?Por que no corri a la ventana para ver quien espiaba? ?Por que no grite 'Quien esta alli', como en el bosquecillo?
Entonces no pude decirlo. Solo pude quedarme acurrucada contra la puerta.
El cuarto se ilumino repentinamente; supe entonces que quien habia estado mirando por la ventana ya no estaba alli.
Me sentia muy asustada. No sabia por que, ya que no era timorata por naturaleza. Debo de haber permanecido alli, sin atreverme a moverme, durante un lapso que parecieron diez minutos, pero que no pueden haber sido mas de dos. Apretaba la formula, la peineta y la mantilla como si fueran un talisman que podia protegerme del mal.
—Abuelita —susurraba—, protegeme, abuelita.
Era casi como si su espiritu estuviese alli, en la cabana, como si me estuviese diciendo que me recobrara, que fuese valiente como antes.
?Quien habria podido seguirme hasta alli?, pensaba yo. ?Quien podia querer hacerme dano?
?Mellyora, por arruinarle la vida? Como si Mellyora pudiese hacer dano a alguien.
?Johnny? Porque se habia casado conmigo cuando no tenia por que hacerlo. ?Hetty? Porque el se habia casado conmigo cuando era tan importante que se casara con ella.
?Temia a los fantasmas!
Eso era un disparate. Abri la puerta de la cabana y sali; no habia nadie a la vista.
—?Hay alguien alli? —grite—. ?Alguien me busca?
No hubo respuesta. Apresuradamente cerre la puerta con llave y eche a correr, atravesando el bosquecillo hasta el camino.
No me senti a salvo hasta que pude divisar la Casa Dower; pero al cruzar el jardin vi que habia fuego encendido en la sala; Kim estaba de visita.
Con el estaban Mellyora y Carlyon; todos conversaban con animacion. Cuando golpee la ventana, todos miraron hacia mi; en sus rostros era evidente el agrado.
Cuando me reuni con ellos junto al fuego pude decirme que habia imaginado el misterioso episodio en la cabana.
* * *
Las semanas empezaron a pasar. Para mi fue un periodo de espera… y hubo momentos en que crei que Kim sentia lo mismo. A menudo me parecia que estaba a punto de hablarme. Carlyon se habia hecho amigo suyo, aunque nadie podia reemplazar a Joe en el afecto y la estima de Carlyon. Pero se le permitia disponer de los establos del Abbas y para el era como si aun viviese alli. Asi queria Kim que fuese, y esta actitud me causaba sumo placer, pues parecia un indicio de sus intenciones. Haggety habia vuelto a su antiguo puesto, seguido por la senora Salt y su hija. Entonces fue como si nos hubiesemos mudado a la Casa Dower por mera conveniencia, y como si el Abbas fuese nuestro hogar, igual que antes.
Eramos como una intima familia; Kim y yo, Carlyon y Mellyora. Y yo era su centro, porque ellos estaban inquietos por mi.
Una manana Haggety me trajo un mensaje de Kim. Se quedo esperando mientras yo lo leia, ya que, segun me dijo, debia llevar la respuesta. Decia asi:
'Mi querida Kerensa: Tengo algo que decirte. Hace un tiempo que me proponia decirtelo, pero dadas las circunstancias pense que aun no estarias lista para tomar una decision. Si es demasiado pronto, deberas perdonarme y lo olvidaremos por un tiempo. ?Donde sera mejor que hablemos? ?Aqui en el Abbas, o prefieres que yo vaya a la Casa Dower? ?Te conviene las tres de la tarde? Afectuosamente, Kim'.
Me senti jubilosa. '?Ahora!', me dije. 'Este es el momento.' Y sabia que nada en mi vida habia sido tan importante para mi.
Decidi que fuera en el Abbas… ese lugar del destino. Haggety aguardo a mi lado mientras yo escribia:
'Querido Kim: Gracias por tu mensaje. Me interesa en grado sumo escuchar lo que quieres decirme, y quisiera ir al Abbas esta tarde a las tres. Kerensa.'
Mientras Haggety tomaba el mensaje y salia, me pregunte si el, la senora Rolt y las Salt estarian hablando de mi y de Kim; me pregunte si reirian diciendose que en el Abbas pronto habria una nueva ama… la antigua ama.
