– Por cierto, me llamo Judith.

– Yo soy Anya. Vi el vestido de tu escaparate. Es precioso.

– Gracias -me contesto, sonriendo con sus enormes y blancos dientes-. Ahora me voy a una feria durante todo el fin de semana, pero pasate a verme en cualquier momento. Eres alta, delgada y tienes un tipo estupendo. Podria usarte como modelo.

Judith se deslizo en el asiento del conductor de su automovil, dio media vuelta y se detuvo frente a nosotros.

– ?Quieres que te lleve al periodico, Adam? -pregunto, reclinandose sobre el asiento del copiloto-, ?o es cierto eso de que los periodistas de verdad no trabajan por las tardes?

– Mmmm -musito Adam, tocandose el ala del sombrero a modo de saludo hacia mi y abriendo la puerta del coche-. Ha sido un placer conocerte, Anya. Si Judith no puede conseguirte trabajo, quizas yo si pueda.

– Gracias, pero ya tengo trabajo -les respondi.

Judith toco la bocina y piso a fondo el acelerador. Contemple como el automovil se marchaba a toda velocidad calle arriba, sorteando por pura casualidad a dos perros y a un hombre en bicicleta.

Subi las escaleras hacia el apartamento. Todavia tenia dos horas libres antes de volver a la cafeteria para ayudar con la muchedumbre del viernes por la tarde. Me dirigi a la cocina y decidi prepararme un sandwich. El aire del interior del apartamento olia a rancio, por lo que abri las puertas dobles para ventilarlo. Habia un poco de queso en la fresquera y medio tomate en el armario, asi que los parti en rodajas y los meti entre pan. Me servi un vaso de leche y me lleve la comida a la terraza. El mar estaba picado y algunos barcos de vela se movian rapidamente a lo largo del puerto. No me habia imaginado que Sidney fuera una ciudad tan bonita. En mi opinion, tenia el ambiente de un lugar de vacaciones, como me imaginaba que eran Rio de Janeiro o Buenos Aires. Aunque a veces las apariencias enganan. Vitaly me habia contado que donde el vivia no salia nunca solo a la calle si podia evitarlo. Dos amigos suyos habian sido atacados por una banda cuando les oyeron hablar en ruso. Era una faceta de Sidney que aun no habia visto. Algunos de los clientes se ponian impacientes, pero normalmente la gente solia ser respetuosa.

Escuche algo dando golpes en la parte trasera del piso. Supuse que era la puerta del dormitorio o que no habia cerrado bien la puerta principal. Volvi al interior para arreglarlo. La puerta principal estaba cerrada y tambien la ventana inclinada sobre ella. Mire el siguiente tramo de pasillo y comprobe que la del dormitorio tambien estaba cerrada. Escuche otro golpe y vi que provenia de la puerta de la habitacion junto a la nuestra, que se abria y se cerraba debido a la brisa. Alcance el tirador, pretendiendo cerrarla, pero la curiosidad me pudo y la abri para mirar el interior.

La habitacion era ligeramente mas grande que la que yo compartia con Irina, pero, igual que la nuestra, tenia dos camas individuales colocadas contra las paredes opuestas. Las colchas eran de color granate con borlas negras, y habia un baul con cajones bajo la ventana. El aire era rancio, pero la habitacion estaba limpia de polvo y la alfombra habia sido sacudida. Sobre una de las camas, en la pared, colgaba un poster de un partido de criquet de 1937, y sobre la otra cama habia unas medallas de atletismo. Pasee la mirada desde el aparejo de pescar encima del armario ropero, hasta la raqueta de tenis de detras de la puerta y la fotografia sobre el pequeno tocador. En ella, dos jovenes de uniforme posaban a ambos lados de Betty. Se veia un barco al fondo. Junto a la fotografia, habia un album con tapas de piel. Abri la portada y me encontre a mi misma contemplando fotografias de color sepia de dos ninitos rubios sentados en una barca. Cada uno sostenia una felicitacion de cumpleanos con el numero dos. Mellizos. Me tape la boca con la mano y me desplome de rodillas.

– Betty -exclame, entre sollozos-. Pobre, pobrecita Betty.

