– Soy cirujano de arboles -respondi y estudie de nuevo la habitacion, preguntandome por que me resultaban tan familiares unos sitios en los que no habia estado nunca. Steve me miraba con aire de extraneza y, para tranquilizarlo, anadi-: Jill me ayudo a conseguir empleo. Cuando llegue a la ciudad estaba sin blanca y fui a la agencia a buscar trabajo. Jill me envio a la oficina de colocacion de la universidad.
– Jill, siempre tan amable -comento Steve, y la S. S. me envio una serie de instantaneas: Jill coqueteando con otros hombres pero volviendo siempre con Steve, quien, agradecido de que hubiera vuelto, se la llevaba en largos viajes de reconciliacion a paises exoticos por cortesia de la empresa donde trabajaba; Steve, molesto porque Jill lo trataba como si fuera un trapo sucio, emborrachandose con sus colegas mecanicos y despotricando de ella, pero llamandola siempre desde el bar para decirle que llegaria tarde.
– ?Que te apetece beber, tio?
La voz de Steve me saco de la pelicula que el mismo interpretaba.
– ?Tienes una cerveza?-pregunte.
– ?Como no? Ven, asaltemos el frigorifico.
Segui a Steve hasta una pequena cocina. Alli habia mas carteles de aerolineas, pero las fotos cubiertas de grasa de Paris y los Alpes Bavaros no me despertaron recuerdos. Steve se fijo en que yo las miraba y dijo:
– Miras los carteles como quien necesita unas vacaciones. -Abrio el frigorifico y saco dos latas de cerveza. Me tendio una y anadio-: Si, tal vez Tahiti o Japon. -Abrio la lata y prosiguio-: Esos sitios son una mierda. La comida es una mierda y los japos se parecen a los amarillos de Vietnam. -Bebio a grandes tragos, eructo y se rio-. Cerveza Coors, el desayuno de los campeones. El ano pasado, en el trabajo, hicimos unos Juegos Olimpicos Coors. El tipo que gano se bebio cuatro paquetes de seis latas, lo aguanto dos horas y luego empezo a mear hasta llenar un cubo de cuatro litros. Eso fue el triatlon, ?comprendes? Tres competiciones en una, como en las Olimpiadas de verdad. ?Has estado en Vietnam?
Me apoye en la pared salpicada de grasa y fingi beber la cerveza. La Sombra Sigilosa me envio un teletipo que decia SE LISTO SE LISTO SE LISTO sobre la cara de Steve.
– No me aceptaron -respondi-, por una antigua lesion que me hice jugando a futbol.
– No te has perdido gran cosa. -Steve eructo-. ?Jugabas en la linea?
– ?Que?
– ?Como que que? Eres alto. Jugarias en la linea de ataque, supongo…
– Era tercer quarterback -respondi con modestia.
Steve sonrio ante mi calculada conmiseracion.
– Jugador de reserva, la historia de mi vida. ?Que estara haciendo Jill? Por lo general, le gusta vacilar con los visitantes.
– ?Alguien ha mencionado mi nombre?
Volvi la cabeza hacia donde habia sonado la voz. Jill se encontraba en el umbral de la puerta de la cocina, cubierta con una bata y con una toalla enrollada en la cabeza a modo de turbante.
– ?Te acuerdas de esos viejos anuncios de Clairol? ?Si solo tengo una vida, dejadme que la viva de rubia? Pues bien, mirad.
Con un movimiento elegante se quito la toalla y sacudio la cabeza. Su hermoso cabello negro se habia transformado en rubio oxigenado y la Sombra Sigilosa me destello NO SE LO PERMITAS NO SE LO PERMITAS NO SE LO PERMITAS…
Saque mi hacha de acero mate forrado de teflon con el filo garantizado y le lance un golpe al cuello con ella. La cabeza quedo limpiamente separada del tronco y de la cavidad broto sangre; los brazos y las piernas se movieron espasmodicamente y, acto seguido, todo su cuerpo se desplomo al suelo. La fuerza del golpe me hizo girar en redondo y, durante un segundo, mi vision abarco la escena completa: las paredes salpicadas de sangre, el cadaver expulsando un geiser arterial por el cuello, mientras el corazon seguia latiendo por reflejo, y Steve absolutamente paralizado, poniendose azul catatonico.
