me habria ovillado, hecho una bola y, oculto en silencio, como antes, habria esperado, rezando, a que la desgracia pasara sin vernos. Pero no hubo nada de eso: el cielo se mantenia puro, los pajaros revoloteaban entre los arboles, las hojas se agitaban bajo la suave brisa, haciendo temblar la luz. Pense de repente en mi madre, y el corazon me dolio como una hoja de sensitiva al ser tocada. Durante esos dias, me obligue a domar los pensamientos que me acercaban demasiado a mi madre. Sabia que pensar en ella equivaldria a pensar en mi padre, en lo que este era capaz de hacer, en lo que pasaba en nuestra casa al fondo del bosque desde que yo me habia fugado llevandome a David. O David o mi madre. O David o el regreso a casa.
Me convenci a mi mismo y me repeti a lo largo del dia que llegaria a Mapou, que Anil estaria alli y que mi madre se nos uniria, que David seria como un hermano para nosotros y como un hijo para nuestra madre, y que volveriamos a ser tres hermanos y las cosas irian mejor. Ahora se que ese plan era ridiculo, que se basaba en algunas palabras de David que yo creia haber oido porque el corazon ansia milagros, pero entonces, durante esas horas de la huida, no habia para mi nada mas real y tangible.
Para deshacerme de los pensamientos sobre mi madre y lo mucho que la echaba de menos, me levante de un salto y me dio un calambre terrible a lo largo de la espalda y de la nuca. No se trataba realmente de un dolor, mas bien parecia que me habian cargado un tronco a la espalda y que me habia levantado con ese peso encima. Se me corto el resuello y cai de rodillas. David tambien se habia incorporado, pero seguia apoyado en el arbol, con los labios blancos y vacios de sangre, y sus ojos brillantes me miraban mientras extendia el brazo hacia mi. No se si era una llamada de socorro o si queria sostenerme. Deje pasar unos largos minutos antes de volver a levantarme, y luego di algunos pasos para desentumecer la parte trasera de mi cuerpo. Respire a pleno pulmon, movi los brazos y, al cabo de un momento, el peso se aligero sin llegar a desaparecer del todo. Comimos unas rodajas de pina y bebimos agua. Con la bolsa de nuevo llena con una botella de agua fresca y algo de fruta, iniciamos nuestro descenso hacia el valle.
David caminaba con dificultad, pero iba avanzando. Yo encontre una cana cerca del vergel y David la utilizo como baston. Pense que igual era una rama de alcanforero como la de Anil, y eso me dio animos, pues me lo tome como una senal de que mi hermano nos esperaba, de que el viaje iba a resultar agradable.
El trayecto hacia el valle era interminable. Sin embargo, la direccion era la correcta, no nos podiamos equivocar. Resbalabamos sobre los guijarros, mas malintencionados que los de la vispera, mas numerosos, ?como era posible? Creo que caminamos durante una hora antes de avistar el. valle, y en ese momento tuve que combatir las ganas de tumbarme, de quitarme de encima un rato el yunque que llevaba a la espalda, que me aplastaba la nuca y me encerraba la cabeza en un yelmo.
Me parecio que el pueblo estaba bastante cerca, asi que cogimos sin pensarlo el sendero que serpenteaba en el valle, a la derecha. David respiraba con dificultad, estaba ardiendo y con la transpiracion sus cabellos parecian menos rubios, aplastados como estaban contra la frente y el craneo. Llevaba desde la noche anterior haciendole la misma pregunta: ?Estas bien? ?Estas bien? ?Estas bien? A veces decia que si, a veces asentia con la cabeza, a veces se contentaba con sonreir, pero entonces, justo antes de bajar hacia la poblacion, nego con la cabeza lentamente, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda.
– No.
Le costaba mantener los ojos abiertos, como si le molestara la luz del dia. Fue en ese momento cuando empece a asustarme. No dije nada mas y anduvimos cogidos del brazo hasta que el camino se hiciera mas plano y menos rocoso. Habia una pequena bajada y mi cuerpo de plomo le llevaba la contraria a mis recuerdos: no, yo no podia haber sido ese crio rapido y agil al que le encantaban esas bajadas en las que si aceleras como es debido y miras siempre hacia delante para prevenir los obstaculos, parece como que te salen alas. Habia cruzado el brazo con el de David. Sentia un escalofrio regular bajo su piel y eso me impresionaba mas que un simple temblor. Se me antojaron muy lejanos los tiempos en que David tomaba carrerilla y saltaba en el aire moviendo las piernas como un campeon. Volvia a ver su rostro en pleno salto, ese rostro que solo me miraba a mi, y comprendi entonces, desde el fondo de mi alma, que ese tipo de alegria sencilla y sin problemas se habia acabado para nosotros.
