elegante sombrero y, sin embargo, luciendo un semblante tan demacrado como el de un cadaver, practicamente deje escapar un grito por la sorpresa.

– ?Te encuentras bien? -inquiri.

– Vamos a dejar la casa -me contesto-. Nos vamos a Hong Kong esta noche. Hoy es el ultimo dia para obtener visados de salida. Anya, tienes que venir con nosotros.

– No puedo -le respondi.

– De lo contrario, te sera imposible conseguir un visado de salida. Alexei tiene un hermano en Hong Kong. Puedes hacerte pasar por hija nuestra.

Nunca antes habia visto a Luba tan alterada. Durante toda la crisis de mi matrimonio, siempre habia tenido palabras de aliento para mi. No obstante, cuando mire a mi alrededor para observar a las mujeres de la sala, las pocas habituales que aun quedaban, me di cuenta de que todas ellas compartian la misma mirada aterrada.

– Dimitri ha vuelto conmigo -le dije-. Se que el no dejara el club y yo debo quedarme con mi marido.

Me mordi el labio y me mire las manos. Otra persona que desaparecia de mi vida. Si Luba dejaba Shanghai, probablemente no volveriamos a vernos nunca mas.

Abrio su bolso y saco un panuelo.

– Ya te dije que volveria contigo -dijo, llevandose el panuelo a los ojos-. Os ayudaria a salir de aqui a ambos, pero tienes razon sobre Dimitri: nunca dejara el club. Desearia que todavia tuviera amistad con mi marido. Alexei seria capaz de convencerle.

El maitre del restaurante nos aviso de que nuestra mesa habitual estaba lista. Cuando nos hubo instalado, Luba pidio una botella del mejor champan y una tarta de queso para el postre.

Cuando llego el champan, se bebio la primera copa casi de un trago.

– Te enviare nuestra direccion en Hong Kong -me dijo-. Si necesitas cualquier tipo de ayuda, avisame. Por supuesto, me sentiria mucho mas feliz si supiera que tienes intencion de marcharte.

– Todavia acude bastante gente al club -le conte-. Pero los clientes estan empezando a marcharse. Te prometo que hablare con Dimitri sobre la posibilidad de irnos.

Luba asintio con la cabeza.

– Tengo noticias de lo que le ha ocurrido a Amelia -anuncio.

Clave las unas en el brazo de mi asiento. No estaba segura de si queria enterarme.

– He oido que comenzo a perseguir a un tejano adinerado. Pero ese hombre era mas inteligente que sus presas habituales. Consiguio lo que quiso de ella y la dejo. Esta vez se le ha ido la mano.

Le conte lo que habia ocurrido la noche anterior, y como Dimitri le habia dicho a Amelia que no volviera a llamar.

El champan parecia haber ayudado a calmarle los nervios a Luba. La mujer sonrio abiertamente.

– De modo que esa bruja lo volvio a intentar de nuevo -comento-. No te preocupes, Anya. Ahora ya esta fuera de su hechizo. Perdonale y amale con todo tu corazon.

– Asi lo hare -le conteste. Pero desee que no hubiera hablado sobre Amelia. Era como un virus latente en el organismo que se desencadenaba al mencionarlo.

Luba tomo otro trago de champan.

– Esa mujer esta loca -comento-. Le ha estado contando a todo el mundo que tiene unos parientes ricos en Los Angeles. Ahora habla de abrir alli su propio club nocturno: el Moscu-L.A. ?Que idiotez!

Estaba lloviendo cuando salimos del club. Le di a Luba un beso de despedida y me senti agradecida por las propiedades anestesicas del champan. La observe mientras se abria paso entre la multitud para coger un rickshaw. Me preguntaba que nos habia pasado a todos nosotros, a los que un dia bailamos en la pista del Moscu-Shanghai, tratando de cantar como Josephine Baker.

Durante la noche, lo unico que se oia era el ulular de las sirenas y los tiroteos en la distancia. A la manana siguiente, encontre a Dimitri de pie en el enlodado jardin, con el barro hasta los tobillos.

– Me han cerrado el club -me informo.

Su rostro habia empalidecido. En la desesperacion de su mirada reconoci al Dimitri joven. Un nino que habia perdido a su madre.

– Es solo hasta que las cosas se resuelvan -le dije-. Yo estoy preparada. Tenemos suficientes provisiones para que nos duren unos cuantos meses.

