, sonriendo mientras lloraba-. Si, Dimitri Yurievich Lubenski, me casare contigo.

Por la tarde, Dimitri anuncio nuestro compromiso, y Serguei vino a verme a mi lugar favorito cerca del arbol de gardenias. Me cogio las manos entre las suyas, con las lagrimas a punto de brotarle de los ojos.

– ?Que vamos a hacer para celebrar la boda? -me pregunto-. Si mi querida Marina estuviera aqui… y tu madre… ?que bien nos lo pasariamos!

Serguei se sento a mi lado, y juntos contemplamos la luz del sol que brillaba a traves de las hojas de los arboles. Saco una hoja de papel arrugado del bolsillo y se la aliso en la rodilla.

– Llevo siempre encima este poema de Anna Ajmatova, porque me emociono cuando lo lei -me conto-. Y ahora quiero leertelo a ti.

Al amanecer te llevaron, y yo fui detras,

como una viuda tras el cortejo funebre.

Junto a los iconos se consumia una vela;

en el dormitorio, los ninos se deshacian en lagrimas.

Tus labios, frios del beso al icono,

como olvidar el sudor frio de tu frente…

Igual que las esposas de los strelzi, acudo ahora

a lamentarme bajo las descarnadas torres del Kremlin.

Cuando Serguei me leyo aquellas palabras, senti una presion en el pecho y estalle en sollozos, una explosion de lagrimas que habia estado conteniendo durante anos, que me hizo llorar de manera tan profunda y sentida que pense que me estallarian el corazon y las costillas. Serguei tambien lloro: su pecho de oso subia y bajaba, agitado por su dolor secreto. Me rodeo con los brazos y presiono su humeda mejilla contra la mia. Cuando remitieron nuestros sollozos, nos echamos a reir.

– Te voy a organizar la boda mas bonita del mundo -me prometio, mientras se secaba la boca enrojecida con el dorso de la mano.

– Siento a mi madre en mi interior -le confese-. Y se que algun dia volveremos a encontrarnos.

Aquella noche, Amelia, Luba y yo nos engalanamos con largos vestidos de noche de saten, y los hombres se enfundaron en sus mejores esmoquines.

Nos apinamos en la limusina y nos dirigimos al Moscu-Shanghai. A causa de la pelea de la noche anterior, habiamos cerrado el club. Ya se habia reparado todo, pero cerrar una noche nos daba buena publicidad. Era la unica noche en la que el club estaba abierto solo para nosotros. Serguei encendio un interruptor y una cascada de luz cayo sobre la pista de baile. Dimitri desaparecio en la oficina y volvio unos segundos despues con una radio. Juntos bailamos por toda la pista al son de J'ai deux amours, balanceando las copas de champan en la mano y tratando de cantar como Josephine Baker. «Paris… Paris», canturreaba Serguei, con su rostro apretado contra la mejilla de Amelia. La luz que se proyectaba por encima de sus fornidos hombros le rodeaba la cabeza y le daba un aire angelical.

Hacia medianoche, se me empezaron a cerrar los parpados. Me desplome sobre Dimitri.

– Te llevare a casa -me susurro-. Creo que estas rendida por tantas emociones.

En el rellano, Dimitri me atrajo hacia el y me beso. La voluptuosidad de sus labios me sorprendio. La calidez que transmitian me produjo un hormigueo a lo largo de toda la espalda. Separo los labios, excitado, y recorrio los mios con la lengua. Bebi de su sabor, tomando sus besos a sorbos como si fueran champan. La puerta se abrio a nuestras espaldas y la anciana doncella profirio un alarido. Dimitri se separo de mi y se echo a reir.

– Nos vamos a casar, ya sabe -le dijo a la doncella. Pero ella lo fulmino con la mirada y senalo hacia la verja con su puntiaguda barbilla.

Una vez que Dimitri se hubo marchado, la anciana doncella cerro el candado de la puerta, y yo me dirigi escaleras arriba, sintiendo aun la humedad que el beso de Dimitri habia dejado en mis labios.

El aire de mi habitacion era opresivo. Las ventanas estaban abiertas, pero las doncellas habian corrido las cortinas cuando vinieron a hacer la cama para evitar que entraran los mosquitos. El calor atrapado en el interior me recordo a un invernadero. Denso y humedo. Una gota de sudor me resbalo por la garganta. Apague la luz y abri las cortinas. Dimitri estaba alli, de pie, en mitad del jardin, mirandome. Sonrei, y el me saludo con la mano.

– Buenas noches -me dijo, se volvio hacia el camino y desaparecio de mi vista, yendose a hurtadillas, como un ladron. La felicidad burbujeo en mi interior. El beso que habiamos compartido era como un presagio de buena suerte que sellaba nuestra union. Me quite el vestido y lo arroje sobre una silla, mientras disfrutaba del alivio de sentir el aire sobre la piel. Me tire sobre la cama, hundiendome en ella.

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