Betty habia descubierto el secreto de Vitaly e Irina mucho antes de que estuvieran preparados para confesarlo. Pero, en lugar de enfadarse, estaba encantada de que se hubieran enamorado.

– Esta es mi oportunidad para ir jubilandome -habia dicho-. Tom y yo siempre nos propusimos concedernos unas vacaciones, pero nunca tuvimos la oportunidad de hacerlo. Ahora, os voy a formar a los dos para que regenteis la cafeteria y me voy a tomar mas descansos. Es un negocio muy asentado y sera un buen comienzo para vosotros.

Como primeras vacaciones, Betty y Ruselina cogieron el tren para ir a la costa sur.

– ?Que crees que estaran haciendo alli? -le pregunte a Vitaly.

– Segun he oido, estan pescando -dijo Irina.

– Si, claro, pescando jubilados -anadio Vitaly, con una sonrisa burlona. Todos nos echamos a reir.

– ?Que tal ha ido hoy el negocio? -les pregunte.

– No hemos podido tomarnos ni un respiro -contesto Irina, cogiendo un trapo para limpiar la barra-. Pero ahora se ha calmado. Cuando Betty vuelva, es probable que contratemos a otra camarera.

– ?Quieres algo de comer? -me pregunto Vitaly.

Negue con la cabeza.

– Hoy he asistido a una comilona.

– Ah, esta chica ya solo se mueve en circulos de la alta sociedad -dijo Irina, riendose.

– Espero que no -le respondi.

– ?Asi, tal cual? -pregunto Irina, arqueando las cejas.

– Asi, tal cual.

Entro una pareja en la cafeteria, e Irina se apresuro a atenderles. Me sente a la mesa de la cocina y mire como Vitaly troceaba un pollo.

– No debes dejar que esas chicas te impidan disfrutar de tu trabajo -me dijo, mirando a sus espaldas mientras trabajaba-. Tu eres mas fuerte que ellas. Irina y yo estabamos hablando precisamente de eso esta tarde.

Irina se inclino sobre el mostrador y le paso el nuevo pedido a Vitaly.

– Le estaba diciendo a Anya que no se preocupe por esas chicas de la oficina -le dijo. Leyo el pedido y cogio una botella de leche de la nevera-. Ella es fuerte. Es mas australiana que todas ellas.

Me eche a reir. Irina se volvio y asintio con la cabeza.

– Es verdad, Anya. Cuando te conoci en Tubabao eras tan silenciosa y retraida… Has cambiado.

Vitaly hizo dos batidos de chocolate y se los paso a Irina.

– Le encantan las plantas australianas, lee libros australianos, lleva ropa australiana, va a clubes nocturnos australianos… Es una de ellas -dijo Irina.

– No, no lo soy -replique-, pero me gusta su pais mas que a ellas. Estan todas locas por Gran Bretana.

Habia otra mujer que pertenecia a la alta sociedad y que trabajaba en el periodico, pero que no tenia nada que ver con Caroline y Ann. Se llamaba Bertha Osborne y editaba la columna de cocina. Bertha era una mujer rechoncha y pelirroja, con el pelo muy rizado y corto. Escribia los articulos de cocina sencillamente porque le encantaba cocinar y venia a la oficina una o dos veces a la semana para mirar las recetas y componer la columna. Bertha siempre tenia una sonrisa y una palabra amable para todo el mundo, desde el ascensorista y el camarero en el salon de te hasta el propio dueno del Sydney Herald, sir Henry Thomas.

– Anya, le voy a decir a Diana que deberia ascenderte. Eres la mas inteligente de esta oficina -me susurraba Bertha cada vez que le entregaba las recetas que habia estado clasificando durante la semana. Las unicas personas por las que no se preocupaba eran Caroline y Ann.

– Es como comunicarse con un muro de ladrillo -oi que le decia una vez a Diana.

Diana me conto que Bertha no solo trabajaba para varias asociaciones de caridad, sino que tambien componia cestas de comida todas las semanas para familias pobres de los barrios desfavorecidos. Siempre que venia a la oficina, era como si alguien hubiera abierto una ventana para que entrara aire fresco.

