trajes de los domingos. Un joven con el pelo negro y rizado paseaba tranquilamente por la sala con una mujer que debia de ser su madre. Su ropa era de una talla demasiado grande, pero llamo la atencion de un grupo de chicas que llevaban vestidos de tafetan. Por el modo en el que las muchachas murmuraban entre si y se reian nerviosamente, supuse que tenia que ser el donjuan del pueblo.
En el fondo de la sala, una dama de cierta edad se encargaba de una mesa repleta de bizcochos
El coronel y Rose estaban haciendo las presentaciones entre la presidenta de la CWA local y algunos inmigrantes, que habian sido escogidos cuidadosamente para representar el campamento. Entre ellos, habia un farmaceutico proveniente de Alemania, una cantante de opera de Viena, un profesor de linguistica hungaro, un profesor de historia yugoslavo y una familia checoslovaca que habia sido seleccionada por sus impecables modales. Ernie estaba charlando con Dorothy, que llevaba un vestido amarillo y una flor en el pelo. Ernie estaba gastandole algun tipo de broma, porque movia las manos como si fueran las alas de una mariposa, mientras Dorothy parpadeaba coquetamente.
«Aja, ya veo -susurre-, ?como he podido no darme cuenta antes?»
Irina y Natasha estaban repasando la musica cuando volvi a los aseos.
– La sala esta llena -les anuncie.
Vi que ambas tragaron saliva, por lo que decidi que era mejor no anadir nada mas. Esperaban actuar para un grupo de aproximadamente veinte personas, pero en la sala habia ya casi cien.
Alguien llamo a la puerta, y el coronel y Rose asomaron la cabeza.
– Mucha suerte, chicas -deseo Rose-. Estais guapisimas.
– No olvideis -comento el coronel- que dependemos de vosotras…
Rose le arrastro fuera de la habitacion antes de que pudiera terminar la frase.
Consulte mi reloj.
– Mas vale que vayamos arriba -les dije.
Con un nervioso «Buena suerte», deje a Irina y a Natasha en el escenario y tome asiento en uno de los extremos laterales de la primera fila. La sala estaba llena hasta el maximo de su capacidad. El pastor corria de un lado para otro en busca de sillas extras. Espere que se acordaran de apagar la luz antes de abrir el telon. No tenia claro que fuera bueno para Irina y Natasha ver cuanta gente se habia presentado.
La presidenta de la CWA subio las escaleras y se coloco ante el telon. Era una mujer entrada en carnes con el cabello hirsuto recogido en una redecilla. Dio la bienvenida a todo el mundo y le entrego el microfono al coronel para que presentara a las artistas. El coronel saco sus notas y comenzo a contarle al publico en que consistia el funcionamiento del dia a dia en el campamento y la importancia que tenian los nuevos inmigrantes para el futuro de Australia. Me percate de que Rose le estaba haciendo gestos para que abreviara.
– Gracias a Dios, no se ha traido sus laminas de cartulina -oi que le susurraba Ernie a Dorothy.
Cuando el coronel menciono lo de «poblar o perecer» estuve a punto de gemir. Rose se dirigio sigilosamente a lo largo de la primera fila hasta detras del telon. De repente, este se abrio ante unas sorprendidas Irina y Natasha. Natasha deslizo los dedos por el teclado del piano y el publico comenzo a aplaudir. El coronel agradecio a todo el mundo que hubieran venido y tomo asiento. Miro a su alrededor y cuando me vio, me sonrio. Rose se deslizo inadvertidamente en su asiento junto a el.
Irina empezo una cancion que se titulaba
Mire hacia el publico. La mayoria de los asistentes escuchaban cortesmente, pero aqui y alla veia a gente frunciendo el ceno. Irina se trabo con parte de la letra y se sonrojo. Una pareja que estaba sentada detras de mi comenzo a cuchichear. Unos minutos despues, se levantaron y se abrieron paso entre las filas hacia la puerta. Yo tambien queria levantarme y salir huyendo. No podia presenciar el humillante desastre que se estaba desarrollando ante mis ojos.