Inverti el gesto, gire el mango de forma que la hoja quedara plana, y aseste un golpe de reves con la zurda. El metal alcanzo a Steve en la sien y se oyo un sonido como de huevos al romperse, pero amplificado diez millones de veces. La hoja se clavo y, durante unos segundos, sostuvo de pie al hombre ya muerto. Luego, tire de la herramienta y el cadaver se precipito hacia delante mientras el hacha volaba en direccion opuesta. Los sesos y la sangre lubricaron su vuelo.
Entonces Steve se desplomo emitiendo gorgoteos. Entonces sus extremidades bailaron la danza de la muerte. Entonces un chorro de sangre broto de su craneo y me alcanzo en los ojos.
Entonces me corri y todos los colores que habia visto en el trabajo se combinaron y me arrojaron al suelo para formar un trio.
Desperte horas mas tarde. Sonaba un telefono y note el sabor del linoleo y de la sangre. Al abrir los ojos, vi una parte del suelo y dos latas de cerveza caidas de costado. Empece a comprender lo que habia sucedido y contuve unos sollozos. Luego, envie mensajes cerebrales a las piernas y los brazos para ver si me los habian amputado como castigo por mis crimenes. Mis dedos palparon una superficie fria y mis piernas se sacudieron, y di gracias. El telefono dejo de sonar y me pregunte a quien tenia que agradecerselo. Luego, el trozo de suelo y las latas de cerveza desaparecieron para ser sustituidas por tinta roja sobre papel blanco: YO YO YO YO YO YO YO.
En la pelicula mental en blanco escribi SI SI SI SI SI. DIME QUE TENGO QUE HACER.
La Sombra Sigilosa dijo: «Abre los ojos.» Obedeci y Lucretia y el estaban alli, desnudos. Yo estaba memorizando sus cuerpos cuando la S. S. me increpo con el tono de voz mas duro que habia utilizado nunca conmigo. «Somos unos padres de fantasia a los que has utilizado desde la infancia. Te damos lo que necesitas para que hagas lo que tengas que hacer. Has experimentado lo que algunos llaman brote psicotico. En realidad, tarde o temprano habrias hecho premeditadamente lo que acabas de hacer.»
La Sombra Sigilosa callo unos instantes para que yo respondiera y escribi: «?Por que?»
«Eres un asesino, Martin», dijo.
Era la primera vez que me llamaba por mi nombre.
Le rogue que lo repitiera, para saber bien lo que tenia que hacer. El accedio.
«Eres un asesino, Martin.»
«Eres un asesino, Martin.»
«Eres un asesino, Martin.»
Me gane el titulo. El destino me tintineaba en el oido y mi padre de fantasia, como el mismo se habia descrito, me conducia paso a paso. Primero limpie todas las superficies que pudiese haber tocado; luego destrui las pruebas forenses de mis hachazos profanando los dos cuerpos en los lugares donde los habia cortado, utilizando un cuchillo de cocina y un mazo de la carne para confundir las marcas de los hachazos y los puntos de impacto. Fue un trabajo chapucero y sucio, pero obligue a mi cerebro a considerarlo tedioso. Cuando termine, me lave las manos, me quite los pantalones empapados de sangre, me puse un mono que encontre en el armario de Steve y envolvi mi ropa y mi calzado en siete capas de plastico de bolsa de basura. Con los pies descalzos y libres de material ajeno, recogi el hacha y la canana y consulte el reloj. Eran las tres y dieciseis minutos. Apague las luces y sali del apartamento. La calle estaba desierta. Fui a casa y me dormi viendo colores.
De la portada del
PAREJA ASESINADA EN UN APARTAMENTO
DEL DISTRITO DE RICHMOND
Los cuerpos horriblemente mutilados de dos jovenes, un hombre y una mujer, fueron descubiertos anoche en el apartamento del hombre. La policia acudio tras la llamada de los vecinos que se quejaban de «olores extranos» procedentes del apartamento de la planta baja del numero 911 de la calle Veintiseis.
«Sabia que alli dentro habia algo muerto», dijo Thomas Frischer, del 914 de la calle Veintiseis a los sanitarios que acudieron a retirar los cadaveres. Tras echar la puerta abajo, los agentes encontraron los cuerpos del inquilino del apartamento, Steven Sifakis, de 31 anos, mecanico de la terminal de la Pan-American en el aeropuerto internacional de San Francisco, y de su novia, Jill Eversall, de 29, empleada en la agencia de colocacion Mighty-Man. En unas declaraciones en exclusiva a los periodistas del