habia un hueco por donde pasamos.
Entonces se volvio para sonreirme, diciendo:
—Oh, Kerensa, que bueno es poder salir contigo y no con la senorita Kellow. Ella es un poco estirada, ?no te parece?
—Tiene una tarea que cumplir —conteste. Que extrano, como defendia yo a esa mujer cuando no estaba presente.
—Oh, lo se. ?Pobre vieja Kelly! Pero tu, Kerensa, actuas de senorita de compania. ?No te parece gracioso eso?
Asenti. Ella continuo:
—Bueno, si hubieses sido mi hermana, supongo que nos habria fastidiado una senorita de compania.
Nos abrimos paso por entre las lapidas hacia la iglesia.
—?Que ibas a decirme? —pregunte.
—Antes quiero mostrarte algo. ?Cuanto tiempo hace que vives en Saint Larston, Kerensa?
—Llegue cuando tenia unos ocho anos.
—Ahora tienes quince, o sea que debe de haber sido hace siete anos. No te habrias enterado. Sucedio hace diez anos.
Y me guio hacia el costado de la iglesia, donde se alzaban del suelo una o dos lapidas mas recientes. Deteniendose ante una de ellas, como si leyera la inscripcion, me hizo senas de que me acercara.
—Leela —dijo. Yo lei:
—'Mary Anna Martin, treinta y ocho anos. En plena vida nos rodea la muerte.'
—Esa era mi madre. Fue sepultada aqui hace diez anos. Ahora lee el nombre de abajo.
—'Kerensa Martin'. ?Kerensa!
Ella asintio, sonriendome con expresion satisfecha.
—?Kerensa! Me encanta tu nombre. Me encanto tan pronto como lo oi. ?Recuerdas? Estabas dentro del muro. Dijiste: 'No es eso, es la senorita Kerensa Carlee.' Que extrano, como se pueden rememorar dias y dias en un minuto apenas. Recorde cuando dijiste eso. Esta Kerensa Martin era mi hermana. Veras, dice 'tres semanas y dos dias de edad', y la fecha. Es la misma que la de arriba. Algunas de esas lapidas tienen historias que contar, ?verdad?, si una se pasea leyendolas.
—?Entonces tu madre murio al nacer ella?
Mellyora asintio con la cabeza.
—Yo queria una hermana. Tenia cinco anos y me parecia haberla esperado durante anos. Cuando ella nacio, me entusiasme. Creia que podriamos jugar juntas enseguida. Entonces me dijeron que debia esperar a que ella creciese. Recuerdo que a cada rato corria hasta mi padre diciendole: 'Ya espere. ?Ella no es todavia grande como para jugar?' Hacia planes para Kerensa. Sabia que iba a ser Kerensa antes ya de que ella naciese. Mi padre queria para ella un nombre de Cornualles, y decia que ese era un hermoso nombre porque significaba paz y amor que, segun el, eran las mejores cosas en el mundo. Mi madre solia hablar de ella y estaba segura de que tendria una nina. Por eso hablabamos de Kerensa. Salio mal, ?entiendes? Murio y mi madre murio tambien; y entonces todo fue distinto. Nodrizas, institutrices, amas de llave… y lo que yo habia anhelado era una hermana. Deseaba una hermana mas que nada en el mundo…
—Comprendo.
—Bueno, por eso fue que cuando te vi alli de pie… y porque te llamabas Kerensa. ?Entiendes a que me refiero?
—Pense que era porque me compadecias.
—Compadezco a todos los que veo en la plataforma de contratacion, pero no podia traerlos a mi casa, ?verdad? Papa ya esta bastante preocupado por las cuentas. —Rio al agregar—: Me alegro de que hayas venido.
Contemple la lapida, pensando en la fortuna que me habia brindado todo cuanto yo queria. Podria haber sucedido de modo muy distinto. Si esa pequena Kerensa hubiese vivido… si no se hubiese llamado Kerensa… ?donde estaria yo en ese momento? Pense en los ojillos porcinos de Haggety, en la fina boca de la senora Rolt, en la tez purpurea de Sir Justin, y me senti intimidada por esa serie de acontecimientos a lo que se llama Fortuna.