El manton se le resbalo a Irina de un hombro y, bajo las luces del escenario, la combinacion de rojo y verde no casaba bien, parecia la pantalla de una lampara. Volvi a pasear la mirada entre el publico. Todos los vestidos eran de color blanco, rosa o azul claro.
Irina paso a una cancion francesa. Canto algunas estrofas en ingles y otras en frances, cosa que se me habia ocurrido a mi, para que la cancion conservara algo de su toque original. Irina cantaba en frances con entusiasmo, pero vacilaba con el ingles. En lugar de sonar exotica, la cancion sonaba entrecortada y extrana.
Saque un panuelo del bolso y me seque el sudor de las palmas de las manos. ?Que iba a decirle al coronel? Mire con rencor a Dorothy, cuyo rostro estaba inexpresivo. Probablemente, se lo iba a pasar en grande gracias a esto. Me imagine a mi misma tratando de consolar a Irina despues del concierto. «Lo hemos hecho lo mejor que hemos podido», le diria. Habia tardado semanas en animar a Irina tras el incidente del collar. ?Que ocurriria despues de esto?
Otra pareja se levanto para marcharse. La cancion en frances termino, y Natasha toco la primera nota de la siguiente, pero Irina levanto la mano para detenerla. Tenia las mejillas ruborizadas, y pense que se iba a echar a llorar. En lugar de eso, comenzo a hablar.
– No se hablar ingles bien -confeso, respirando pesadamente sobre el microfono-. Pero la musica transmite muchas mas cosas que las palabras. La proxima cancion que les voy a cantar es en ruso. Se la dedico a mi mejor amiga, Anya, que me ha ensenado a amar este bello pais suyo.
Irina le hizo un gesto con la cabeza a Natasha. En seguida reconoci la triste melodia.
Me dijeron que jamas volverias, pero no les crei.
Un tren tras otro volvia sin ti, y, al final, era yo la que tenia razon.
Siempre que te vea en mi corazon, estaras conmigo.
Habiamos descartado aquella cancion del programa porque pensamos que seria demasiado triste para la ocasion. Levante la mirada al techo, ya no me importaba lo que pensaran los otros. Lo que decia Irina sobre Australia era cierto. No era un lugar adecuado para ella. Yo trabajaria duro para que pudieramos, de algun modo, marcharnos a Nueva York, donde si apreciarian su talento. Quizas si lograba ahorrar algo de dinero, no tendriamos que depender de Dan. Y si dejabamos el pais, ?que nos haria el gobierno australiano, aparte de prohibirnos regresar?
Volvi la mirada lentamente hacia Irina. Su cuerpo se habia despertado con la cancion, emanaba energia a traves de su voz vibrante y el lenguaje de su corazon. La mujer que se sentaba a mi lado abrio el bolso y saco un panuelo. Mire a mis espaldas al publico. Habia sufrido un cambio significativo. Nadie se revolvia en su asiento, no habia ni un solo movimiento. En cambio, muchos escuchaban boquiabiertos, con los ojos humedecidos y las lagrimas rodandoles por las mejillas. Irina los habia hipnotizado, igual que a la gente de Tubabao.
Irina cerro los ojos, pero yo queria que los abriera y viera lo que estaba sucediendo, lo que su voz estaba consiguiendo en el publico. Probablemente, jamas habian escuchado ni una sola palabra de ruso en toda su vida y, aun asi, todos parecian saber cual era el significado de la cancion. Quizas no habian vivido la revolucion y el exilio, pero conocian la tristeza y la guerra. Sabian lo que era dar a luz a ninos que no lograban nacer vivos o tener hijos que jamas regresaban a casa. Volvi a pensar en la tienda de Natasha y Mariya en Tubabao. «Nadie se escapa de las dificultades de la vida -me dije para mis adentros-, cada cual trata simplemente de buscar toda la felicidad y la belleza que puede.»
La musica se detuvo e Irina abrio los ojos. La sala se sumio en el silencio durante un instante, pero, despues, el publico rompio en un aplauso rotundo. Un hombre se puso de pie y grito: «?Bravo!». Otras personas se levantaron para unirse a el. Me volvi para mirar al coronel; su rostro demostraba la misma alegria que el de un nino que esta a punto de soplar las velas de su tarta de cumpleanos.