Yendo a mi habitacion, estudie mi imagen en el espejo. No tenia el aspecto de una mujer que se habia enterado recientemente del asesinato de su marido. Tenia los ojos brillantes; en mis mejillas habia un tenue color… cosa poco habitual en mi, pero que me sentaba muy bien, ya que se avenia con el resplandor de mis ojos. En ese momento eran solo las once. Poco despues Mellyora y Carlyon volverian de su paseo. No debian sospechar lo alterada que yo estaba, de modo que deberia tener cuidado durante la merienda.
Decidi lo que me pondria. Lastima que estaba de luto. No se deberia estar de luto cuando se recibia una propuesta de matrimonio. No obstante, tendria que hacer un simulacro de llevar luto durante un ano; el matrimonio no podria tener lugar hasta que ese ano terminase. ?Un ano desde la muerte de Johnny, o desde su descubrimiento? ?Que se esperaria de mi? ?Acaso debia soportar un ano de viudez? Contaria desde la noche en que Johnny habia desaparecido.
Que viuda alegre iba a ser… Pero debia ocultar mi felicidad, como habia logrado hacerlo con tanto exito hasta entonces. Nadie habia supuesto mi jubilo cuando se hallo el cadaver de Johnny.
?Un toque de blanco sobre mi vestido negro? ?Y el de seda color lavanda? Era de medio luto; y si lo tapaba con un abrigo negro y me ponia mi toca negra con el ondulante velo de viuda… Podia quitarme la capa y la toca mientras bebia el te… ya que seguramente iba a tomar te. Hariamos nuestros planes junto a la mesa del te. Yo serviria el te como si ya fuese el ama de la casa.
El vestido color lavanda, decidi. Nadie lo veria. Cruzaria el prado desde la Casa Dower hasta el Abbas, pasando frente a las Virgenes y la antigua mina. Decidi que, ahora que estaba demostrada la inutilidad de la mina, hariamos retirar todo signo de ella. Seria peligrosa para nuestros hijos.
Durante la merienda, tanto Carlyon como Mellyora advirtieron el cambio en mi.
—Nunca te he visto con tan buen aspecto —me dijo Mellyora.
—Parece que te hubiesen dado algo que quisiste durante mucho tiempo —anadio Carlyon—. ?Es asi, mama?
—No he recibido ningun regalo esta manana, si a eso te refieres.
—Pense que tal vez si —insistio el—, Y me preguntaba que seria.
—Te estas asentando —agrego Mellyora—, Estas llegando a un acuerdo con la vida.
—?Que acuerdo? —inquirio Carlyon.
—Quiere decir que le gustan las cosas tal como son.
'Cuando regrese, sabran', pense.
Tan pronto como termino la merienda, me puse el vestido de seda color lavanda y me peine con sumo cuidado, utilizando la peineta espanola. Eso me hacia mas alta, dandome un aspecto regio; digna senora del Abbas. Queria que Kim estuviese orgulloso de mi. Como no podia usar la toca debido a la peineta, me puse la capa, que cubria adecuadamente mi vestido, y quede lista. Era temprano. Tenia que esperar, asi que me sente junto a la ventana y mire hacia donde apenas podia divisar la torre del Abbas entre los arboles, y supe que era alli donde queria estar, mas que en ninguna otra parte del mundo… alli, con Kim y el futuro.
Abuelita tenia razon; yo habia aprendido mi leccion. Estar enamorada era el sentido mismo de la existencia. Y yo estaba enamorada… no de una casa esta vez, sino de un hombre. Si Kim hubiera dicho que queria recorrer el mundo; si hubiera dicho que queria que yo lo acompanara de regreso a Australia, yo lo habria hecho… de buen grado. Habria sentido nostalgia del Abbas toda la vida, pero no habria querido volver a el sin mi familia.
Pero no hacia falta pensar en eso. La vida me ofrecia la perfeccion: Kim y el Abbas.
Por fin pude partir. Era una tarde templada; un sol otonal hacia brillar las plumosas ramas de los abetos. Nunca la tierra habia parecido ofrecer tanto; el penetrante aroma de los pinos, la hierba y el suelo humedo; la calidez del sol era acariciadora, al igual que la tenue brisa del suroeste que parecia traer exoticos olores desde el mar. Esa tarde estaba yo enamorada de la vida como nunca lo habia estado antes.
No debia llegar demasiado temprano; por eso me interne en el prado para detenerme dentro de ese circulo de piedras que, quien sabe como, se habian convertido en un simbolo de mi vida. Ellas tambien habian amado la vida, pero eran las virgenes insensatas. Eran cual mariposas que despertaron al sol; habian bailado en sus rayos