* * *
Despues de nuestra charla en el camposanto, eramos mas amigas que nunca. Mellyora quiso hacerse la idea que yo era su hermana. Yo estaba muy dispuesta. Esa noche, cuando le cepillaba el cabello, empece a hablar sobre Justin Saint Larston.
—?Que opinas de el? —pregunte y vi que se ruborizaba enseguida.
—Me parece guapo.
—?Mas que Johnny?
—?Oh… Johnny! —exclamo en tono despectivo.
—?Habla mucho contigo?
—?Quien… Justin? Siempre se muestra amable cuando voy alla, pero esta muy ocupado. Trabaja. Se diplomara este ano y entonces estara siempre en casa.
Sonreia secretamente, pensando en el futuro, cuando Justin estaria siempre en casa. Yendo a caballo por el campo se le encontraria; cuando ella fuese de visita con su padre el estaria alli.
—?Te agrada? —insisti. Ella asintio con la cabeza, sonriendo—. ?Mas que… Kim? —arriesgue.
—?Kim? ?Oh, es alocado! —Arrugo la nariz—. Me gusta Kim. Pero Justin es igual que un… caballero antiguo. Sir Galahad o Sir Lancelot. Kim no es asi.
Pense en Kim llevando a Joe a traves del bosque hasta nuestra ?abana, aquella noche. No creia que Justin hubiera hecho eso por mi. Pense en Kim mintiendo a Mellyora acerca del muchacho que se habia caido del arbol.
Mellyora y yo eramos como hermanas; ibamos a compartir secretos, aventuras, nuestras vidas enteras. Tal vez ella prefiriese a Justin Saint Larston… pero mi caballero antiguo era Kim.
* * *
La senorita Kellow tenia uno de sus ataques de neuralgia, y Mellyora, que siempre era compasiva hacia los enfermos, insistio en que se quedase acostada. Ella misma corrio las cortinas, y ordeno a la senora Yeo que no la molestaran hasta las cuatro, hora en que se le debia llevar el te.
Habiendose ocupado de la senorita Kellow, Mellyora me hizo llamar y dijo que tenia ganas de dar un paseo a caballo. Mis ojos centellearon, porque ella, naturalmente, no iria sin compania, y yo estaba segura de que preferiria la mia antes que la de Belter.
Mellyora monto su jaca y yo iba en Cereza, que se utilizaba para el cochecito. Tenia la esperanza de que algunas personas de Saint Larston me viesen al cruzar el poblado, especialmente Hetty Pengaster, en quien me habia fijado mas desde que percibi el interes de Johnny Saint Larston en ella.
Sin embargo, nos vieron tan solo algunos ninos que se apartaron a nuestro paso; los varones saludaron con respeto y las ninas hicieron reverencias… lo cual me lleno de satisfaccion.
En poco tiempo llegamos al paramo, y la belleza del paisaje me quito el aliento. Inspiraba temeroso respeto. No habia signos de morada alguna, nada mas que paramo, cielo y los tormos que, aqui y alla, se alzaban del erial. Sabia que la escena podia ser lobrega de noche; ese dia era resplandeciente, y el sol, al caer sobre los arroyuelos que aqui y alla caian sobre los penascos, los convertia en plata; y podiamos ver que en el cesped, las gotas de agua brillaban cual diamantes.
Mellyora toco levemente los flancos de su jaca, que se lanzo al galope; yo la segui, y saliendo del camino atravesamos la hierba hasta que Mellyora detuvo su cabalgadura frente a una extrana formacion de piedra; y cuando llegue en pos de ella, porque su jaca era mas veloz que la mia, vi tres losas de piedra verticales sosteniendo otra losa que se apoyaba encima de ellas.
—?Pavoroso! —comento Mellyora—, Mira en torno. No hay senales de nadie. Aqui estamos, Kerensa, tu y yo, solas con eso. ?Sabes que es? Es un cementerio. Hace anos y anos… tres o cuatro mil anos antes de que naciera Cristo, las personas que vivian aqui erigieron esa tumba. No podrias mover esas piedras aunque lo intentaras durante el resto de tu vida. Kerensa, ?no te hace sentir… extrana estar aqui, al lado de eso, y pensar en