Voy a intentar describir con exactitud el lugar en el que nos detuvimos. Es importante porque se trata del sitio en el que David cerro los ojos. No se si murio alli o mas tarde, cuando lo llevaba a la espalda. No lo se y, francamente, no lo quiero saber, pues ciertas cosas resultan tan dolorosas que mas vale no removerlas. E incluso cuando uno es tan viejo como yo, cuando se es consciente de toda la tristeza que se acumula en una vida y uno cree que ya almacena suficientes arrugas y vagos recuerdos como para pensar que esta preparado para todo, mas vale no saber nada.
No habiamos hecho mucho camino, es cierto, pero fue como entrar en un universo paralelo, en un lugar muy diferente de aquel del que veniamos. Habia arboles grandes con troncos inmensos y raices que salian de la tierra hasta formar monticulos cubiertos de musgo. En algunos troncos crecian helechos largos, verdes y estilizados. La luz atravesaba el follaje espeso y caia a nuestro alrededor en forma de laminas. Su clara efervescencia rodeaba el lugar, y tal vez fue por eso por lo que esos arboles grandes y pesados, esas raices expuestas como excrecencias sobrenaturales y esos helechos que crecian sobre la corteza no nos asustaron. David se acerco a un arbol, froto un helecho entre los dedos, paso lentamente la mano sobre la humeda corteza y, por ultimo, apoyo todo su cuerpo contra el arbol, como si lo abrazara. Nunca habia visto a nadie comportarse asi, pero no hice el menor ruido ni el mas minimo movimiento, pues temia estropear algo sagrado. Yo le contemplaba, con sus brazos alrededor del tronco, sus piernas palidas y temblorosas que le salian del pantalon corto como dos palillos, su piel blanca contra la oscura corteza y sus cabellos rubios que se mezclaban con los helechos. Cuando hubo terminado, recupero el baston que habia apoyado en el arbol y se dirigio lentamente hacia mi, cojeando. Habria dado lo que fuera para que soltara ese baston, para que corriera como antes, de soslayo, y para que su pelo rubio le saltara sobre la cabeza. Me sonrio, alzando una comisura al principio, inclinando un poco la cabeza despues, y, no se por que, eso me lleno de una tristeza infinita y me llevo a apartar la mirada para que el no viera las lagrimas que me caian por las mejillas. Estabamos agotados. A mi me dolia todo y la boca me sabia a yeso. Nos sentamos en el hueco de un arbol. Las raices trazaban una V al pie del tronco y eran tan gruesas y tan altas que te podias apoyar en ellas. David me puso la cabeza en el hombro, como hacia por las tardes en la carcel. Recuerdo que me pesaban las piernas y que la cabeza me zumbaba con un dolor cada vez mas fuerte, pero tambien me acuerdo del silencio y de la sensacion increible de paz que nos proporcionaba. Le alise el cabello dorado con la palma de la mano porque sabia que ese era un gesto muy tranquilizador. Mi madre nos lo hacia en Mapou y Anil me lo hacia a mi cuando estaba enfermo y machacado por la tos.
Me gustaria poder decir que David me hablo, me gustaria poder decir que canto una vez mas, me gustaria poder decir que me abrazo con fuerza una ultima vez, me gustaria poder decir que senti algo, un suspiro, una palabra, una respiracion mas larga que otra, cualquier cosa que me hubiera hecho entender que habia llegado el momento, pero no, no intui nada. Le alise el pelo durante un buen rato, la mano me dolia, pero no deje de hacerlo hasta que cerro los ojos. ?Acaso murio alli, bajo mi mano, apoyado en mi hombro? ?Acaso crei que se dormia aunque, en realidad, se estuviera yendo?
Cuando desperte, me costo recordar donde estaba. Habia refrescado y notaba los rizos de David en el cuello, su peso en el hombro y el agua que corria en algun sitio. Aparte el hombro con toda la delicadeza posible, sosteniendo la cabeza de David y apoyandola en las raices. Quise levantarme, pero fue en vano. Tenia la espalda dura como el cemento y miles de hormigas parecian arrastrarse por mis piernas. Titubee un poco antes de poder levantarme. Di algunos pasos, pero cada vez que ponia el pie en el suelo tenia la impresion de que se me iban a desintegrar los huesos, de que las piernas no podrian aguantar mi peso mucho rato. Camine alrededor del lindero lo mejor que pude, paso a paso, esperando a que los musculos dejaran de estar agarrotados. Los ojos me ardian y solo tenia un deseo, tumbarme y dormir, con lo que llegue a la conclusion de que tambien yo tenia fiebre.
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