La tristeza se apodero de mi en oleadas. El rostro lloroso de mi madre se me aparecio durante un instante. Comprendi lo que representaba aquella habitacion. Era un lugar para el recuerdo y el sufrimiento intimo. Betty guardaba todo el dolor que sentia en su interior en aquella habitacion para poder continuar con su vida. Comprendi por que la conservaba, porque yo tambien tenia un lugar asi. No era una habitacion, sino que era mi muneca raatrioska. Era algo en lo que me refugiaba cuando necesitaba creer que la madre que habia perdido habia pertenecido a mi vida. Era una manera de recordarme a mi misma que ella habia sido mas que un sueno.

Me quede en la habitacion, llorando hasta que me dolieron las costillas y los ojos se me quedaron tan secos que no pude derramar ni una sola lagrima mas. Despues de un momento, me levante y sali al recibidor, cerrando la puerta firmemente detras de mi. Nunca le mencione la habitacion a Betty, aunque despues de aquella tarde, senti que existia un vinculo especial entre nosotras.

Despues del trabajo, Irina y yo nos fuimos de paseo hasta la avenida de Kings Cross. La Darlinghurst Street era todo un espectaculo a aquella hora de la tarde, con la gente que salia a la calle de los bares y cafeterias, con bebidas en la mano, fumando y riendo. Pasamos por delante de un bar y escuche Romance in the Dark al piano. Me preguntaba si el pianista seria Johnny. Me asome desde la puerta, pero no podia ver nada porque el gentio me lo impedia.

– Yo solia cantar en lugares como ese en Shanghai -me conto Irina.

– Podrias hacerlo aqui -replique.

Nego con la cabeza.

– Querrian que cantara canciones en ingles. En todo caso, despues de toda la semana trabajando en la cocina, estoy demasiado cansada.

– ?Quieres que nos sentemos en algun sitio? -le pregunte, senalandole una cafeteria al otro lado de la calle llamada el Palacio de Con.

– ?Despues de todos los batidos que nos hemos bebido esta semana?

Di una sonora palmada.

– ?Por supuesto que no! ?Como se me ha podido ocurrir? -exclame, echandome a reir.

Pasamos por delante de tiendas que vendian baratijas indias, productos cosmeticos y ropa de segunda mano, hasta que, al final, llegamos al cruce con Victoria Street y nos volvimos para regresar a casa.

– ?Tu crees que alguna vez llegaremos a encajar aqui? -pregunto Irina-. Me siento como si estuviera contemplando el interior de algo desde fuera.

Observe a una mujer con un elegante vestido bajandose de un taxi y pasando a toda prisa. «Yo solia ser como ella», pense.

– No lo se, Irina. Quizas para mi resulte mas facil porque hablo ingles.

Irina se miro las manos y se restrego una ampolla que le habia salido en la palma.

– Creo que estas intentando ser valiente -me dijo-. Antes tenias mucho dinero. Ahora, tienes que ahorrar simplemente para poder ir al cine una vez a la semana.

«Lo unico que me preocupa -pense-, es encontrar a mi madre.»

– Voy a salir un momento al banco -nos dijo Betty una tranquila tarde.

Se puso un abrigo ligero sobre el uniforme y se reviso el maquillaje en el reflejo de la cafetera electrica.

– ?Te las arreglaras con los clientes, Anya? -me pregunto, dandome un apreton en el brazo-. Vitaly estara en la cocina si te atascas.

– Claro -le conteste.

La observe mientras salia a la calle. Era uno de esos dias nublados en los que no hacia calor, ni tampoco frio, pero si no te ponias una chaqueta, pasabas frio, y si te la ponias, pasabas calor.

Limpie el mostrador y las mesas, aunque ya estaban limpias. Una media hora despues, oi que la puerta principal se abria y vi a un grupo de chicas entrar tranquilamente en la cafeteria y tomar asiento en la mesa junto al poster de Joan Crawford. Llevaban trajes de oficina con faldas de corte recto y zapatos bajos, sombreros y guantes. Aparentaban cerca de veinte anos, pero trataban de parecer sofisticadas encendiendose cigarrillos Du Maurier y haciendo nubes de humo que flotaban hacia el techo.

Me contemplaron con detenimiento cuando me aproxime a su mesa. Una de ellas, una chica con hombros anchos y granos en las mejillas, susurro algo, y las demas se echaron a reir. Pude percibir que iba a haber problemas.

– Buenas tardes -salude, ignorando su groseria y con la esperanza de que no pidieran muchas cosas-. ?Que desean para beber?

Una de las chicas, una morena rechoncha con el pelo demasiado peinado hacia atras, dijo:

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