mensaje.
En la parte mas profunda de mi boveda de preguntas y respuestas se formo un interrogante y, antes de que pudiera volver al toma y daca verbal, formule la pregunta:
– ?Como es matar a alguien?
Manson se puso en pie y se acerco a los barrotes. Vi que no me llegaba a los hombros y que sus «hipnoticos» ojos oscuros tenian el brillo de un psicopata pasado de vueltas. Me habria gustado arrancarselos y pisarlos en el pasillo hasta hacerlos pure.
– Yo no he matado a nadie -dijo Charlie-. Soy el chivo expiatorio del poder.
– ?De la «institucion»?
– Exacto.
– Entonces, utiliza la mente para escapar de aqui.
– La carcel es mi karma -replico Manson con una carcajada-. Ensenar a esos presidiarios paletos y cinicos es mi energia. Dime, descreido, ?que sabes?
Me agache para que mis ojos y los de aquel diminuto Satan estuvieran al mismo nivel. La Sombra Sigilosa salto a mi mente haciendo movimientos pantomimicos que significaban APROVECHA ESTA OPORTUNIDAD. Con la voz mas depuradamente fria que jamas hubiera adoptado, respondi:
– Se que hay gente que mata y se lleva lo que quiere y nunca la detienen; y si la detienen, no justifica su fracaso con palabreria mistica para seguir siendo grande y no echa la culpa a la sociedad porque reconoce el libre albedrio. Y se que hay gente que mata con sus propias manos, que no manda a hippies colocadas a hacer lo que ellos no se atreven. Se que la verdadera libertad es cuando lo haces todo tu mismo y esta tan bien que no necesitas contarselo a nadie.
– Cerdo -bufo Charlie y me escupio en la cara. Deje que el escupitajo se asentara, pasmado ante mi elocuencia, que parecia brotar por propia voluntad desde la nada profunda, como si aquella declaracion, no las respuestas de Manson a mis preguntas, fuera lo que yo estaba esperando con la mente en blanco durante las ultimas semanas.
Al ver que yo me quedaba inmovil y que la saliva me bajaba por la barbilla en un reguero, Charlie se puso a cantar:
– «Hey Jude, no lo estropees, deja que el Helter Skelter lo mejore. Recuerda, haz salir de tu mente a la pasma…» [4]
La Sombra Sigilosa interrumpio la musica superponiendo CASTRALO sobre la frente de Charlie. Recurri a una profunda corriente de frialdad y dije:
– Me tire a Flower y Season en tu casa del Strip. Eran unas putas de pacotilla y hacer proselitismo se les daba aun peor. Ademas, se reian de tu polla de grillo diciendo que no media ni dos centimetros.
Manson se lanzo contra los barrotes y empezo a vociferar. Yo cogi la escoba y segui barriendo el pasillo. 0 palmadas en la galeria superior y alce los ojos. Un grupo de boqueras aplaudia mi actuacion.
Durante las semanas siguientes me embargo un agradable peso. Supe que procedia de mis confrontaciones con los presos del muelle de carga y con aquel Satan de tres al cuarto, y note que recuperaba la vieja invisibilidad. Mi obsesion por el culto al cuerpo empezo a parecerme vacua; pasar peliculas mentales se volvia aburrido ante el simple analisis de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Segui durmiendo sin sufrir pesadillas y, a medida que se acercaba el dia de mi liberacion, empece a tener ganas de tratar con agentes de la libertad vigilada, empleadores y conocidos de la jornada laboral. En el fogon trasero de mi mente empezo a bullir una idea potente: podia vivir de manera anonima y barata, sin pesadillas ni impulsos peligrosos, y poseer mi propio poder hipnotico.
El poder de Charles Manson sobre mi disminuyo y se apago hasta que su fama en la carcel no fue mas que una pequena molestia, como el revolotear de un mosquito que escapa habilmente al manotazo. La elocuencia de mi ataque contra el tambien se desvanecio hasta que, tres semanas antes de que me dieran la bola, afloro mi postgrado ficticio y me destinaron a la biblioteca con una tarea especifica: ordenar cronologicamente cuarenta cajas grandes de revistas donadas recientemente al sistema penitenciario del condado de L. A.
