como parte de la familia cuando los sirvio… y cuan distinta era su vida antes de rebajarse a convertirse en institutriz en la pobre residencia de un parroco rural'.

—En el diario hay cierta noticia interesante —anuncio.

—?Aja? —Mellyora siempre evidenciaba interes. Con frecuencia me decia: 'Pobre Kelly, no encuentra mucha diversion en la vida. Que disfrute de sus honorables y de sus nobles.'

—Habra una boda alla en el Abbas. Mellyora no dijo palabra.

—Si —prosiguio la senorita Kellow, en aquel modo suyo, enloquecedor y lento, indicando que deseaba mantenernos en suspenso el mayor tiempo posible—. Justin Saint Larston esta comprometido para casarse.

No imaginaba que pudiera yo sentir tan agudamente el pesar de otra persona. Al fin y al cabo, no era cosa de mi incumbencia con quien se casara Justin Saint Larston. Pero, ?pobre Mellyora, que habia abrigado tantos suenos! Tambien de estoy pude yo aprender una leccion. Era un desatino sonar, salvo que se hiciera algo por lograr que un sueno se hiciese real. Y ?que habia hecho jamas Mellyora? ?Solamente sonreirle atractivamente al pasar ellos; vestirse con especial cuidado cuando la invitaba a tomar el te en el Abbas! Cuando mientras tanto el la veia como a una nina.

—?Con quien se casara? —pregunto Mellyora, hablando con mucha claridad.

—Pues, parece extrano que se lo haya anunciado en este preciso momento —continuo la senorita Kellow, todavia deseosa de retrasar el desenlace—, con Sir Justin tan enfermo y propenso a morir en cualquier momento. Pero es posible que sea esa precisamente la razon.

—?Quien? —repitio Mellyora.

La senorita Kellow ya no pudo seguir ocultandolo.

—La senorita Judith Derrise —dijo.

Sir Justin no murio, pero quedo paralizado. Nunca volvimos a verlo ir de caza a caballo, o a pie hacia el bosque, con su escopeta sobre el hombro. El doctor Hilliard lo visitaba dos veces por dia, y la pregunta mas frecuente en Saint Larston era: ' ?Sabe como se encuentra el hoy?'

Todos preveiamos su muerte, pero el seguia viviendo; y entonces aceptamos el hecho de que no iba a morir todavia, aunque estaba paralizado y no podia caminar.

Despues de haber oido la noticia, Mellyora se fue a su cuarto y no quiso ver a nadie… ni siquiera a mi. Dijo que le dolia la cabeza y queria estar sola.

Y cuando por fin entre, la halle muy sosegada, aunque palida. Lo unico que dijo fue:

—Es esa Judith Derrise. Es una de las sentenciadas. Traera el desastre a Saint Larston. Eso es lo que me preocupa.

Entonces pense que ella no habria podido gustar seriamente de Justin. El no era mas que el centro de un sueno pueril. Yo habia imaginado que sus sentimientos por el eran tan intensos como los mios por elevarme de la categoria en la cual habia nacido. Pero no podia ser asi. De lo contrario, a ella le habria dado lo mismo, con quienquiera que el hubiese dispuesto casarse. Eso pensaba yo, y me parecia bastante juicioso.

* * *

No habia motivo para que se demorase la boda, que tuvo lugar seis meses despues de que viesemos el anuncio.

Alguna gente de Saint Larston fue a la boda en la iglesia de Derrise. Mellyora estaba nerviosa, preguntandose si ella y su padre recibirian invitacion, pero no tenia motivos para preocuparse. No hubo ninguna.

Pasamos el dia de la boda juntas, sentadas en el jardin, y estabamos muy solemnes. Era algo asi como esperar a que alguien fuese ejecutado.

Oiamos noticias a traves de los criados, y se me ocurrio pensar que buen sistema de espionaje teniamos. Los criados del rectorado, los del Abbas y los de la finca Derrise formaban una camarilla y asi las noticias eran trasmitidas y circulaban.