– ?No has oido las noticias? -me respondio el-. Los comunistas han tomado el mando. Quieren echar a todos los extranjeros. El consulado estadounidense y la OIR estan preparando un barco.

– Entonces, salgamos de aqui -le conteste-. Empezaremos de nuevo.

Dimitri cayo de rodillas en el fango.

– ?Has oido lo que acabo de decir, Anya? ?Seriamos refugiados! No podemos llevarnos nada con nosotros.

– Simplemente, vayamonos de aqui, Dimitri. Somos afortunados de que alguien quiera ayudarnos.

Se llevo las manos embarradas a la cara y se cubrio los ojos.

– Seremos pobres.

Era como si la palabra «pobre» le quebrantara el animo, pero me senti extranamente aliviada. No ibamos a ser pobres. Ibamos a ser libres. Hasta ese momento me habia resistido a abandonar China, porque parecia la unica conexion que me quedaba con mi madre. Pero la China que nosotros habiamos conocido ya no existia. Se nos habia escapado de las manos en un segundo. Ninguno de nosotros tendria que haber intentado quedarsela de todos modos. Incluso mi madre habria entendido la posibilidad que se me brindaba: una oportunidad para Dimitri y para mi de empezar de nuevo.

El semblante de la anciana doncella se ensombrecio cuando le dije que ella y Mei Lin tendrian que marcharse, porque no era seguro quedarse en nuestra casa. Atiborre de comida todos los baules que pude para ellas, y cosi un bolsito lleno de dinero para que la anciana doncella se lo escondiera en el vestido. Mei Lin me abrazo con fuerza. Dimitri tuvo que ayudarme a subirla en el rickshaw.

– Debes marcharte con tu anciana amiga -le dije. Todavia lloraba cuando el rickshaw comenzo a moverse, y, durante un momento, considere la posibilidad de quedarme con ella. Pero sabia que no la dejarian salir del pais.

Dimitri y yo hicimos el amor bajo el estruendo de los bombarderos y el sonido lejano de las explosiones.

– ?Podras perdonarme, Anya? ?Podras perdonarme de verdad? -me pregunto despues.

Le conteste que ya le habia perdonado.

Por la manana, caia una lluvia torrencial. Escuche el tiroteo a traves del tejado. Me solte del abrazo de Dimitri y me deslice hasta la ventana. El agua lo arrastraba todo a su paso calle abajo como una gran avalancha. Me volvi a mirar la silueta desnuda de Dimitri tumbada en la cama y desee que la lluvia tambien pudiera arrastrar consigo el pasado. Dimitri se revolvio y parpadeo, mirandome.

– No importa la lluvia -murmuro-. Ire al consulado a pie. Prepara las maletas. Volvere a buscarte esta noche.

– Todo va a salir bien -le conteste, ayudandole a ponerse la camisa y el abrigo-. No van a matarnos. Solo nos estan pidiendo que nos marchemos.

Me toco la mejilla.

– ?De verdad piensas que podemos empezar de nuevo?

Recorrimos juntos la casa, sabiendo que al final del dia no podriamos volver a reclinarnos en los elegantes sofas ni a contemplar la vista desde los grandes ventanales. Me preguntaba que pasaria con ella, que uso le darian los comunistas. Me sentia agradecida de que Serguei no tuviera que presenciar la destruccion del amado hogar de Marina. Bese a Dimitri y contemple como corria por el sendero del jardin, encorvado para protegerse de la lluvia. Senti la necesidad de irme con el, pero habia poco tiempo y tenia que prepararlo todo para el viaje que nos esperaba.

Me pase el dia rompiendo mis joyas y cosiendo las piedras y perlas a las puntas de calcetines y medias y en las costuras de nuestra ropa interior. Escondi lo que quedaba del collar de jade de mi madre en la base de mi muneca matrioska. No tenia prendas practicas para llevarme, por lo que meti mis vestidos mas caros en una maleta con la esperanza de que, al menos, los iba a poder vender. Me sentia aterrorizada y, al mismo tiempo, emocionada. Era imposible estar seguros de que los comunistas nos dejaran salir. No, si eran como Tang. Quizas nos ejecutaran, guiados por su sed de venganza. No obstante, me dedique a cantar mientras trabajaba. Me sentia

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