Las cajas contenian ejemplares de
Deje aquellos numeros de lado, indignado por el hecho de que unos periodistas bien pagados se dejaran enganar por un charlatan pseudomistico. Con la prosa sobre Manson amontonada en un rincon mohoso de la bodega, abandone mi trabajo de clasificacion durante cinco dias seguidos, dedicando las horas laborables a leer en las revistas antiguas las cronicas de unos asesinos estupidos que habian sido detenidos, condenados y aplastados como insectos. Lei solo los reportajes sobre los homicidios de la zona de L. A. y, cuando reconocia los nombres de las calles y las ubicaciones, sentia que la patologia autodestructiva de los asesinos entraba en mi y se convertia en absoluto desden por el exito y la fama. Luego, cuando mi historia de violencia fatua retrocedio hasta 1941, saque la navaja.
Juanita Spinelli, alias «la Duquesa», cabecilla de una banda armada, colgada en San Quintin el 21/11/41. Navajazo. Navajazo. Otto Stephen Wilson, que degollo a tres mujeres, ejecutado en la camara de gas de San Quintin el 18/10/46; navajazo, navajazo, navajazo. Uno por cada victima. Jack Santo, Emmett Perkins y Barbara Graham, inmortalizada en la pelicula Quiero vivir, pero frita en la silla electrica por sus robos con asesinatos el 3/6/55; navajazos multiples. Donald Keith Bashor, ratero y asesino que actuaba con un baston como arma al este de mi antiguo barrio, ejecutado el 14/10/57; navajazo, corte profundo, desgarro, por haber sido tan tonto tan cerca de mi. Harvey Murray Glatman, el tecnico de televisores sadico que se cargo a tres mujeres despues de fotografiarlas atadas y amordazadas, liquidado por el estado el 18/8/59; navajazos de desden por sus gimoteos camino de la camara de gas. Stephen Nash, el desdentado vagabundo que se autoproclamaba el rey de los asesinos, eliminado una semana despues de Glatman, el 25/8/59; apenas un navajazo suave por haber escupido al capellan y haber inhalado el gas cianhidrico con una sonrisa. Elizabeth Duncan, que contrato a los indigentes alcoholicos Augustine Maldonado y Luis Moya para que mataran a la esposa de su hijo, lo cual les valio a los tres el viaje a la camara de gas de San Quintin el 11/5/62, muchas paginas acuchilladas por la ebriedad y la falta de profesionalidad del trabajo.
Y asi sucesivamente, hasta llegar a Charlie Manson, cuyo destino aun no estaba decidido pero quedaba reducido a dos opciones, la camara de gas o la celda acolchada de Atascadero: navajazo, corte profundo, desgarro y meada en su cara sonriente de la portada del
Cuando el monton de papel quedo reducido a confeti, lo escondi tras unas cajas de leche abandonadas y pense en lo dulce y tranquila que seria mi vida anonima.
12
Durante los cuatro anos siguientes, me metamorfosee en objeto,
Me converti en archivo de imagenes, en banco de memoria. Basicamente, 1970-1974 se torno mi periodo de interpretacion del escenario humano que me rodeaba, pero sin fantasear con el ni convertirlo en variaciones sexualmente gratificantes. Hoy se que aquella contencion infernalmente astringente fue lo que al final me condujo a estallar.
Me soltaron de la carcel el 14 de julio de 1970 y de inmediato me dirigi a casa del tio Walt Borchard a recoger el talonario y las llaves de la caja de seguridad. La mujer a la que Borchard habia dejado mis pertenencias intento darme tambien un gran fardo con mi vieja ropa, pero esta llevaba impregnado el olor de la derrota y la rechace.
Con los intereses, mi cuenta de ahorro arrojaba un saldo de 6.318,59 dolares y el botin de las cajas de seguridad seguia intacto. Retire tres mil dolares en metalico y el contenido de las tres cajas. Estaba a un tiro de piedra del Boulevard, muy cerca del apartamento de Cosmo Veitch, a quien vendi todo mi botin de relojes, joyas y