suicida para cierta clase de hombres.

Tercero, un gran salto -grande e inconcebible- que resulta de lo mas estimulante: la policia estatal de Wisconsin y los dos departamentos de policia locales que colaboran con ella en la investigaciones de los asesinatos de las morenas no encuentran los expedientes de estos tres homicidios, lo cual es una de las cosas mas increibles que he oido en mis veintidos anos de investigador.

Creo que estamos ante un asesino-policia con base en Wisconsin, autor de los siete homicidios de rubias/morenas.

Y creo que ese hombre ha destruido los tres expedientes de las morenas para evitar que se establezca una relacion, basada muy probablemente en la existencia de identicas pruebas materiales. Y, destruidos los vinculos de las pruebas materiales desde un punto de vista legal (es probable que algun forense o patologo de Wisconsin recuerde todavia las caracteristicas del arma, etc., pero eso no se sostendria ante un tribunal), lo unico que me queda es si tuvo la oportunidad de perpetrar los crimenes.

Asi pues, cualquier policia del sur de Wisconsin que hubiese faltado al trabajo exclusivamente en las fechas de los cuatro asesinatos de rubias podia ser mi asesino. Ya he presentado solicitudes de investigacion al Departamento de Asuntos Internos de la Policia del Estado de Wisconsin y el agente especial de Milwaukee esta haciendo lo mismo con los directores de personal de las policias locales de Janesville y Beloit. Solo me queda esperar. Jack Mulhearn opina que mi teoria no se sostiene; cree que algun policia vendio los documentos a los medios o a un autor de novela negra. Hemos apostado cien dolares al resultado de mis indagaciones. No puedo permitirme perder, pues se acerca el pago trimestral de los estudios de Mark y Susan, pero me siento totalmente seguro de la apuesta. Son las 11.23. ?Donde estas, Carol?

23

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Atardecer del 7 de septiembre de 1983. Cuando llegue a casa del campo de golf y de hacer unas compras en Bronxville, llevaba el ruido del reloj en la cabeza y, en la mano, una bolsa con nueve tortitas y maquillaje de teatro. Al abrir la puerta, impaciente por empezar mi transformacion nocturna, estuve a punto de pasar por alto las hojas de un album de recortes esparcidas sobre mi cama.

Intuyendo lo que debia de haber ocurrido, contuve una exclamacion y lance un vistazo hacia el bano y detras de las puertas del armario, los unicos lugares donde podia estar esperando. El tic tic tic tic tic tic tic tic no sonaba tan fuerte como la adrenalina que me estallaba en la cabeza. No se como, consegui contenerme y no correr hacia ninguno de los dos lugares, sabiendo que traicionar mi impaciencia seria una afrenta a mi mismo como Sombra Sigilosa. A punto de estallar en todos los niveles sensoriales, me obligue a leer el mensaje.

Era un articulo de prensa, fechado el 19 de febrero de 1979, donde se detallaban las brillantes maquinaciones que habia llevado a cabo Ross Anderson para salvaguardarnos a los dos de ser descubiertos en nuestros ultimos asesinatos. Lei y relei el relato en rapida sucesion y una vision en tecnicolor de todos los puntos clave me engullo por entero. Tuve que sentarme en la cama.

Ross al localizar el coche del muerto, al ver el carnet de donante con el grupo sanguineo 0+, al gritar «?Eureka!».

Ross, al volver a Huyserville en busca de un equipo de perros rastreadores, aunque ya sabia donde estaba el cadaver.

Ross, al meter su propio dinero en la cartera del muerto y al ponerle mi vieja 357, sin silenciador, en la mano.

Ross, al profanar el pecho del hombre para que los patologos no supieran que la causa de la muerte habian sido dos disparos.

El estallido se apago y volvi a la pelicula mental. La pase al reves y en camara lenta. En todas las versiones se veia genio puro… y algo mas.

– Y creias que yo solo era otra cara bonita. El sargento Ross, que gran tipo.