Una tarde, cuando yo llevaba trabajando en el periodico aproximadamente un ano, Bertha me pidio que me quedara un poco mas y la ayudara a seleccionar recetas para hacer un especial de la edicion del domingo. Acepte encantada. Estaba deseando aprender todo lo que pudiera sobre diseno y edicion, y, ademas, Bertha proporcionaba buena compania.

Caroline se marcho temprano para recoger un vestido que iba a ponerse esa misma noche en un gran acontecimiento que se celebraba en el Prince's. Joyce estaba de vacaciones con su marido y sus hijos. Ann y las otras reporteras se habian ido a casa.

Rebecca, Suzanne y Peggy vivian todas lejos de la ciudad, por lo que les venia muy bien irse a su hora siempre que podian. Diana estaba esperando que Harry viniera a recogerla. Llevaba un vestido de coctel porque era su aniversario de boda, y Harry habia prometido llevarla a algun sitio especial.

Bertha hojeaba el fichero de recetas y selecciono la ensalada de aspic de salmon y galletitas de queso picantes como entrantes, pero no acababa de decidirse sobre que elegir para los otros platos. Estaba a punto de sugerirle el merengue de limon para el postre cuando Diana contesto el telefono y, un instante despues, dejo escapar un chillido agudo.

– ?Un accidente de tranvia! ?Oh, Dios mio!

Levante la mirada para ver a Diana desplomandose en su silla. El corazon me latio con fuerza. Me imagine a Harry tendido a un lado de la calle en algun lugar entre Rose Bay y Castlereagh Street, cuando escuche que Diana decia:

– Caroline.

Bertha y yo nos miramos boquiabiertas. Diana colgo el telefono y se aproximo hacia nosotras. Estaba palida como una sabana.

– ?Caroline ha sido atropellada por un tranvia en Elizabeth Street!

Contuve un grito. No tenia ni idea de que decir. No me gustaba Caroline, pero morir aplastada por un tranvia era algo que no le deseaba a nadie.

– Lo siento -dijo Diana, agarrandose la cabeza-. No queria asustaros. No ha fallecido. El tranvia la golpeo de lado. Pero la han llevado al hospital con un brazo y varias costillas rotas.

Bertha se levanto de un salto de su silla y cogio a Diana del brazo.

– Vamos -le dijo-, estas muy afectada. Deja que te prepare un te.

– Ya lo hago yo -le dije-. Se donde esta todo.

Mientras echaba las hojas de te en la tetera, Diana estaba haciendo esfuerzos por volver a recuperar su faceta profesional.

– Oh, Dios -exclamo-. Esta noche es la fiesta de los Denison. Lo mejor es que llame a Ann para ver si lo puede cubrir ella.

– Me encargo yo de llamar a Ann -le dijo Bertha, dandole palmaditas en el brazo-. ?Donde esta el numero?

Diana senalo al tarjetero sobre su escritorio.

– Alli.

Le lleve a Diana el te, mientras Bertha marcaba el telefono de Ann.

– No contesta -nos dijo Bertha desde el despacho-. ?Intento llamar a alguna de las otras chicas?

Diana consulto el reloj.

– No les va a dar tiempo. Viven demasiado lejos. -Se mordio el labio y se mordisqueo una una, costumbre poco habitual en ella-. Si cancelo nuestros planes de aniversario por la fiesta del vigesimo primer cumpleanos de una nina de la alta sociedad, Harry me pedira el divorcio. He sido yo la que he estado insistiendole sobre la celebracion del aniversario durante semanas -se lamento.

Bertha colgo el auricular del telefono y salio del despacho.

– Envia a Anya. Es una chica encantadora y con muy buena presencia. Podra hacerlo.

Diana me sonrio y se encogio de hombros.

– No puedo. Si fuera cualquier otra cosa, por supuesto que enviaria a Anya. Pero se trata de un gran acontecimiento. Va a estar incluso sir Henry. No podemos permitirnos que nada vaya mal.

– Llama a Stan, del departamento de fotografia -le dijo Bertha-. Dile que necesitas a alguien muy bueno que sepa desenvolverse bien en ese ambiente. El fotografo ayudara a Anya. Ella solo tendra que anotar los nombres de los asistentes. Eso si podra hacerlo.

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