– Aun hay una cosa mas -anadio Adam.
– ?De que se trata? -pregunte, sin estar segura de si queria escucharlo.
– Tu seras la primera «nueva australiana» contratada por la seccion femenina.
Senti que un escalofrio me recorria la columna vertebral y las piernas hasta los zapatos de color blanco y negro. Me volvio a la mente la imagen de aquellas oficinistas riendose de mi acento en la cafeteria de Betty.
– Eso es malo, ?no?
– No -me contesto, echandose a reir y dandome una palmadita en el hombro-. Lo que estoy intentando decirte es «?enhorabuena!».
15
Acepte la oferta de Diana Gray para el puesto de oficinista en la seccion femenina del
Yo me dedicaba a anotar en una pizarra los acontecimientos de la semana y a quien se los habia asignado Diana. Entre ellos, se incluia cualquier evento: desde bodas de sociedad, pasando por cenas de gala, bailes, llegadas y salidas de transatlanticos, hasta partidos de polo y de tenis. La mayoria los cubrian las reporteras de menor antiguedad, exceptuando los mas destacados o glamurosos, de los que se encargaban Diana o Caroline.
Ademas de mis turcas diarias, que consistian en distribuir copias a los subeditores, archivar el correo y hacer te para todo el personal, tambien me encargaba de enviar los modelos que aparecian en la seccion y de seleccionar las recetas enviadas por las lectoras para la columna «?Que cocinamos hoy?».
Adam habia sido muy preciso con su descripcion del funcionamiento de la oficina, y, un mes despues, comence a descubrir donde encajaba yo cuando salimos a almorzar todas juntas para celebrar el cumpleanos de Diana.
El restaurante favorito de Diana era el Romano's. Era un lugar ostentoso regentado por un italiano pelirrojo llamado Azzalin Romano, y tenia una pista de baile elevada y un sistema de aire acondicionado. El interior estaba cubierto de espejos y jarrones con orquideas. Cuando llegamos, el camarero jefe colmo de atenciones a Diana, que era una clienta habitual. Cuando nos sento, observo el vestido blanco y negro que Judith me habia regalado y me sento junto a Diana, frente a Caroline y con Ann a mi lado. A Joyce y a las reporteras las fue sentando por orden de edad. Las mesas eran redondas, por lo que nuestro lugar en la mesa no tenia mucho que ver con quien podiamos entablar conversacion, pero Caroline le dedico al camarero una mirada de incredulidad. Estaba a punto de ofrecerme a cambiarme de asiento cuando Diana me sujeto con fuerza por la muneca.
– Te va a encantar la comida de este restaurante -me dijo-. Romano's es famoso por sus salsas. Pide lo que quieras. Hoy invito yo.
Para mi sorpresa, Ann no parecio alterarse por la distribucion de los asientos. Su posicion le brindaba una ubicacion ventajosa para ver quien estaba comiendo alli aquel dia.
– Las senoritas Catherine Moore y Sarah Denison estan comiendo juntas. Quizas la senorita Moore esta consolando a su amiga porque ha roto su compromiso con el hijo mayor de sir Morley.
Despues del plato principal, Ann incluso comenzo a charlar conmigo.
– ?Que te parece el articulo especial de moda de esta primavera? -me pregunto.
– Fabuloso -respondi-. Es imposible equivocarse con Dior.
Por el modo en el que bajaba la mirada, me percate de que le habia agradado mi respuesta.
– Voy a acudir a la llegada del
La unica razon por la que me estaba hablando era porque yo era nueva y podia impresionarme con su historia, pero la escuche con atencion de todas maneras. Por lo menos, estaba haciendo el esfuerzo de dirigirme la palabra. Caroline nunca me hablaba. Normalmente, miraba a un punto fijo por encima de mi cabeza cuando me entregaba las copias de sus articulos o cuando le llevaba una taza de te.
– ?Has visto el trabajo de una disenadora llamada Judith James? -le pregunte a Ann-. Su ropa es tan hermosa como la de Dior, y ademas, es unica.
– Si, si la he visto -comento Ann, mirando con enfado el tiramisu que el camarero le habia puesto delante y tomandose solo un bocado antes de rechazarlo-. Pero es australiana, ?verdad? Eso no les sirve a las lectoras de nuestra seccion.
– ?Por que no? -inquiri, tratando de parecer lo mas imparcial que pude.
– Nuestras lectoras consideran que lo australiano es… ya sabes… inferior. No es que la calidad no sea buena, es que simplemente no evoca imagenes de nada «clasico», o «exotico»; no se si comprendes lo que quiero decir.
Me sorprendi al oir a una australiana de segunda generacion despreciando su propio pais, pero recorde que ella y Caroline siempre se referian a Inglaterra como su «hogar».
– ?De quien estais hablando? -pregunto Caroline, engullendose el pudin que tenia de postre.
– De Judith James -le contesto Ann-, la disenadora.
– Oh, la amiga de Anya -replico Caroline-, la que hace esa ropa chillona neohollywoodiense.
Note que me sonrojaba. Caroline se dio cuenta, y en su rostro aparecio una sonrisa burlona. Diana estaba hablando con Joyce sobre el catalogo de David Jones, pero se interrumpio en mitad de una frase, y me pregunte si estaria escuchando nuestra conversacion. Ann me ignoro durante el resto de la comida, dando por hecho que si era amable conmigo, estaria desprestigiandose a los ojos de Caroline. De vez en cuando, miraba el perfil de Caroline. Tenia veinticinco anos, pero su ancha barbilla la hacia parecer mayor. Su cabello era de un color apagado y lo llevaba cortado en una aburrida media melena. No era especialmente atractiva o inteligente, y aunque su ropa siempre era cara, no la lucia con estilo. Ni siquiera era agradable estar con ella. Y, aun asi, estaba convencida de ser superior a todos los que la rodeaban. La seguridad que tenia en si misma me asombraba, pero tambien me parecia detestable.
Antes de que me fuera a casa aquella tarde, Diana me llamo a su despacho. Aquella fue una de las pocas veces en las que cerro la puerta.
– Querida, quiero decirte que estoy encantada de que estes aqui -me dijo-. Eres muy valiosa para esta oficina. Siento que Caroline haya sido tan grosera contigo. Es una arrogante. Ignorala.
El almuerzo me habia puesto de mal humor durante la tarde, pero el cumplido de Diana y su confianza me levantaron el animo.
– Muchas gracias -le dije.
– Creo que la palabra correcta para definir los vestidos de Judith es «exquisitos» -continuo-. La llamare y le preguntare que piensa que ocurrira con los dobladillos durante esta temporada. Despues, la citare en mi columna. Un comentario mio fomentara su negocio. Todavia es la parte mas leida de la seccion. No todo el mundo esta interesado en el cotilleo.
– ?Diana, muchisimas gracias! -Me cuide de no levantar la voz, para que las otras no pudieran oirme.
– Sera un placer -me respondio-. Y ahora, vuelve a tu trabajo y pon una cara alegre para mi.
De camino a casa, me deje caer por la cafeteria. Todas las mesas estaban servidas, asi que me pase por la cocina. Irina estaba junto al mostrador, vigilando a los clientes, y Vitaly estaba fregando una sarten.
– ?Se sabe algo de Betty y Ruselina? -les pregunte.
Vitaly e Irina se volvieron.
– Todavia no -dijo Vitaly, echandose a reir-, pero espero que recibamos pronto una postal.