Me sobrevino una ola de calor que se extendio por mi cuerpo y me devolvio el equilibrio. Me levante de la cama, di media vuelta y sonrei.

– Bravo, sargento.

Ross se atuso el bigote y acaricio el emblema del cocodrilo de su polo azul. La ropa de paisano, cuatro anos y medio y dos mil kilometros no lo habian cambiado en absoluto: todos los fragmentos del hombre habian salido intactos del bucle temporal.

– Teniente -dijo-, pero gracias.

Tranquilo al ver su tranquilidad, contuve la andanada de preguntas que queria formularle y me limite a murmurar:

– Felicidades.

– Gracias -replico, cerrando la puerta del bano-. Por cierto, soy el teniente mas joven en la historia de la policia estatal de Wisconsin. Dale la vuelta a esos recortes. Lo de atras te gustara.

Lo hice. Alli, pegados con cinta adhesiva, habia otros articulos de prensa, acompanados de unas desvaidas fotos Polaroid de rubias descuartizadas. Mientras mis ojos leian el texto y mi mente pasaba una pelicula en la que Ross viajaba y se arriesgaba y mataba por mi, el hablo muy despacio y sus palabras flotaron en el aire como musica de fondo.

– Ha sido facil localizarte, querido amigo. Se abusar del poder policial como nadie y aun soy mejor rastreador. El 38 que te di me ha servido para eso. Hice unas muescas dentro del canon, la probe disparando en un deposito de balistica y guarde los cartuchos gastados. Unas estrias y marcas muy distintivas: ni siquiera las iba a alterar el silenciador que sabia que te agenciarias. Solo he tenido que buscar los informes sobre cadaveres archivados como «muertos por arma de fuego» y leer los informes de balistica correspondientes para saber por donde andaba mi viejo amigo Martin. He tenido que hacer muchisimas llamadas telefonicas, pero soy un hombre perseverante. Te he atribuido el retrasado mental de Illinois y el maricon de Nebraska. ?Ya has salido del armario, queridisimo amigo? Ambos eran tipos morenos de tu misma edad y pense: «Vaya, Martin quiere una identidad nueva porque sabe que Ross, que gran tipo, lo tiene controlado.» Despues te cargaste al viejo aleman de Michigan; habian pasado casi dos anos. Supuse que si habias matado asi a un viejo era porque ya tenias la identidad nueva de un fiambre que no habias matado tu o que la policia no habia encontrado. Tambien tuve la corazonada de que estabas volviendote cauteloso y suspicaz, y que debias de tener alguna razon para liquidar al viejo, por lo que hice fotocopias del expediente del caso que tiene la policia de Kalamazoo.

»Lo que si me sorprendio fue descubrir que eras un falsificador bastante bueno. ?Doce mil pavos en cheques a companias de tarjetas de credito? Los idiotas de la pasma de Kalamazoo ni siquiera se molestaron en llamar a esas companias, pero yo si lo hice. ?Transacciones futuras con tarjetas de credito? Querido amigo, tienes unos huevos de platino… y he estado siguiendo esos huevos por todo el pais, por cortesia de Telecredit. Ahi esta Martin, en Ohio, y seguramente tambien pegando unos hachazos en Sharon, Filadelfia. Despues, me entero de la existencia de ese informe sobre el cadaver de Rohrsfield, llamo al telefono de la lista de alquileres de vehiculos a la que tiene acceso la pasma para seguir la pista a quienes han violado la libertad condicional… y, oh sorpresa, descubro que un tal William Rohrsfield vive cerca de esa reunion familiar tan aburrida. El de Rohrsfield fue un buen trabajo, Martin, pero no deberias haberlo enterrado donde iban a levantar una tienda Seven-Eleven. ?Quieres dejar esas fotos, amigo mio, y mirarme?

La peticion me hizo apartar los ojos de los retratos de muerte. Sin mas que admiracion temerosa por la manera en que me habia tendido la trampa, le dije:

– ?Como has conseguido eso? ?En diferentes ciudades? ?Y espaciandolo en el tiempo?

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