La novia lucia una magnifica tunica de encaje y terciopelo; muchas novias de la familia Derrise habian llevado puesto su velo y su ramo de azahar. Me pregunte si la que viera al monstruo y enloqueciera habria llevado puesto ese velo. Cuando se lo mencione a Mellyora, esta repuso:

—No era una Derrise, sino una forastera. Por eso no sabia donde estaba encerrado el monstruo.

—?Viste a Judith? —inquiri.

—Una sola vez. Ella estaba en el Abbas y los Saint Larston daban una de sus recepciones. Es muy alta, muy delgada y bella, con cabello negro y grandes ojos oscuros.

—Al menos es bella, y supongo que ahora los Saint Larston seran mas ricos, ?no es cierto? Ella tendra una dote.

Mellyora se volvio hacia mi. Estaba furiosa, lo cual era insolito en ella. Me tomo por los hombros y me sacudio diciendo:

—Deja de hablar de riquezas. Deja de pensar en ellas. ?Acaso no hay nada mas en el mundo? Te digo que ella traera el desastre al Abbas. Esta sentenciada, como todos ellos.

—Eso a nosotras no puede importarnos.

Tenia los ojos ensombrecidos por algo parecido a la furia.

—Son nuestros vecinos. Por supuesto que importa.

—No veo por que. Ellos no se interesan por nosotros, ?por que interesarnos nosotros por ellos?

—Son mis amigos.

—?Amigos! No se molestan mucho por ti. Ni siquiera te invitaron a la boda.

—Yo no queria ir a la boda de el.

—No por eso esta bien que no te hayan invitado.

—Oh, Kerensa, callate ya. Jamas volvera a ser igual, te lo aseguro. Nada volvera jamas a ser igual. Todo ha cambiado, ?no te das cuenta?

Si, me daba cuenta. No habia cambiado tanto como que estaba cambiando; y la razon era que ya no eramos ninas. Pronto Mellyora tendria diecisiete anos, y yo los tendria pocos meses mas tarde. Nos peinariamos alto y seriamos jovencitas. Estabamos creciendo; ya estabamos pensando con nostalgia en los largos dias soleados de la ninez.

* * *

La vida de Sir Justin ya no estaba en peligro, y su hijo mayor habia llevado una esposa al Abbas. Era el momento de celebrar y los Saint Larston habian decidido ofrecer un baile. Tendria lugar antes de finalizar el verano y se esperaba que la noche fuese calida, para que los invitados pudieran disfrutar de la belleza de los terrenos, tanto como de los esplendores de la casa.

Se enviaron invitaciones; hubo una para Mellyora y su padre. Los recien casados habian ido de luna de miel a Italia y el baile era para celebrarlo a su regreso. Seria un baile de mascaras, una grandiosa celebracion. Oimos decir que era deseo de Sir Justin, quien no podria participar, que se efectuase el baile.

No estaba yo muy segura de lo que pensaba Mellyora acerca de la invitacion; parecia variar entre el entusiasmo y la melancolia. Al crecer, cambiaba; antes habia sido tan serena. Yo estaba envidiosa y no podia ocultarlo.

—Ojala pudieras venir tu, Kerensa —me decia—. Oh, cuanto me gustaria verte alli. Esa vieja mansion significa algo para ti, ?verdad?

—Si —repuse—, una especie de simbolo.

Ella movio la cabeza, asintiendo. Era frecuente que nuestros espiritus armonizaran y no tuve que explicarselo. Durante algunos dias anduvo de un lado a otro con pensativo ceno, y cuando yo mencionaba el baile, se encogia de hombros con impaciencia, haciendo a un lado el tema.

Unos cuatro dias despues de recibida la invitacion, salio del gabinete de su padre con grave expresion.

—Papa no esta bien —dijo—. Hace un tiempo que lo se.

Tambien yo lo habia sabido; su piel parecia tornarse mas amarilla cada dia.

—Dice que no podra ir al baile —continuo ella.

Yo me habia estado preguntando que clase de ropa se pondria, pues era dificil imaginarselo, salvo como parroco.

—?Significa eso que no iras? —Imposible ir sola.

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